El descubrimiento de la fauna de Rusia (1). Georg Steller
Querida hija:
Cuando uno estudia la fauna de Asia, acaba topándose con algunas especies de animales que tienen un mismo "apellido": desde la gigantesca y desgraciadamente exterminada vaca marina de Steller al hermosísimo arrendajo de Steller pasando por el multicolor eider de Steller, entre otros. Sí, Steller. ¿Quién fue este naturalista que realizó decisivos descubrimientos zoológicos en la Rusia del siglo XVIII en medio de trepidantes aventuras?. Inicio hoy una nueva serie zoo-histórica para explicarte cómo fue el descubrimiento de la fauna de Rusia.
Marineros del San Pedro dando caza a una vaca marina |
Introducción: Rusia y la conquista de Siberia.
En noviembre de 1741, el naturalista alemán Georg Steller, junto con 28 supervivientes de la Segunda Expedición de Vitus Bering, naufragaba en una desolada y desconocida isla del Mar de Bering. Azotados por la lluvia y ateridos de frío veían su futuro ciertamente negro. Aunque no lo sabía aún, en aquella fría isla haría los descubrimientos zoológicos que le harían famoso. Pero, antes de continuar con esta historia, debes entender primero qué hacía un naturalista alemán en una expedición comandada por un marinero danés en un remoto territorio que reclamaba el Imperio Ruso. Hagamos un viaje en el tiempo.
Durante la Edad Media y parte del Renacimiento, lo que hoy es Rusia era un débil Principado agrupado en torno de Moscú, constantemente asediado y atormentado por los Kanatos "tártaros" que eran sucesores del Estado mongol de Gengis Khan. Pero con el advenimiento al trono ruso del zar Iván IV "El Terrible", un gobernante implacable y fuerte, las tornas históricas cambiaron y Rusia se sintió lo suficientemente fuerte para contraatacar. Rusia miró hacia el Este y comprendió que allí estaba su destino.
Fases de la Conquista de Siberia |
La Conquista de Siberia, el vasto territorio de Asia del Norte que se extiende desde los Urales hasta el Océano Pacífico empezó en 1580 con el ataque al Kanato de Sibir, centrado en la cuenca media del Río Obi, y proseguiría durante el siglo XVII mediante la penetración de exploradores y cosacos que edificaban fuertes y sometían a los pueblos indígenas siberianos a veces mediante la negociación y el comercio, y a veces mediante la guerra y el sometimiento más cruel.
En 1639 los rusos alcanzaron el Océano Pacífico y llamaron a las puertas del inquieto Imperio Chino, con quien negociaron un Tratado de Límites en Nerchinsk (1689).
Si la Conquista del Oeste americano fue ante todo un movimiento mesiánico de colonos y soldados que creían que los estadounidenses eran un "pueblo elegido" que cumplía un "destino manifiesto", la expansión rusa en Siberia tenía motivaciones más prosaicas: la madera de los bosques de la taigá, y sobre todo las pieles de sus abundantes animales peleteros: el castor, la marta cibellina, el lobo, el zorro ártico, y más adelante la nutria marina y el león marino. Fue el comercio de pieles el que fundamentó el Imperio Ruso en Siberia.
Sin embargo, más allá de los animales peleteros, poco era lo que se sabía sobre la fauna, la flora y la Naturaleza siberiana. Para llegar a conocerlos, hubo que esperar al advenimiento del más grande de los zares rusos: Pedro el Grande.
La conquista científica de Siberia.
Pedro el Grande quería occidentalizar Rusia. Veía con envidia cómo Europa prosperaba y se hacía rica y poderosa mientras que Rusia se quedaba atrás. Entre 1697 y 1698 organizó un gran viaje por los principales países europeos, la Gran Embajada, durante el cual estudió todos los aspectos políticos, tecnológicos y militares que le interesaba importar a Rusia, junto con la contratación de especialistas en numerosos campos.
