La Laguna de la Nava y su fauna. Un éxito del "rewilding" español

Querida hija:

Históricamente, los humedales han sido despreciados en nuestro país. Considerados lugares insalubres donde las fiebres azotaban a sus habitantes y tierras baldías desaprovechadas para la agricultura y la ganadería, todos los gobiernos españoles anteriores a 1978 los han drenado y desecado, destruyendo (hoy lo sabemos) unos magníficos sumideros de carbono y su explosiva biodiversidad asociada. La Laguna de la Nava fue uno de estos humedales, desecado finalmente en 1968. Pero la tenacidad de un ornitólogo y un grupo de entusiastas conservacionistas lograron resucitarlo en 1990 y recuperar su fauna, justo cuando más se necesitaba, demostrando una vez más que la Naturaleza se recupera rápido si se lo permitimos.. Esta es su historia.

Ánsares comunes llegando a la Laguna de la Nava. Foto: Ingolll

Cómo se destruye un humedal

Tierra de Campos es el corazón de la vieja Castilla. Una tierra llana, de clima continental y tapizada toda ella de cultivos de cereal de secano. Tú la recorres y parece que nunca hubo allí nada parecido a la naturaleza salvaje. Pero las apariencias engañan y en la Península Ibérica todos los ecosistemas esteparios albergan pequeñas cuencas endorreicas (o sea, sin salida) cuyas aguas, mayormente estacionales, acaban acumulándose en lagunas de diverso pelaje y tamaño. De todas ellas, en Tierra de Campos, la Laguna de la Nava era la mayor, y suficientemente grande (5.000 hectáreas en sus mejores tiempos) como para ganarse el sobrenombre de "Mar de Campos".

Plano de la antigua Laguna de la Nava, en 1941

Es interesante que conozcas la descripción que de ella hacía el Diccionario geográfico-estadístico de España y sus posesiones de Ultramar, de Pascual Madoz, en 1852:

"...ocupando 2.800 obradas de terreno, las cuales forman una laguna de gran consideración...En los inviernos muy lluviosos la laguna tiene sobre 6 pies de agua de profundidad: así como en los que vienen poco cargados de lluvia se ve poco enjuto el suelo y cubierto de yerba"..."La Nava produce ricos y abundantes pastos donde se mantienen todos los años más de 20.000 cabezas de ganado lanar, vacuno, mular y caballar"..."sirve de asilo, y particularmente en invierno, a infinidad de especies de aves acuáticas y de formas variadas, entre las que se ven gansos de tres clases, patos de otras tantas, zarcetas, búhos, cuyo graznido se parece al mugido de los toros, vencejos de agua, zarapicos y otras aves sumamente vistosas y desconocidas en los demás del país"

Esta laguna se encontraba en los términos municipales palentinos de Grijota, Villaumbrales, Becerril de Campos, Villamartín de Campos, Mazariegos y una zona denominada "Cabritones" con una segunda laguna situada muy cerca, en Fuentes de Nava. Cuando llovía mucho estas dos lagunas llegaban a unirse. En la descripción de Pascual Madoz queda claro que es una laguna estacional: se llenaba con las lluvias de otoño, invierno y primavera y se secaba, o casi, durante el verano. Y también llamaba la atención entonces sobre la enorme y variada concentración de aves que encontraban allí refugio y alimento durante sus pasos migratorios. Además, los pastos generados por las crecidas de la laguna beneficiaban a la ganadería local. ¿Qué podía salir mal?

Ubicación de la Laguna de la Nava

Pues lo que salió mal fue ese picor que los gobernantes españoles siempre han tenido hacia los humedales, que para ellos se resumía en "fiebres y tierras desaprovechadas". Les daba igual lo que pensaran los habitantes de la zona. Había que demostrar que el ser humano "dominaba" a la Naturaleza y por decreto ley había que desecar esas lagunas. Y es curioso cómo en nuestro país cuando se trata de destruir la Naturaleza hay una curiosa unanimidad en regímenes monárquicos y republicanos, conservadores y progresistas. Porque todos ellos realizaron diversos intentos de desecar esta laguna, los más antiguos en el siglo XV y en el reinado de Felipe II.

