Ecos del Paleolítico: los caballos cantábricos.

Querida hija: 

Todos los veranos, los medios de comunicación suelen cubrir un acontecimiento singular que hoy se conserva, sobre todo, en diversos lugares de Galicia: la Rapa das bestas. En un recinto cerrado llamado curro, se reúnen los caballos salvajes que han estado pastando todo el año en lo salvaje del monte, con fines que te contaré más adelante. Se trata de un espectáculo que hoy tiene fundamentalmente significado turístico, pero que también nos relaciona con costumbres atávicas de nuestro pasado más lejano. 

La Rapa das bestas es un acontecimiento verdaderamente atávico.

Pero… ¿caballos salvajes? ¿En España? ¿eso de los caballos salvajes no era propio de Mongolia, China y lugares así?. En efecto hija mía, caballos salvajes en España. No mucha gente conoce el valiosísimo patrimonio zoológico que encierran las antiguas montañas del Norte de la Península. Y voy a explicártelo ahora. 

El caballo paleolítico en la Península Ibérica 

Ante todo, vamos a precisar la terminología. Cuando, en España hablamos de caballos salvajes nos estamos refiriendo a caballos que viven libres todo el año en lo más profundo del monte, pero técnicamente hablando se consideran ganado doméstico porque tienen dueño. La cría de animales en libertad tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero al final de esta crónica espero haberte demostrado que, a pesar de tener un dueño nominalmente, estos caballos viven, se comportan y realizan un aporte ecológico como verdaderos caballos salvajes. 

Representación de caballo paleolítico en la Cueva de Tito Bustillo (Asturias)

Voy a referirme aquí exclusivamente a los caballos cantábricos: galaico, asturcón, monchino, losino y pottoka. Existen otros caballos con la misma idiosincrasia y forma de vida: el garrano portugués, la jaca soriana, la jaca navarra, o los enigmáticos Retuertas que parecen ser la raza equina más antigua de Europa. Me he decantado por los cantábricos porque, además de ser los más conocidos, a mi modo de ver e interpretar estos caballos, constituyen los descendientes más cercanos a los antiguos caballos paleolíticos que durante la última glaciación recorrieron los fríos ambientes semi-esteparios del Norte de nuestra Península. 

Los habitantes de esta zona suelen decir, con merecido orgullo, que estos caballos descienden directamente de aquellos caballos paleolíticos. Por desgracia, el conocimiento científico actual no les da la razón pero la herencia genética que atesoran estos magníficos caballos es igualmente valiosa. Para comprender su origen tenemos que entender qué pasó antes con el caballo paleolítico. 

Junto con los ciervos, los caballos silvestres son los ungulados más representados en el arte rupestre ibérico. La reputada arqueozoóloga Corina Liesau Von Lettow-Vorbeck los describe muy bien en: Arqueozoología del caballo en la antigua Iberia (Gladius XXV, 2005)

“Su aspecto se asemeja al Przwalski: robusto, cabeza corta, cuello recio y ancho, crines erguidas, capa larga durante el invierno y corta en verano, cola tupida, panza abultada, piernas cortas, raya dorsal y zebraduras en las patas”. 

Los caballos están entre los ungulados más representados en el arte rupestre español y europeo

Dos especies de équidos se han encontrado en los yacimientos ibéricos: el caballo Equus ferus y el enigmático Equus hydruntinus que en España se asocia con el famoso zebro. De todos modos, los restos fósiles de caballo en la Península Ibérica no son tan abundantes como tal vez cabría esperar. 

Según la especialista antes citada, se han encontrado restos de caballo en 16 sitios arqueológicos ibéricos del Paleolítico, para caer a sólo 2 en la transición del Epipaleolítico al Neolítico (hace entre 8.000 y 6.000 años). Sin embargo, el Neolítico nos proporciona nada menos que 31 yacimientos con restos de caballo. Si bien la domesticación del caballo es un tema controvertido, y hoy se acepta que puede haberse domesticado en varios focos y en varias épocas, sí parece haber consenso en que no pudo haberse llevado a cabo antes del III Milenio a.C fuera de las estepas centroasiáticas. Por tanto, el caballo neolítico ibérico debe ser ya un caballo doméstico. 

