La paloma migratoria americana: crónica de una infamia.

Querida hija:

Cuando se hace un repaso de las especies más famosas de las que han sido exterminadas por el ser humano, un ave suele encabezar las listas: la paloma migratoria americana, de la que se decía que era tan, pero tan abundante que sus inmensas bandadas "oscurecían el cielo". Podría parecer una exageración para una época en la que la escasez de la fauna es la norma, pero cuando son incontables los testigos directos de aquel "oscurecimiento del cielo" que han dejado su testimonio para la posteridad, no nos queda más remedio que creerlo. Pues bien, la locura zoocida que se apoderó de los estadounidenses anglosajones durante el siglo XIX acabó exterminando al ave más abundante del mundo en cien años. ¿Cómo, en el nombre del Todopoderoso, fue posible esta canallada?. Hoy obtendrás las respuestas aquí y ahora.

La paloma migratoria americana era el ave más abundante del mundo. Ilustración: Julian Pender Hume

Introducción: el ave inconcebible

La paloma migratoria americana (Ectopistes migratorius) tiene el dudoso honor de haber sido la única especie de paloma continental exterminada por el ser humano. Es cierto que las especies insulares son más "fáciles" de exterminar. Pero estamos hablando aquí de la que ha sido definida como el ave más abundante de todos los tiempos desde que el primer Archaeropteryx echó su primera pluma. Las estimaciones que se hicieron son mareantes, inconcebibles: en el máximo de su población debió haber 5.000 millones de palomas migratorias, todas ellas endémicas de la mitad oriental de los EEUU y la franja limítrofe de Canadá.  Ellas solas ocupaban entre el 25 y el 40% del total de población de aves terrestres de los EEUU.

Por lo tanto, hija mía, el problema de comprender (si es que algo así puede ser comprendido) el brutal y sádico exterminio de la paloma migratoria en realidad comprende dos problemas. El primero de ellos es intentar entender el por qué esta especie era tan abundante. ¿Se trataba de una población adaptada a su entorno natural o se trataba de algún tipo de anomalía? o, en otras palabras: ¿era normal una población tan alucinantemente enorme?

Paloma migratoria macho y hembra. Ilustración: Louis Agassiz

El segundo problema consiste en entender el proceso de exterminio en sí. Para su desgracia, la paloma migratoria americana tenía una carne que era muy apreciada por el ser humano. Los aborígenes americanos las cazaban antes de la llegada de los invasores europeos. Y los colonos europeos pronto aprendieron de aquellos a apreciar y a cazar este "maná" que literalmente les caía del cielo. Pero la caza se hizo asesinato, se convirtió en una locura zoocida que sacudió los EEUU hasta el exterminio final de la especie en 1914.

Sin embargo, hay autores que niegan que la caza desmedida e incontrolada por parte de los anglosajones fuera la causa de la "extinción" de la paloma migratoria. Discutiremos el asunto y llegaremos al fondo de la cuestión. Ya te adelanto el final: la responsabilidad humana no desaparece ni puede eludirse.

De modo que, en primer lugar, voy a tratar de que entiendas el asombroso número de esta especie, lo que nos llevará a entender su compleja y delicada ecología.

La paloma que oscurecía el cielo

Cuando los colonos europeos llegaron a Norteamérica por primera vez en los siglos XVI y XVII, se encontraron con que toda la mitad oriental del continente estaba cubierta por densos bosques templados caducifolios. Estos bosques eran, y son , mucho más ricos y biodiversos que sus equivalentes europeos porque, entre otras razones, no habían sufrido las glaciaciones del Pleistoceno a diferencia de los europeos, que fueron triturados entre la estepa fría al norte y el Mediterráneo al Sur. Para que te hagas una idea de esta diferencia, te diré que en los bosques del este de Norteamérica hay 43 especies sólo de robles contra 22 en los bosques europeos, entendiendo aquí "roble" como árbol del género Quercus. Y esto sólo es un botón de muestra.

Estos bosques ofrecen una asombrosa productividad de frutos anualmente. Recuerda que estamos hablando de una extensión que va desde el Sur de Canadá hasta el Golfo de México y desde el Mississippi hasta el Océano Atlántico. ¿Quién explotaba estos aparentemente inagotables recursos?

