Los dragones SÍ existen: cinco ejemplos.

Querida hija:

Seguramente los dragones son las criaturas mitológicas más famosas y conocidas. Pero, a la vez, las más indefinidas hasta cierto punto. Cuando yo era niño, pero muy niño, llamaba "dragones" a lo que llamamos "dinosaurios", y en cierto sentido tenemos la idea de que un dragón es una especie de monstruo genérico que, además, ha sido considerado muy real hasta tiempos de la Ilustración. Puede sorprenderte, sin embargo, que detrás de los dragones hubo animales reales y que hoy hay también especies a las que bien se puede aplicar muchas de las características que se atribuían a los antiguos dragones. Acomódate que empezamos.

Smaug el Magnífico, uno de los dragones más famosos, creación literaria de J. R. Tolkien


Introducción: origen y naturaleza de los dragones

Para empezar, puedo decirte sin temor a equivocarme que prácticamente todas las culturas que en el mundo han sido tienen, o han tenido, su propio dragón. Sin embargo, dos tradiciones culturales han conseguido hacer más famosos y conocidos sus respectivas versiones de dragón: la cultura Occidental y la cultura Oriental. Voy a hablarte en primer lugar de los dragones "occidentales".

El dragón en la tradición occidental

A su vez, el dragón occidental, ése que tiene cuatro patas, es gigantesco, tiene alas y escupe fuego, se origina de la unión de dos tradiciones más locales: la greco-romana por un lado y la judeo-cristiana por el otro. Vamos a empezar por la greco-romana. 

Para los antiguos griegos, la palabra drakon (plural drakontes) era originariamente un sinónimo de ophis (serpiente). O sea, que cuando un griego de hace dos mil quinientos o tres mil años veía una serpiente reptando por el suelo, podría exclamar indistintamente: "¡un drakon!" o "¡un ophis!". Lo que pasaba es que los griegos solían usar más frecuentemente la palabra drakon cuando hablaban en un contexto mitológico o religioso, dejando la otra palabra para designar las serpientes "reales". De hecho, el registro escrito más antiguo de la palabra drakon que se conoce se encuentra en la Ilíada, de Homero, en el siglo IX a. C. Aquí, Homero usa seis veces el término, una de ellas como claro sinónimo de ophis. No cabe duda que, para los griegos, un "dragón" era una serpiente de las que veían todos los días. Era un animal muy real.

Pero pronto la cosa empezó a degenerar. Como los griegos habían reservado a los drakontes al ámbito mitológico, aplicaron la misma palabra a toda una serie de monstruos mitológicos que tenían, al menos, el cuerpo serpentiforme. Así, la Quimera, una serpiente monstruosa de dos cabezas, una de león y otra de cabra, era un drakon, la Hidra de Lerna, aquella terrible serpiente de siete cabezas que trajo de ídem a Hércules porque por cada cabeza que le cortaba salían dos, era otro drakon. La gigantesca serpiente Python (que dio origen al nombre de las actuales pitones), que guardaba el Oráculo de Delfos, era otro drakon.

La Hidra de Lerna es un ejemplo del "dragón" griego


Para añadir más leña al fuego, los primeros filósofos que se ocuparon de la Historia Natural como Aristóteles o Nicandro de Colofón siguen usando el término drakon para referirse a las serpientes de toda la vida, las que reptan y ponen huevos. También los griegos desarrollaron una relación entre los drakontes y la Medicina, ya que se creía que la carne de la serpiente era un antídoto para su propio veneno, con lo que una serpiente (un drakon) se convirtió en símbolo de Asclepio, el dios de la Medicina, con lo que los griegos desarrollaron una ambivalencia en el carácter de los drakontes, que podían ser criaturas tanto beneficiosas como crueles y malvadas.