Los estudios realizados en el País Vasco corroboran la progresiva desaparición del caballo paleolítico de la Península Ibérica. Se constatan numerosos restos de caballos en las fases inicial y final del Würm, y se observa que es un resto común en las fases Musteriense y Auriñaco-Gravetiense (hace entre 100.000 y 22.000 años), para empezar a decrecer durante el Solutrense (hace entre 21.000 y 17.000 años) y hacerse raro en el Magdaleniense (hace entre 16.500 y 12.000 años). A comienzos del Holoceno, el caballo paleolítico debía haber desaparecido ya de la Península Ibérica. 

¿Qué había pasado? El progresivo calentamiento del clima tras el último máximo glacial hizo que las estepas frías donde prosperaba el caballo fueran desapareciendo en beneficio de los cada vez más espesos bosques. Sin embargo, en la vertiente Norte del Pirineo, donde aún se mantuvieron las condiciones esteparias durante más tiempo, el caballo no desapareció sino que continuó prosperando. 

Se sabe que los caballos salvajes eran depredados por los humanos

Curiosamente hay persistencia de restos de caballo en los niveles mesolíticos y neolíticos de Zatoia y Mendavia, así como en los neolíticos de Fuente Hoz, Kobaederra, Peña Larga y Los Cascajos antes de que el “neolítico cultural” llegase a esas zonas. Por tanto, no es descabellado pensar que, en determinadas áreas del País Vasco quedaran poblaciones relictas de caballos paleolíticos. Más adelante volveremos sobre este tema. 

En cualquier caso, las dimensiones de los restos caballares celtas y celtíberos de la Segunda Edad del Hierro coinciden con las actuales razas cantábricas, que son ponis que no superan los 130 – 140 cm de alzada. Los autores clásicos como los griegos Diodoro, Estrabón o Apiano, y los latinos Polibio, Varón, Plinio y Marcial hablaban de la abundancia y excelencia de los caballos ibéricos, expresamente nombrando los caballos gallego, cántabro-astures y celtíberos. Parece ser que estos autores consideraban a estos caballos como “salvajes”, tal vez sin tener conocimiento de la cría en libertad. 

Por consiguiente, la teoría más aceptada hoy día es que el origen de los caballos cantábricos hay que buscarlo en los ponis que trajeron los celtas a la Península Ibérica en el transcurso de su establecimiento en la misma entre el II y el I Milenio a. C. 

El caballo galaico: trilogía con el brezo y el lobo. 

Los caballos galaicos, también llamados ponis atlánticos o garranos, son los habitantes por antonomasia del brezal atlántico gallego. Es importante que sepas que viven todo el año en libertad en el monte, sin ningún tipo de ayuda humana en forma de protección o suministro de comida. Viven de lo que hay en el monte. En los años 70 del siglo XX se hizo un censo general de caballos salvajes gallegos, arrojando un número de 22.000 lo que, en su momento, lo convertía en la mayor población mundial de caballos salvajes. La referencia más antigua a la captura de estos caballos se encuentra en unos petroglifos que datan de hace entre 2.000 y 4.000 años. 

Los caballos galaicos forman, junto con el brezal y el lobo, un interesante sistema socio-ecológico que merece la pena conocer. Los brezales atlánticos son conjuntos de plantas arbustivas que viven en suelos pobres y en climas marcadamente oceánicos. En Galicia, los brezales se han dedicado al pastoreo desde antiguo pero está desapareciendo en beneficio de otros sistemas más rentables e inmediatos. Los caballos pueden comerse el tojo, manteniéndolo así en una cobertura reducida y baja altura, permitiendo así que las vacas puedan acceder al monte, y aportar su superior valor económico añadido. Si los caballos no existieran, los brezales abandonados se convertirían en un combustible para los incendios e intransitable para las vacas. La riqueza, diversidad, composición y estructura del brezal atlántico es mayor en las zonas pastadas por los caballos. 

Caballos galaicos en los brezales de la Serra de Cando (Pontevedra)

El lobo es el principal depredador capaz de matar a los potros. De hecho, los caballos proporcionan a los lobos tal disponibilidad de presas, que donde hay caballo el lobo lo prefiere al ganado doméstico, reduciendo así la conflictividad. Cada año, más del 50% de los potros nacidos son depredados por lobos. Además, las carroñas que deja el lobo son aprovechadas por los cuervos, las cornejas o los zorros. El beneficio del binomio caballo-lobo es general. 