Los bosques decidnos orientales como éste fueron el hábitat de la paloma migratoria. Creshheim Glen, Wishahickon, 1864. Óleo de Thomas Moran

Los colonos se fijaron también en que en aquellos maravillosos bosques moraban dos tipos de palomas. Una de ellas era de color crema claro con detalles negros y se llama tórtola rabiche (Zenaida macroura) mientras que la otra era más esbelta y multicolor que presentaba bonitos todos dorados, grises y azulados siendo los machos más azulados y las hembras más doradas con iridiscencias en el cuello: nuestra paloma migratoria. Volveremos más adelante sobre la tórtola rabiche.

Ambas palomas se alimentaban de frutos y semillas, pero los europeos observaron (y aprendieron también de los aborígenes) que la paloma migratoria tenía una alimentación a base de nueces, esto es, en sentido botánico una "nuez" es el fruto de las fagáceas como las castañas, las bellotas, los hayucos y las avellanas. En otras palabras, y esto debes entenderlo para comprender toda la biología de la paloma migratoria, esta paloma era la verdadera especie explotadora del bosque templado caducifolio del este de Norteamérica: era endémica de él y se alimentaba en otoño-invierno de enormes cantidades de nueces, mientras que en verano se alimentaba de frutos del bosque.

Ahora bien. Cualquier persona que viva en entornos de bosques caducifolios te va a decir que la producción anual de nueces (siempre hablo de "nuez" en sentido botánico) es irregular de un año a otro. En otras palabras, la producción de nueces en un bosque caducifolio no puede ser explotada como un recurso continuo y permanente, sino solo accesorio o complementario. Pero la paloma migratoria sí lo hacía. Y lo hacía porque las nueces les proporcionaban formidables cantidades de grasa, y era fundamental una buena ingesta de nueces en temporada para que en la primavera siguiente tuviera éxito reproductivo. Entonces, ¿cómo lo hacían?.

Moviéndose mucho. A una escala continental, épica, inconmensurable. La paloma migratoria era una voladora formidable que alcanzaba fácilmente los 100 km/h. A esta velocidad, la paloma migratoria "peinaba" el continente norteamericano prospectando las zonas del bosque en las que había habido una productividad local extraordinaria de nueces. Ésa era la clave de la biología de la paloma migratoria. 

Mapa de distribución de la paloma migratoria. En rojo, el área de cría principal

Pero...¿qué posibilidades hay de que una paloma solitaria o un pequeño grupo de palomas distinga desde las alturas el lugar exacto del bosque donde hay una sobreabundancia local de nueces?. Muy escasas. Por eso la paloma migratoria se movía en enormes bandadas de cientos o miles de millones de individuos. A esa escala sí era más fácil que una paloma pudiera reconocer esas zonas del bosque. Bastaría divisar más aves posadas en el suelo en una concentración anormal para poder arrastrar a toda la enorme bandada a invadir aquella zona de bosque. Los que estudian la dinámica de movimiento de las grandes concentraciones de animales sociales lo saben bien.

Las monstruosas bandadas de palomas migratorias tenían una movilidad increíble merced a su velocidad de vuelo: podían desayunar en Wisconsin y cenar en Georgia, pongamos por caso. Estamos hablando de la explotación ecológica de todo un continente. Por tanto, ya podemos responder a la primera pregunta que nos planteábamos al comienzo de la crónica: el enorme e inconcebible número de las palomas migratorias no sólo era normal, sino que era un arma imprescindible para explotar los recursos alimenticios de medio continente como ninguna otra especie animal lo puede hacer.

La paloma migratoria combinaba dos tipos de movimientos. En primer lugar, una migración general en sentido norte-sur. Las palomas criaban entre Abril y Junio en el área situada aproximadamente en torno a los Grandes Lagos. Aquí, el invierno depositaba (y aún lo hace) una cantidad de nieve suficiente para ocultar y proteger grandes cantidades de nueces caídas en el suelo, escondiéndolas a otros depredadores. Así, las palomas migratorias podían alimentarse de nueces tanto en otoño como en invierno, y afrontar la temporada de cría repletos de la grasa y los hidratos de carbono de las nueces. La migración de otoño se encaminaba hacia los Estados del Golfo de México, donde se establecían en enormes áreas de descanso que, al igual que las áreas de nidificación, podían superar los 1.000 km2.