Los intentos modernos fueron en 1801, 1815, 1831, 1858, 1926 y 1934. Todos estos intentos fracasaron por diversas razones: guerras, revoluciones, concesiones caducadas, oposición de la población local que acababa destruyendo las obras puestas en marcha para drenar la laguna, disputas sobre propiedad de las tierras que se iban a "liberar" y el mantenimiento de las obras de desecación...y un largo etcétera. Tras cada intento de desecación, las condiciones naturales se imponían y la laguna volvía a rellenarse y recuperarse.

Aves sobrevolando la Laguna de la Nava. Foto: El Norte de Castilla

Sería el franquismo quien finalmente empezó el proyecto de desecación en 1949 y lo culminó desgraciadamente con éxito en 1968. Adiós a cientos de miles de años de un humedal lleno de vida que a nadie molestaba excepto a unos políticos que vivían muy lejos de Tierra de Campos. Además, el "aprovechamiento" de las tierras de cultivo donde antes estaba la laguna fue absolutamente ajeno a la idiosincrasia del territorio, pues se pusieron en regadío en un lugar donde el cultivo de secano es el más lógico y tradicional, y en ganado vacuno para leche, más exótico aún en una región más ovina que otra cosa. Lo más irónico fue que la destrucción de la Laguna de la Nava no sirvió para detener el proceso de abandono rural de la comarca. A pesar de los flamantes cultivos de regadío y las vacas lecheras, los paisanos "votaban con los pies", hacían las maletas y se marchaban a Madrid o a Barcelona. Al igual que los patos y los gansos volaron para no regresar.

Un ejemplo más de cómo la destrucción de la Naturaleza no trae la cacareada riqueza sino más pobreza aún.

Pero no todo estaba perdido. Sucedió un milagro.

Cómo resucitar a un muerto

No todo el complejo lagunar fue desecado. Se mantuvo en pie la laguna de Cabritones, en Fuentes de Nava, 500 ha que se inundaban periódicamente para generar pastizales que eran aprovechados por el ganado ovino local, a la vieja usanza. Y fíjate lo agradecida que es la Naturaleza cuando le das un poquito de espacio, que incluso esa pequeña laguna bullía de aves en los periodos en los que permanecía inundada.

Hacia finales de los años 1980, el naturalista local Fernando Jubete observaba las aves que se concentraban en esta pequeña laguna temporal y concibió el loco proyecto de resucitar la antigua Laguna de la Nava. Para ello contactó con algunas personas a quienes el proyecto les sedujo: José Luis González, Juan Carlos del Olmo, Magdalena Bernues, José Jiménez, Luis Mariano González, Bárbara Sotolargo, Antonio Troya y Cosme Morillo. Todos ellos consiguieron recaudar fondos y realizar unas mínimas obras gracias a las cuales el 15 de marzo de 1990 se pudieron inundar las primeras 60 hectáreas de la antigua Laguna de la Nava. A los pocos días de recuperar este pequeño trozo de laguna, las aves acudieron a ella.

Vista aérea de la Laguna de la Nava reconstruida

En 1990 la mentalidad española había cambiado mucho hacia la Naturaleza y ya se veía la necesidad de recuperar espacios anteriormente destruidos. Por eso, a finales de 1990 los promotores de la recuperación de la Laguna de la Nava presentaron un proyecto oficial a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León que fue aprobado y el proyecto contó desde entonces con apoyo y financiación oficial (autonómica y europea), y desde 1993 con la gestión técnica de la Fundación Global Nature, que desde entonces ha realizado toda la gestión científica y educativa de la resucitada laguna.