El dueño de los caballos se llama besteiro. Para el besteiro, es antieconómico reclamar indemnizaciones por cada potro que el lobo depreda, ya que debe invertir mucho dinero en localizar el cadáver en el monte, y demostrar que el lobo ha sido el causante de su muerte. Hoy día, el besteiro no obtiene mucho beneficio económico de los caballos porque sus usos tradicionales han desaparecido y los potros para carne hoy se pagan a bajo precio. Es por esta razón que los lobos han prosperado en Galicia históricamente. No se les persigue por depredar a los caballos salvajes. Hasta hace poco, sólo en Mongolia se daba esta depredación de lobos sobre caballos salvajes, y ahora también en los Ródopes búlgaros, con la introducción de caballos karakachanos libres, que también son presa de los lobos. 

Los caballos, antaño, eran usados como medio de transporte, bestias de carga y animales de labor. Las crines se usaban para hacer cuerdas, pinceles o cepillos y luego estaba el aprovechamiento cárnico de los potros, que aún se da. Una vez al año, los besteiros reunían a sus caballos en el monte y los conducían a los curros, donde los mozos trataban de inmovilizar a los caballos para cortarles las crines (de ahí el nombre del evento: rapa das bestas) y separar los potros del año (o del anterior) para diversos usos. Estrabón narraba así los antecedentes de este espectáculo: 

“Con cuernos y con gritos acosan a las bestias por los montes hasta lograr acorralarlas. Unas, las sacrifican para comerlas. Otras las doman y les sirven de montura para sus luchas guerreras” 

Como te dije anteriormente, estos espectáculos se continúan hoy sobre todo por tradición y como reclamo turístico. 

Los caballos salvajes realizan una impagable labor de mantenimiento del monte

Todo este sistema se encuentra en peligro. Recientemente la legislación europea obliga a poner un “chip” identificativo a los ganados domésticos. Si esto se hace obligatorio para los caballos galaicos, puede resultar antieconómico para sus besteiros, que ya poco sacan de ellos. Curiosamente, esta misma legislación europea contempla hacer una excepción con los caballos salvajes. En Inglaterra, que no deja de ser una tierra atlántica y de raíces celtas, se han criado caballos salvajes de la misma manera que en Galicia: en Carneddau (Gales), Exmoor, New Forest o Dartmoor (Inglaterra). Pues bien, en Gran Bretaña sí se ha aplicado la excepción para los caballos salvajes. 

¿A qué esperamos para conservar este patrimonio zoológico como la joya que es? 

El caballo asturcón 

En Asturias, el caballo celta criado por los astures dio origen a la raza asturcona. Se decía que había asturcones en el Ejército cartaginés que Aníbal condujo contra Roma. También se nombra en la “Historia Natural” de Plinio. Horacio cuenta cómo cántabros y astures sacrificaban sus caballos para beberse su sangre. Se han hallado restos del siglo VII a. C. 

Se trata de un caballo que no supera el 1,48 de alzada, pero en estricta libertad no supera el 1,30. Tiene un perfil recto o subcóncavo, con flequillo abundante, cuello recto y fuerte, orejas móviles y pequeñas con la grupa inclinada. Sus capas son la negra, la castaña y la alazana, y el pelo le crece en invierno. Es un animal apto para la silla y el tiro ligero. 

Caballo Asturcón

Hasta 1930 el asturcón se mantuvo puro y en buena salud. A partir de entonces, con las repoblaciones forestales que expulsaron manadas enteras de asturcones de los montes comunales, y el progresivo abandono de la vida rural, hicieron al asturcón presa fácil de cruces con razas de mayor aptitud cárnica, iniciándose un lento declive de la raza. En la década de 1940 se produce la extinción del otro tipo de caballo criado por los astures, llamado “thieldon” o celdón. A finales de los años 60 quedaban sólo 80 ejemplares atrincherados en la Sierra del Sueve, en el Oriente de Asturias, donde erigieron su feudo. 