La tórtola rabiche es la otra paloma americana de los bosques

Al llegar la primavera, las palomas volvían al norte para criar. Tanto durante la migración de primavera como la de otoño, las diversas bandadas de palomas realizaban movimientos "laterales" para ir prospectando las zonas de sobreproducción de nueces, imprescindibles para ellas. Estos movimientos laterales son el segundo tipo de movimientos, más locales, que combinaban con los primeros. Así, las palomas migratorias "peinaban" literalmente la mitad oriental del continente norteamericano explotando su inagotable bosque.

Los colonos europeos se dieron cuenta en seguida del extraordinario número de estas palomas. Jacques Cartier, el conquistador de Canadá, fue el primer europeo que habló de esta paloma en 1534, al igual que lo hizo también Samuel de Champlain. En 1565, el explorador René Laudonnière informaba desde la colonia francesa de Fort Caroline (hoy Jacksonville, Florida) que había matado más de 1.000 palomas en cuestión de unas pocas semanas:

"Nos cayó un maná de palomas del bosque en tal número que en siete semanas matamos semanalmente más de doscientas con arcabuces en los bosques de los alrededores del fuerte"

En Octubre de 1700, el misionero jesuita francés Jacques Gravier escribía desde la boca del Río Ohio en su viaje Mississippi abajo hacia Luisiana:

"Vimos tal número de palomas del bosque que el cielo estaba casi por entero tapado por ellas"

De modo que ya desde el siglo XVIII tenemos noticia de esa famosa expresión de que las palomas migratorias "ocultaban" u "oscurecían" el cielo.

Bandadas de paloma migratoria pasando por el cielo. Ilustración de Thomas Bond, 1920

El testimonio más famoso de todos los que describían la increíble abundancia de palomas migratorias lo protagonizó el famoso ornitólogo John James Audubon en el otoño de 1813 cuando realizaba un viaje de 55 millas entre Hardensburg, Kentucky, y Louisville:

"Desmonté, me senté sobre una elevación y empecé a marcar con el lápiz cada bandada que pasaba. En poco tiempo encontré esta tarea impracticable porque las aves pasaban en multitudes incontables. Me puse en pie y conté 163 bandadas en veintidós minutos (...) el aire estaba literalmente cubierto por palomas. La luz del mediodía estaba oscurecida como en un eclipse (...). Antes del crepúsculo llegué a Louisville, que distaba cincuenta y cinco millas de Hardensburg. Las palomas continuaron pasando en número constante y lo hicieron durante tres días consecutivos".

Marea, ¿verdad?. No voy a aburrirte con más testimonios de este estilo pues yo creo que queda clara la absolutamente increíble abundancia de este ave social. Ahora bien, nos cabe otra pregunta: estas "multitudes incontables" de palomas...¿no esquilmarían los bosques? ¿no se comportarían como una "plaga de langosta" que exterminaría los árboles al dejarlos sin frutos?. Pues sí y no. 

Bandada de palomas migratorias sobre un bosque

En efecto, cuando una de estas masivas hordas de palomas localizaban una zona del bosque con sobreproducción de nueces, la arrasaban. Literalmente. Recurriré una vez más a un testigo ocular, el explorador Christian Schulz, que escribía el 24 de octubre de 1807 frente a la boca del Ohio en el lado del Missouri cuando observaba grandes bosques de sauces en las embarradas orillas del río:

"A distancia parecían haber sufrido el paso de un huracán o un tornado pero descubrí que ¡esta escena de destrucción la habían cometido miembros de la tribu emplumada! Había un espacio de unos cuarenta acres de sauces que no sólo tenían las ramas rotas sino que muchos árboles jóvenes de tamaño mediano estaban tronchados hasta el suelo mientras la superficie estaba literalmente cubierta con excrementos y plumas. Pronto descubrí que esto era un descansadero de palomas, que venían en miríadas cada tarde al mismo lugar y que se posaban en las ramas hasta en el último hueco y por eso se rompían por el peso"

Las palomas llegaban a posarse incluso unas encima de otras de forma que los árboles acababan tronchados y sus ramas rotas, sus frutos devorados y asfixiados por toneladas de excrementos que cubrían el suelo como si hubiera caído una nevada, matándoles. Las palomas migratorias dejaban tras de ellas un paisaje lunar.

