El águila imperial ibérica, orgullo de nuestros cielos

Querida hija:

El águila imperial ibérica es la única águila endémica de nuestra Península, lo que le confiere un carácter excepcional como especie. Además, la Península Ibérica es el único territorio europeo que alberga una especie endémica de águila. Mi reciente crónica sobre el desmán ibérico me ha demostrado lo poco que conocemos todavía sobre nuestra fauna ibérica pero también el enorme interés que despierta si alguien lo cuenta a la gente con amenidad y rigor. A diferencia del desmán, que experimenta un declive inexorable, el águila imperial ibérica está experimentando una recuperación poblacional desde casi su exterminio. Pero no podemos confiarnos: es un ave aún en peligro de exterminio. Por eso urge que la conozcas.

Águila imperial ibérica

El águila del Príncipe Adalberto. Su curiosa historia y su trabajosa taxonomía.

El naturalista alemán miraba perplejo los tres ejemplares de águila que acababa de abatir en el Monte de El Pardo. No había visto nunca águilas como aquellas, y empezó a sospechar que había hallado una nueva especie de águila. Corría el mes de mayo de 1860 y el doctor Reinhard Brehm no era ningún novato en lo que a aves ibéricas se refería, pues cuatro años antes había estado también en España con su hermano observando aves. Hoy sabemos que se trataba de águilas con plumajes juveniles y de subadulto (de los que te hablaré más adelante), y probablemente eso fue lo que intrigó al avezado ornitólogo , que remitió los ejemplares a su padre Christian, en Alemania, que a la sazón era también ornitólogo y coleccionista.

El señor Christian Brehm empezó a compartir el hallazgo con sus amigos ornitólogos dispersos por Europa, mostrando su opinión de que podría tratarse de un águila situada entre el águila imperial oriental (Aquila heliaca) y el águila perdicera (Aquila fasciata), iniciándose un acalorado debate sobre la identidad de esta ignota águila.

El Príncipe Adalberto de Baviera, en honor de quien se nombró el águila imperial

Pero no vayamos tan aprisa. ¿Qué hacía un naturalista alemán en la España de Isabel II, cazando en El Pardo, un cazadero real de acceso muy restringido?

Reinhard Brehm había nacido en 1830 y obtuvo el título de Medicina en la Universidad de Jena en 1855. De su padre Christian heredó el amor e interés por la ornitología y fue así como realizó su primer viaje a España entre 1856 y 1857 para observar aves, y de paso se enamoró de nuestro país y sus mujeres. Y no era extraño. A mediados del siglo XIX, España era un destino turístico muy demandado para los europeos ricos que buscaban el "pintoresquismo" y el exotismo de nuestro pasado islámico que no podían encontrar en unos países que ya empezaban a destruir su Naturaleza por la Revolución Industrial.

Brehm tomó la decisión de afincarse en España definitivamente y abrió consulta particular en Madrid. Logró su sueño de casarse con una señorita española y tuvo la fortuna de colocarse como médico de la Legación Alemana de Madrid, a través de la cual entró en contacto con la alta sociedad madrileña, lo que le abrió muchas puertas, entre ellas las del Príncipe Adalberto de Baviera (1828 - 1875), un segundón de la Casa de Wittelsbach que era otro alemán enamorado de España que se había casado en Madrid, en 1856 con Amalia Filipina de Borbón (pariente lejana de Isabel II), y por lo tanto vivía a caballo entre Madrid y Baviera.

Brehm fue nombrado oculista particular del Príncipe Adalberto y se inició entre ellos una gran amistad. A través de las conexiones del Príncipe y su esposa con la Familia Real española logró que se le abriesen (entre otros) los cazaderos reales como el Monte de El Pardo, y fue así como nuestro naturalista alemán se topó con aquellas extrañas águilas.

Pero volvamos a la identidad de las águilas.

Christian estuvo de acuerdo con su hijo, al comparar los ejemplares remitidos por su hijo con su propia colección, que se trataba de una nueva especie de águila, que a propuesta de Reinhard se nombraría en honor del Príncipe Adalberto: Aquila adalberti. Había sido descubierta el águila imperial ibérica.

