Mar y Montaña (y III). La fauna de las Islas Chafarinas.

Querida hija: 

Con esta crónica, termino la pequeña serie que he dedicado a la fauna de los pequeños archipiélagos españoles, y lo hago con el archipiélago más desconocido de todos ellos: las Islas Chafarinas. Tan desconocido, que la mayoría de la población española se enteró de su existencia (y que pertenecía a España) cuando, en 1995, saltó a los medios de comunicación el caso de Peluso, la foca monje refugiada en las Chafarinas que se encontraba aprisionada por una red de pesca que le cortaba la respiración, y que fue salvada por una operación liderada por el Ejército español. 

Vista general de las Islas Chafarinas

Posteriormente, una película española, Morirás en Chafarinas, terminó de “popularizar” este minúsculo archipiélago español. Vamos a conocer su interesante y valiosa fauna que, como sucede en todos nuestros archipiélagos, es a la vez marítima y terrestre. 

Las islas de los delincuentes. 

El archipiélago de las Chafarinas ocupa una exigua superficie de 0,75 km2 y consta de tres islas llamadas, de Oeste a Este Isla del Congreso, Isla de Isabel II e Isla del Rey Francisco. Son restos de antiguos edificios volcánicos, al estilo de las Columbretes, y están situadas a 48 kilómetros al Este de Melilla y a la vista del Cabo del Agua (o Ras el-Ma), q ue es territorio continental africano, muy cerca de la desembocadura del Río Muluya. Su clima es mediterráneo, con una temperatura media anual de 16ºC y una precipitación media de 300 mm. 

Situación de las Islas Chafarinas

El nombre “Chafarinas” parece derivar del árabe Xafarin, que significa tanto “delincuente” como “criminal”, haciendo referencia a que siempre fueron apostadero para piratas, contrabandistas y, en general, refugio de marineros ante los temporales marítimos. La primera mención histórica de estas islas se cree que se encuentra en el “Itinerario de Antonino”, del siglo III, donde se describen las vías de comunicación del Imperio Romano. Allí, se piensa que las llamadas ad tres insulae, pudiera referirse a las Chafarinas. 

Los árabes que invadieron y ocuparon el Norte de África las nombraron como Yesirat Muluya (las Islas del Muluya) por la cercanía de este río, y más tarde Yesirat Qebdana. No será hasta 1743 cuando se produce el primer reconocimiento de estas islas por parte de los españoles, concretamente por el Marqués de la Victoria, a bordo del San Fernando. La pacífica existencia de estas islas empezó a cambiar cuando los franceses desembarcan en Argelia en 1830 y se anexionan toda la costa. El Gobierno español ve amenazados sus intereses en la costa marroquí y, en uno de los primeros grandes éxitos del espionaje español, se logra saber que las autoridades francesas planean anexionarse las Chafarinas. 

Mapa de las Islas Chafarinas

Por tanto, cuando el Gobernador de Melilla informa, el 11 de noviembre de 1847, que el vapor francés Veloz ha sido visto inspeccionando las islas, el Gobierno español dicta el 10 de diciembre una Real Orden para ocupar las Chafarinas antes que los franceses. En efecto, a las 9:00 del 6 de enero de 1848 el General Serrano desembarca en el archipiélago y los ocupa oficialmente, pocos días antes de que la expedición francesa del almirante Muchez partiera de Orán. 

De las tres islas, fue la isla de Isabel II, central con respecto de las otras dos, la que albergó las instalaciones militares que se proyectaron para alojar a las tropas encargadas de la custodia de las islas. Entre 1851 y 1853 se construyó una de las iglesias más antiguas del Norte de África, hoy en desuso. La Isla Isabel II llegó a albergar una población de 1.000 personas, y desempeñó un papel importante en la retaguardia de las Guerras de Marruecos como hospital de campaña y prisión para los rebeldes jerifianos. Con el fin del Protectorado de Marruecos en 1956 tan nutrida guarnición ya no tenía razón de ser y fue reduciéndose progresivamente. En la actualidad la Isla Isabel II sigue siendo la única que alberga población humana, en forma de una reducida guarnición militar y una estación biológica dependiente del Ministerio de Medio Ambiente. 

Iglesia y barracones militares en la Isla de Isabel II, en su época de esplendor.

Actualmente es difícil visitar las islas salvo para personal militar e investigador. El permiso para la visita lo concede el Ministerio de Defensa pero para los demás efectos el Archipiélago está gestionado por el Organismo Parques Nacionales. Puede parecer que se trata de unas islas abandonadas de la mano de Dios, pero en realidad son objeto de muy variadas investigaciones de carácter zoológico, botánico, oceanográfico y geológico, y siempre hay personal científico en las islas realizando estudios y trabajos propios de la gestión de un área protegida. 