Bosque devastado por la paloma migratoria. Ilustración: reviverestore.org

Había otras especies animales que también explotaban las nueces como por ejemplo el pavo salvaje (Meleagris gallopavo), la chara azul (Cyanocitta cristata), el pájaro carpintero de cabeza roja (Melanerpes erythrocephalus), cuatro especies de ardillas y chipmunks: Sciurus niger, S. carolinensis, Tamiasciurus hudsonicus, Tamias striatus o el ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus), todos los cuales tendrían que emigrar de la zona ante la imposibilidad de competir con las innumerables hordas de palomas migratorias.

Hasta aquí los efectos "negativos". Los positivos eran que los depredadores de la paloma migratoria tenían fiesta y abundancia en los lugares de alta concentración de palomas: el lince rojo (Lynx rufus), el lobo gris (Canis lupus), el visón americano (Neovison vison), la comadreja colilarga (Mustela frenata), la marta americana (Martes americana), el mapache (Procyon lotor), osos, pumas, búhos, aves rapaces...depredaban sobre adultos, polluelos o huevos, pero esta amplia depredación no tenía efecto en la población total de palomas porque precisamente su impresionante número apabullaba a los depredadores, que apenas acertaban, desconcertados, a hacer unas pocas presas. El número era su defensa, además de su herramienta de explotación del bosque.

Mas volvamos a los bosques devastados por las palomas. En realidad esta devastación tenía un alcance local, y no afectaba a la dinámica del bosque que, te lo recuerdo, se extendía por la mitad del continente. Las palomas podían tardar décadas en volver a la zona que habían devastado, y durante este tiempo el bosque se regeneraba y se renovaba gracias a esta devastación: al romperse las ramas, troncharse los árboles y morir los ejemplares más viejos y débiles, penetraba abundante luz solar que ayudaba a la regeneración del bosque. 

Proceso de regeneración del bosque tras el paso de la paloma migratoria. reviverestore.org

En esencia, el proceso es similar a la agricultura que practican algunos pueblos aborígenes en regiones tropicales: buscan un área boscosa, talan los árboles y queman el terreno para fertilizar la tierra con las cenizas. Entonces cultivan la tierra hasta que ésta no da para más, la abandonan y buscan otro lugar. A lo mejor no vuelven hasta pasados sesenta o setenta años, tiempo suficiente para que se regenere el bosque, renovándose y rejuveneciéndose.

Por eso podríamos considerar a la paloma migratoria americana como la ingeniera forestal del bosque templado norteamericano: en gran parte, el bosque era como era gracias a la acción de las palomas migratorias sobre él. Por consiguiente, ya puedes estar segura que su enorme número estaba plenamente adaptado a su hábitat, explotado a una escala continental, y que el bosque no resultaba agotado ni esquilmado.

Entonces llegó la codicia y la locura de los anglosajones.

Del infinito a cero. El exterminio más absurdo de todos los tiempos

La carne de la paloma migratoria ha sido un manjar para los humanos. Las extraordinarias cualidades voladoras de este ave le proporcionó unas pechugas grandes, musculosas y bien infiltradas de la grasa procedente de su alimentación de nueces. Por consiguiente, los aborígenes americanos cazaban regularmente palomas, siendo la segunda ave más importante que cazaban tras el pavo silvestre.

Los Seneca, por ejemplo, llamaban a esta paloma jah`gowa, que significa "gran pan". Como siempre sucede, los aborígenes cazaban con criterio y con idea de mantener el recurso para el futuro. Estaba estrictamente prohibido cazar palomas adultas en la época de nidificación, y por ejemplo los Lakota y los Iroqueses aprovechaban este periodo para observar el comportamiento de las palomas y aprender de él. 

Primera ilustración sobre la paloma migratoria. Mark Catesby, 1731

También había motivos religiosos que impulsaban a los aborígenes a tratar con respeto a las palomas migratorias: para los Wyandot, cada doce años en la Fiesta de los Muertos las almas de los muertos se reencarnaban en palomas migratorias. Los Ho Chunk, por su parte, sólo cazaban palomas cuando el Jefe daba una fiesta pues se consideraba a la paloma migratoria como "el Ave del jefe". Los Seneca, incluso, iban más lejos aún: no cortaban los árboles que sabían que eran usados por la paloma para nidificar. Qué lejos de la actitud del cazador occidental, ¿verdad?

