De Madrid al Pleistoceno: la fauna de las Terrazas del Manzanares

Querida hija:

Madrid es una de las pocas grandes ciudades del mundo donde hay verdaderos yacimientos arqueológicos y paleontológicos en pleno casco urbano. Pero los yacimientos conocidos como las Terrazas del Manzanares no se circunscriben sólo a la ciudad de Madrid, sino más allá, en realidad hasta el río Jarama. Poco conocidos del gran público, se trata de uno de los conjuntos de yacimientos pleistocenos más importantes y significativos de la Península Ibérica, y no en balde han sido considerados oficialmente como Bien de Interés Cultural en la Comunidad de Madrid. Como madrileña, debes conocerlos y a su magnífica fauna asociada, y luego recorrerlos conmigo. ¿Vienes?

Fauna del Manzanares en la Última Glaciación. Dibujo: Mauricio Antón

Generalidades

Antes de entrar en materia sobre los yacimientos concretos y su fauna fósil, quiero que entiendas primero qué son las terrazas del Manzanares y por qué se formaron.

Las terrazas del Manzanares son una serie de escarpes y escalonamientos situados a ambas márgenes Del Río Manzanares, y especialmente en su flanco Nor-nordeste donde son más escarpados y altos que en el lado contrario. Estas terrazas se extienden por todo el paso urbano del Manzanares por Madrid desde El Pardo hasta Villaverde, y luego en los términos municipales de Perales del Río, Rivas Vaciamadrid, Velilla de San Antonio, Arganda del Rey o San Martín de la Vega. ¿Cómo se formaron estas terrazas?

Valle del Manzanares en Rivas

Para ello, debemos remontarnos hace unos 66 millones de años, al comienzo del Cenozoico, cuando se produce la orogenia alpina, que formará las cadenas montañosas desde el Pirineo al Himalaya. En lo que hoy es la Península Ibérica, este movimiento de la placa africana contra la eurasiática fracturará el Macizo Hespérico formando una serie de cuencas sedimentarias entre las que se encuentra la Cuenca de Madrid, que inicialmente era endorreica, esto es, no tenía salida al mar. Aquí, el agua que escurría de las montañas en derredor se acumulaba en la parte más baja de la Cuenca, formando lagos y pantanos.

Finalmente, la presión de la placa africana acabó haciendo bascular hacia el Atlántico la Cuenca de Madrid y toda esa agua acumulada buscó y encontró una salida vaciándose toda esa agua con brío hacia el Atlántico. Es ahora cuando los actuales ríos Tajo, Manzanares (con sus afluentes Butarque, Abroñigal y Meaques) y Jarama se vuelven ríos con fuerte caudal que erosionan los sedimentos de la Cuenca, y hundiéndose en ellos.

Mapa de la zona paleontológica de las terrazas del Manzanares

Se forman así las terrazas: zonas elevadas por donde el río discurría en tiempos anteriores como efecto de su erosión del terreno. Conforme continúan los movimientos geológicos, el cauce del Manzanares se iba desplazando paralelamente hacia el Sur, dejando una nueva terraza de tal forma que las terrazas más altas son las más antiguas y las más bajas o cercanas al río las más modernas.

Evidentemente, había una gran variedad de fauna silvestre (y más tarde de humanos) que vivían junto a las orillas del río donde encontraban agua, refugio y alimento. Sucedía que de cuando en cuando algún animal moría ahogado, o quedaba atrapado en un barrizal y lo arrastraba una crecida, etc. La corriente fluvial lo arrastraba aguas abajo y, a veces, podía quedar varado en la orilla y cubierto por sedimentos de forma que se iniciaba un proceso de fosilización. Conforme pasaban los periodos geológicos, los restos de ese animal quedaban asociados a una terraza ya suspendida por encima del cauce del río. Ese es el origen de los yacimientos paleontológicos que se han ido descubriendo a lo largo de estas terrazas.

Algunos cerros testigo son restos de parte de dichas terrazas, compuestos por materiales más duros que los yesos circundantes, y quedaron como pequeñas colinas que jalonan estas terrazas: los Cerros de las Ánimas y de San Isidro en la ciudad de Madrid, Cerro Almodóvar en Vicálvaro, el Cerro de los Ángeles en Getafe, etc.

Proceso de formación de terrazas fluviales. Fuente: "Evolución geológica de la Península Ibérica", Berengaria Adame

La edad de las terrazas más antiguas que podemos ver hoy día está en 2,3 millones de años. Por tanto, estamos hablando de un registro geológico, arqueológico y paleontológico que abarca todo el Pleistoceno y lo que llevamos de Holoceno.

¿Cómo se descubrieron estos yacimientos?. Como te he dicho antes, los terrenos de estas terrazas son fundamentalmente yesos, margas, arcillas, sílex y abanicos fluviales por lo que la demanda de materiales de construcción que demandaba una ciudad como Madrid hizo que pronto se abrieran areneros y canteras por toda la extensión de estas terrazas. Fue en estos areneros y canteras donde aparecerían los restos paleontológicos.

