Pecaríes: los "jabalíes" de América

Querida hija:

Los pecaríes son el equivalente ecológico americano de los jabalíes en Eurasia. Las tres especies de pecaríes constituyen una presa fundamental de grandes carnívoros neotropicales como el jaguar o el puma, pero el gran público no sabe mucho más sobre ellos aparte de los dos hechos anteriores. Se trata de animales muy adaptables, que ocupan un papel ecológico importante y que también tienen importancia cultural. De modo que hoy voy a hablarte sobre los "chanchos de monte", como se les conoce en muchos países (además de otros muchos nombres comunes).

Dos pecaríes de collar (Juan R. Díaz)

Generalidades

Los pecaríes son Artiodáctilos que conforman la familia Tayassuidae, dentro del Suborden Suiformes. Son, pues, "primos" de los jabalíes, que conforman la familia Suidae dentro del mismo suborden. Los pecaríes son como una versión americana de los jabalíes, pero no puedes confundirlos pues son diferentes aunque sean parientes más o menos cercanos:

Las tres especies de pecaríes actuales (Mammals of the World)

Los pecaríes son más pequeños que los jabalíes: entre 90 y 130 cm de longitud y entre 14 y 40 kg de peso. El pelo es más corto y menos hirsuto que en los jabalíes, con una tonalidad más negruzca (contra una tonalidad más marronácea en los jabalíes), y aunque ambos tienen la característica "trompa" nasal con la que hozan o escarban en el suelo, la dentición también es diferente: en los jabalíes los colmillos (formidables armas defensivas) son curvados, más largos y pueden sobresalir del morro mientras que los colmillos del pecarí (que también cumplen labores defensivas) son más cortos, más rectos y nunca sobresalen del morro.

Aunque no son rumiantes, el estómago de los Tayasuidos es más complejo que el de los Suidos, y tiene tres cámaras internas.

A semejanza de los jabalíes, los pecaríes son animales sociales que forman grupos que pueden llegar hasta los 30 individuos, y ocupan el mismo papel ecológico que aquellos: omnívoros terrestres de tamaño mediano. En efecto, los pecaríes se alimentan de materia vegetal (frutos, semillas, partes vegetativas y cactus) que complementan con invertebrados, pequeños vertebrados o carroña.

Filogenia de los Tayasuidos fósiles y actuales

Los pecaríes son animales territoriales, y marcan dicho territorio con glándulas olorosas que tienen bajo los ojos y en el dorso, cosa que no tienen los jabalíes y son capaces de entrechocar sus colmillos para emitir un sonido intimidatorio que "avisa" a los depredadores que no se acerquen. Al igual que sucede con el jabalí en Eurasia, el pecarí es un animal que puede revolverse contra un humano si se siente acorralado o amenazado, y se han dado casos de muerte de humanos al molestar a pecaríes.

Es importante saber diferenciar pecaríes de jabalíes porque, por desgracia, la arrogancia de los cazadores les hizo importar jabalíes de Europa para saciar su sed de sangre, y hoy día en muchos lugares de América existen jabalíes y también cerdos asilvestrados incluso con cruces con jabalí. Ecológicamente serían una competencia con los pecaríes pero se evitan por sus distintos hábitos: diurnos los pecaríes contra nocturnos los jabalíes. Y menos mal, porque se cree que un jabalí podría atacar e incluso depredar sobre un pecarí, pero este punto es una especulación ya que no existe evidencia de que haya sucedido.

Distribución de los tres pecaríes

Los Tayasuidos se originaron en el Sureste asiático hacia el periodo Eoceno, y desde allí se extendieron por Eurasia (en Europa se han encontrado fósiles) y Norteamérica, que se convirtió en un centro de diversidad donde evolucionaron y se diversificaron varios géneros (mientras que en Eurasia se extinguían seguramente debido a la competencia de los jabalíes). Desde Norteamérica, los pecaríes se extienden a Sudamérica en el Plioceno durante el Gran Intercambio Americano para desaparecer, a su vez, del Norte. 