Todo esto pasó en bloque a la cultura romana. Los romanos también distinguieron entre draco (palabra que da origen a nuestro dragón), como serpientes mitológicas, y coluber, anguis o serpens para referirse a las serpientes que se arrastran. En inglés moderno todavía se distingue entre snake y serpent. El naturalista Plinio el Viejo introdujo la novedad de considerar que los "dragones" venían de India y Etiopía y que eran serpientes de una longitud monstruosa. En Roma se importaban grandes pitones de aquellos países para "servir" en templos dedicados a Esculapio (la versión romana de Asclepio), y estaban acostumbrados hasta cierto punto a la fauna exótica. Pero siempre se imaginaba que la fauna desconocida de países lejanos es, a su vez, fantástica y monstruosa, y se sembró la semilla de que, a parte de los dracones más o menos mitológicos, los había también reales en lugares lejanos y tal vez inaccesibles.

Estas ideas se refuerzan cuando desaparece el Imperio Romano de Occidente y se desarticula su sistema comercial y cultural. La Europa Medieval ya no importaba pitones de India, y animales como éste se hicieron desconocidos y míticos, entroncando con las fantasías que propagaba Plinio. Pero todavía los "dragones" grecorromanos están lejos del dragón "canónico" que se forjó en la Europa Medieval. Faltaba el ingrediente judeo-cristiano.

En hebreo, la palabra que usaban para el equivalente a "dragón" era נחש, najash, que significa también "serpiente" o "víbora". La Biblia, al traducirse al griego, volvió a la palabra drakon, reforzando lo que Europa ya había recibido de sus padres culturales greco-romanos. Pero la Biblia tenía sus propios monstruos que fueron designados también como drakontes en su traducción griega. Por ejemplo, Leviatán, que en la traducción griega fue designado como una "serpiente marina". Pero si en la tradición greco-latina los dragones tenían indudables aspectos positivos, en la Biblia todo era negativo ya que Leviatán era un enemigo de Israel, y con la llegada del cristianismo, el dragón pronto se convierte en un símbolo tanto del pecado como del Diablo, como aparece en el Apocalipsis en su famosísima forma de dragón de siete cabezas. A partir del Cristianismo, los dragones serán siempre criaturas malignas y enemigas del género humano.

Bien hija mía, ya tenemos una Europa Medieval que ha recibido de griegos, latinos, judíos y cristianos la idea de que existen unos monstruos serpentiformes, que pueden reptar o pueden caminar en dos o cuatro patas, y que es mejor no cruzarte con ellos. Pero faltan dos aspectos para cuajar el dragón canónico occidental. ¿De dónde salió la idea de que los dragones volaban y escupían fuego?.  Pues fue San Agustín de Hipona, uno de los Patriarcas (siglo V), que interpretó un pasaje del Salmo 148 donde él interpreta que los dragones son criaturas que también alaban al Señor "desde los cielos", a partir de donde infiere que los dragones son criaturas que pueden volar, algo de lo que se hizo eco indirecto San Isidoro de Sevilla en el siglo VII. 

Clásica representación de un dragón occidental. Dibujo: Friedrich Justin Bertuch (1806)


En cuanto al fuego, de algún modo los griegos lo relacionaban con el veneno de las serpientes, que en el transcurso de los siglos pasó del "aliento ponzoñoso" a "inflamable". Total, que al final en Occidente acaba por cuajar la idea del dragón como una criatura serpentiforme, con alas, cuatro patas y que escupe fuego. Al parecer, la primera representación del dragón canónico europeo que se conoce se encuentra en un bestiario inglés denominado MS Harley 3244, fechado en 1236 y conservado hoy día en la British Library.

El dragón en la tradición oriental

Si bien el dragón occidental fue popularizado por el cine y la televisión, el dragón oriental (fundamentalmente chino) forma parte importante de la cultura china y es bien conocido porque se lo "saca a pasear" en versiones de papel en las más importantes festividades y celebraciones. A diferencia del dragón occidental, el dragón oriental es una quimera: está formado por partes de diferentes animales (tradicionalmente nueve), tiene dos patitas o ninguna, y aunque no tiene alas, vuela mágicamente. Existen muchas leyendas sobre su origen, pero todas se parecen más o menos en esa agregación de partes de diferentes animales. Yo te voy a contar aquí una de ellas:

Representación canónica de un dragón chino. Dragón azul de la Dinastía Qing


"En los tiempos antiguos, los chinos vivían divididos en tribus y cada una vivía en un lugar diferente: junto al mar, en altas montañas o en fértiles valles. Cada tribu estaba protegida por un espíritu que tomaba la forma del animal que cada tribu conocía mejor.

