La cabra montés, guardiana de las cumbres

Querida hija:

Cuando llega el mes de noviembre, en las cumbres de las montañas ibéricas resuenan unos sonidos fuertes y secos, como explosiones: son los machos monteses que luchan entre sí para reunir su "harén" de hembras. Es la época de la reproducción de la cabra montés, y es precisamente en ese momento cuando se pone de manifiesto que son ellas las Señoras de las Cumbres. Se trata de uno de nuestros mayores ungulados silvestres, hasta ahora "carne de caza", pero que merecen ser más conocidas por el gran público. Están hoy en una encrucijada conservacionista y hay que ponerlo de manifiesto.

Macho de cabra montés. Foto: Simon Littlejohn


La cabra montés: taxonomía y origen

Todas las cabras montesas son Artiodáctilos de la familia Bovidae, y subfamilia Caprinae. Pero cuántas especies de cabras montesas siempre ha sido objeto de debate, y los especialistas no acaban de ponerse de acuerdo sobre cuántas especies hay bajo el género Capra, oscilando las opiniones entre cinco y nueve especies. Yo seguiré aquí el criterio de la IUCN, que reconoce actualmente nueve especies:

- Cabra salvaje (Capra aegagrus)
- Íbice alpino (C. ibex)
- Tur occidental (C. caucasica)
- Marjor (C. falconeri)
- Cabra etíope (C. walie)
- Tur oriental (C. cylindricornis)
- Íbice de Nubia (C. nubiana)
- Íbice siberiano (C. sibirica)
- Cabra montesa ibérica (C. pyrenaica)

Mapa de distribución de las especies del género Capra


Ésta última es la nuestra. La cabra montés es un endemismo ibérico porque se encuentra únicamente en la Península Ibérica. No puedes confundirla con ningún otro ungulado salvaje por la forma de sus cuernos: largos, curvados hacia atrás con una ligera forma helicoidal, con anillos bien marcados y completamente desarrollados en los machos. En las hembras, los cuernos son mucho más pequeños y de forma sencilla. Como ya te expliqué en su día, los cuernos se diferencian de las astas en que son permanentes, no se caen estacionalmente.

Comparación de cuernos de: (1) cabra montés, (2) íbice alpino


La longitud total es de 140 cm para los machos y 130 para las hembras, con una altura en la cruz de 90-70 cm para los machos y 75 para las hembras. Existe un fuerte dimorfismo sexual, con un peso medio para los machos en torno de los 50 kg, contra 30 kg para las hembras. El color del pelaje es pardo-dorado en las hembras y, en los machos, varía con la edad siendo pardo rojizo en los más jóvenes y se va oscureciendo con la edad, siendo los machos más jóvenes los que tienen una mayor extensión de pelaje negro en el cuerpo. Este pelo es más largo en invierno y corto en verano, produciéndose la muda de pelo en abril-mayo.

Bien, ya sabes cómo es nuestra cabra montés. Ahora toca averiguar de dónde salió y por qué sólo vive en la Península Ibérica. Es decir, ¿cuál es su origen?.

Aspecto general del macho montés. Foto: Javier García Diz


Lo primero que tienes que saber es que los estudios moleculares han dejado claro sin ningún género de dudas que la cabra montés ibérica comparte origen común con el íbice alpino, con el cual forma un clado muy robusto. Y la cosa tiene su lógica ya que el íbice alpino es la cabra montesa más cercana geográficamente a la ibérica, pues vive en todo el Arco de los Alpes.

Los indicios apuntan a que Capra camburguensis sería el representante del género Capra más antiguo de Europa, y que habría llegado hace 230.000 años procedente de Asia o bien descendiente de un antepasado que llegó de Asia hace entre 2,5 y 0,5 millones de años. Esta cabra fósil podría ser el ancestro común del íbice alpino y de nuestra cabra montés. Como verás más adelante, la cabra montés tiene una gran capacidad de colonización y esa "onda migratoria" de cabras monteses procedentes de Asia no debieron tener dificultades en llegar a la Península Ibérica durante el Pleistoceno Medio. Tanto el género Capra como la especie Capra pyrenaica están bien documentados paleontológicamente en nuestra Península en el Pleistoceno Medio y Final (sobre todo).