La mayoría de estos expertos eran alemanes, puesto que el Sacro Imperio Germánico con su gran tradición científica estaba a las puertas de Rusia, y finalmente se estableció en Rusia una numerosa colonia de científicos y técnicos alemanes contratados por el Estado ruso. En 1725 Pedro el Grande fundó la Academia de Ciencias en su nueva capital, San Petersburgo, y los académicos alemanes alcanzaron una posición de predominio en ella. Uno de sus académicos, Daniel Gottlieb Messerschmidt (1685 - 1725) fue el primero en organizar una expedición científica a Siberia, que duró de 1719 a 1727, durante la cual se recolectaron y estudiaron cientos de especímenes botánicos y zoológicos.
Academia de Ciencias - San Petersburgo |
Aquí aparece nuestro protagonista. Georg Wilhelm Steller llega a San Petersburgo en 1734, y tiene tiempo de conocer a Messerschmidt antes de que éste fallezca en 1735, y casarse luego con su viuda.
Steller había nacido en 1709 en Windsheim, cerca de Núremberg en Baviera. Tras estudiar Medicina y Ciencias se preguntó qué hacer con su vida. En aquella época, como ya te he explicado, Rusia contrataba especialistas alemanes en muchos campos, y ni corto ni perezoso, se presentó ante el ejército ruso que estaba sitiando Danzig como parte de la Guerra de Sucesión de Polonia y se ofreció como médico militar.
Se le encargó custodiar y acompañar un grupo de soldados heridos que eran repatriados a San Petersburgo y así fue como llegó a Rusia. Una vez allí entró en contacto con el Arzobispo de Novgórod y Primado De la Iglesia Rusa y entró a su servicio como médico particular. El Arzobispo Feofan Prokopovich se convirtió en su gran valedor y protector, y gracias a su influencia y a su contacto con Messerschmidt, en 1737 fue nombrado asistente de Historia Natural en la Academia de Ciencias. Poco después, es nombrado naturalista de la Gran Expedición del Norte que estaba siendo comandada por Vitus Bering, un marino danés al servicio del Imperio Ruso. Aquí comienza la gran aventura de Georg Steller.
La Gran Expedición del Norte (1733 - 1743)
La Gran Expedición del Norte fue uno de los más grandes y ambiciosos proyectos geográficos y científicos de la Historia. Tiene su antecedente en la Primera Expedición a Kamchatka liderada por Vitus Bering entre 1725 y 1731: en ella, Bering descubre y recorre el Estrecho que lleva su nombre entre Siberia y América (que no vio entonces) y descubre el Mar de Chukchi. Pero había que seguir explorando aquella Península lejana y las costas árticas siberianas, totalmente desconocidas, y por eso se concibió un proyecto compuesto por varias sub-expediciones:
-En primer lugar, Bering continuaría la exploración de Kamchatka y trataría de alcanzar el continente americano desde ella. En 1733 se pusieron en marcha hacia el establecimiento de Ojotsk (en el Mar de ídem) para construir allí los barcos que necesitarían en la expedición.
Viajes de Vitus Bering |
-En segundo lugar, un grupo de académicos: Johann Georg Gmelin, Gerhard Friedrich Müller y Louis L'Isle de la Croyere saldrían de San Petersburgo en 1733 y recorrerían Siberia hasta el Lago Baikal realizando todo tipo de observaciones científicas, incluyendo la Historia Natural.
-En tercer lugar, una serie de militares rusos explorarían las costas árticas: uno desde Tobolsk bajando el Obi hasta la Península de Taimir, y el segundo grupo desde Yakutsk, bajando el Lena hasta el Mar de Laptev (que fue descubierto entonces). Se logró así cartografiar y recorrer la costa ártica siberiana hasta la Península de Chukotka.
-En cuarto lugar, Martin Spangberg, lugarteniente de Bering, se haría a la mar en Ojotsk para explorar y abrir una ruta marítima hacia las Islas Kuriles y Japón.