Actualmente los pecaríes se encuentran desde el Suroeste de los EEUU (donde, como verás más tarde, son inmigrantes relativamente recientes) hasta el Norte de Argentina. Vamos ahora a conocerlos más en profundidad.

Las especies de pecarí

Actualmente están reconocidas tres especies de pecaríes, en tres géneros diferentes. En 2007 unos investigadores holandeses describieron una supuesta cuarta especie, el pecarí gigante, que bautizaron con el nombre científico Pecari maximus, Pero tras ulteriores estudios, la IUCN desestimó la existencia de esta especie, y por el momento continúa en pie la taxonomía tradicional con tres especies, que te presentaré a continuación.

Pecarí de collar (Pecari tajacu). Se trata de la más pequeña de las tres especies, con una altura a la cruz de 50 cm y una longitud de 80 cm. Pero es la más flexible y adaptable en requerimientos ecológicos y la más extendida y abundante. Se distingue fácilmente de las otras dos especies además de por su tamaño por la existencia de un "collar" de pelos blancos alrededor de su cuello y garganta. Se le reconocen dieciséis subespecies a lo largo de toda su área de distribución, y los estudios moleculares muestran diferencias tan grandes entre ellas que probablemente en el futuro se establecerán nuevas especies. Como mínimo, los pecaríes de Norte y Centroamérica pertenecerían a una especie distinta a los sudamericanos.

Pecarí de collar, mostrando su característico ídem

Vive desde los estados de Arizona, Nuevo México y Texas, en los EEUU, hasta el Norte de Argentina donde alcanza las provincias de Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones aproximadamente, si bien su distribución llegó más o menos hasta el centro del país, de donde fue erradicado por la caza y la deforestación para cultivos agrícolas. Al igual que sucede con las otras dos especies de pecarí, el de collar está ausente de la vertiente occidental de los Andes, cordillera que no ha conseguido atravesar puesto que es una especie de tierras bajas, que alcanza altitudes máximas de 2.400 metros. En 1930 fue introducido en Cuba, pero no prosperó allí y actualmente se considera extinguido, si bien sí vive en la isla caribeña de Trinidad de forma natural.

Como te dije antes, es un animal muy adaptable, pues vive en ambientes semiáridos, bosques tropicales tanto secos como húmedos y también en ambientes sabanoides pero con una salvedad: necesita que haya manchas de arbolado en, o cerca de su territorio por lo que no podemos considerar al pecarí de collar como un animal puro de sabanas y pastos. Incluso tienen cierta tolerancia hacia ambientes antropizados como verás al final de la crónica.

Manada de pecaríes de collar en Colombia (Greg Lasley)

Forman manadas de hasta 20 ejemplares pero lo normal es que no superen los nueve, y se refugian en madrigueras o bajo las raíces de árboles.

Su gran adaptabilidad y amplia tolerancia de condiciones ecológicas se ejemplifica en que es capaz de soportar rangos de temperatura entre los 0 y los 40ºC, algo muy notable para un animal que vive en un área tropical. De hecho, se han encontrado fósiles suyos en Santa Fe, Argentina, en yacimientos datados en el Pleistoceno Final, en ambientes claramente fríos y secos.

Su alimentación es muy amplia: tubérculos, frutas, semillas, partes vegetativas blandas de plantas y también invertebrados. En el Parque Nacional Corcovado, Costa Rica, su dieta se compone de un 61,6% de frutas, un 37% de partes vegetativas y un 0,4% de invertebrados. Pero se ha visto en el mismo estudio que el pecarí de collar pasa un 30% de su tiempo de forrajeo hozando en el suelo. Como no se han encontrado en sus heces restos de tubérculos, se presume que se alimenta también de lombrices, que no dejan rastro en las heces. 

El pecarí de collar muestra, además, otras dos interesantes adaptaciones alimentarias: es un gran consumidor de cactus, sobre todo en la parte árida de su distribución en México y los EEUU: puede hacer rodar los trozos de cactus por el suelo para que se desprendan las espinas, e incluso extraerlas cuidadosamente con su morro, y consumirlas. Esta alimentación, además, es una buena respuesta adaptativa a los climas áridos porque obtiene de las plantas suculentas gran parte del agua que necesita para sobrevivir. Otra adaptación es el consumo de semillas duras de palmas, que apenas son consumidas por otros herbívoros, reduciendo así su competencia.