Los comienzos de un yacimiento: el Cerro de San Isidro.

Existen crónicas árabes que aluden al hallazgo de extraños restos en lo que hoy es Madrid, que no podemos olvidar es de fundación árabe en la zona del escarpe sobre el Manzanares que hoy ocupan el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Concretamente fue en 856 cuando, con motivo de la construcción de los cimientos de la Muralla de la Almudena, el cronista And Almunia Al-Himyari escribe: "Al cavar, se halló una tumba que contenía un cadáver gigantesco de 57 codos de largo, es decir, de 102 palmos, desde la almohada que contenía la cabeza hasta la punta de los pies". Los especialistas piensan que podría tratarse de un mastodonte.

Y en el reinado de Felipe III (1598 - 1621) se hallan restos de elefante en la actual calle de Pérez Galdós: "apareció un colmillo tan enorme que los anticuarios dijeron no haber visto otro igual, juzgando ser procedente de algún monstruo antediluviano"

Como ya te dije antes, con la Revolución Burguesa y el inicio del crecimiento de Madrid, se abren canteras y areneros, uno de los cuales se llamaba el Tejar de las Ánimas, que está donde hoy está el Parque de San Isidro, delante de la ermita del mismo nombre, donde cada 15 de mayo vamos a coger agua de la Fuente Milagrosa del Santo, en el Cerro de San Isidro. 

Arenero del Tejar de las Ánimas. A la derecha, la Ermita de San Isidro

Justo detrás de la ermita, en el Cerro de las Ánimas, en 1847 el naturalista Mariano de La Paz Graells había descubierto los restos de un elefante, y habiendo llegado a oídos del ingeniero de minas Casiano Del Prado (1797 - 1866) la existencia de huesos de gran tamaño que se estaban encontrando en el arenero, en 1850 decide investigar en el Tejar de las Ánimas y le pide a Graells que le acompañe. Encuentra restos de dos elefantes que se asignaron al género Elephas y además industria lítica asociada.

El 30 de abril de 1862, Del Prado regresa al Tejar para excavar junto a sus colegas franceses Edouard Verneuil y Louis Lartet. Debes saber que fueron los franceses los pioneros de la moderna paleontología europea, y era "necesario" el aval de expertos franceses para certificar un yacimiento en aquella España acomplejada y cuya Ciencia estaba insegura y en mantillas. Los franceses encuentran restos de bifaces en sílex y datan los sedimentos donde se hallaron los elefantes en el Paleolítico Inferior hace 200.000 años.

Este yacimiento tiene una importancia extraordinaria, pues fue el tercer yacimiento del mundo tras otros en Francia y Gran Bretaña donde se certificó la antigüedad del humano del Paleolítico. El momento de mayor esplendor del yacimiento de San Isidro fue entre 1916 y 1931, cuando se realizaron las excavaciones más sistemáticas. La llegada de la República y la Guerra Civil paralizan los trabajos, que si bien se reanudaron en otros lugares de las terrazas del Manzanares, hacia 1927 se había considerado que el yacimiento estaba agotado, y en 1970 el Ayuntamiento de Madrid inaugura el actual Parque de San Isidro, quedando el yacimiento enterrado bajo él.

Detalle del Monumento al yacimiento de San Isidro, Parque de San Isidro, Madrid

En 1990 se inaugura un monumento que pone en valor dicho yacimiento, que de vez en cuando ha sido prospectado en tiempos modernos. Aquí se han encontrado restos de Cervus, de uro (Bos primigenius), Equus caballus y un elefante denominado Palaeoloxodon antiquus platyrhinchos que luego se descubrió que era una subespecie de Elephas antiquus, el elefante que Graells y Del Prado habían descubierto originariamente y que resultó ser un endemismo ibérico. Merece la pena que te hable un poco de este elefante, que volverá a aparecer más adelante en las terrazas del Manzanares.

Recreación de Palaeoloxodon antiquus

Hoy día la Ciencia conoce a este elefante como Palaeoloxodon antiquus. Habitó Europa y Asia occidental durante el Pleistoceno Medio y el Final hace entre 780.000 y 30.000 años, y era un elefante bastante grande pues alcanzaba una altura de entre 4 y 4,2 m y pesaba entre 11 y 15 toneladas. A pesar de su nombre en inglés "Elefante de colmillos rectos", la verdad es que los tenía curvados hacia adentro. Hasta 2007 se pensaba que este elefante era en realidad un subgénero fósil de Elephas (cuyo único representante actual es el elefante asiático), pero hoy se sabe que eran especies independientes, y Palaeoloxodon está mucho más relacionado con el actual elefante africano de bosque, Loxodonta cyclotis. Se cree que este elefante dio origen a las especies enanas que quedarían aisladas en islas del Mediterráneo.