Steller fue agregado posteriormente a la Expedición ante las quejas de Gmelin (el académico jefe) de que el francés Croyere no daba la talla y necesitaban un refuerzo. En enero de 1738 partió de San Petersburgo y le llevó un año llegar hasta Yeniseisk, junto al río Yeniséi (frontera biogeográfica entre Europa y Asia), para reunirse con los demás académicos y realizar su trabajo. Desde luego, no perdió el tiempo y empezó a desplegar sus dotes de trabajo incansable y precisa observación. Además de observar multitud de aves de la región, preparó y disecó un espécimen de ciervo almizclero (Moschus moschiferus), cérvido común en Siberia sudoriental hasta Manchuria y en partes de Mongolia y Corea.
Ciervo almizclero (Nikolai Uzik) |
En marzo de 1740, Steller se reúne con Bering en Yakutsk, cuartel general de la Expedición, y se le propone participar en la exploración de Kamchatka, y por tanto Steller se desplaza hasta Ojotsk, que será la base de dicha exploración. En septiembre de 1740, Steller se encuentra ya en el extremo Sur de Kamchatka explorando y recolectando especímenes, mientras Bering prepara su viaje a América en el recién fundado puerto de Petropavlovsk, al otro lado de la Península.
El viaje a América
Bering decide finalmente llamar a Steller para llevárselo a América como naturalista y médico. En junio de 1741 zarpan de Petropavlovsk el San Pedro, al mando de Bering y donde iba también Steller, y el San Pablo, al mando de Alexei Chirikov. Pusieron rumbo al este, y a los pocos días ambos barcos se separaron para no volver a reunirse jamás. Tras descubrir las Islas Aleutianas, el 16 de julio de 1741 desde el San Pedro se divisa la prodigiosa mole helada del Monte San Elías.
Habían descubierto Alaska.
Isla Kayak, Alaska |
Bering no podía saberlo pero justo el día antes, 15 de julio, Chirikov había tocado tierra en lo que es hoy el Archipiélago Alexander, pero las tripulaciones que desembarcaron desertaron presuntamente y nunca se supo de ellas. Mientras tanto, Bering recalaba en la Isla Kayak, y presa de un ataque de timidez y excesiva prudencia, decretó que sólo recogerían agua y regresarían a Kamchatka, pues ya habían cumplido su misión. Steller montó en cólera pues ardía en deseos de bajar a tierra y estudiar la fauna y la flora de aquella tierra desconocida. Tras un agrio forcejeo entre ambos hombres, Bering le concedió finalmente diez horas a Steller para que reconociese la isla.
Y no le salió mal. En tierra de Alaska Steller descubrió su primera especie animal: el arrendajo de Steller (Cyanocitta stelleri), un hermoso córvido de color azul apagado y que tiene una llamativa cresta. De hecho, es el único arrendajo crestado al Oeste de las Rocosas. Steller no podía saberlo, pero había localizado al arrendajo justo en el límite norte de su distribución, que se extiende por toda la cadena de las Montañas Rocosas para enlazar luego con Sierra Madre occidental, en México, y las tierras altas de Centroamérica donde ocupa ambientes boscosos.
Arrendajo de Steller (Nigel Voaden) |
El hallazgo del arrendajo fue clave para entender dónde se hallaban. No sabían si Alaska era una isla o un Continente, pero a Steller le sonaba que éste arrendajo era muy parecido a otro arrendajo que había visto en una lámina sobre aves de Carolina del Norte, el arrendajo azul (C. cristata), que es su único congénere. Por tanto, dejó escrito más tarde que seguramente se hallaban en el Continente americano. Tenía razón.
Bering levó anclas y regresó hacia Kamchatka costeando las Islas Aleutianas. Pero el escorbuto hizo aparición en el San Pedro y, a pesar de los esfuerzos de Steller para convencer a los marineros que comieran algas para proveerse de vitamina C, los hombres iban cayendo como moscas hasta que los pocos hombres sanos tenían problemas para gobernar el barco. Finalmente embarrancaron en una isla desolada desconocida para ellos, donde una tormenta acabaría por destrozar el San Pedro. Era noviembre de 1741.