Pecarí de collar comiendo un cactus (Damian Davies)

El pecarí de collar cría durante todo el año, y tras un periodo de gestación entre 140 y 151 días, da a luz entre uno y dos jabatos.

Esta especie de pecarí es depredada por jaguares (sobre todo) y pumas, y las crías pueden ser también depredadas por linces, coyotes y zorros.

Pecarí labiado (Tayassu pecari). Es la especie mediana de las tres: 55 cm de altura y 1 metro de longitud. Se distingue por tener una "barba" blanca desde el labio más o menos hasta la mejilla.

Su área de distribución es muy parecida a la del pecarí de collar, pero está ausente de Norteamérica y de ciertas partes del Norte de Venezuela y Colombia. Aunque también presenta cierta flexibilidad ecológica, es una especie más forestal que el pecarí de collar, siendo aproximadamente el 62% de su distribución correspondiente a bosques tropicales y subtropicales húmedos, y Brasil supone el 66% de su distribución. Se le reconocen cinco subespecies.

Pecarí labiado, mostrando su diagnóstica barba blanca

Su rango de alimentos es también amplio, predominando frutas y semillas, y tras ellas vienen en importancia raíces y hojas. Las lombrices son también una parte importante de su dieta. Su aparato masticador se considera el más potente entre todos los pecaríes, capaz de administrar una fuerza de 300 kg, lo que le permite romper el 78% de las semillas que consume. Al igual que los otros pecaríes, es un eficaz dispersor de semillas, y las puede dispersar a muchos kilómetros de distancia pues tardan tres días en atravesar su tracto digestivo.

Es el más sociable de los pecaríes y forma enormes manadas de 50 a 300 ejemplares con registros históricos de hasta 1.000 individuos lo que le convierte en el mamífero más gregario del Neotrópico, y por tanto, el pecarí labiado suele conformar la mayor biomasa en los lugares donde está asentado. Estos enormes grupos suelen dividirse en subgrupos más pequeños que luego se vuelven a reunir

En algunos lugares de su distribución cría todo el año, pero está sujeto a estacionalidad en la mayoría de su territorio. Tras una gestación de 150-162 días las hembras dan a luz casi siempre gemelos, y trillizos en algunos casos. La IUCN lo considera "Casi Amenazado".

Pecarí chaqueño (Catagonus wagneri). Se trata del más grande de los pecaríes, con una longitud de 110 cm y 69 cm de altura. No puede confundirse con el pecarí de collar ni el labiado no sólo por el tamaño sino porque no tiene ningún tipo de manchas ni marcas, y además el pelo del dorso es más largo e hirsuto que en los otros pecaríes. Otra diferencia con los demás pecaríes es la posesión de un tercer dedo en el pie, mientras que los demás pecaríes muestran dos.

Pecarí chaqueño (Jirka Schmidt)


La taxonomía de esta especie es interesante porque inicialmente sólo se conocía esta especie (descrita en 1930) en estado fósil, y se descubrió en estado silvestre en 1974, pero recientes estudios moleculares indican que el pecarí chaqueño no puede nombrarse bajo el género Catagonus, es decir, que en realidad no tendría nada que ver con aquella especie fósil. Es posible que en el futuro se le asigne un nuevo género.

Por otro lado, el pecarí chaqueño es el que tiene la distribución más restringida: el Chaco seco, que comprende el Sureste de Bolivia, el Oeste de Paraguay y las provincias argentinas de Chaco, Formosa, Santiago del Estero y posiblemente parte de Tucumán. De todos los pecaríes es el mejor adaptado a los ambientes áridos, y precisamente por eso es un gran consumidor de cactáceas como Opuntia, Cleistocactus, Eriocereus o Quiabentia, de donde extrae la mayor parte del agua que necesita. Dentro del Chaco vive en áreas de densos espinales en áreas de altas temperaturas y baja precipitación. Otra adaptación que presenta al medio árido es la posesión de senos nasales, que le ayudan a filtrar el polvo seco del aire.

