Aves de altura: los pájaros de las montañas ibéricas.

Querida hija:

Cuando se habla de las aves más comunes en los ambientes montañosos solemos pensar sobre todo en los buitres y el águila real. No es que estas enormes rapaces tengan una querencia especial por las montañas sino que éstas se adaptan a su forma de vida: los riscos montañosos proporcionan defensa y seguridad al nido y a los polluelos contra depredadores, y también la altura necesaria para que estas grandiosas aves puedan lanzarse al vacío en busca de las corrientes ascendentes imprescindibles para su planeo. Pero existen otros pájaros montanos, sobre todo paseriformes, que explotan conscientemente nichos ecológicos relacionados con la alta montaña. Me gustaría que conocieras específicamente las que son asiduas a nuestras montañas ibéricas.

El roquero rojo es una de nuestras más conocidas aves montanas

¿A qué llamamos aves de montaña?

Si nos ceñimos al Hemisferio Norte y más específicamente a la Región Holártica (que, te recuerdo, está formada por Norteamérica + Eurasia) y estudias la distribución de las pequeñas aves que viven total o parcialmente en las montañas, encontrarás tres patrones zoogeográficos muy claros. Quiero que los entiendas bien para entender nuestra avifauna montana local.

Las aves ártico-alpinas.

Se trata de un nutrido grupo de aves que crían en la tundra ártica e islas adyacentes y que, en general, durante el invierno emigran hacia la taiga. Algunos ejemplos son ciertos paseriformes de la familia Calcariidae como el escribano nival (Plectrophenax nivalis) o el escribano lapón (Calcarius lapponicus), galliformes como la perdiz nival (Lagopus muta) o charadriformes como el chorlito carambolo (Charadrius morinellus), entre otras muchas otras especies.

El escribano nival es un ejemplo de ave ártico-alpina

Estas aves ártico-alpinas se encuentran en ocasiones en montañas situadas más al sur de su área de cría/invernada debido a fenómenos de formación de relictos glaciales: durante la última glaciación la distribución de estas aves llegó hasta Europa Central y las llanuras norteamericanas y, al retirarse los hielos hacia el norte, ciertas poblaciones de estas aves quedaron aisladas en montañas más sureñas. Así, el escribano nival tiene poblaciones en los Cairngorms de Escocia y en los Montes Escandinavos, la perdiz nival mantiene poblaciones relictas en los Alpes, en nuestros Pirineos, en el Pamir y en los Alpes Japoneses, y el lagópodo coliblanco (Lagopus leucura) mantiene una subespecie aislada en las Rocosas de Colorado, muy alejada con respecto de las otras subespecies, distribuidas desde Alaska a la Cadena de las Cascadas.

Área de distribución del lagópodo alpino. Un clásico ejemplo de distribución ártico-alpino

Las aves eurosiberianas

Se trata de aves que crían normalmente en la región de bosques templados y boreales eurasiáticas y que tienen poblaciones en las montañas ibéricas que forman parte de la Región Eurosiberiana o tienen sus mismas condiciones ecológicas de temperatura, precipitaciones y humedad, y/o que reciben también población migratoria en verano procedente de Europa Central. En las montañas ibéricas tenemos dos especies que forman parte de este grupo:

- La perdiz pardilla (Perdix perdix): distribuida por la Europa templada hasta Asia central, en la Península Ibérica se la encuentra exclusivamente en las montañas cantábricas, galaicas, el Sistema Ibérico Norte y el Pirineo. Mientras en Europa es un ave de llanura, esta galliforme se distribuye en España por las montañas eurosiberianas del norte, donde encuentra las mismas condiciones ecológicas que en Europa Central. En nuestras montañas ha evolucionado una subespecie endémica: hispaniensis, donde vive en zonas de mosaico de matorral denso con claros de pastizal y roquedales por encima de los 1.600 metros de altitud. Es de alimentación vegetariana: hojas, brotes y semillas.

Ruiseñor pechiazul. Foto: eb3affmiguel

- El ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica): este muscicápido es conocido por el precioso babero azul y negro que desarrollan los machos durante la estación reproductiva. Cría en la taiga y regiones boreales de Eurasia y recientemente se ha empezado a expandir también por Alaska y en invierno migra a España, Italia, Sur de Asia y el Sahel. En España se juntan ejemplares invernantes procedentes de Europa y una población reproductora residente aquí, correspondiente con la subespecie cyanecula. Esta población pasa la primavera y el verano en los montes cantábricos y leoneses y el Sistema Central, mientras que en invierno se desplaza a Andalucía y la costa mediterránea. Es insectívoro.