Náufragos en la Isla Bering
Los náufragos no lo sabían, pero esa isla pasaría a ser bautizada como Isla Bering, en honor del comandante de la expedición, que fallecería muy poco después del naufragio por la enfermedad y las privaciones. Allí se encuentra enterrado. Eran 29 supervivientes, de los cuales algunos todavía irían falleciendo de escorbuto.
Isla Bering |
Pero la isla rebosaba de vida y a los marineros no les faltó comida fresca para irse reponiendo poco a poco de la enfermedad. Y a Steller se le presentaba la etapa más productiva de su viaje, pues aquí, en la Isla Bering, realizó los principales descubrimientos que le darían fama. El propio Steller dejó escrito que trabajó en condiciones muy difíciles pues el clima de la isla era casi siempre lluvioso y frío, y tenía que hacer todo su trabajo sin ayuda ya que los demás marineros estaban tratando de salvar lo posible del barco, y luego de construir una embarcación a partir de los restos del naufragio.
Además, los "zorros azules" les acosaban. Desde el mismo momento en que pusieron pie en la isla, grandes manadas de estos zorros se acercaban a ellos sin ningún miedo, husmeaban entre sus posesiones y se llevaban objetos y comida de una forma descarada. Al principio me desconcerté ante estos "zorros azules", pero investigando un poco averigüé que se trataba de zorros árticos (Vulpes lagopus), cánidos que en invierno tienen un pelaje blanco inmaculado pero que en verano adquieren un color marrón oscuro. Pero existe una mutación genética que afecta al 1% de estos zorros, que en lugar de marrón, exhiben un color azul oscuro muy curioso. Y eran éstos los zorros que atormentaron a Steller y sus compañeros en la Isla Bering.
El "zorro azul" de Steller: un zorro ártico de morfo azul (The Telegraph) |
Al poco tiempo de instalarse en la Isla lo mejor que pudieron, Steller haría el descubrimiento que le haría pasar a la posteridad:
La vaca marina de Steller
Steller se hallaba reconociendo una zona del litoral protegida y separada del mar abierto por un arrecife rocoso, que dejaba una especie de "piscina" de aguas más tranquilas. Se dio cuenta de que había en ella unas enormes superficies móviles sobre las que las aves marinas se posaban a veces. Cuando Steller vio que surgía el típico surtidor de un mamífero que sale a respirar a la superficie, no lo dudó: se trataba de una nueva criatura, de enorme tamaño, desconocida hasta entonces.
Cuando pudo examinar estas gigantescas criaturas más de cerca, inmediatamente se dio cuenta de que eran "manatíes" (en sus propias palabras), parientes del manatí afro-americano y del dugongo del Indo-Pacífico. Es decir, un Sirenio, un Orden de Mamíferos marinos exclusivamente herbívoros. Steller nos dejó una descripción muy exhaustiva de la vaca marina de Steller (Hydrodamalis gigas), en su obra Las Bestias Marinas, de la que te hablaré al final. En julio de 1742 consiguió cazar un ejemplar que pudo medir (arrojando más de 7 metros de longitud y un peso estimado de 3.600 kg) y realizó una completa disección interna del animal.
Vaca marina de Steller alimentándose de kelp (Encyclopaedia Britannica) |
Pudo también ver su dentición: la vaca marina no tenía dientes sino placas córneas estructuralmente muy parecidas a la dentición de los elefantes (con los que, por cierto, los Sirenios están emparentados cercanamente). Pudo comprobar que se alimentaban de algas marinas (el famoso kelp del Pacífico Norte) en aguas costeras y cercanas a las bocas de los ríos. Y, al igual que pasó con los zorros azules, no mostraban ningún signo de asustarse ante los seres humanos. Este comportamiento fue observado para todos los animales de la Isla, de donde Steller pudo deducir que no había sido visitada por humanos hasta ese momento. Esa confianza en los humanos acabaría siendo fatal para algunas de las especies de la Isla Bering.