La iglesia, hoy, abandonada.

En efecto, las Islas Chafarinas están declaradas Refugio Nacional de Caza desde 1982. Es un nombre ambiguo para una figura de protección anticuada, pero en realidad esta figura prohíbe cualquier tipo de caza en el archipiélago. En 1989 fueron declaradas Zona de Especial Protección para las Aves, merced a su avifauna como vas a ver a continuación. 

Las aves de las Chafarinas 

La primera visita científica a las Chafarinas se produjo antes de ser anexionadas a España, pues fueron visitadas en 1830 por los naturalistas franceses Berthelot y Weble. Posteriormente en 1894 serían visitadas por Calderón. Sin embargo, la visita decisiva para la Historia natural del archipiélago sería la efectuada por el francés A. Brosset en 1957. Si bien sólo se le permitió visitar la Isla del Congreso, bastó para el descubrimiento de la presencia en la Isla de la gaviota de Audouin Larus audouini, endémica del Mediterráneo. 

En 1966 Brosset vuelve a las Chafarinas junto con su compañero Olier, y realiza otro descubrimiento sensacional: las gaviotas de Audouin criaban en las islas, en una zona inaccesible lejos de otras aves competidoras y de la presión humana. 

Las Chafarinas llegaron a albergar la mayor colonia mundial de gaviota de Audouin

La gaviota de Audouin es un verdadero símbolo de la avifauna mediterránea. De plumaje blanco y tonos grisáceos en el dorso, destaca por su pico rojo que es su seña de identidad. No es residente permanente. Llega a las Islas Chafarinas en el mes de febrero y forma a continuación densos núcleos reproductores hasta el mes de julio/agosto, cuando emprende el regreso a la costa atlántica africana donde pasa el invierno. Durante la época de cría el intenso griterío de las gaviotas llena completamente el aire de las islas. Fue la presencia de la gaviota de Audouin la que impulsó la creación del Refugio Nacional de Caza, único que existe en España. 

Gaviota de Audouin

Esta gaviota se alimenta de sardinas y boquerones, y mientras no hubo ninguna especie que le hiciera una competencia significativa, la colonia de gaviotas de Audouin en Chafarinas no paró de crecer: de 500 parejas en 1966 se pasó a 1.000 en 1976 y a 2.000 a comienzos de los años 80, convirtiéndose en la primera colonia mundial de esta especie, albergando al 50% de la población mundial hasta 1981, cuando se establece una nueva colonia en el Delta del Ebro que acabaría convirtiéndose en la mayor colonia del mundo, desbancando a la colonia de las Chafarinas. 

La llegada de la gaviota patiamarilla Larus michahellis no sería ajena al establecimiento de esta nueva colonia de cría. La gaviota patiamarilla es más generalista y oportunista que la gaviota de Audouin y le ha hecho la competencia. El problema estriba en que la puesta de la patiamarilla empieza un mes antes que la de Audouin, y ocupan antes los mejores lugares de cría, relegando a las de Audouin a las zonas más desprotegidas. Cuando nacen los pollos de gaviota de Audouin, los pollos patiamarillos tienen ya un mes de edad y depredan sobre ellos, causando gran mortandad. 

Por esta razón, y para proteger la población de una gaviota amenazada como es la de Audouin, se tomó la decisión de erradicar la población de patiamarillas entre 1987 y 1993, dando así un respiro a las de Audouin. El problema está en que las colonias de patiamarillas establecidas en la cercana costa norteafricana, muchas veces alimentándose de vertederos cada vez más abundantes, constituye un continuo foco de población que sigue asediando las Chafarinas. Como consecuencia, la población de gaviotas de Audouin se ha reducido al 50% con respecto de la población de patiamarillas. 

Evolución de la población de las distintas colonias de gaviota de Audouin

Desde 2003 se ha seguido otra técnica para el control de población de las patiamarillas, consistente en sumergir los huevos en parafina para asfixiar a los pollos, pero el éxito de esta medida está siendo muy relativo y finalmente las gaviotas de Audouin están comenzando a emigrar a otros islotes cercanos, y al Peñón de Alhucemas. Desde el año 2.000 la población de gaviotas de Audouin ha caído a menos de 1.000 parejas mientras que la población de gaviotas patiamarillas supera las 6.500. 

La otra gran ave marina presente en las Islas Chafarinas es la pardela cenicienta Calonectris diomedea. Esta procelárida cría en todas las islas del Mediterráneo y, cuando se encuentra fuera de la época reproductiva se desplaza al Atlántico: África occidental y Brasil. Se alimenta principalmente de calamares, que captura en la superficie del agua. La colonia de pardelas era tan discreta y bien camuflada que no fue confirmada su presencia hasta 1980 por De Juana. Se trata de la segunda mayor colonia española del Mediterráneo, tras las Islas Baleares. Actualmente se contabilizan unas 1.000 parejas. 