Vemos aquí aves que en Europa habitan normalmente en tierras bajas pero que en España ocupan montañas porque encuentran aquí condiciones ecológicas similares a las boreales. Por tanto, estas aves eurosiberianas serían en España montañeras facultativas.

Las aves montanas del Paleártico sudoccidental

Ya te adelanto que, con la única excepción de la perdiz nival que, como ya has visto, tiene en los Pirineos una población relicta de origen ártico-alpino, todas las aves montanas ibéricas son propias de las montañas del Paleártico sudoccidental.

Se trata de un grupo de aves, sobre todo paseriformes, que se distribuyen exclusivamente en la franja de montañas que va del Sur de Europa (a veces también en el Atlas) y de Asia occidental hasta China central. Es decir, con pequeñas variaciones, vamos a encontrar a estas mismas especies en las montañas ibéricas, los Alpes, los Apeninos, los Alpes Dináricos, los Tatra, los Ródopes, el Cáucaso, los Zagros, los Elburz-Koppet Dag, Hindu Kush, Pamir, Himalaya y las montañas de China central. A diferencia de las aves eurosiberianas, montañeras facultativas, estas aves sí son montañeras obligadas. Se considera que se originan en las montañas de Asia y fueron colonizando la ristra montañosa hacia el oeste hasta llegar a las montañas europeas.

El área de distribución del treparriscos es el patrón clásico que siguen las aves montanas del Paleártico sudoccidental

Además de su distribución geográfica, todas estas aves tienen en común el hecho de explotar un mismo nicho ecológico: durante la primavera y el verano crían en prados y matorrales de montaña alimentándose de los abundantes insectos que pululan allí durante esa época del año, y nidifican en roquedos y grietas en paredes. Es decir, el tándem roquedal - prado montano por encima de los 1.000/1.500 metros de altitud es el hábitat en el que se mueven estas aves.

Lo segundo que tienen en común estas aves montanas es que en invierno todas ellas abandonan la alta montaña al no haber disponibilidad de insectos, y siguen dos patrones migratorios según las especies. El primer patrón es el de las aves que se limitan a bajar a las zonas de menor altitud cercanas, donde tienen disponibilidad de alimento e incluso se abren a consumir algo de materia vegetal (migración en altura), y el segundo patrón es el de las aves que pasan el invierno en zonas más alejadas como puede ser la costa mediterránea o el norte y centro de África. 

Acentor alpino en Sierra Nevada, en el hábitat preferido de las aves montanas: el roquedal de alta montaña

¿Son éstas las únicas aves que habitan las montañas ibéricas? evidentemente no. Existen muchas aves generalistas que, en la temporada apropiada, suben también a las montañas para explotar la fuente de alimentos que son los insectos, pero en esta crónica me centraré en hablarte de las que sí son especialistas de las montañas.

Es el momento, pues, de hacerte un pequeño resumen de las principales de estas aves representadas en nuestras montañas.

Las aves montañeras ibéricas

La chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus)

Este córvido es inconfundible por su pico amarillo. En Europa cría a altitudes de entre 1.260 y 2.880 metros, aunque en el Himalaya tiene el récord absoluto de ave que nidifica a mayor altitud: 6.500 metros. En la Península Ibérica se encuentra únicamente en Pirineos y Cordillera Cantábrica, donde se alimenta en general de todo, haciendo honor a la tradicional omnivoría de los córvidos. Durante el invierno se aproxima a zonas humanizadas para encontrar alimento en los desechos humanos. Son bien conocidas por los esquiadores al merodear en las estaciones de esquí para encontrar alimento en esta época del año. En España se encuentra su subespecie nominal.

Chova piquigualda en Nepal. Foto: Tim Holland

El treparriscos (Trichodroma muraria)

Ave muy dependiente de roquedos y paredes rocosas, donde se le encuentra entre los 2.200 y 3.000 metros de altitud, con una inconfundible forma de volar similar a la de una mariposa, y una forma de subir por las rocas y canchales apoyándose en las alas que le ha valido su nombre común. En la Península ocupa dos núcleos reproductivos, en la Cordillera Cantábrica central y en el Pirineo. En invierno descienden hacia zonas de menor altitud e incluso alejadas, pero dentro de la Península aunque no suelen alejarse más de 1.000 km de sus áreas de cría.