Pero no fue fácil que se aceptase la nueva especie. Los ejemplares que estaban en poder de los Brehm, más otros adicionales que Reinhard fue enviando desde Madrid, fueron estudiados por los más reputados y sesudos ornitólogos europeos, y la cosa no estaba tan clara para ellos. Existía la opinión muy extendida de que el águila de Brehm era en realidad algún tipo de águila imperial oriental o de águila rapaz (A. rapax), que viven en Asia y África respectivamente. La polémica llega en 1872 a los ornitólogos británicos, que no tuvieron mucha dificultad en aceptar y reconocer la nueva especie, cuyo primer grabado se publicará en 1873, en la obra "A history of Birds of Europe, including all the species inhabiting the Western Palaearctic Region".

Primer grabado aparecido en 1873 del águila imperial ibérica

En Europa, sin embargo, la polémica ornitológica no se acallaba y finalmente fue Hartert en 1914 quien impuso la opinión de que el águila imperial ibérica era una subespecie del águila imperial oriental y la nombró como Aquila heliaca adalberti, opinión que fue corroborada en 1965 por Vaurie.

Los ornitólogos españoles, por fin, tuvieron ocasión de expresar su opinión en 1976 cuando Hiraldo, Delibes y Calderón propugnan volver al estatus original de especie en su artículo Sobre el status taxonómico del águila imperial ibérica, que no fue aceptado por la comunidad científica de la época.

Sin embargo, habrá que esperar hasta los estudios moleculares llevados a cabo en 1996 por Seibold et. al. para demostrar que, en efecto, Brehm tenía razón ciento treinta años atrás: que el águila imperial ibérica es una especie independiente del águila imperial oriental, y vuelve a ser nombrada como Aquila adalberti. Aquí tienes que entender qué relación hay entre ambas águilas imperiales para comprender el origen mismo del águila imperial ibérica.

El águila imperial oriental (A. heliaca) es un águila de estepa, y cría en las estepas de Eurasia desde Panonia hasta Manchuria, y en invierno emigran hacia Asia meridional y algunos puntos del África oriental. Según los últimos estudios parece ser que la divergencia entre ambas águilas imperiales es muy reciente, y data sólo del Pleistoceno final o el Holoceno, con lo cual se cree que el águila imperial ibérica desciende de poblaciones de águila imperial oriental que encontraron refugio en la Península Ibérica durante la Última Glaciación, gracias a un clima más benigno y sobre todo a la presencia y abundancia del conejo. Por eso el águila imperial ibérica no emigra en invierno, a diferencia de su madre el águila imperial oriental.

Águila imperial oriental (Sumit Moghe)

Y digo "madre" con pleno conocimiento de causa, pues hoy día se considera que el águila imperial ibérica es una para-especie del águila imperial oriental, esto es, una especie que desciende de otra que, a su vez, no se ha extinguido y sigue viva. Por eso, es también válido nombrar el águila imperial ibérica como Aquila (heliaca) adalberti. En definitiva, nuestra águila imperial ibérica es nada menos que una reliquia de la Edad del Hielo, y que está diferenciándose genéticamente (en vivo y en directo) de otra águila que vive en las lejanas estepas de Eurasia. No me digas que no es una joya.

Antes de dar por terminada esta introducción histórica y taxonómica, quiero que reflexiones sobre un tema importante que debes tener muy claro. ¿Podemos considerar a Reinhard Brehm como el descubridor del águila imperial ibérica?

Indudablemente, este águila ya era conocida por los españoles y los portugueses. El problema está en que sólo la conocíamos aquí. Si tú conoces algo y sólo tú lo conoces, entonces ese conocimiento tuyo no es relevante. Fue Brehm quien universalizó la existencia del águila imperial ibérica estudiándola, dándola a conocer a la comunidad científica mundial, nombrándola y clasificándola. Por tanto, Brehm descubrió el águila imperial ibérica aunque aquí ya se conociera de antes.