El pecarí del Chaco cría una vez al año, y el tamaño de su camada oscila, según los especialistas entre 1-4 o entre 2-7 jabatos. Viven en grupos de entre 2 a 10 individuos, con máximos de 20.

Está clasificado como "En Peligro" debido a la galopante deforestación del Chaco, que es uno de los "puntos calientes" de la destrucción de la Naturaleza en América del Sur.

Colmillos de pecarí (Jim Burns)

Por cierto, ¿qué relaciones existen entre las tres especies de pecaríes?

Taxonómicamente hablando, parece ser que el pecarí de collar sería un linaje aparte, mientras que los pecaríes labiado y chaqueño serían parientes más cercanos entre sí. Las tres especies de pecarí precisamente coinciden en el territorio del Chaco, por lo que en la actualidad se está estudiando cómo se reparten el espacio para minimizar la competencia entre ellos. Si bien aún no se ha llegado a una conclusión definitiva, al menos se ha podido comprobar lo siguiente:

-Existe mayor probabilidad de encontrar al pecarí chaqueño y al labiado en bosques secundarios

-El pecarí de collar puede ocupar cualquier territorio que no posea grandes superficies sin cobertura arbórea

-La presencia de cactáceas aumenta la probabilidad de presencia del pecarí chaqueño y el de collar

-La humanización es un factor de rechazo del territorio por parte de las tres especies, especialmente el pecarí labiado, que parece ser el más intolerante a la presencia humana.

Los pecaríes y el ser humano

Existe un conflicto entre los pecaríes de collar y los humanos en el extremo norte de su distribución, en los estados norteamericanos de Arizona, Nuevo México y Texas, donde en inglés se denomina javelina al pecarí, palabra originada en el jabalí del castellano. Sucede que allí los pecaríes frecuentan los asentamientos humanos al igual que hacen aquí en España los jabalíes. Lo que hacen es buscar comida y agua en los opulentos y despilfarradores pueblos de los EEUU, e incluso se les ha visto deambular por áreas suburbanas como en Phoenix, Arizona. Y claro, esta frecuente intrusión de pecaríes lleva a problemas: se han reportado mordeduras de pecarí a humanos que trataban de alimentarlos, una conducta extremadamente temeraria, puesto que un pecarí podría matar a un ser humano.

Lo que sucede es que la presencia del pecarí de collar en los EEUU podría estar mediatizada por la propia actividad humana. No hay fósiles de pecarí en la zona de antes del año 1700, y las primeras menciones del pecarí de collar en estos Estados data de testimonios de misioneros jesuitas en el siglo XVIII. Parece ser que la expansión del ganado vacuno en estas tierras llevó a la deforestación y la degradación de la cubierta vegetal, y pecaríes procedentes de México pudieron aprovechar el terreno progresivamente más árido y pobre como buena especie adaptable y flexible.

Noticiero local mostrando pecaríes en el suburbio de Ahwatukee (Phoenix, Arizona)

Finalmente, en los asentamientos humanos es donde los pecaríes pueden encontrar comida y agua, y lo que hacen muchas veces es mordisquear las mangueras de agua para alcanzar el líquido elemento. Por todo ello, y por la escasez de depredadores que tienen en la zona (el lobo exterminado, el lince muy escaso, el jaguar escasísimo -y sólo presente en Arizona- y el puma siempre perseguido) hacen que se considere una plaga, y las autoridades públicas han divulgado normas de comportamiento que se han de seguir si uno se encuentra un pecarí. La más importante: no darle de comer porque así se evitará que vuelvan en mayor número a por "comida fácil". De hecho, en algunos lugares han cambiado su patrón de actividad haciéndose nocturnos para poder "saquear" los asentamientos humanos por la noche, cuando están más seguros, y durmiendo durante el día.