El "Dibujo Pekarski", mostrando las Islas del Comendador, la vaca marina, el león marino de Steller y el oso marino |
Pero volvamos a la vaca marina. Resulta que su pariente más cercano es el dugongo del Indo-pacífico, y su origen hay que buscarlo en antepasados que se adaptaron a las aguas oceánicas progresivamente más frías por las Glaciaciones. El género Hydrodamalis es conocido en estado fósil en todo el Pacífico Norte, desde Japón hasta California, pero no se ha podido encontrar evidencias concluyentes de que la vaca marina de Steller haya vivido en otros lugares fuera de las Islas del Comendador (pequeño archipiélago formado por la Isla Bering y la Isla Medni. Cuando llegó Steller a la isla Bering, se ha estimado que había unas 1.500 vacas marinas allí, y probablemente se trataba de una población relicta. Si vivieron en otras costas del Pacífico, probablemente su desaparición estuvo relacionada con la subida del nivel del mar al derretirse los glaciares.
Steller realizando mediciones sobre una vaca marina (Reconstrucción de Leonhard Stejneger) |
En su hábitat costero las vacas marinas estaban bien protegidas de depredadores como las orcas o los tiburones, que eran los únicos cazadores marinos capacitados para devorar a semejantes moles, pero estaban completamente inermes ante los humanos que acababan de descubrirlas. Como te puedes imaginar, Steller y sus compañeros comieron la carne de vaca marina (al igual que otros animales de la Isla), y la encontraron bastante más que aceptable. Pero lo que más les gustó fue su grasa. Según Steller escribió, su sabor era tan delicioso que pronto se olvidaron de la mantequilla, a la que nunca echarían de menos. Y encima esa grasa ardía bien para las lámparas. La sentencia de muerte para la vaca marina estaba echada.
El triste destino de la vaca marina
En efecto, cuando se corrió la voz de la riqueza peletera de Isla Bering y territorios circundantes, empezaron a llegar las compañías comerciales que se dedicaron a masacrar focas, nutrias y leones marinos a la mayor gloria del Zar. Y todos los barcos que recalaban en isla Bering se daban un festín de chuletón de vaca marina y hacían el correspondiente acopio de su apreciadísimo aceite. Sólo tardó 27 años en ser exterminada una especie que ya estaba seguramente tocada de muerte el día de su descubrimiento. En 1768 fue abatida la última vaca marina.
Las vacas marinas fueron cazadas hasta su exterminio |
El último representante de la Megafauna pleistocena había sido borrado de la faz de la Tierra en menos de treinta años.
Pero curiosamente fue más tarde cuando se desató el interés científico sobre la difunta vaca marina. A pesar de la detallada descripción de su anatomía, ecología y biología que hizo Steller (llegó a deducir, por el tamaño del útero, que su gestación debía estar en torno de un año de duración), y a pesar de sus huesos y dibujos, lo cierto es que la mayoría se perdió tras su muerte, y sólo llegaron a Occidente algunos dibujos que habían sacado otros supervivientes de la expedición Bering y un dibujo de Steller de la dentición.
En 1840, el zoólogo Ernst von Baer publicó en San Petersburgo la historia del exterminio de la vaca marina de Steller, pero eran muchos científicos los que dudaban de ello, pues apenas conocían nada de ese animal, del cual se dudaba hasta su naturaleza. Fue finalmente el famoso naturalista Cuvier quien no sólo defendía que la vaca marina no se había extinguido, sino que necesitaba huesos auténticos del animal para poder clasificarlo adecuadamente. Con un puñado de dibujos y una descripción de un naturalista muerto no se podía hacer nada.