Hipótesis de Cabrera sobre la difusión de la cabra montés en la Península Ibérica



Se cree que fue durante las Glaciaciones cuando se produjo la diferenciación genética entre las cabras que encontraron refugio en la Península Ibérica, que darían origen a la cabra montés ibérica y las más norteñas que darían origen al Íbice alpino.

Fue nuestro gran zoólogo Ángel Cabrera quien propuso una interesante hipótesis sobre la colonización de la Península Ibérica por parte de las cabras monteses: un recorrido circular en sentido contrario de las agujas del reloj: 

Pirineos -> Cordillera Cantábrica -> Montes Galaico-Portugueses -> Serra da Estrela -> Sistema Central -> Montes de Toledo -> Sierra Morena -> Sistemas Béticos -> Montañas mediterráneas.

Esta hipótesis no ha sido demostrada pero la distancia genética entre las poblaciones pirenaicas (hoy exterminadas) y de Los Puertos de Beceite (Maestrazgo) es demasiada teniendo en cuenta la cercanía geográfica, y se explicaría precisamente por haber llegado a Beceite en último lugar, y en el Pirineo en primer lugar. Esta hipótesis explica también la distribución histórica de la cabra montés por todos los sistemas montañosos de la Península Ibérica.

Mapa de distribución de las subespecies de cabra montés


Fue también Cabrera quien identificó las cuatro subespecies de cabra montés que hoy todavía se siguen aceptando:

- C. p. pyrenaica: la especie fue descrita con base a ejemplares del Pirineo, y hoy desgraciadamente esta subespecie, el tristemente famoso bucardo, está exterminada. Tras décadas de caza indiscriminada y de sufrir la competencia invasiva de las cabras domésticas, a comienzos del siglo XX eran sólo 100 ejemplares y ya se sospechaba que no durarían mucho. El último bucardo murió en 2000 al caerle encima un árbol.

- C. p. lusitanica: la cabra lusitana vivía en los montes galaico-portugueses. Fue la otra subespecie de cabra montés exterminada: en 1890 en los montes gallegos, y en 1892 en la Serra do Geres (Portugal).

- C. p. victoriae: distribuida por el Sistema Central, tiene sus principales bastiones en la Sierra de Gredos (donde tiene la segunda mayor población peninsular con 8.000 individuos) y en La Pedriza madrileña, también presente en Las Batuecas. Con esta subespecie se ha comenzado a repoblar la Cordillera Cantábrica en algunos puntos dispersos),  los Pirineos franceses y de forma natural se ha expandido a Portugal, recolonizándolo.

- C. p. hispanica: es la subespecie más extendida y numerosa de cabra montés, distribuida por todo el arco montañoso mediterráneo, desde la Sierra de Grazalema, en Cádiz, hasta el Maestrazgo (Teruel/Castellón/Tarragona). La mayor población de España está en Sierra Nevada (16.000 ejemplares), y otras poblaciones notables están en Maestrazgo (7.0000), Ronda/Grazalema (4.000), Cazorla (2.500), Tejeda y Almijara (2.500), Antequera (2.000), Sierra Morena (2.000), etc.

Distribución actual de la cabra montés


De modo que, si dividimos la Península por una diagonal, tendremos la subespecie victoriae en el lado noroeste y la subespecie hispánica en el sureste.

Biología y ecología.

