Los "Brumbies": ¿plaga o herencia cultural?

Querida hija:

Australia está divida por una acerba polémica protagonizada por los caballos asilvestrados que corren por todo el continente, pero especialmente por los que se encuentran en los Alpes Australianos. Por un lado, científicos y especialistas preocupados por los daños que estos caballos provocan en el muy específico y único medio ambiente australiano, que propugnan su extirpación o severo control, y por otro lado los animalistas, que esgrimen argumentos lacrimógenos y sentimentales para protegerlos aduciendo sobre todo el argumento de que forman parte de la herencia cultural e histórica de Australia. ¿Quién tiene razón? como siempre, a veces las cosas no son ni blancas ni negras sino que hay una gama de grises en medio. Pero, ante todo, ¿quiénes son los brumbies y de dónde salieron?

"Brumbies" en las Snowy Mountains

¿Quiénes son los Brumbies?

El ser humano siempre ha tenido una especial conexión con el caballo. Éste es el último gran animal en ser domesticado, hace unos 5.500 años y, salvo algunas excepciones no demasiado extendidas, no fue seleccionado para comérselo sino para labores de trabajo, transporte y guerra, al igual que perros y gatos, que no se comen salvo excepciones muy raras. El caballo, además, es junto con el gato, el animal doméstico más cercano a su ancestro silvestre lo que ha facilitado históricamente su posterior asilvestramiento.

En efecto, lo que comúnmente llamamos "caballo salvaje" no es más que un caballo de ancestro doméstico que por diversas circunstancias se ha re-asilvestrado. El caballo silvestre originario desapareció por las sucesivas capturas de ejemplares que hacían los humanos para domesticarlo. El caballo reasilvestrado más antiguo es el caballo de Przewalski, que durante mucho tiempo fue considerado genuinamente silvestre, aunque ecológicamente sin duda realiza ese papel.

Los europeos llevaron el caballo doméstico a todos los continentes donde no vivían caballos originariamente: a América con los conquistadores españoles (aunque en América hubo caballos salvajes, se extinguieron mucho antes de la llegada de los humanos), también los introdujeron en África del Sur y en tiempos de la conquista británica, en Australia y Nueva Zelanda. En todos los lugares donde los europeos introducen el caballo, sin excepción ninguna se dieron escapes y abandonos de caballos, que acabaron formando poblaciones de caballos asilvestrados.

Caballos del desierto, Namibia

Así, en América del Norte surgen los mesteños o mustangs, tan famosos en la Conquista del Oeste, y de los que ya te hablé en esta crónica. En Namibia están los caballos del desierto, los cimarrones en Argentina, los Kaimanawa en Nueva Zelanda, y los Brumbies de Australia, que son los protagonistas de esta crónica.

Los caballos fueron llevados a Australia ya con la Primera Flota colonizadora, en 1788. Debes comprender que en aquella época el caballo lo era todo: se usaba para transporte y acarreo y para trabajos de granja y pastoreo. Sus crines se aprovechaban también, y cuando los naipes venían mal dados, era posible sacrificar al animal y comer su carne. Por eso el caballo formó parte de la construcción de la Australia colonial desde el minuto uno, dada la enorme dependencia que del caballo tenía entonces la civilización occidental. Los orígenes de estos caballos eran muy diversos y heterogéneos: capers sudafricanos, Clydesdale británicos, caballos de paseo, de trote, militares, etc.

Hacia 1800 había unos 200 caballos en Australia, y en 1810 se popularizan allí las carreras de caballos con lo que se empiezan a importar purasangres ingleses para ello. En 1820 había unos 3.500 caballos y para 1850, en vísperas de la Fiebre del Oro, había ya 160.000 caballos australianos cuyo crecimiento ya era más debido al crecimiento natural de la población que a nuevas importaciones. El largo y duro viaje desde Europa seleccionó a los caballos australianos, que se hicieron pronto fuertes y resistentes. Y, al igual que sucedió en todas partes donde el caballo había sido introducido, pronto en Australia se registraron caballos escapados o abandonados. Este proceso no se ha detenido nunca y los caballos siguen escapándose o abandonándose en tiempos recientes.

"Perdidos en el monte australiano". E.F. Brentnall, siglo XIX

Los primeros caballos escapados en Australia se registran en 1804, y curiosamente en ese mismo año el sargento James Brumby, que tenía una propiedad en Mulgrave Place, Nueva Gales del Sur, abandona allí sus caballos cuando fue trasladado a Tasmania. Me pregunto por qué no los vendió. En cualquier caso, una  de las interpretaciones del nombre brumby que se aplica a los caballos asilvestrados australianos es la que viene del nombre de dicho sargento. La otra interpretación es que proviene del vocablo pitjara (del Sur e Queensland) baroomby, que significa "salvaje" en dicha lengua.