Treparriscos haciendo honor a su nombre. Foto: Christoph Morning

El Acentor alpino (Prunella collaris)

En la Península se reproduce en las zonas alpina y subalpina de la Cordillera Cantábrica, Pirineos, Montes de León, Sistema Ibérico norte, puntos del Sistema Central y en Sierra Nevada. Se ha registrado su cría entre los 1.800 metros y los 3.480 metros en el Mulhacén. En invierno baja a zonas de menor altitud y parte de la población emigra a otros países del sur de Europa y del Norte de África.

Acentor alpino en la Serra da Estrela, Portugal. Foto: António Gonçalves

El Escribano montesino (Emberiza cia)

Este pequeño y compacto paseriforme es menos dependiente de la alta montaña, y se distribuye en la Península en cualquier zona montuosa. Es más correcto decir que se encuentra ausente de las zonas llanas mesetarias y las cuencas fluviales. En las montañas del norte de la península se encuentra la subespecie nominal, mientras que en las de la mitad sur está la subespecie africana.

Escribano montesino. Foto: Daniel Petterson

El  roquero rojo (Monticola saxatilis)

Es una de las aves montanas más extendidas en la Península, pues cría en las montañas del reborde montañoso de la Meseta, los Pirineos, el Sistema Ibérico, las cordilleras costeras catalanas y también en las Cordilleras Béticas y Penibéticas, así como también en la Sierra de Tramuntana, en Mallorca. En la mitad norte ya se le encuentra a partir de 600 m de altitud mientras que en la mitad sur hay que esperar a los 1.000 metros para avistarle.

Roquero rojo

Bisbita alpino (Anthus spinoletta)

Es un ave de media y alta montaña, que en la Península cría en toda la franja montañosa que va desde el Norte de Portugal ininterrumpidamente hasta los Pirineos, así como en puntos del Sistema Ibérico norte y el Sistema Central, a altitudes de entre 1.300 y 2.800 metros. En invierno se refugia en valles y llanuras de cotas bajas, con una cierta querencia hacia lugares donde haya buena disponibilidad de agua como marismas, arrozales, prados encharcados, y orillas de embalses y cursos de agua.

Bisbita alpino. Foto: Tomás de la Flor

Gorrión nival (Montifringilla nivalis)

Anida en las zonas alpinas y subalpinas por encima de los 1.500/1.800 metros, estando distribuida en la Península en la Cordillera Cantábrica central y en el Pirineo. En España es un ave muy poco estudiada.

Gorrión nival. Foto: Jessica Peruzzo

El futuro de las aves montanas

El calentamiento global es una indudable amenaza para este tipo de aves, cuya abundancia en Europa ha caído en un 21% en las últimas dos décadas. La razón es sencilla: las temperaturas más elevadas favorecen que el bosque suba en altitud en las montañas, "comiéndose" los prados y matorrales alpinos y subalpinos que constituyen el hábitat donde estas aves encuentran los insectos de los que se alimentan en su época de cría. 

La ganadería extensiva de montaña es un aliado para las aves montanas

Ahora bien, la ganadería extensiva en áreas de montaña contribuía a mantener estos prados operativos, impidiendo que el bosque ganase terreno al prado, y allá donde la ganadería extensiva de montaña goza de buena salud, las aves montanas también gozan de prosperidad. Lo que sucede es que la progresiva desaparición de este tipo de ganadería se aduce también como uno de los factores que han influído en la caída de las poblaciones de aves montanas en Europa. Pero aquí habría que distinguir entre montañas donde los prados son "artificiales" y donde son "naturales". Me explico.

Allá donde el ganado pasta en prados que han sido ganados al bosque mediante tala desde tiempos inmemoriales, al desaparecer la ganadería el bosque se regenera de forma natural, recuperando lo que es suyo. Aquí, sería más o menos "natural" que las aves montanas desaparecieran, pues se trata de hábitats en cierto modo artificiales que antes no ocupaban al haber bosque. Otro asunto diferente son los prados naturales que el calentamiento global puede hacer desaparecer. Cierto es que el pastoreo del ganado mantiene a raya al bosque que trata de subir al prado, pero si desaparece esta ganadería entonces hay que recuperar y potenciar los herbívoros naturales de alta montaña, y tal vez cazarlos menos o nada en absoluto.

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