La cabra montés es un ungulado eminentemente adaptado a hábitats montañosos, con fuertes pendientes y altitud por encima de los 1.000 metros. Como sucede en muchos ungulados sociales, hembras (con las crías) y machos llevan vidas separadas durante casi todo el año. Y ocupan también hábitats diferentes. Las hembras, por ejemplo, frecuentan más el encinar y el piornal especialmente con afloramientos rocosos, que proporcionan a la hembra protección y defensa sobre todo cuando está criando.

Grupo de machos monteses en Sierra de Gredos (elrincondeltrotamundos.com)


Por su parte, los machos tienen más preferencia por los bosques de pinos. Tanto los machos como las hembras realizan desplazamientos estacionales en altura: en verano y otoño, cuando la vegetación está en todo su esplendor, se desplazan a los puntos más altos (2.500 metros en Sierra Nevada, por ejemplo), y en invierno bajan a alturas menores pues la disponibilidad de alimento disminuye en las cumbres. De todos modos, los machos suelen ocupar generalmente mayores altitudes que las hembras, y todos ellos ocupan mayormente las laderas orientadas hacia el Sur durante el invierno y las orientadas al Norte durante el verano.

Pero tienes que tener en cuenta el hecho de que, a pesar de que la cabra montés es un animal eminentemente montañero, puede bajar al llano cuando la situación lo requiere. De hecho, la colonización de la Península Ibérica por parte de la cabra montés requirió atravesar llanuras en algunos puntos. Se cree que fue la presión humana y de las cabras domésticas las que ha "empujado" a las cabras monteses aún más si cabe hacia las cumbres montañosas.

Es una especie pastadora y ramoneadora. Más pastadora en primavera, cuando los pastos están más jugosos, y más ramoneadora en invierno, cuando el alimento escasea más.

Machos monteses luchando. Foto: Javier Valladares


En noviembre se produce el periodo de celo. En ese momento los machos se juntan con las hembras por única vez durante el año, y son famosos los combates que sostienen los machos entre sí para establecer una jerarquía y formar su harén, dado que se trata de una especie polígama. Los machos se pasean con la cabeza extendida hacia adelante y el cuello bajo extendiendo feromonas con su glándula anal. Estas feromonas inducen la ovulación en las hembras.

Macho olisqueando hembras. Foto: Luis Alfonso Apausa


El macho entonces comprueba la receptividad de la hembra estimulándola a orinar. El macho ventea la orina de la hembra, y así sabe si está ovulando o no para ir "a tiro fijo". La hembra tiene un periodo de gestación de 23-24 semanas (unos 155 días) y da a luz en primavera un cabrito. Para ello se aísla del grupo buscando la protección de las rocas porque los cabritos son vulnerables a la depredación por parte de águila real y de zorro rojo. Posteriormente, el cabrito permanecerá en el grupo de las hembras.

Problemas de la conservación de la cabra montés. ¿Qué futuro tiene?

La cabra montés ha sido cazada por el ser humano desde el Paleolítico. Está documentado en restos paleontológicos, y también ha sido objeto de representaciones rupestres. Indudablemente, los humanos del paleolítico, aparte de consumir su carne, aprovechaban sus huesos y sus huesos para fabricar instrumentos.

Representaciones rupestres de cabra montés en la Cueva de la Pileta (Serranía de Ronda). Revista Antiqvitas.

 
Pero no era el único depredador de la cabra montés. Está documentada la depredación por parte del lobo ibérico pero es una depredación que no se conoce demasiado bien porque, como bien sabes, el lobo fue exterminado de casi todo el territorio nacional (compartido con la cabra montés, especialmente en la vertiente mediterránea). Es verdad que el moverse por las regiones más montañosas e inaccesibles es una eficaz protección contra los depredadores, y es cierto que el lobo prefiere ambientes más llanos. Pero no es menos cierto que, tras la reciente recolonización de parte del Sistema Central por el lobo ibérico, se ha constatado la depredación de cabra montés por parte de lobos.