Esqueleto de vaca marina |
Por tanto, la Academia de San Petersburgo lanzó una recompensa para quien trajera huesos de vaca marina, y su ejemplo fue seguido por otros científicos de otros países, que reclamaban huesos de la vaca marina para sus colecciones y estudio. Si era cierto que la vaca marina había sido muerta, consumida y explotada hasta su exterminio, la isla Bering debía estar llena de huesos. Y lo que se hacía era encargar directamente a los barcos foqueros que recolectaran huesos para los Museos europeos y americanos.
En efecto, casi 90 años después de su exterminio, la isla Bering era un cementerio de huesos de vaca marina y en 1855 llegó el primer esqueleto completo de la vaca marina. En 1860, cuando von Baer publicó su segunda obra sobre la vaca marina de Steller, en Europa había ya disponibles tres esqueletos completos.
En realidad, todavía podían recolectarse huesos más tarde. Cuando en 1880 finalizaba la Expedición del Paso del Nordeste del Vega de Nordenskjöld, el marino noruego también recolectó huesos de vaca marina en la Isla Bering, y también recabó un oscuro relato de isleños que dejaban traslucir que todavía hubo vacas marinas hasta 1854, relato que se puso muy pronto en cuarentena y que jamás se confirmó.
Cráneos de vaca marina |
Con los esqueletos completos de la vaca marina y otros huesos, los especialistas zoólogos pudieron estudiar al animal a su sabor...para al final darle la razón a Steller, que lo dijo en 1742 teniendo delante de su vista al animal vivo y coleando: que era un Sirénido pariente de dugongos y manatíes. ¡Ah, la vanidad y estupidez humana!
Por cierto, todavía se desentierran huesos de vaca marina de Steller en isla Bering, pero más raramente que antes. El último esqueleto completo de vaca marina que se recuperó data de 1987.
Los otros animales de la isla Bering
Como te dije antes, la isla Bering bullía de vida. Para un naturalista de 2020, acostumbrado a la eterna escasez de vida salvaje, es difícil de digerir la descripción que daba Steller de "costas completamente cubiertas de nutrias marinas", así como una abundancia de aves marinas y limícolas que pasaban el invierno en aquella isla, todas ellas documentadas por nuestro concienzudo alemán, que tuvo nueve meses encerrado en aquella isla sin tener otra cosa que hacer que documentar su fauna silvestre.
Hablando de la nutria marina (Enhydra lutris), Steller no fue su descubridor puesto que era ya una especie explotada en peletería en la región, y cuyas pieles se exportaban a China donde pagaban verdaderas fortunas por ellas, pero sí fue el primero en hacer una descripción científicamente exhaustiva de este mustélido, pieza clave para el mantenimiento del ecosistema del kelp, al consumir los erizos de mar que, a su vez, se alimentan de las algas. Estas nutrias tienen un aspecto tan esponjoso por su maravillosa piel, que los marineros rusos las llamaban "castores", que era el animal peletero que conocían casi todos ellos.
Grabado de nutria marina en De Bestiis marinis, de Georg Steller (1751) |
Actualmente es el territorio ruso el considerado más seguro y estable para la nutria marina. Si bien fue cazada casi hasta su exterminio (sólo quedaron 750 ejemplares), su estricta protección en 2004 permitió su recuperación y la recolonización de sus territorios rusos. Hoy día hay unas 27.000 en Rusia, de las cuales entre 5.000 y 5.500 en las Islas del Comendador.
Otro animal que no fue descubierto por Steller pero sí fue convenientemente descrito por él fue el oso marino del Ártico (Callorhinus ursinus), un otario del cual no te voy a dar detalles aquí puesto que te hablé más extensamente de él en mi crónica sobre los Otarios, que te invito repases. Sí te diré que actualmente existe una enorme colonia de cría en las Islas del Comendador de entre 200.000 y 250.000 ejemplares. En territorio ruso, el oso marino tiene también colonias de cría en las Islas Tyuleny (Mar de Ojotsk, unos 100.000 ejemplares), y de 60 a 70.000 en las Kuriles centrales.