El término pronto se popularizó en Australia y la primera mención escrita aparece en 1871 en el periódico de Queensland The Maitland Mercury and Hunter River General Advertiser. El término era claramente peyorativo pero diversas colonias empezaron a disputarse su origen, sosteniendo la revista The Australasian de Melbourne en 1880 que era un término de Queensland,  mientras que en 1885 otra revista, Once a Month, defendía en 1885 que era una palabra acuñada en Nueva Gales del Sur. Por su parte, en 1894 Banjo Paterson, el no oficial "poeta nacional" australiano aseveraba que se trataba de un término aborigen. Volveré luego sobre este poeta, fundamental para entender el actual conflicto.

Pero disquisiciones filológicas aparte, lo cierto es que los australianos tenían claro que los "Brumbies" eran ante todo un recurso económico muy valioso que no se podía desaprovechar. Por eso a los Brumbies se les cazaba a lazo para re-domesticarlos, aprovechar sus crines, su carne, su trabajo o simplemente se les mataba porque una vez asilvestrados se convertían en competidores del ganado doméstico en pastos y agua. El bushman australiano, el granjero que se las veía con un entorno muy duro, no era un ser sentimental y si tenía que salir lazo y escopeta en mano para capturar caballos salvajes y luego venderlos o convertirlos en solomillo, pues lo hacía. Y nadie le disputaba su derecho a hacerlo.

"Disparando caballos salvajes", Samuel Calvert, 1889. Biblioteca Estatal de Victoria

A pesar de ello los Brumbies prosperaron en Australia y acabaron extendiéndose prácticamente por todo el territorio: los puedes ver galopando en medio de la nieve en los Alpes Australianos, levantando nubes de polvo en los desiertos centrales o pastando en los pantanos de Kakadu en el Norte tropical. Hoy día Australia cuenta con la mayor población mundial de caballos asilvestrados, con un total aproximado de 400.000 ejemplares según cifras oficiales, y se concentran mayormente en el Territorio del Norte, en Queensland y en Australia occidental. Es imposible extirparlos: en los años "buenos", su población puede crecer en un 20% anual pero en los años de especial sequía, mueren por cientos de hambre. Literalmente.

En verde, distribución actual de los caballos ferales en Australia

El conflicto. ¿Qué hacemos con los Brumbies?

Para entender este conflicto, debes fijar tu atención en una zona donde se encuentran a la vez los Brumbies más famosos y más polémicos de Australia: las Snowy Mountains, único ecosistema alpino australiano, situado a caballo (nunca mejor dicho) entre Nueva Gales del Sur y Victoria, y cuyo Parque Nacional más emblemático, Kosciuszko, está a tiro de piedra de la Capital Federal Canberra, una ciudad con una enorme afición y cultura hípicas.

La época es el final del siglo XIX. Australia se encuentra en busca de una identidad nacional diferenciada de la Madre Patria Gran Bretaña. Se halla dividida en colonias independientes entre sí y si Gran Bretaña quiere unirlas en la gran Federación que finalmente cuajará en 1901, la mentalidad social debe evolucionar desde una mentalidad colonial a un sentimiento nacional australiano. Aquí fue fundamental la labor del poeta Andrew Barton "Banjo" Paterson (1864 - 1941). Paterson se convirtió en el escritor del outback, que narraba la dura vida del granjero, el bushman y el ganadero australiano, un personaje común a todo el continente y que todo el mundo conocía y podía entender. En 1895 compone Waltzing Matilda, una balada rural a la que se puso música y que se convirtió en el himno no oficial de Australia.

The Man from Snowy River, de "Banjo" Paterson

Pero sería en 1890 cuando Banjo Paterson compone su poema The Man from Snowy River, donde se narra cómo un hombre se lanza al monte para tratar de recuperar un caballo de su propiedad, ganador de premios en carreras de caballos, y que se había escapado a las Snowy Mountains para unirse a una manada de Brumbies. Este poema se convirtió en una epopeya rural con la que conectó toda la nación. Incluso se hizo una conocida película (en Australia, claro) en 1982. Lo que hizo Paterson fue mitificar a los Brumbies de Snowy Mountains, hacerlos famosos y sobre todo, unirlos a la epopeya nacional australiana (al menos desde el punto de vista británico, claro). Muchos australianos empezaron a mirar a esos caballos de otra forma, encarnando valores de libertad e indomabilidad. El mito estaba servido.