Algunos lumbreras, occidentales, por supuesto, han propuesto que en realidad los aborígenes mantenían la población de paloma migratoria "controlada" por su caza y porque también competían con ellas en la recolección de nueces (cree el ladrón que todos son de su condición), y que precisamente fue el exterminio de los aborígenes lo que provocó que la población de palomas se disparase. Y claro, vendría luego el Gran Cazador Blanco como siempre a resolver el problema a golpe de escopetazo.

Esta teoría no se sostiene. En el apartado anterior ya te he ofrecido testimonios de la asombrosa abundancia de la paloma migratoria en épocas en las que los aborígenes aún eran pujantes. Por otro lado, un estudio genético realizado en 2017 arrojó como resultado que la población de palomas mensajeras había permanecido estable durante los últimos 20.000 años. Hasta que llegaron los anglosajones.

Al principio, los colonos europeos aprendieron de los aborígenes todo lo que había de saberse sobre la paloma migratoria. La caza, en aquel tiempo, era algo moderado para complementar la austera dieta de estos pioneros. Se cazaba algún pichón cuando se terciaba y se daba variedad proteínica a la dieta. Además, era muy fácil hacerlo: las palomas eran tan abundantes que sólo hacía falta disparar al aire al paso de la bandada, sin apuntar siquiera, y caían al suelo unas cuantas palomas. Era una caza que no afectaba a la población total.

Redes para capturar palomas migratorias. Canadá, 1829

Paralelamente la especie empezó a ser estudiada por los naturalistas y es descrita por primera vez para la ciencia en 1731 cuando Mark Catesby la representa y describe en su Natural History of Carolina, Florida and Bahama Islands, y bautizada como Palumbus migratorius, género que sería cambiado por Linneo a Columba. Su género actual se impondría en 1827.

El problema empezó cuando hacia las décadas de 1830 - 1840 la caza de la paloma empieza a mercantilizarse. Aparecen los cazadores profesionales de palomas (pigeoners) que se dedicaban exclusivamente a cazar palomas y venderlas a las ciudades. Surge, por tanto, un mercado en torno de la paloma migratoria.

Y la caza se hace ya a gran escala usando gran variedad de métodos: redes para capturarlas al vuelo, que podían ser complicadas estructuras capaces de capturar 3.500 palomas de una sola vez, el disparo por supuesto, matarlas a bastonazos en sus áreas de nidificación (sí, los anglosajones rompieron la regla de oro de los aborígenes de no molestarlas durante la nidificación), usar azufre bajo los árboles para que sus vapores las envenenasen, tala de árboles cargados de palomas nidificantes, trampas de todo tipo...aquello empezó a convertirse en un catálogo de horrores.

Para cazar palomas migratorias sólo había que disparar al aire

Para más inri, hacia 1850 los ferrocarriles se habían expandido lo suficiente en la mitad oriental de los EEUU para permitir el transporte de palomas hacia lugares de consumo cada vez más lejanos y en mayor cantidad. La carne se conservaba normalmente ahumada, salada o en vinagre. Las palomas se cazaban en tan enormes cantidades dada su abundancia, que su carne se convirtió en un suministro muy barato para las clases humildes de las ciudades y los inmigrantes que no cesaban de llegar al país. Tan barata era, que a los cazadores empezaba a resultarles poco rentable, y empezaron los ensayos de capturar palomas en vivo para que su carne llegase al mercado fresca y más cara.

Hacia 1860, además, el telégrafo también servía para transmitir información casi en tiempo real sobre la ubicación y movimientos de las grandes bandadas de paloma. Todo conspiraba para que el mayor zoocidio de la Historia se cometiese.

Para que te hagas una idea de la magnitud de la matanza, se estima que la ciudad de Plattsburgh, Nueva York, exportó en 1851 1,8 millones de palomas a un precio de entre 31 y 56 centavos la docena. Un solo cazador podía matar tres millones de palomas en toda su carrera, y en 1874 había 600 tramperos, digamos, "legales" en los EEUU, cifra que se dobló en 1881. Toda esta caza, por supuesto, carecía de reglamentación alguna. Cada cazador mataba lo que quería, donde quería y cuando quería sin respetar veda ni nidificación alguna.