León marino de Steller (Andrew Trites) |
Pero hubo otro Otario que sí descubrió Steller: el león marino de Steller (Eumetopias jubatus), que al igual que te dije para el oso marino, te invito a que releas la crónica sobre los Otarios para ampliar información sobre él. Aquí sólo te diré que el león marino de Steller es el mayor de los otarios, y el tercero más grande de los Pinnípedos, tras el elefante marino y la morsa: los machos más grandes pueden alcanzar los 3,25 m de longitud y 1.120 kilos de peso. En Rusia tienen colonias de cría en el Mar de Ojotsk, las Kuriles, la costa Este de Kamchatka y las Islas del Comendador. Parece haber dos poblaciones genéticamente diferenciadas aquí: la occidental (Ojotsk + Kuriles) y la Oriental (Kamchatka + Islas del Comendador).
Todavía más. En Isla Bering, Steller descubrió tres especies de aves nuevas para la ciencia:
El eider de Steller (Polysticta stelleri), un hermoso pato, el más pequeño de los eideres, cuyos machos tienen un llamativo diseño de plumaje blanco, negro y dorado. Este eider cría durante el verano en las costas orientales de Siberia y en Alaska, y pasa el invierno en Escandinavia, el Báltico y el Mar de Bering, que fue donde lo encontró Steller en el invierno de 1741-42 que pasaron forzosamente en dicha isla. Está especializado en consumir crustáceos y moluscos, y se sumerge en el mar para conseguirlos. Sus favoritos son los mejillones.
Eider de Steller (Lars Petersson) |
Tal vez el ave más notable de las descubiertas por Steller fue el cormorán brillante (Phalacrocorax perspicillatus), que era un cormorán que había perdido la capacidad de volar, y que fue comido con fruición por los náufragos, que lo encontraron de un sabor excelente, sobre todo cocinado al estilo de los indígenas de Kamchatka: enterrándolo en un hoyo y cociéndolo con piedras calientes. Desgraciadamente, este cormorán siguió la misma suerte que la vaca marina, y la recolección de especímenes, huevos y plumas acabó con la especie en 1850. Al parecer, sólo vivía en las Islas del Comendador, y no se tiene claro si también pudo vivir en Kamchatka.
Cormorán brillante (Joseph Wolf) |
Cerramos el capítulo de las aves con una de las águilas más grandes y poderosas del mundo: el águila marina de Steller (Haliaaetus pelagicus), de la que te hablé por extenso en mi Crónica sobre las siete águilas más poderosas del mundo. Está especializada en el consumo de pescado (especialmente salmones y truchas), y vive en la costa nordeste de Asia: residente todo el año en Kamchatka, cría en la costa del Mar de Ojotsk e inverna en Sajalín, Hokkaido y Península de Corea.
Águila marina de Steller (Randall Collis) |
Para cerrar el capítulo de los descubrimientos faunísticos de Steller, te diré que prestó también atención a la fauna marina. Descubrió el quitón suela de bota (Cryptochiton stelleri). Los quitones son moluscos poliplacóforos (¿te acuerdas del redescubrimiento de Neopilina?), son moluscos que tienen una concha más bien plana y con forma ovalada, y bajo ella se encuentra el pie del animal, y viven normalmente en zonas intermareales en litorales rocosos (como los percebes, por ejemplo). El quitón suela de bota está distribuido desde California hasta Japón por todo el arco del Pacífico Norte.
Además, aunque los especímenes de dos peces que conservó en alcohol durante el regreso desde Alaska se perdieron en el naufragio, las notas que tomó fueron suficientes para describir, setenta años más tarde, dos nuevas especies de peces: el irlandés rojo (Hemilepidotus hemilepidotus), un escorpeniforme de medio metro de longitud que vive en costas rocosas desde California hasta Rusia, y el escultor beligerante (Megalocottus platycephalus), pariente muy cercano de aquél, y que vive en los mismos hábitats, con una longitud de 42 centímetros.