Aquellas tribus que vivían junto al mar o ríos eran protegidas por un pez o una rana, las que vivían en las montañas eran protegidas por el tigre o el águila, las que vivían en las llanuras eran protegidas por el camello, el ciervo, el caballo o la serpiente mientras que los que vivían en los arrozales eran protegidas por el espíritu del buey. Pero las tribus estaban celosas unas de otras, y guerreaban entre sí en nombre de sus respectivos espíritus protectores.

Un día, los niños de China se cansaron de las guerras de sus mayores y decidieron acabar con todas las guerras creando un espíritu que fuera más poderoso que los espíritus protectores de cada tribu y que fuera el protector de toda China. Y eso hicieron. Crearon un animal que tenía el cuerpo y el cuello de la serpiente, pero cubierto de las escamas de un pez y con el vientre de una rana. Como garras le pusieron las del tigre y las del águila y le pusieron una cabeza que recordaba a la del camello o del caballo, pero también con los cuernos del ciervo y las orejas del buey. Y para que pudiera proteger a todo el pueblo le dieron el poder de volar por el cielo, nadar por las aguas y caminar por la tierra. Le llamaron DRAGÓN."

La palabra mandarín para "dragón" es long, cuyo último significado es como una onomatopeya del trueno, puesto que al dragón se le atribuye el poder sobre los elementos del cielo. Otra diferencia del dragón oriental con respecto del occidental es que se trata de una criatura benéfica, símbolo de prosperidad y fuerza. A través de China, que es a Oriente lo que fue el Imperio Romano a Occidente, el dragón así concebido pasó a Corea, a Japón y a Vietnam, países que desarrollaron sus propias variantes nacionales del dragón chino originario.

El matador del dragón

Durante toda la Edad Media se creía a pie juntillas en la existencia de los dragones aunque nadie había visto uno jamás e incluso encontró su lugar en la heráldica. Curiosamente la llegada del Renacimiento con su énfasis en la racionalidad no sólo no se olvidó de los dragones sino que tomaron aún más carta de naturaleza y, así, los primeros científicos que se ocuparon de la Historia Natural de una forma "moderna" incluyeron a los dragones entre los animales que existían sin ningún género de dudas.

De esta forma, el inglés Edward Topsell (1572 - 1625) dedicó un capítulo entero a los dragones en su History of Serpents (1608), y la primera obra zoológica moderna, la Historia animalium de Conrad Gessner (1516 - 1565) incluía a los dragones, sobre los que da mucha información, entre ellas el hecho de que podían tener alas, o no tenerlas. Desgraciadamente ya en aquella época había taxidermistas desaprensivos que falsificaban serpientes para ponerles patas y hacer creer al vulgo que eran dragones, lo que despistaba aún más a científicos como Gessner o Athanasius Kircher (1602 - 1680), que fue el último gran científico en defender seriamente la existencia de dragones.

Kircher recopila todo el saber que sobre dragones existía e incluso es el primer tratadista en Historia Natural en incluir que los dragones escupían fuego. Como lo oyes. Casi nos encontramos con un temprano fundador de la Criptozoología.

Retrato de Linneo. Alexandr Roslin


Habría que esperar hasta la Ilustración para matar definitivamente al dragón. Y la persona que lo hizo fue nada más y nada menos que el mismísimo Carl von Linné. Nuestro Linneo, el creador del moderno sistema de clasificación de los seres vivos y que plasmó en las sucesivas ediciones del Systema Naturae. Te recomiendo que repases la crónica en la que te hablé de Linneo y de su sistema. Lo que hacía Linneo era nombrar cada especie animal con un doble nombre latino: el género y la especie. Y mantenía una vasta red de corresponsales y discípulos repartidos por todo el mundo haciéndole llegar información sobre las nuevas especies animales que iban descubriendo las cada vez más numerosas expediciones científicas que los europeos organizaban por todo el mundo.