Pasemos ahora al extremo Sur de la distribución de los pecaríes. Como ya te expliqué antes, el pecarí de collar ha sido extirpado de parte del territorio que ocupaba en Argentina, y por completo del territorio uruguayo. Actualmente se están llevando a cabo labores de reintroducción. Por ejemplo, en la Reserva Natural de Iberá, en Argentina, donde se lleva a cabo un proyecto de reintroducción el cual, en 2019, tenía ya instalados 70 animales, en nueve grupos, con 11 crías nacidas en libertad.

Pecarí liberado en el Bioparque MBopicuá, Uruguay

Por su parte, en Uruguay se reintrodujeron 140 ejemplares en 2017 en el Bioparque MBopicuá. Ahora bien, esto hay que puntualizarlo. Esta Reserva privada es más que nada un proyecto educativo, donde siempre se omite la reintroducción de los depredadores correspondientes, como el puma o el jaguar. Como proyectos que pueden conseguir la concienciación de la sociedad y el darles conocimientos sobre la fauna autóctona los apoyo y me parecen útiles, pero no tenemos que olvidar nunca que el verdadero objetivo a conseguir es la reintroducción en el medio silvestre y con sus depredadores incluidos para que el ser humano no tenga que "controlar" ninguna población.

La caza del pecarí

El pecarí ha sido siempre cazado para consumo humano tanto en tiempos prehispánicos como en la actualidad. De hecho, la caza del pecarí supone un importantísimo aporte de proteínas no sólo para comunidades indígenas sino en general para comunidades rurales sea cual sea su composición étnica.

Por ejemplo, en un estudio referido a la cacería del pecarí de collar en Tzucacab (Yucatán, México) se determinó que se cazaban anualmente 294 ejemplares, que aportaban una biomasa de carne de 374 kg. Además de la carne, el cuero de pecarí también tiene usos locales.

Cueros de pecarí en la Amazonía peruana

Precisamente la introducción del jabalí europeo en algunas zonas de Sudamérica (y Norteamérica) durante el siglo XX (Argentina 1906, Chile 1952, Uruguay 1928, EEUU 1912, etc...) nos muestra la diferencia entre la caza tradicional para subsistencia propia de las comunidades rurales e indígenas americanas y la caza "deportiva" de origen occidental donde todo vale con tal de que los caciques de las grandes estancias y haciendas tuvieran algo a que disparar. Dada la obsesión por el tamaño que tienen los cazadores "deportivos", al parecer cazar pecaríes les parecía poco por su menor tamaño (y el de sus colmillos, apreciado "trofeo" del jabalí) y además les igualaba a los indígenas. Como estos sujetos deseaban parecerse a los franceses, a los ingleses o a los alemanes, ¿qué mejor solución que importar jabalíes europeos para tirarles a mansalva y sentirse super-hombres?

En fin. Para terminar con la importancia cultural que tiene el pecarí en su relación con los humanos, te hablaré muy brevemente del significado que tiene el pecarí para algunos pueblos amazónicos de cultura pano, que se encuentran a caballo entre Perú, Brasil y Bolivia como los Yaminawa y los Yawanawa. 

Estamos hablando de un tipo de relación "totémica", en las que ciertos animales se convierten en alter ego de la comunidad humana. "Pecarí" en lengua pano se dice yawa, y así, los Yawanawa serían los hombres-pecarí.  Para esta cultura, todos los seres dotados de espíritu (y los pecaríes lo son, junto con cualquier ser vivo) comparten una misma sociedad y cultura, y sólo se diferencian por su "vestimenta". Así, los pecaríes serían humanos que se han transformado en pecaríes, y los humanos serían pecaríes con forma humana, y ambos tipos de seres se pueden transformar unos en otros bajo determinadas circunstancias. 

Guerrero kayapó inspeccionando un pecarí de collar que ha cazado (Martin Schoeller)

Por otro lado, debido a que los pecaríes forman manadas numerosas, y que se apoyan entre sí para defenderse de un depredador o un peligro, son una metáfora de la propia sociedad humana para estos pueblos pano, que refuerza así su visión de que hombres y pecaríes son dos sociedades paralelas, que ocupan diferentes caras de una misma moneda.