Algunos medios recogen con injustificado alarmismo la natural depredación del lobo hacia la cabra montés (avilared.com)


Ahora bien, faltaría más investigación para tratar de dilucidar qué importancia tenía la cabra montés en la dieta del lobo. Pero es difícil de saber, puesto que allá donde había lobos, las cabras fueron exterminadas (zona cantábrica y galaica), y donde la cabra abundaba, el lobo fue el exterminado.

Pero hubo otro gran depredador de la cabra montés en tiempos pleistocenos, y fue el leopardo de las cavernas, como ya te hablé en la crónica que en su día dediqué a este felino. Está documentada la depredación de la cabra montés por parte del leopardo, y en algunas cuevas ibéricas se ha demostrado que el leopardo es el principal responsable de la acumulación de restos de cabra montés. No está claro por qué el leopardo desapareció de la Península Ibérica. Es posible que la caza más eficiente organizada por los humanos dejara a los leopardos sin sus principales presas, ya que se ha demostrado en algunos yacimientos del Norte de España que la cabra montés suponía el 90% de los ungulados cazados por los humanos.

Durante el Paleolítico, el leopardo depredaba sobre la cabra montés


Todo esto viene a cuento porque la cabra montés se quedó sin sus dos principales depredadores naturales, el lobo (parcialmente) y el leopardo (totalmente), mientras que los humanos siguieron cazándola sin oposición, indiscriminadamente. Esta situación se agravó sobre todo en la mitad norte peninsular, donde como ya te he explicado, la combinación de la caza indiscriminada con la presión de las cabras domésticas, que no sólo relegan a la cabra montés a los lugares más inaccesibles y pobres, sino que también le transmite enfermedades, tuvieron como resultado el exterminio de la cabra lusitana a finales del siglo XIX.

A comienzos del siglo XX, en los Pirineos quedaban sólo entre 50 y 100 cabras monteses de la subespecie pyrenaica (en parte para "protegerlas" se erigió en 1918 el Parque Nacional de Ordesa), y en la Sierra de Gredos quedaba la angustiosa cantidad de 12 ejemplares de la subespecie victoriae. Hoy día hay una población total de unas 50.000 cabras monteses en España, y los cazadores suelen decir que fue gracias a que la cabra montés era una especie cinegética que se salvó la especie.

Mucho me temo que no lo veo así.

Precisamente la salvación de la especie fue posible porque las autoridades españolas restringieron cada vez más la caza, que era una especie de "barra libre" hasta que, como has visto, los cazadores (y los ganaderos) estuvieron en un tris de exterminar a las cuatro subespecies. Aunque para el bucardo pirenaico ya fue demasiado tarde.

En 1905 Alfonso XIII inicia la salvación de la subespecie victoriae al crear el Refugio Real de Caza de la Sierra de Gredos. Quedaban entonces un macho, siete hembras y tres cabritos. Lo que hizo el Rey fue "obligar" a los Ayuntamientos y particulares que tenían los derechos de caza en el Circo de Gredos a cedérselas al Rey, quien encargó al Marqués de Villaviciosa la organización de un equipo de guardas. Es decir, para que lo entiendas... esas últimas cabras del Sistema Central se salvaron del exterminio porque el Rey dijo algo así como: "se acabó eso de que cualquiera suba a matar cabras. Ahora sólo yo tendré ese derecho". Fue la restricción de la caza, y no su fomento, lo que salvó a la cabra montés.

Alfonso XIII inició la protección de las cabras de Gredos restringiendo el acceso a su caza


Entre 1936 y 1939, y por razón de la Guerra Civil, como es lógico, la gente tenía que buscar comida donde fuera, y la población de cabras de Sierra Nevada sufre un fuerte decrecimiento. Tras la guerra, la presión cinegética sobre las cabras monteses (una vez establecido el sistema actual de cotos de caza y una vez que el régimen franquista "abre la mano" sobre los intereses cinegéticos) aumenta muchísimo entre 1940 y 1970, año en el que se contabilizaba un censo de 11.600 cabras en toda España.