Escultor beligerante (fishbiosystem.ru) |
Final de un naturalista sobresaliente
Después de estos nueve meses agotadores en la Isla Bering, los marineros del San Pedro lograron terminar el barco que debería darles la libertad y en agosto de 1742 se hacen a la mar. Dos semanas después, logran entrar en Petropavlovsk. Estaban salvados.
Pero las peripecias de Steller no habían terminado. Era un europeo de su tiempo: ilustrado y convencido de que los pueblos aborígenes tenían mucho que aportar. Por eso no podía soportar el maltrato al que los nativos de Kamchatka eran sometidos por parte de los conquistadores rusos, y no podía dejar de protestar ante los atropellos que veía.
Por eso fue acusado por los rusos de "ponerse del lado de los nativos para rebelarse contra la autoridad imperial", y fue encarcelado dos veces pero fue liberado al poco tiempo. Steller ya había tenido demasiado e inició el regreso hacia San Petersburgo. Nunca llegó. Falleció afectado de fiebres en Tyumén en 1746.
Sólo tenía 37 años.
Epílogo: un naturalista adelantado a su tiempo.
Pero antes de morir, y como buen y eficiente germánico, dejó por escrito su narración del viaje. En Kamchatka aprovechó la segunda mitad de 1742 y el comienzo de 1743 para escribir el diario de su viaje y las descripciones zoológicas que hizo en la Isla Bering, junto con dibujos y especímenes que envió a la Academia de San Petersburgo en 1743, adonde llegaría en febrero de 1746.
Por eso su obra escrita es póstuma. En 1747 se realizó una lectura colectiva en la Academia, pero no se publicó hasta 1751 su obra De Bestiis marinis ("Las Bestias marinas") donde aparecen las descripciones zoológicas, muy especialmente la valiosa descripción de la vaca marina. Como te he indicado antes, las láminas que dibujó sobre la vaca marina se perdieron, a excepción de la dentición, y por eso no se incluyeron en la edición de esta obra. Pero, afortunadamente, el piloto del San Pedro Friedrich Plenisner sí pudo realizar una lámina con la vista dorsal y ventral de la vaca marina, que Steller incluyó en la documentación que envió a la Academia en 1743, y que sí sobrevivieron.
Por otro lado, su Journal of a Voyage with Bering 1741 - 1742 fue publicado por Peter Simon Pallas, que será el protagonista del siguiente capítulo de esta serie.
De Bestiis marinis, de Georg Steller (Zea E-Books) |
En su obra, Steller se muestra partidario de la idea de la evolución entendida como la posibilidad de que las especies cambien, pero no fue más allá de admitir dicha posibilidad. Según Steller, la comida y el clima tenían influencia directa en el tamaño del cuerpo del animal así como en el color del pelaje y otros aspectos como la fertilidad. Indicó que la adaptación de un animal a un ambiente dado es un asunto de larga duración. Especuló en su obra sobre temas bastante novedosos para su época, como la biogeografía, la morfología y la ecología de una especie, y analizó el concepto de "plasticidad fenotípica", esto es, cómo los factores externos a una especie dada modifican su forma, tamaño y color.
Postuló también algunos conceptos novedosos respecto de la distribución de las especies y la relacionó con la alimentación: especies con una dieta amplia tenían una distribución amplia mientras que especies con una dieta restringida tenían también una distribución restringida. Y estaba convencido de que tanto el mar como la tierra escondían aún muchísimas especies desconocidas para la Ciencia.
MÚSICA RECOMENDADA: Laurence Rosenthal - Pedro el Grande
Hola,
ResponderEliminarAprovecho, después de haber leído no pocas de tus publicaciones, para felicitarte por tu blog.
Seguiré leyéndote y aprendiendo con avidez.
Mis respetos
¡Muchísimas gracias, un placer!
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