Y la cosa no termina ahí. Una vez pasada la Segunda Guerra Mundial, la escritora Elyne Mitchell (1913 - 2002) dio otra vuelta de tuerca al mito al publicar en 1958 la novela Silver Brumby, que narra las aventuras de Thowra, un Brumby blanco de Snowy Mountains que trata de convertirse en líder de una manada. A partir de ahí, Mitchell publicó toda una serie de populares libros infantiles y juveniles que forman la serie Silver Brumby, con su cortejo de películas y series de animación. Esta serie de novelas y personajes son muy queridos en Australia. 

The Silver Brumby, de Elyne Mitchell

Por eso, cuando las autoridades de Nueva Gales del Sur decretaron en 2018 que los 6.000 Brumbies que habitaban en el Parque Nacional Kosciuszko debían ser disparados desde helicópteros para reducir su número en un 90%, la mitad del país se levantó en armas: ¿Cómo era posible que quisieran ametrallar a Silver Brumby, nuestro héroe de la infancia?

La otra cara de los Brumbies

En Australia no sólo hay granjeros y pastores. Con el tiempo los científicos empezaron a entender el muy especial y original medio ambiente australiano. Un continente donde los únicos mamíferos placentarios eran los murciélagos, los leones marinos y los ratones múridos. Donde los grandes herbívoros marsupiales habían desaparecido con los cambios climáticos del Holoceno y donde sólo los canguros realizaban un papel ecológico similar al de los antílopes pero en menor escala. La vegetación australiana se adaptó a una presión herbívora muy ligera y a un clima cada vez más árido.

"Brumbies" en el Parque Nacional Kosciuszko. Foto: Greg Nelson

En ese sentido las introducciones de caballos, vacas, ovejas, cerdos, búfalos, ciervos, conejos, etc...supusieron un desastre ecológico en Australia, que los científicos pusieron de manifiesto en la época en la que se hacían populares en Australia las novelas de Silver Brumby. La enorme presión sobre la vegetación local de los millones de herbívoros europeos que invadieron Australia produjeron una mayor aridificación de un continente ya de por sí árido. Y eso supuso la extinción de muchos mamíferos autóctonos australianos, incapaces de sobrevivir sin la cobertura vegetal que caballos, dromedarios, vacas y ovejas les arrebataban en una competencia imbatible.

En la segunda mitad del siglo XX los ecólogos toman conciencia sobre las complejas redes tróficas y ecológicas que ligan unos seres a otros, y cómo los problemas ecológicos se van produciendo en cascada. Los ecólogos fijan su atención en el único ecosistema alpino que existe en Australia: las Snowy Mountains y el Parque Nacional Kosciuszko, que había sido establecido en 1967. Y lo que observan les inquieta. En un estudio realizado en 2019: Impact of feral houses in the Australian Alps and evidence based solutions, los ecólogos ponen de manifiesto que:

- Los caballos pisotean los pantanos y turberas, convirtiéndolos en barrizales

Márgenes de un arroyo destrozados por caballos silvestres

- Cuando acuden a abrevar en los arroyos, destrozan los márgenes y provocan turbidez en las aguas al disolver barro en ellos e incrementando la sedimentación en suspensión en aguas antes claras.

- Al pisotear la vegetación, reducen la altura protectora que ésta proporciona a la nidificación y refugio de muchas especies animales.

- Al pastorear vegetación no adaptada a los herbívoros, se produce la reducción de cobertura vegetal del suelo y aparecen calvas en el suelo, que luego se erosionan con las lluvias y produciéndose pérdida de suelo.

Todo esto se ha traducido en la puesta en peligro de especies únicas en el mundo como el pez galaxias de montaña (Galaxias tantangara), la rana corroboree del Norte (Pseudophryne pengillely), el escinco de montaña (Cyclodomorphus praealtus), el escinco alpino acuático (Eulamprus kosciuskoi), el escinco Guthega (Liopholis guthega), la rata de dientes anchos (Mastacomys fuscus) o el possum pigmeo de montaña (Burramys parvus), único mamífero australiano exclusivamente alpino.

Rana corroboree del Norte

Para los científicos y las autoridades australianas no hay más solución: extirpar los caballos, ya que caballos los hay en todo el mundo, pero en las Snowy Mountains hay especies que, si se exterminan, desaparecerán de la faz de la Tierra ya que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.