Pardela cenicienta

Como todas las procelariformes, la pardela cenicienta sólo pisa tierra durante la estación de cría, de febrero a octubre. El resto del año vive y se alimenta en el mar. Se han estudiado las rutas migratorias de la pardela cenicienta mediante el uso de aparatos de radioseguimiento instalados en las propias aves. Así, se ha constatado que realizan un interesante viaje en forma de “8”: bajan por la costa africana occidental hacia las latitudes australes, cruzan a continuación a Sudamérica a la altura de Brasil, y se alimentan en la convergencia antártica sobre las Malvinas, y vuelven a cruzar el Atlántico en dirección Norte para volver a criar en las Chafarinas, ya que son fieles a su zona de cría. Un viaje de más de 10.000 kilómetros. 

La línea punteada oscura indica la ruta anual de la parcela cenicienta.

Las pardelas cenicientas usan como nidos agujeros bajo tierra o entre las rocas. Suelen pasar el día alimentándose en el mar y vuelven a los nidos al atardecer. El espectáculo que ofrecen cada tarde durante su época de cría es uno de los más bellos que pueden verse en las Chafarinas. 

Como hecho interesante, se ha constatado la presencia de dos subespecies diferentes de pardelas cenicientas criando al mismo tiempo en estas islas: la pardela mediterránea C.d.diomedea y la pardela atlántica C.d.borealis, que vive en las islas macaronésicas y Portugal. Ambas subespecies segregan sus respectivas zonas de cría en la Isla Congreso, y se ha observado que también segregan sus zonas de alimentación. 

La pardela cenicienta no tiene problemas con ninguna especie competidora como sí le pasa a la gaviota de Audouin, pero su mayor problema son las ratas que, junto con los conejos, fueron introducidas por los humanos. Las ratas devoran los huevos, impidiendo que nazcan los polluelos. Una de las labores del personal técnico que trabaja en las islas es el control de población de estos roedores. 

Además de las pardelas cenicientas, cada año suelen criar en estas islas dos parejas de águila pescadora Pandion haliaetus y una de halcón peregrino. 

La fauna terrestre 

Aparte de las ratas y conejos que te he indicado antes, los vertebrados terrestres más notables presentes en estas islas son nueve especies de reptiles. Destaca sobre todo el eslizón de Chafarinas Chalcides parallelus, presente en la Isla del Rey además de en una estrecha franja costera de 250 km que se extiende desde Nador, en Marruecos, hasta Cabo Carbón en Argelia, donde es endémico. Como todos los eslizones, tiene el cuerpo alargado y las patas pequeñas. Tiene una longitud de 10 centímetros. 

Eslizón de Chafarinas

Otro eslizón presente en las islas es el eslizón ocelado Chalcides ocellatus, que se encuentra en las tres islas. Los eslizones son difíciles de observar porque se desplazan muy rápidamente entre las rocas. El otro reptil notable de las Chafarinas es la culebrilla mora Trogonophis wiegmanni, de aspecto primitivo y hábitos suberráneos hasta el punto de tener los ojos atrofiados. Es muy abundante. 

Culebrilla mora

Otros reptiles que se encuentran en las Chafarinas son: la culebra de herradura (en Isla Congreso, Hemorrhois hippocrepis), la lagartija ibérica Podarcis hispanica, la salamanquesa común Tarentola mauritanica, la salamanquesa rosada Hemidactylus turcicus y el geco magrebí Saurodactylus mauritanicus. No está mal para unas islitas tan pequeñas. 

En cuanto a los invertebrados, destacan las cien especies de coleópteros, ninguna de ellas endémica de las islas, pero sí hay una subespecie de caracol endémico: Alabastrina soluta chafarinensis. 

El medio marino 

Como sucede con los otros dos archipiélagos españoles de los que te he hablado, la riqueza faunística de las Chafarinas no termina en los resecos peñascos, sino que continúa bajo el agua. En las aguas de estas islas se conjugan dos influencias: por un lado, la influencia atlántica procedente del cercano Estrecho y, por otro, la influencia de la desembocadura del Río Muluya que, durante los temporales de otoño, enturbia las aguas con los detritus que arrastra. 

En la franja litoral destacan dos moluscos gasterópodos incluidos en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. En primer lugar está la lapa ferruginosa Patella ferruginea, y en segundo lugar el vermétido Dendroproma petraeum. La lapa es uno de los invertebrados más amenazados del Mediterráneo pues se recolectaba para consumo o para cebo. Tiene unos 10 centímetros de diámetro y ocupa el piso mesolitoral superior. Es relativamente abundante en el archipiélago. 