En abril de 1968 se descubren las pinturas rupestres de la cueva asturiana de Tito Bustillo, mostrando a España sus magníficas representaciones de caballos. En 1969 Félix Rodríguez de la Fuente rueda un documental sobre estas cuevas, y empieza a ponerse de manifiesto el parecido entre los caballos de Tito Bustillo y los últimos asturcones, despertándose un interés que se avivó cuando en agosto de 1969 la revista “Asturias semanal” publica unas fotos de los últimos asturcones siendo sacrificados para carne en un matadero local, y poniendo de manifiesto que sólo quedaban 30 ejemplares puros en el Sueve. 

Caballo representado en la Cueva de Tito Bustillo

Había que hacer algo. En julio de 1970 el especialista local Miguel Ángel García Dory pide ayuda a Félix Rodríguez de la Fuente quien se presenta en la versión local de la rapa das bestas, llamada “Pesca del Asturcón” para dar apoyo con su presencia a estos caballos, así como darlos a conocer. A comienzos de los años 80 ADENA (liderada por Félix), compra 21 ejemplares de capa negra a partir de los cuales comienza la recuperación de la raza en el Sueve. En 1981 se crea la Asociación de Criadores de Ponis de Raza Asturcón, fundando asimismo el Libro Genealógico. 

El feudo de los asturcones se encuentra en el oriente asturiano, en torno a la Sierra del Sueve

Hoy día existen unos 1.500 ejemplares que han vuelto a recuperar el prestigio como símbolo de la Asturias natural y salvaje. 

El caballo monchino. 

Es un caballo originario de Cantabria, más concretamente de los montes más nor-orientales: Guriezo, Rasines y Castro-Urdiales. Como se cría en libertad, a veces sus movimientos lo llevan a la limítrofe provincia de Vizcaya. 

Tiene una alzada de entre 135 y 146 cm, con un peso de entre 260 y 330 kg. El cuello corto y robusto, las orejas pequeñas y móviles, la espalda alargada y algo oblicua, y extremidades fuertes lo hacen del mismo tipo que las demás razas cantábricas. Su capa es negra azabache o castaña, con crines y cola negras. Es frecuente la aparición de luceros o cordones en la frente. 

Caballos monchinos en Cabárceno (Cantabria)

En 1996 se inicia la recuperación de la raza en el Valle de Guriezo, con frecuentes mezclas con ponis Exmoor ingleses, que habían sido importados por los empresarios ingleses que mantenían negocios en la zona. El 25 de mayo de 2000 se creó el Registro Genealógico de la Raza Equina Monchina, de los que hoy día hay unos setecientos ejemplares. Se realizó un estudio genético de la raza monchina, para dilucidar su sitio junto a los demás caballos cantábricos. Se puso de manifiesto que la raza vasca pottoka es la más antigua, seguida del monchino, que comparte antecesor común con aquellos. Del grupo hermano a los monchinos descienden el galaico, y finalmente el asturcón y el losino que son razas hermanas. Es decir, grosso modo podemos ver cómo la antigüedad de estos caballos disminuye de Este a Oeste, indicando la dirección de entrada de los caballos celtas desde Europa continental. 

Caballo losino 

Es el caballo cantábrico originario del Valle de Losa, al Norte de Burgos. Este caballo parece originarse del cruce de los caballos celtas ancestrales con los thieldon del Centro peninsular. Así se obtuvo una mayor alzada (1,40) que los ponis celtas. Llegó a ser exportado a Italia por ser uno de los mejores caballos para carreras de carros en los circos. 

Caballos losinos

Es un caballo que pesa de 330 a 350 kg, con un perfil recto/subconvexo. Cabeza relativamente grande, ojos pequeños, cuello recto y robusto. Su alzada media está entre 135 y 140 cm. El pelo de crines y cola es largo y abundante, con capa negro morcillo, pudiendo aparecer un lucero en la frente. 

Como ya te he comentado anteriormente, por desgracia algunos autores han usado estos caballos ancestrales para demostrar extrañas teorías de trasfondo nacionalista. Así, cierto autor defendía que el caballo losino era descendiente directo nada menos que de Hipparion gracile. Los estudios genéticos son muy claros: los caballos cantábricos son descencientes de caballos celtas y no de caballos prehistóricos. 

Valle de Losa, patria de los caballos losinos

Su área original de cría se comprime en 50 km2 en el Valle de Losa: en las juntas vecinales de Berberana, Villar de Losa, San Martín de Losa, Río de Losa, Valle de Losa y Traslaloma, y su área de dispersión abarcaba desde los Montes Obarenes a los de Ordunte, en los valles de Mena, Valdegovia y Tobalina. 