Para ejemplificar esta visión, termino aquí con un mito yaminawa Del Río Acre, que se titula: "El que se volvió pecarí" (Fuente: El rastro de los pecaríes. Variaciones míticas, variaciones cosmológicas e identidades étnicas de la etnología pano - por Oscar Calavia Sáez - Journal de la Société des Americanistes):

« Esto era un hombre extremadamente "panemo", incapaz de cazar. En su casa se pasaba hambre, a no ser que sus cuñados le ofreciesen algún pedazo de lo que ellos cazaban. Un buen día, cansado de esa vida, le pidió a uno de ellos que le enseñase el modo de traer un buen pecarí a casa. El cuñado le dio indicaciones precisas de un lodazal donde sin duda las encontraría. El hombre salió temprano, y en efecto encontró allí un grupo de pecaríes. 


Disparó sus flechas una tras otra ; pero aunque siempre daba en el blanco, los animales no caían. Fue persiguiéndolos selva adentro, dispuesto a no volver de manos vacías, hasta que se hizo de noche y no tuvo cómo volver de ningún modo. Muerto de frío y de miedo, se refugió entre las grandes raíces de una samaúma, y allí estaba cuando oyó pasos y voces humanas que decían “el rastro va por aquí”, “no puede estar lejos”, “mira, ahí está escondido”. Se vió entonces ante un grupo de hombres que le preguntaban: “primo, ¿eras tú el que nos tiraba flechas hoy por la mañana?”. 


“No – dijo él – no os ataqué a vosotros, sino a un grupo de pecaríes”. “Éramos nosotros, primo. Anda, vente con nosotros, debes estar con frío y con hambre”. Sin otra opción, el hombre fue con los desconocidos y llegó a una aldea grande y hermosa en que muchas personas se curaban de las heridas de sus flechas, que pudo reconocer. Pero los extraños eran amigables. Le ofrecieron bebida, aunque era un cuenco de lama. “Yo no bebo eso: eso es lo que beben los pecaríes, no los seres humanos”. “No lo estás viendo bien, primo” le dijeron, y exprimieron en sus ojos una planta ; entonces vió que el cuenco tenía chicha sabrosa. “Tendrás hambre” le dijeron, ofreciéndole un puñado de paxiubinha. “Eso es comida de pecarí, no de ser humano” repuso. “No lo sabes ver” y de nuevo gotearon en sus ojos el zumo de aquella planta. Vió entonces que era buena carne asada. 


Aquella aldea de los pecaríes humanos era en resumen un excelente lugar al que pronto se habituó. Se casó con una de las mujeres-pecarí y tuvo varios hijos con ella. Pero en su aldea de origen no se olvidaban de él. Al día siguiente de su desaparición fueron tras sus huellas y pensaron que los pecaríes lo habían devorado. Mucho después un cazador vió un rebaño de pecaríes huyendo, y percibió entre ellas un hombre, encorvado y con el espinazo lleno de pelos. Se lo dijo al hermano mayor del desaparecido, y éste supuso al momento que su hermano se había quedado a vivir con los animales. Decidió rescatarlo y con la ayuda de los otros tendió una trampa y consiguió atraparlo. 


El hombre semitransformado se debatía y gruñía como un cerdo salvaje, pero al cabo pudo comunicarse con sus parientes humanos y contarles su aventura, y por fin les propuso una gran cacería. Él conocía los caminos y los escondites de los pecaríes y los reveló a los cazadores. La expedición fue un éxito: el hombre-pecarí dirigía la operación gritando: “ése era mi suegro, dispara!”, “ésa era mi mujer, dispara”, “ése era mi cuñado”, etc. Se celebró entonces un gran banquete, en el que el transformado no participaba, porque su mujer-pecarí le había advertido que si alguna vez volviese a comer pecarí moriría. Pero no pudo aguantar por mucho tiempo el aroma de la carne asada. Acabó probando un bocado, y en seguida murió. »


MÚSICA RECOMENDADA: Ennio Morricone - La Misión

Comentarios

Entradas populares de este blog

Errores comunes: los pingüinos no existen

Tarántulas. Dame veneno...

La gallina doméstica: características, origen y domesticación