Lapa ferruginosa

En cuanto al segundo, se encuentra justo por debajo del nivel que ocupa la lapa ferruginosa. Es un molusco colonial que forma estructuras microrrecifiales compactadas por ciertas algas. Ecológicamente genera un sustrato esponjoso que es aprovechado por organismos bentónicos. 

En los fondos sedimentarios se han encontrado anélidos poliquetos, anfípodos, crustáceos decápodos, equinodermos y moluscos. Pero son los fondos rocosos, infralitorales y circalitorales los más ricos en biodiversidad, empezando por otro invertebrado incluido en el Catálogo de Especies Amenazadas: el coral anaranjado Astroides calycularis en ambientes umbríos y poco iluminados. Hay variedad de gorgonias, como en las Columbretes: Eunicella singularis, E, verrucosa, E. paraplexauroides que, con su longitud máxima de dos metros es la mayor del Mediterráneo, y se encuentra en una profundidad de entre 50 y 150 metros, y también Paramuricea chamaleon. Se encuentra también el valioso coral rojo Coralium rubrum y otro coral: el hexacoralario Dendrophillia ramea. Otra especie protegida es el erizo de púas largas Centrostephanus longispinus. 

Coral anaranjado

En cuanto a los vertebrados nectónicos, abrí esta crónica hablándote de Peluso. En otros tiempos la foca monje del Mediterráneo no era rara en estas Islas. Pero su habilidad para “robar” pescado en las mismísimas redes de los pescadores las hicieron acreedoras de sus iras, y por todas partes fue exterminada. Desde 1995 sólo visitan las Chafarinas ejemplares divagantes procedentes de la colonia más cercana, en la costa argelina, y sólo se quedan pocos días. 

Existen 111 especies de peces, muchos de ellos de interés comercial. Las familias más abundantes son: espáridos, con 15 especies, lábridos con 13, blénidos con 11, serránidos con 8 y góbidos con 7. Hay viejas, peces verdes, doncellas, sargos, pargos, pageles, bojas, meros, abadejos, chernas… En 2001 se descubrió la presencia de Aluterus monoceros, un pez tropical que no vivía antes en el Mediterráneo. Parece ser que algunas especies tropicales se están desplazando al Mediterráneo debido al calentamiento de las aguas. 

A modo de epílogo: las islas del tesoro. 

Durante tres capítulos te he contado la diversidad animal de tres pequeños archipiélagos: las Islas Atlánticas de Galicia, las Islas Columbretes y las Islas Chafarinas. Si las observas en un mapa verás que son muy pequeñas, casi insignificantes. Sobre todo refiriéndose a las Chafarinas algunos podrían pensar: “¿de qué nos sirven?”. Espero haberte mostrado que hasta en las tierras más pequeñas existen interesantes animales. 

Algunos son endémicos, lo que les da un valor extraordinario. Otras no lo son, pero encuentran en las bravías paredes acantiladas de estas islas el refugio que necesitan para criar en paz. Y, en todos los casos, bajo las aguas se esconde un tesoro de corales, peces, invertebrados de formas inimaginables. No, querida hija. Hasta en una isla del tamaño de una miga de pan puede encontrarse un verdadero tesoro. Y no es un tesoro de monedas enterradas por piratas olvidados. Es el tesoro de la vida.

Comentarios

  1. Hola
    He intentado mandarte un mensaje directo en twitter, pero no he podido. He trabajado allí muchos años y quería comentarte, así a bulto, un par de imprecisiones. Primero que las ratas no se comen los huevos (los adultos los incuban y tienen buenos picos para defenderse) sino los pollos recién nacidos, hasta la semana o así que pueden defenderse. Segundo, lo de las dos parejas de pescadora ha sido excepcional pero las de halcón sí que han sido dos parejas durante mucho tiempo, aunque esto no tiene mucha importancia, la verdad. Las pardelas, diomedea y borealis, se reconocen como especies distintas, ya; el que en Chafarinas y algunos islotes Baleares se solapen ambas es indicativo de que lo son.
    Ay ... lo de que la parafina asfixia a los polllos es muy creepy ... sería más justo decir embriones, puesto que están dentro del huevo. Es como lo del aborto y el asesinato, por poner un ejemplo.
    Hay algunos detalles imprecisos más, pero paro.
    Saludos

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    1. Muchas gracias por tus comentarios y puntualizaciones. Entre todos construimos una sólida divulgación y nos vamos aportando mutuamente. ¡Un saludo!

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