Al principio, en la primera edición de su obra, Linneo incluía a los dragones y los basiliscos entre la Clase Amphibia. Pero no tardó en darse cuenta de que no creía ni una palabra sobre lo que se decía de los dragones, y ante la evidente falta de pruebas sobre su existencia real acabó proclamando que eran "monstruos" imaginarios que no tenían cabida en su sistema y lo relegó, junto con otros monstruos como la Hidra, a la "categoría" de "Paradojas". Finalmente Linneo borró definitivamente toda mención a dragones y otros monstruos en la tercera edición del Systema en 1748. 

Linneo había matado a los dragones. Con una excepción, que verás al final de esta crónica. Pero qué duda cabe que si bien los dragones como criaturas mitológicas no existen y nunca existieron, sí hay animales que pueden asimilarse a esas "serpientes monstruosas" que dieron origen al mito. He aquí cinco ejemplos de verdaderos "dragones" modernos.

1. El dragón de Komodo (Varanus komodoensis)

Con sus 3 metros de longitud y sus 70 kg de peso, el dragón de Komodo es el mayor lagarto existente y, cuando lo ves en persona mirándote fijamente y calculando si va a comerte o no, entiendes perfectamente por qué se le considera un dragón. Este varánido se encuentra únicamente en un pequeño grupo de islas indonesias que se conocen como "Islas de la Sonda", la más grande de las cuales es Flores (de la cual ha sido exterminado excepto unos pocos puntos) y un grupo de islotes situados junto a su extremo occidental: Komodo, Rinca, Gili Motang y Gili Padarni, y ha sido exterminado de Padar.

Dragones de Komodo devorando una presa


Estos islotes estaban en su momento unidos a Flores, pero tras la subida del nivel del mar que siguió al deshielo de la última glaciación, quedaron aislados allí. Los varanos se originan en Asia pero se expandieron al vecino continente australiano, donde se cree que evolucionaron los ancestros del dragón de Komodo, que a su vez recolonizó las Islas de la Sonda desde Australia cuando estas tierras estaban unidas hace al menos cuatro millones de años.

A pesar de que los holandeses habían sometido grandes partes de Indonesia desde el siglo XVII, no oyeron hablar del dragón de Komodo hasta el año 1910, cuando el teniente Van Steyn van Hensbroek, de la Administración colonial neerlandesa en las Indias Orientales oyó hablar de "cocodrilos terrestres" que al parecer existían en estas islas. Ni corto ni perezoso, el intrépido teniente holandés viaja a la zona y consigue una piel, una foto y dos ejemplares de coleccionista que envía en 1912 a Peter Ouwens, el director del Zoo de Bogor, Java, quien describe oficialmente la nueva especie ese mismo año.

Los primeros ejemplares vivos se obtuvieron en la expedición de W. Douglas Burden en 1926 (expedición que se dice inspiró luego la película King Kong de 1933), y desde entonces los dragones de Komodo se hicieron asiduos de los zoológicos de todo el mundo y pudieron ser estudiados mejor. En su hábitat natural los dragones de Komodo se desenvuelven en la sabana seca característica de su patria donde son super-depredadores que se alimentan desde invertebrados hasta grandes animales como cerdos, ciervos, cabras, búfalos acuáticos, monos, etc. Como buenos dragones, tienen el "aliento ponzoñoso" en forma de saliva tóxica cuya función o carácter venenoso aún no goza del consenso científico.

Mapa de distribución del dragón de Komodo


Pero surge una pregunta. Si te fijas bien en las presas del dragón de Komodo, verás que en su mayoría se trata de animales introducidos por el ser humano en sus islas. ¿Qué comían antes de que el ser humano les sirviera en bandeja su nuevo menú? En realidad, en la Isla de Flores y tierras adyacentes hubo un "mundo perdido" donde existían elefantes enanos, marabúes gigantes y varias especies de ratas gigantes. Los varanos eran, aquí, los superdepredadores de esta "micro-megafauna" que fue exterminada por la llegada de los humanos modernos, que a continuación introdujeron "sus" propios animales, que pasaron a ser el nuevo sustento de los últimos supervivientes de la "megafauna" floresiense.