Actualmente la superficie recuperada de la Laguna está en torno de las 400 hectáreas, y por el momento su funcionamiento es artificial, tratando de imitar los ciclos de la Naturaleza: en la temporada de lluvias, se abren las acequias que rellenan la laguna para que las aves puedan ocuparla y para que la vegetación original acuática se vaya recuperando temporada tras temporada, y se reserva una parte del humedal para regenerar pastos para el ganado como se hacía tradicionalmente, lo que también beneficia e implica a la población local para que el proyecto sea un éxito.

Laguna de Boada

No sólo se ha recuperado la Laguna de la Nava sino que también se incluyeron en el proyecto otras dos pequeñas lagunas vecinas que también fueron desecadas: en 1998 se recupera la Laguna de Boada y en 2004 la Laguna de Pedraza. Todas ellas cuentan ya con su propia población de aves invernantes. 

La recuperación de estas lagunas ha supuesto el poner en marcha nuevos puestos de trabajo con otro tipo de ingresos para la población local: guardería, educación ambiental, servicios a los científicos y técnicos que cada temporada trabajan en las lagunas, y por supuesto las empresas que se ocupan de la construcción y el mantenimiento de las obras hidráulicas necesarias para la existencia de la laguna.

Laguna de Pedraza de Campos

La gestión hídrica del humedal es compleja: primero hubo de calcularse el monto de agua que se necesita cada temporada para inundar la laguna y dimensionar las instalaciones hidráulicas para ello. Luego, se realizan dos inundaciones, la primera de ellas coincidiendo con el otoño meteorológico para asegurar el encharcamiento imprescindible para las aves invernantes y facilitar así la migración de las aves y la segunda inundación se realiza a finales del invierno coincidiendo con la migración hacia el Norte y el comienzo del periodo de nidificación. Cada temporada se planifica la cantidad de agua en función de las precipitaciones del año. En verano se deja secar la laguna, imitando su funcionamiento estacional natural. La profundidad máxima de la laguna es de 40-50 cm.

La fauna de la Laguna de la Nava

Y vaya si volvieron las aves a la renacida laguna. Actualmente se han censado nada menos que 250 especies de aves (102 acuáticas, 41 de ellas incluidas en la Directiva de Aves de la UE) que usan esta laguna en sus pasos migratorios y en la invernada. ¿Cuáles son sus valores faunísticos?

Para empezar, el complejo Nava-Boada se ha convertido en el tercer lugar de España en importancia para la invernada del ánsar común (Anser anser), anátida que es el ancestro salvaje de las ocas domésticas y que realiza su cría en una amplia franja eurasiática que va de las Islas Británicas hasta Manchuria, y que inverna desde la Península Ibérica hasta el sur de China. En España las otras dos grandes áreas de invernada de este ánsar son Doñana y el Delta del Ebro. Estamos hablando de concentraciones invernales de entre 10.000 y 16.000 individuos sólo en Nava-Boada y es uno de los emblemas de esta Laguna (declarada zona ZEPA y Lugar de Importancia Comunitaria).

Ánsares comunes pastando en los campos circundantes de la Laguna de la Nava. Foto: www.ojolince.com

El otro gran protagonista de la Laguna de la Nava es un pequeño paseriforme de la familia Sylviidae, verdadera rareza mundial: el carricerín cejudo (Acrocephalus paludicola), que cría en una restringida área de Europa: Bielorrusia, Polonia, Lituania y Ucrania y que inverna en Mali (especialmente en el Delta Interior del Níger) y Senegal. Es un pájaro insectívoro que necesita pantanos con vegetación helófita (que nace en el agua) y herbazales húmedos. En su migración posnupcial (o sea, en dirección a África), pasa por la Península Ibérica y la Laguna de la Nava se ha convertido en uno de sus más importantes lugares de paso y descanso. 

Carricerín cejudo. Foto: Diario Palentino

Pero sólo pasa por aquí en la migración otoñal, ya que durante la primaveral utiliza una ruta más oriental, por los humedales de la costa mediterránea. Es importante esto porque tanto la IUCN como el Libro Rojo de los Vertebrados de España lo clasifican como "Vulnerable". Curiosamente la primera referencia de la presencia de este pajarillo en España data de una cita de José Antonio Valverde en 1952 con lo que parece ser un visitante relativamente moderno de nuestras tierras.