Los nuevos yacimientos

Pasada ya la posguerra y con el dinero del "amigo" americano, la paleontología española reanuda sus trabajos y en 1953 se crea el Instituto Arqueológico Municipal de Madrid y el Museo Arqueológico De la Fuente del Berro. Pronto las Terrazas del Manzanares volverán a revelar sus secretos: en 1955, la Compañía Euskalduna de construcción de buques estaba ampliando la factoría que tenía en la carretera de Villaverde a Vallecas se descubre un colmillo de Palaeoloxodon antiquus y los cuernos y el cráneo de un uro.

Pero el mejor hallazgo se encontraría en abril de 1958, durante las obras de la vecina TRANSFESA, también en Villaverde, se encontró un esqueleto prácticamente completo de Palaeoloxodon , que ha pasado a la Historia con el nombre de "Elefante de Transfesa". Lo magnífico de su conservación dio fama al hallazgo, que fue publicitado por los medios de comunicación de la época, incluso en el NO-DO, puesto que fue el primer esqueleto completo de elefante encontrado en Madrid desde 1850, y también fue la primera excavación donde se hicieron estudios de vegetación.

Detalle de la portada de ABC del 16 de mayo de 1958, mostrando el hallazgo del elefante de Transfesa

Los restos del elefante estaban acompañados de herramientas humanas, además de ciervos y caballos. El esqueleto fue montado y expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, donde continúa hoy día. 

Al año siguiente, 1959, es una cantera de la Avenida de Andalucía la que muestra los restos de otro elefante, que debió ser un animal abundante en la Cuenca de Madrid durante el Pleistoceno Medio, que se denomina el "Elefante de Orcasitas", que mostraba dos magníficos colmillos completos. Por la misma época en el arenero de La Salmedina, en Rivas, se encontró un colmillo de mamut (Mammuthus sp.) de hace entre 127.000 y 100.000 años. El grueso de todos estos hallazgos se encuentran en el Museo de San Isidro, en Madrid.

El elefante de Orcasitas expuesto en el Museo de San Isidro, Madrid

Habría que esperar hasta 1971 cuando, una vez más, movimientos de tierra relacionados con la extracción de arenas en este caso por parte de la empresa Áridos S.A. cerca de la confluencia del Manzanares y el Jarama, en Arganda del Rey, arrojó restos paleontológicos, concretamente colmillos de elefante, nuestro ya viejo conocido Palaeoloxodon, y más tarde arrojó restos de Homo heidelbergensis, al parecer los homínidos más antiguos que se establecieron en lo que hoy es Madrid.

Este yacimiento pasó a conocerse como Áridos 1, y en 1976 se excavó en sus cercanías Áridos 2. Estos yacimientos tenían la particularidad de ser yacimientos in situ, es decir, los restos no fueron trasladados por fuerzas geológicas o hidrológicas, sino que fosilizaron en el mismo lugar. Un nuevo elefante encontrado en Áridos 2 arrojó una antigüedad de 400.000 años, en pleno Pleistoceno Medio. De la interpretación del yacimiento se ha deducido que los hombres de Heidelberg no cazaron a dichos ejemplares, sino que los carroñearon. En este caso, el esqueleto de este elefante, que se bautizó como "Miguelito", se expone en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares.

Reconstrucción de elefante antiguo en el Centro de Interpretación de la Laguna del Campillo, Rivas Vaciamadrid

Y los yacimientos no han dejado de descubrirse: en 1979, en el arenero de Adrián Rosa aparece nada menos que un rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), dando testimonio de lo más crudo de la Edad Glacial, en el yacimiento de Arroyo Culebro en 1991 aparecen restos de ciervo gigante (Megaloceros giganteus), mamut lanudo (Mammuthus primigenius) y ciervo rojo (Cervus elaphus).

Cada vez que hay obras en toda la vasta área de influencia de las terrazas del Manzanares, aparecen más restos fósiles: en 2007, en las obras de remodelación de la M30 aparecen, entre otras especies, restos del mastodonte Gomphoterium angustidens y del jabalí Bunolistriodon lockharti o el descubrimiento del yacimiento de Preresa, en Perales del Río, en 2012 con los consabidos restos de elefantes y mamuts, pero también con la novedad de la presencia del ciervo mediterráneo Haploidoceros mediterraneus, muy raro y sólo conocido de otros dos yacimientos, uno en España y otro en Francia. 

Reconstrucción de Haploidoceros mediterraneus dibujo: Mauricio Antón

Un no parar que cada día nos depara nuevos hallazgos en lo que se ha revelado como uno de los "puntos calientes" de la paleontología ibérica.

Más fauna de las terrazas del Manzanares

Otras especies que han sido documentadas en este maravilloso fresco pleistoceno son: el león de las cavernas (Panthera spelaea), el caballo salvaje Equus ferus torralbae, el asno salvaje E. hydruntinus, el rinoceronte Stephanorhinus hemitoechus, el ciervo Megaloceros matritensis, todos ellos con una edad comprendida hace entre 365.000 y 295.000 años, y más tarde la fauna del Glacial y la transición Pleistoceno/Holoceno donde ya aparecen mamíferos modernos como el ciervo rojo, el jabalí, el gamo y posiblemente también el bisonte de estepa.

Stepanorhinus hemitoechus, dibujo; Roman Uchytel


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