Paradójico, ¿no?

2. Los basiliscos

Verdes, esbeltos, con grandes crestas sagital y dorsal...¿quién negaría que los basiliscos son dragones sin alas? Para empezar, el nombre "basilisco" ("pequeño Rey") es el de una criatura mitológica greco-romana: era una criatura que nacía de un huevo de serpiente incubado por un gallo, por lo que era considerado mitad serpiente y mitad pájaro, y además podía matar con sólo mirarte.

Basilisco verde. Selwo Marina, Benalmádena


Por eso no es de extrañar que el zoólogo austriaco Joseph Nikolaus Laurenti (1735 - 1805), el verdadero creador de los Reptiles como clase taxonómica diera en 1768 el género Basiliscus a estas criaturas tan pronto le llegaron los primeros especímenes desde América.  En efecto, los basiliscos son exclusivos del Neotropical y se encuentran desde el Sur de México hasta el norte de Argentina. Son Iguánidos de la familia Corytophanidae , llamados también "lagartos de casco" por el conspicuo casco que tienen en la cabeza.

Son lagartos de hasta 75 cm de longitud y pueden correr con mucha rapidez incluso de forma bípeda (así los he visto yo en Venezuela), y tienen la habilidad de correr tan rápido sobre el agua que no llegan a hundirse. Todo un dragón. Existen cuatro especies de basiliscos: B. basiliscus, B. galeritus, B. plumifrons y B. vittatus. Se trata de lagartos omnívoros: se alimentan de invertebrados, materia vegetal (frutos, hojas, etc.), huevos y pequeños vertebrados.

3. El hidrosaurio crestado filipino

Si lo ves, parece talmente una criatura prehistórica. Superficialmente nos recuerda a los basiliscos pero con esteroides: más largo (90 - 120 cm) y robusto, carece del gran casco sagital de aquellos pero tiene su continua "vela" en el dorso y en la cola, lo que le da el aire dragonesco. Al igual que los basiliscos es un Iguánido pero de la familia de los Agámidos, que son el verdadero equivalente en el Viejo Mundo a las iguanas del Nuevo Mundo.

Hidrosaurio filipino


En efecto, el ihdrosaurio crestado (Hydrosaurus pustulatus) es endémico del Archipiélago filipino donde se encuentra en la Isla de Luzón y en las islas occidentales: Guimaras, Romblón, Negros y Cebú. Existen cinco especies de hidrosaurios, todos ellos en el lado "australiano" de la Línea de Wallace (Nueva Guinea y las islas Molucas), siendo el filipino el único que ha cruzado la línea del lado asiático. Allí, en el archipiélago filipino, fue observado por primera vez por el naturalista ruso (pero de origen alemán de Livonia) Johann Friedrich von Eschscholtz (1793 - 1831) cuando viajaba como naturalista en la segunda expedición científica de Otto von Kotzebue (1823 - 1826) en su paso por Filipinas. Como resultado, describe científicamente la nueva especie en 1829.

El hidrosaurio filipino vive en hábitats de bosque tropical siempre cerca de cursos o cuerpos de agua incluyendo arrozales. Al igual que los basiliscos se trata de un lagarto omnívoro que se alimenta de materia vegetal y crustáceos. Está amenazado por el comercio de carne exótica y de mascotas.

4. Los dragones forestales de Melanesia

Siguiendo con los Agámidos, no nos vamos muy lejos de las Filipinas: a Melanesia, ese gran arco de tierras oceánicas que van desde Nueva Guinea y archipiélagos adyacentes donde encontramos las 18 especies de los "dragones forestales", todos ellos bajo el género Hypsilurus, 16 de ellos presentes en Nueva Guinea y tierras adyacentes y los otros dos en Queensland, Australia.