Pero los animalistas se oponen. Protestan y ponen demandas judiciales para paralizar los programas de control de caballos ferales además de amenazar de muerte a los Rangers que están encargados de ejecutar medidas de control de poblaciones. Curiosamente, el sistema de control poblacional consistente en disparar a los caballos desde helicópteros es algo que se lleva haciendo en el Territorio del Norte y en Australia occiental durante muchos años sin que nadie protestara por ello. Seguramente por tratarse de un lugar remoto donde no hay animalistas. Qué diablos, ni siquiera casi hay seres humanos. Pero las Snowy Mountains están en medio de la Australia más urbanizada: cualquiera se puede apuntar en Canberra a una actividad al aire libre en las Snowy Mountains y los brumbies simplemente se te cruzan delante, en la carretera. Eso, y la carga mítica y sentimental de la que ya te hablé.

Encima, hubo un escándalo cuando en el año 2000 se mataron por este método 606 caballos en el Parque Nacional Guy Fawkes, en Nueva Gales del Sur y se comprobó que muchos animales agonizaron cruelmente al no haber sido abatidos al primer disparo. Los defensores del método alegan que es mucho más cruel dejar que cientos de caballos mueran de hambre cuando superan la capacidad de carga del medio en años de sequía, y que los métodos como la captura en trampas es muchísimo más lento.

Possum pigmeo de montaña

Total, que se produjo una batalla moral, política y cultural en Australia. El problema de los animalistas es que empatizan mucho con los animales domésticos pero les importan un bledo los animales salvajes que pueden extinguirse por culpa de los domésticos. Más que "animalistas" habría que denominarlos "domestiquistas", Además, han recurrido a dos mentiras para defender su causa:

- Dicen que no hay estudios que demuestren los daños ecológicos que se atribuyen a los brumbies. Como acabo de mostrarte antes, esos estudios sí existen.

- Dicen que los brumbies han contribuido al esfuerzo de guerra australiano en la Guerra Bóer y en la Primera Guerra Mundial, lo que convierte a los brumbies en un patrimonio histórico. Pero todos los historiadores y especialistas coinciden en que los caballos militares australianos eran walers, una raza caballar autóctona de Nueva Gales del Sur, y que los brumbies no tuvieron presencia militar.

Ahora bien, para ser ecuánimes hay que reconocer que los animalistas tienen razón en un punto: si de verdad queremos conservar el único ecosistema alpino australiano de nada sirve extirpar los caballos mientras las truchas exóticas importadas para los pescadores estén indultadas en aras del "turismo pescador" (y se ha demostrado que dichas truchas han contribuido a la extinción de especies locales), o que se permitan presas hidroeléctricas en la zona, o los "resorts" donde los australianos van a esquiar en invierno. Hay verdad en ello.

Por otro lado, en las Snowy Mountains se produce un problema que es universal: el de un mundo rural que se siente ninguneado por un ejército de "gestores" y "administradores" universitarios que les ha arrebatado el "control" de un territorio sobre el que ellos fueron amos y señores desde el tiempo de la colonización británica. Por eso los paisanos de las Snowy Mountains suelen simpatizar con el punto de vista de los animalistas, más que nada por tocarle las narices a esos pisaverdes universitarios que jamás (desde su punto de vista) se han manchado las manos de barro.

Animalistas se manifiestan en Melbourne contra la matanza de brumbies

Lo que me lleva a reflexionar. ¿Es de verdad necesario matar a esos caballos? 

En los EEUU los caballos mesteños fueron declarados "patrimonio histórico" en 1971, si bien no causan tantos daños ecológicos dado que el medio ambiente norteamericano sí evolucionó con grandes herbívoros. Pero lo que hacen en los EEUU no es matarlos (salvo casos muy concretos) sino reunirlos periódicamente, capturarlos y subastarlos a particulares. ¿No se podría hacer lo mismo en Australia? al fin y al cabo es un país anglosajón con la misma cultura hípica y donde no debería haber ningún problema en reubicar estos caballos en granjas y explotaciones privadas.

Brumbies en el Parque Nacional Kakadu, Territorio del Norte

Mientras tanto, hace muy poco (el mes pasado), El Tribunal Supremo han dado la razón a las autoridades sobre los animalistas tras años de batallas judiciales y victorias y derrotas parciales para ambos bandos y en principio parece que el plan de disparar a los brumbies del Parque Nacional Kosciuszko seguirá adelante. Veremos qué pasa.

MÚSICA RECOMENDADA: Bruce Rowland - The Man from Snowy River


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