Una vez más, es la restricción de la caza junto con el exterminio del lobo lo que dispara la población de cabras monteses: tras los primeros estudios científicos sobre la cabra montés y sus recomendaciones a la Administración, se crean las Reservas Nacionales de Caza: en ellas, otra vez, se restringe la caza de este animal a todo aquél que puede pagar la subasta correspondiente, y sólo puede abatir al macho o machos que los guardas autorizan a cazar: normalmente machos viejos que ya se han reproducido.

Como ves, para que la cabra montés haya sobrevivido, se han tenido que dar dos circunstancias:

- La primera, el exterminio del lobo
- La segunda, las sucesivas restricciones a los cazadores.

Empieza a haber superpoblación de cabras monteses. Y a partir del núcleo de Gredos se repueblan otras zonas como Las Batuecas, o La Pedriza, donde se introducen 67 cabras entre 1990 y 1992, algunas zonas de la Cordillera Cantábrica como Los Ancares, Riaño o los Pirineos franceses a partir de ejemplares de la Sierra de Guadarrama.

Gráfico que muestra la superpoblación de cabras monteses en La Pedriza. Gráfico: Abc.es


Pero también la cabra se expande de forma natural desde el Maestrazgo a sierras limítrofes, y desde Cazorla se repuebla la Serranía de Cuenca, Sierra Madrona (Jaén) o la Muela de Cortes (Valencia). En La Pedriza, sin depredador alguno, pasamos a 3.300 cabras en 2014.

Evidentemente, la situación se hace insostenible. La vegetación se esquilma y la superpoblación de cabras favorece la extensión de zoonosis como la sarna sarcóptica que estalla en la Sierra de Cazorla en 1987 y que desploma la población de cabras monteses en un 97%.

Esto es un desastre. Se han organizado repoblaciones de cabras monteses con un único objetivo: el sector cinegético, pensando que los cazadores se bastan y se sobran para mantener "controlada" su población. Y una vez más han fracasado, porque el modelo de "control" poblacional basado en la caza "reglamentada" no funciona: al cazador sólo le interesa matar machos con cuernos grandes (los "trofeos"), y eso no sólo no ayuda a que la población de cabras se controle, sino que encima se empobrece genéticamente al impedir a los mejores machos que se reproduzcan, además de conseguir desequilibrar los sexos en favor de las hembras.

En otras palabras, se ha conceptualizado a la cabra montés como una especie exclusivamente por y para el servicio de los cazadores. Y el resultado es desastroso: superpoblación descontrolada, enfermedades de y hacia el ganado doméstico...

Sólo hay una solución: dejar que se recupere el lobo ibérico hasta el punto de recolonizar todo el territorio nacional y dejar que deprede sobre las cabras monteses. Y, si el lobo ibérico no es suficiente, hay que reintroducir el leopardo como antaño éste felino hacía. Y la mejor subespecie de leopardo para esta reintroducción sería el leopardo persa (Panthera pardus saxicolor), que allá en Persia y el Cáucaso da buena cuenta de las cabras montesas y los muflones locales.

¿Podría ser la re-introducción del leopardo (persa, en este caso) la solución a la superpoblación de cabras monteses?


Y hasta que haya una masa crítica de lobos (y/o leopardos) capaces de controlar eficazmente la población de cabra montés, hay que hacer dos cosas:

-La primera, quitarle a los cazadores la "potestad" de realizar unos "controles" poblaciones que son de risa, y pasar a dársela exclusivamente a los agentes medioambientales, siguiendo criterios estrictamente científicos y no cinegéticos.

-La segunda, investigar más la depredación de leopardos y lobos sobre cabras monteses, allá donde hoy sucede: Asia central. Cuanto más y mejor sepamos sobre este tipo de depredación, los científicos dispondrán de mejor información sobre qué depredadores reintroducir en qué lugares para empezar a controlar este desbarajuste.