Dragón forestal de Boyd. Queensland, Australia. Foto: Zoharby


Se trata de lagartos de tamaños pequeño y mediano, que se diferencian de los dragones anteriores en que no tienen "vela" en el dorso sino espinas, y en la nuca presentan con frecuencia cuernos o espinas grandes dirigidas hacia atrás. El género Hypsilurus fue descrito por el zoólogo alemán Wilhelm Peters en 1867, cuando era conservador de herpetología en el Museo de Zoología de Berlín, a partir de un ejemplar procedente de las Islas Palau traído a Alemania por un comerciante germano de copra y aficionado a la historia natural. Esta primera especie recibiría su nombre: Hypsilurus godeffroyi.

5. El lagarto armadillo (Ouroborus cataphractus)

Aunque se trata de un lagarto de pequeño tamaño (entre 16 y 21 cm), su aspecto es extraordinario: parece hecho a base de la superposición de placas córneas como de una armadura, y es capaz de enroscarse sobre sí mismo para defenderse exponiendo ante el depredador su armadura desplegada y erizada. Todo un dragón en miniatura.

Lagarto armadillo haciendo el ídem


El lagarto armadillo es un Escincomorfo de la familia Cordylidae, familia que se distribuye en regiones áridas y del África subsahariana y Madagascar, con diez géneros uno de ellos descrito en 2011 como Smaug, un homenaje al magnífico dragón de El Hobbit, otra especie (Smaug giganteus) que es un dragón por derecho propio.

Nuestro lagarto armadillo vive en los desiertos de la costa del África austral donde está especializado en el consumo de invertebrados. Fue descubierto como especie en 1828 por el naturalista alemán Friedrich Boie  pero como Cordylus cataphractus. Recientemente, en 2011, y basándose en estudios moleculares, se trasladó el lagarto armadillo a su propio género, Ouroborus, ya que se consideró que no formaba parte de los demás Cordylus, llamados "lagartos ceñidos". Fue víctima del tráfico de mascotas, que hoy es ilegal para esta especie.

Bonus track: el dragón volador, el auténtico dragón

Y he dejado para el final una sorpresa: el único dragón real que existe hoy día y que además vuela: el dragón volador (Draco volans). Y es un dragón auténtico no porque se denomine con la palabra dragón, sino porque Linneo lo reconoció como el único dragón. Un estudiante de Linneo relata la siguiente reflexión de su maestro cuando hablaban del dragón volador:

Dragón volador mostrando el patagio desplegado


"Sobre los dragones se cuentan muchas historias pero todas son igualmente falsas porque no existe ningún dragón a excepción de este pequeño, que no tiene tesoros para guardar ni fuego en la cola para alumbrarse"

En realidad, no hay sólo un dragón volador sino catorce especies, todas ellas bajo el género Draco, descrito por el mismo Linneo en 1758. Se trata de pequeños lagartos de 20 cm de longitud, de ellos la mitad es la cola, y que tienen la capacidad de plegar y desplegar sus costillas a voluntad. Las costillas sostienen un patagio como el de los murciélagos de tal forma que cuando saltan de los árboles y despliegan sus "alas", son capaces de planear hasta 60 metros de longitud. Se distribuyen en las selvas tropicales del sureste asiático, un extraordinario lugar donde otras especies animales (una rana, una serpiente y un mamífero) han desarrollado idéntica capacidad de planeo al lanzarse desde los árboles.

Distribución geográfica del género Draco


Los dragones voladores no pisan nunca el suelo de la selva, y se alimentan de hormigas y termitas que encuentran en los árboles. Los dragones voladores son también agámidos, dentro de los cuales han definido su propia subfamilia, Draconinae.

MÚSICA RECOMENDADA: Howard Shore - La Desolación de Smaug

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Comentarios

  1. En los últimos tiempos me he convertido en un gran fan de este blog, la verdad es que tiene entradas muy interesantes. Felicito al autor por el trabajo de documentación en general y, en particular, por el que realiza cuando escribe entradas como esta última, donde ahonda en cuestiones que no pertenecen exclusivamente al ámbito zoológico.

    Un saludo

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