Águila imperial disponiéndose a merendar un conejo

¿Te acuerdas de mi reciente crónica sobre el Descubrimiento de la fauna de Rusia por naturalistas como Steller?. Pues me escribió un señoro muy enfadado y muy indignado diciéndome que Steller no descubrió nada, que todos esos animales ya los conocían los indígenas siberianos. Aparte de no aportar prueba alguna de su aseveración, como te he dicho antes la persona que "descubre" un animal, un accidente geográfico o un hecho científico es aquel que lo da a conocer a la Humanidad, y no aquellos que, aun conociéndolo, no difunden ese conocimiento más allá de su aldea. Esto vale para Steller, para Brehm, para Cristóbal Colón y para cualquier otro hijo de vecino. ¿Lo tenemos claro?

Ya sé que hoy día hay gente que se enfada mucho cuando les dices que los europeos o los occidentales han descubierto cosas de nuestro Planeta (al parecer, cuando los descubridores no son occidentales no se enfadan tanto), pero así es la vida, y tienen doble problema: enfadarse y des-enfadarse.

Y ahora, nosotros a lo nuestro, a seguir conociendo esta maravillosa águila que fue descubierta por un naturalista alemán.

Biología y ecología

El águila imperial ibérica es nuestra segunda águila en tamaño (tras el águila real) y la quinta rapaz (tras los buitres negro y leonado, el quebrantahuesos y el águila real), por lo que estamos hablando de una rapaz de buen tamaño, con una longitud de 72-83 cm, una envergadura alar de 190 - 210 cm y un peso de las hembras (que son mayores que los machos como en todas las águilas) de 3,5 kg.

El plumaje de los adultos es bastante inconfundible: marrón muy oscuro adornado con manchas blancas en los hombros, y siendo la parte posterior de la cabeza y el cuello de color leonado más claro. Lo complicado para la identificación de la especie son los plumajes juveniles (que ya despistaron a los ornitólogos europeos que trataban de determinar su especie), pues atraviesa varias fases de coloración:

-Primer plumaje: joven. Edad entre 2 y 7 meses: color pardo-rojizo anaranjado, que en otoño/invierno se vuelve amarillo ocre y recibiendo el nombre de primer pajizo.

-Segundo plumaje: segundo pajizo. Entre 1 y 2 años y medio. Pardo amarillento claro entremezclado con pardo rojizo.

-Tercer plumaje: damero. Edad entre 2 y 3 años y medio. Pardo amarillento entremezclado con plumas oscuras.

-Cuarto plumaje: damero oscuro. Edad entre 3 años y medio y 4 años y medio. Pardo negruzco entremezclado con pardo amarillento.

-Quinto plumaje: subadulto. Edad entre 4 años y medio y 5 años y medio. El color pardo negruzco domina ya, con solo unas pocas plumas tipo damero.

-Sexto plumaje: adulto. Ya descrito más arriba. A partir de los 5 años y medio.

Plumajes que presenta el águila imperial ibérica en su ciclo de vida

Otra diferencia importantísima entre el águila imperial y el águila real es su hábitat. Mientras ésta prefiere áreas montañosas o con presencia de cortados rocosos, el águila imperial es un águila de tierras bajas que nidifica en la copa de árboles, normalmente pinos o quercíneas. Para la elección del nido, la pareja escogerá áreas lo más inaccesible y alejadas posible de infraestructuras o asentamientos humanos, en áreas forestales, si bien su territorio puede abarcar desde pinares de montaña hasta marismas al nivel del mar, pero siempre en terrenos de topografía relativamente suave y ondulada.

El águila imperial ibérica es una pieza clave en la cadena trófica de la Iberia mediterránea y depende en gran medida del conejo (Oryctolagus cuniculus), al igual que sucede con el lince ibérico o el búho real, y dependiendo de las zonas este lagomorfo puede constituir entre el 60 y el 80% de su dieta. Además del conejo, el águila imperial depreda sobre pequeños vertebrados como otras aves (especialmente palomas y córvidos),  pero también perdices, aves acuáticas (sobre todo en Doñana), reptiles como el lagarto ocelado o la culebra de herradura, pequeños roedores como el lirón careto o ratones de campo, y también otros carnívoros como el zorro, el tejón o la comadreja entre muchos otros.