MÚSICA RECOMENDADA: Nikolai Rimsky-Korsakov: Capricho español

Comentarios

  1. Hola
    Me ha encantado el artículo (bueno... todos), y el comentario respecto al leopardo persa (ya vi tu entrada sobre la fauna africana en asia) me ha llevado a la fauna del Cáucaso y he encontrado muy poco en castellano. Conozco algo, pero me encantaría si puedes, que comentaras sobre esta zona geográfica a medio camino entre Asia y Europa, además creo que hay cierto paralelismo faunístico con la península ibérica depués de la última glaciación... Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Luciano. Te puedo adelantar que tengo previsto ese tema para esta temporada. ¡Gracias!

      Eliminar
  2. Muy buena entrada. Sobre los posibles depredadores de la cabra montesa, ¿lo podría ser también el lince boreal? Si finalmente se reintroduce en los Pirineos y la Cordillera Cantábrica (como se debería), igual podría depredar sobre ejemplares jóvenes. E incluso el propio lince ibérico, que no sé si también podría depredar sobre cabritos y ejemplares jóvenes, en zonas montañosas del centro/sur de la Península. Desde luego, el leopardo sería el depredador supremo necesario, pero sin duda sería una reintroducción bastante problemática. Si ya hay "conflictos" con el lobo, ni me imagino la que se puede montar con leopardos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, el lince boreal, que también debería ser reintroducido en la Península, podría ser un depredador de cabritos o hembras. Pero tendría que ser únicamente en los Pirineos y las montañas cantábricas, que fue su antiguo hábitat en la Península.

      Eliminar
  3. Le veo una fijación grande por la reintroduccion del leopardo. ¿Responde únicamente a su deseo o existe algún tipo de movimiento más amplio que busque ese objetivo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Fernando. Esta propuesta responde a mi convencimiento de que sería una parte de la solución al grave problema de la superpoblación de la cabra montés en España.

      Eliminar
  4. Magnífica entrada que me ha hecho recordar al tal vez extinguido leopardo del Atlas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy buen punto. Hay especialistas que sostienen que el género "Capra" entró en la Península desde el norte de África. Tal vez fueron leopardos norteafricanos las que también las cazaban allí.

      Eliminar
    2. Permiteme algunas matizaciones a tu artículo sobre la cabra montés. Si bien la caza indiscriminada y sin apoyo científico para una correcta gestión fue motivo del descenso de su población, en la actualidad la caza debe ser considerada como la actividad mediante la cual las poblaciones de cabra montés en España se han multiplicado y ampliado su distribución. El motivo es muy sencillo, hoy en día la caza es una actividad regulada, ya no se abaten animales de forma libre sino en base a estudios de población que llevan a cabo en muchos lugares los guardas de las distintas administraciones; en pocas palabras "hoy se hace gestión". La prueba está también en que en los lugares en donde no se caza lo suficiente los riesgos de que aparezcan brotes de sarna son mayores, y estos brotese acaban con un gran número de ejemplares diezmando la población de un lugar sin remedio. Y por último, ¿quién sino los cazadores son los más interesados hoy en que las poblaciones de cabra montés se conserven sanas?
      Y por último sobre tu apuesta por la introducción del leopardo para controlar las poblaciones. Ahora que tanto se habla de la erradicación de las especies no autóctonas y que está llevando al intento de extinción de especies como la carpa, el arrui o el gamo en determinados lugares, apuestas por la introducción del leopardo...? Hay que tener en cuenta, guste o no, que el ser humano también forma parte de la naturaleza y que con una buena gestión su labor mediante la caza es fundamental para el control de la especie. No hace falta que busquemos la solución en la introducción de especies más por motivos románticos que prácticos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tarántulas. Dame veneno...

Errores comunes: los pingüinos no existen

La gallina doméstica: características, origen y domesticación