Además del carricerín cejudo y el ánsar común, el tercer gran grupo de aves presentes en la Laguna de la Nava que tengo que destacarte son aves que están clasificadas como "vulnerables" o "en peligro" en nuestro Catálogo de Especies Amenazadas, y para las cuales la existencia de humedales como La Nava es vital. Estas especies son: ánsar chico (Anser erythropus), muy raro en España,  barnacla cuelliroja (Branta ruficollis), malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), cigüeña negra (Ciconia nigra), cerceta común (Anas creca), ánade rabudo (A. acuta), avetoro (Botaurus stellaris), espátula común (Platalea leucorodia) y el fumarel cariblanco (Chlidonias hybridus).

Otras especies notables que usan la laguna son, por ejemplo, el ánade friso (A. strepera), la cuchara común (A. chypeata), el avefría europea (Vanellus vanellus), el chorlito dorado (Pluvialis apricaria), la focha común (Fulica atra), la cigüeñuela (Himantopus himantopus) o la garza imperial (Ardea purpurea).

Ánade rabudo en la Laguna de la Nava. Foto: GrahamC57

Pero también en la región esteparia de las lagunas de la Nava, Boada y Pedraza se encuentran aves terrestres como el sisón (Tetrax tetrax), con una población conocida en la zona de entre 40 y 50 machos, la avutarda (Otis tarda), con 779 ejemplares o sea, el 8% de la población castellano-leonesa, 1-2 parejas reproductoras de aguilucho pálido (Circus cyaneus), 33 parejas de cernícalo primilla (Falco naumanni), de importancia internacional, y 20 parejas de aguilucho lagunero (Circus aeroginosus).

Avutardas en la zona de la Laguna de la Nava. Foto: Itziar Gutierrez

En conclusión

El "rewilding" es una tendencia a nivel europeo y mundial que propugna la recuperación de espacios naturales y sus especies. La pérdida de biodiversidad es un desastre de proporciones catastróficas porque influye directamente en el funcionamiento y existencia de muchos ecosistemas. Está demostrado que un ecosistema completo con su máxima biodiversidad almacena mucho más carbono atmosférico que, pongamos por caso, un campo de cultivo. Muchas veces se nos "vende" la idea de que la destrucción de la naturaleza es condición necesaria para alcanzar el "desarrollo" económico (entendido como crecimiento ilimitado y como producción y consumo de productos y servicios). Pero esto es una gran mentira, como atestiguan los miles de campesinos de Tierra de Campos que hacían las maletas mientras les desecaban la Laguna para "venderles" desarrollo.

La recuperación de la biodiversidad es un camino obligatorio para arreglar el planeta

Por eso la recuperación de humedales y de especies animales asociadas a él no es sólo una cuestión moralmente justa sino egoístamente beneficiosa para el ser humano ya que los humanos vamos a ser los grandes beneficiarios de la recuperación de espacios y especies, una poderosa arma para mitigar el calentamiento global y para traernos una mejor calidad de vida basada en otro modelo de desarrollo, no basado en el consumo de cosas sino en el disfrute de la vida. Cosas que no van siempre unidas.

Particularmente me causa más satisfacción contemplar el atardecer en la Laguna de la Nava mientras escucho el canto de los machos de carricerín cejudo que poseer un coche o dos televisores.

Otra gran enseñanza de la historia de la laguna de la Nava fue que su recuperación partió de la propia sociedad civil, de un grupo de personas que no se conformaban con asistir de forma muda a cómo se arrasaba la Naturaleza. Adoptaron una visión pragmática: decidieron no gritar tras una pancarta sino actuar: reunir fondos, pagar obras, buscar subvenciones y ayudas y realizar un proyecto que las Administraciones podían asumir.

Ése es el camino.

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