Águila imperial mostrándonos su hábitat ideal en el Parque Nacional de Cabañeros (Foto: SINC)

Su ciclo de vida comienza con el emparejamiento, que será de por vida. Los primeros coitos se verifican entre finales de enero y febrero y hasta el 25 de abril , y cada pareja construirá una media de dos nidos, en las copas de los árboles o en los extremos de sus ramas. El nido de águila imperial puede alcanzar un diámetro de 134 cm, y lo instalan a una altura media sobre el suelo de unos doce metros.

Las primeras puestas se verifican entre mediados de febrero y mediados de marzo, y consta de entre 1 y 4 huevos pero con una media de 2,5 huevos, que serán incubados durante unos 42 días. Ambos progenitores cuidan a los pollos, si bien son los machos los que traen el alimento al nido en el 64% de los casos. En los años más desfavorables cuando hay menos alimentos, puede aparecer el fenómeno del cainismo, en el que el pollo más fuerte puede matar y/o expulsar a los demás del nido para acaparar todo el alimento disponible.

Águila imperial en su nido con dos polluelos (Diariocordoba.com)

Los pollos permanecen en el nido una media de 77 días, y tras el abandono del nido se produce el primer vuelo planeado tras unos 25 años. Se inicia entonces el periodo de dispersión del juvenil que es el más crítico por ser más vulnerable entonces. El juvenil tratará de encontrar un territorio en el que asentarse y formar una familia, y esto hace que durante esta etapa sean los subadultos los ejemplares que se ven obligados a establecerse y nidificar en los peores hábitats, con mayor cercanía e influencia del ser humano, a menos que puedan encontrar "viudos" o "viudas" que ya disponen de territorios óptimos, con los que emparejarse.

Distribución y conservación

Originariamente el águila imperial ibérica se hallaba distribuida por toda la Península Ibérica a excepción del tercio norte (el más eurosiberiano), así como el Norte de Marruecos. Sin duda, el punto inicial del exterminio del águila imperial fue la Desamortización de Madoz, cuando miles de fincas quedaron en manos de aristócratas que inmediatamente las transformaron en cotos de caza o las deforestaron para ponerlas en funcionamiento como explotaciones agropecuarias. Por eso, el declive del águila imperial en la Península empieza en la segunda mitad del siglo XIX.

Área de distribución actual del águila imperial ibérica

Pero fue Marruecos el primer territorio de donde fue exterminada, hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, quedando ya para siempre como un endemismo ibérico. A su vez, en Portugal el águila imperial crió por última vez en 1991. En nuestro país, el punto más bajo se alcanza a mediados de los años 1960 cuando, en 1966, se decreta la estricta protección de todas las aves rapaces de España. Jesús Garzón realiza el primer censo nacional en 1974, que arroja la desoladora cifra de 38 parejas reproductoras en 16 núcleos territoriales del suroeste de la Península.

Desde entonces, y a pesar de que la caza furtiva y los envenenamientos han continuado (pero en menor medida que en los "años de plomo" de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos), se ha hecho una fantástica labor de gestión, protección y monitoreo de la especie, que lentamente se ha ido recuperando numérica y territorialmente de tal forma que en el último censo se han contabilizado entre 400 y 500 parejas reproductoras. Pero aún es una cifra baja que no le quita al águila imperial la consideración de "en peligro de extinción". ¿Dónde puedes encontrar hoy águilas imperiales?. En las siguientes cinco metapoblaciones:

1-Norteña: aquí se encuentra la mayor población mundial de águila imperial, en las provincias de Madrid, Ávila, Segovia y Valladolid: Pinares del Sur de Valladolid (que el águila ha recolonizado desde 2013), Monte de El Pardo, Sierra de Guadarrama-Gredos-Valle del Alberche y Tiétar. La evolución de la población de águila imperial en la Comunidad de Madrid (¡a tiro de piedra de la Puerta del Sol!) ejemplifica su recuperación: de 10 parejas en 1979 se ha pasado a 73 en 2019.