Entre 1900 y 1905 se alcanzó el máximo de efectivos de caballo losino, empezando el declive entre 1905 y 1917 y a partir de 1950 fueron desapareciendo por la mecanización del campo y los cruces con razas de mayor aptitud cárnica. En 1986 estaba al borde de la extinción con sólo 23 ejemplares puros que hubo que encontrar uno por uno en una extraordinaria labor de investigación. Ese año se puso en marcha en Pancorbo (Burgos) el Centro de Cría y Selección del Caballo Losino, el cual se cría a la manera tradicional libre en el monte. Se usa para equitación infantil y para realizar rutas ecuestres por la zona. 

Caballo pottoka 

Es el poni autóctono del País Vasco. Como te dije al principio, en el País Vasco pudieron sobrevivir poblaciones relictas del caballo paleolítico. Este hecho, y la probabilidad de que los posteriores caballos celtas penetrasen en la Península Ibérica por el País Vasco explicarían la antigüedad de los pottoka que veíamos antes en el estudio genético de los caballos monchinos. 

Reconoceremos en el pottoka las mismas características raciales que los demás caballos cantábricos: perfil recto o subcóncavo, cabeza piramidal que se estrecha discretamente, frente plana o ligeramente cóncava, abundante tupé que cae sobre los ojos, orejas pequeñas y móviles, cuello recto y fuerte, y la capa negra o castaña aunque también se admite la pía y la alazana. No superan la alzada de 1,36 m. En el invierno le crece un pelo duro y basto. 

Al igual que sucedió en el resto de caballos cantábricos, la mecanización y el abandono del medio de vida rural entre 1960 y 1980 provocaron la disminución de efectivos de la raza. En el País Vasco y Navarra pueden verse pottokas en la crianza tradicional el libertad, pero también en estabulación continua y como yeguas para cruces. En 1983 había unos 2.000 y en 1997 había caído la población hasta 1.141. Si bien desde 1970 existía en el País Vasco francés la Association Nationale du Pottok, en el País Vasco Español hubo que esperar a 1995 para la fundación del Libro Genealógico. 

Caballo pottoka

Las yeguadas en libertad se encuentran en el occidente de Vizcaya: en las Encartaciones/Carranza. Aquí las yeguadas se recogen dos veces al año: antes de los partos en marzo y en el destete de octubre. Las yeguadas estabuladas se concentran mayormente en la Vizcaya costera: Guernica, Berango, Sopelana, Guecho y Zamudio. 

En definitiva, la presencia de estos maravillosos caballos es como un nexo de unión con los lejanos días en los que los celtas penetraron en nuestra península, trayendo caballos cuya distancia genética a los caballos paleolíticos había de ser forzosamente corta. Muchas de las tradiciones que llevaban aquellos criadores de caballos siguen perviviendo hoy en día. Pero, sobre todo, estos caballos recuperan para nuestro ecosistema norteño el impacto y aporte de aquellos grandes herbívoros paleolíticos que mantenían el monte sano, y al lobo saciado y contento.

MÚSICA RECOMENDADA: Un horizonte muy lejano (John Williams)

Comentarios

  1. Buenos días, mi nombre es Gloria y soy de Oia, Serra da Groba, donde pacen los garranos que mencionas. No sé si estás enterada sobre el proyecto de parque eólico con molinos de 200m de altura que hay proyectado en la Sierra. Me gustaría emplear tu texto, entre otros, para mandar alegaciones a la Xunta e intentar entre varias personas que se anule tal aberración. Gracias

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  2. Buenos días, mi nombre es Gloria y soy de Oia, Serra da Groba, donde pacen los garranos que mencionas. No sé si estás enterada sobre el proyecto de parque eólico con molinos de 200m de altura que hay proyectado en la Sierra. Me gustaría emplear tu texto, entre otros, para mandar alegaciones a la Xunta e intentar entre varias personas que se anule tal aberración. Gracias

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    1. Por supuesto Gloria, tienes mi permiso. Por favor, infórmame de todo este asunto para que yo pueda hacer toda la presión que pueda en mis RRSS. Mi correo es: cronicasdefauna@gmail.com

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