Todas las crónicas contemporáneas son unánimes en reportar que el declive de la población de paloma migratoria ya se hizo evidente hacia la década de 1850, y que este descenso fue gradual hasta 1870, cuando se hizo catastrófico y agudo entre 1870  y 1890, produciéndose un hundimiento de la especie. Una especie que se contaba por miles de millones tenía una estimación poblacional de 50 millones en 1878. Algo iba mal. Muy mal.

Las redes reventaban literalmente con la enorme cantidad de capturas

El punto clave de esta matanza sin sentido era que no se respetaron nunca ni la época ni los lugares de nidificación. Una verdadera salvajada. Una de las últimas grandes áreas de nidificación de paloma migratoria se encontraba en Petoskey, Michigan. En 1878, los cazadores mataron allí 50.000 palomas diarias durante cinco meses consecutivos. Lógicamente, las aves supervivientes abandonaron este lugar y trataron de hacer otro intento de nidificación en lugares cercanos, pero fueron encontradas por los cazadores y exterminadas una a una. Ni un solo polluelo tuvo la menor oportunidad de llegar a la edad adulta. No puedo calificar esto más que con una palabra: infamia. Es como si una locura asesina se hubiera apoderado de aquella gente.

La desaparición y el abandono de áreas de nidificación fue masiva en esta época en toda su área, y la paloma se hizo rara en la década de 1880. Las normas locales de protección y regulación de la especie llegaron ya tarde. Los últimos ejemplares cazados en estado silvestre datan de Wisconsin en 1899 y Ohio en 1900. Ya sólo quedaba un puñado de ejemplares en zoológicos y colecciones privadas que fueron muriendo uno tras otro a pesar de las elevadas recompensas que se ofrecían a quien encontrase nidos, huevos o ejemplares en libertad.

Todavía hay individuos que tratan de convencernos de que esta locura asesina no fue lo que exterminó a la especie. Tendrán que explicármelo muy despacio para que yo lo entienda. Que el infierno se los lleve. Pero una cosa sí es cierta: la abusiva tala de los maravillosos bosques templados norteamericanos fue, sin ninguna duda, un importante factor que ayudó a acelerar el exterminio. Hoy día sólo queda el 20% de la extensión original de aquellos bosques, y precisamente el pico de la tala se produjo en torno de 1880, coincidiendo con el acelerón final del colapso de la población de palomas.

Por su parte, la tórtola rabiche sí corrió una suerte diferente: su carne no era tan apreciada y por eso no se la cazaba a la misma escala. Pero, lo más importante, la tórtola se adaptó a los cambios introducidos por los colonos, humanizándose gracias a su alimentación más generalista.

"Martha" fue la última paloma migratoria viva

Sin árboles donde alimentarse, nidificar y descansar, y privadas del fantástico número que les permitía explotar aquellos bosques, la población implosionó al caer por debajo del umbral de supervivencia. Todo coincide en la misma época.

Martha fue la última paloma migratoria que murió. Fue en el Zoo de Cincinnati el 1 de septiembre de 1914. Hoy, un monumento la recuerda con la siguiente inscripción:


                                                                            MARTHA

                                                        Last of her species, died at 1 p.m.

                                                        1 September 1914, age 29, in the

                                                            Cincinatti Zoological Garden

                                                                            EXTINCT


Monumento a Martha y el Memorial de la Paloma Migratoria, en el Zoo de Cincinnati

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Comentarios

  1. Triste historia, por desgracia común a otras especies en todo el mundo: la codicia humana es su perdición. Y ya que hablamos de aves de América del Norte, historia parecida a la de la paloma migratoria es la de la cotorra de Carolina, también exterminada.

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  2. Una pena y que insensatos somos como especie, cada vez respetamos menos al planeta y a nuestros hermanos animales.

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  3. ¡Qué horror! Yo ya me conocía más o menos historia, pero, al conocerla con tal detalle siento unas ganas inmensas de llorar

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  4. Una gran tristeza siento al contemplar estos actos de brutalidad humana hacia otras especies, cosa que nunca podremos cambiar por desgracia, ya que a nosotros también nos lo arianos, espero un día algo nos de la sabiduría para poder coexistir en este planeta que por lo visto nos queda poco tiempo..

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  5. Que tristeza a los bien y ya para que monumentos ni nada , nada de eso sirve que horror

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