Evolución del águila imperial en la Comunidad de Madrid. (Simón Godoy/Elena Segura)

2-Central: provincias de Toledo, Cáceres y Ciudad Real: Montes de Toledo, Sierra de Almadén, Sierra de Guadalupe y Valle Medio del Guadiana

3-Occidental: Provincia de Cáceres: Parque Nacional de Monfragüe/Llanos de Trujillo, Sierra de Coria, Sierra de San Pedro.

4-Meridional: Sierra Morena Oriental, Sierra Morena de Córdoba, Sierra Morena de Sevilla/Córdoba, Sierras del Sur de Badajoz.

5-Doñana: Parque Nacional de Doñana y Marismas del Guadalquivir

A partir de 2002 la Junta de Andalucía realizó una reintroducción en la Provincia de Cádiz, y a partir de poblaciones españolas en 2003 el águila imperial ha recolonizado Portugal, donde ha vuelto a criar.

Pero Marruecos aún se resiste. En 1991 se detectó una pareja reproductora en Chechaouen (Rif) pero no concretó la nidificación. Esporádicamente jóvenes en dispersión se observan tanto en Marruecos como en Argelia, Mauritania y Senegal, pero no se ha establecido ninguna pareja en busca de un territorio para criar.

Todavía hay mucho por hacer para que la población del águila imperial salga de la zona de peligro. Hoy día prácticamente se monitoriza cada nido para asegurar que la protección de sus integrantes se cumpla. Pero es muy difícil. Sigue habiendo mortalidad de la especie por causas no naturales, entre las que destacan tres: la deforestación de su hábitat sobre todo para el establecimiento de explotaciones agrícolas intensivas de regadío, los disparos y, sobre todo, la electrocución en líneas eléctricas que hoy día constituye por sí sola casi la mitad de las causas de mortalidad no natural del águila imperial.

Las empresas eléctricas han hecho esfuerzos para modificar técnicamente las torres de alta tensión para minimizar los riesgos de electrocución, y se ha logrado ir disminuyendo la tasa de electrocución, e incluso se han desmantelado tendidos eléctricos en ZEPAS como el Valle del Alberche.

Águila imperial electrocutada en Aldeaseca, Ávila

Pero en su momento la mixomatosis y la Enfermedad Vírica Hemorrágica que diezmó la población de conejos en España fue un durísimo golpe para la especie, hasta tal punto que hoy día cualquier paso para reintroducir el águila imperial en cualquier territorio pasa por recuperar primero las poblaciones de conejo y, en determinadas zonas del país se suplemento la alimentación de las águilas soltando conejos en años malos.

En fin, que todavía falta mucho por hacer y aún falta hacerlo todo en la labor de mentalizar a los humanos de que el territorio no es suyo, sino que hay que compartirlo con la fauna silvestre, tan terrícola como nosotros. Pero al menos podemos congratularnos de que el águila imperial ibérica va en buen camino.

De momento.

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Comentarios

  1. Una crónica muy interesante, he disfrutado mucho la lectura. No somos conscientes del patrimonio que tenemos en España pero la recuperación de animales tan valiosos como el águila imperial es esperanzador.
    Tuvimos la suerte de contemplarla en Monfragüe, asistimos a uno de esos momentos que siempre lamentaremos no haber podido grabar, una pareja de arrendajos acosaron durante unos 40 minutos a un ejemplar de águila imperial que estaba apostada en una roca en lo alto de un cerro, pensamos que vigilaba su nido, el acoso fue constante y en ocasiones rozaban su cabeza pero el águila permaneció impasible y siempre atenta a su objetivo. Impresionante animal. Gracias por esta crónica tan interesante.

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    1. Muchísimas gracias por compartirnos tu experiencia, ojalá mucha más gente pueda experimentarlo. ¡Un saludo!

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