Viaje, desaparición y búsqueda de La Pérouse. (I) La zoología de la "Boussole" y la "Astrolabe"

Querida hija: 

Hace tiempo que deseaba escribir sobre las grandes expediciones marítimas del siglo XVIII. Estos grandes viajes ilustrados han pasado a la Historia por sus extraordinarios descubrimientos geográficos, especialmente en el Océano Pacífico. Grandes navegantes como James Cook, Dumont d’Urville, George Vancouver o Alejandro Malaspina hicieron avanzar las fronteras geográficas y científicas. Pero, al lado de estos logros, los resultados zoológicos de estos viajes han pasado siempre muy desapercibidos. Para que entiendas y conozcas la labor de los sufridos naturalistas que iban a bordo de estos barcos he escogido un viaje trágico donde los haya: el viaje de La Pérouse y sus secuelas. ¡Bienvenida a bordo! 

La Boussole y el Astrolabe en Port-aux-Français, Alaska, 1786

Introducción: los grandes viajes marítimos de la Ilustración 

El siglo XVIII ha sido llamado “El Siglo de las Luces” por su culto a la Razón y la Ciencia. Por tanto, no era de extrañar que el enfoque ilustrado, favorecido por los gobernantes del momento, impregnara también la exploración geográfica. En aquella época, el interior de los continentes permanecía ignoto, así como gran parte del Océano Pacífico. Fue en éste último objetivo donde se concentró el grueso del esfuerzo explorador del siglo, dado que el XVIII fue un siglo de grandes avances náuticos, y una época de esplendor de la navegación a vela. En otras palabras, las grandes potencias europeas de la época estaban mejor preparadas para la exploración marítima que la terrestre. 

Por tanto, Inglaterra, Francia, España y Rusia liderarían el esfuerzo investigador en la segunda mitad del siglo XVIII, desde el viaje de John Byron (1764 – 1766) hasta el de George Vancouver (1791 – 1795) enviando barcos al otro lado del mundo, en viajes que duraban entre dos y cinco años, con objetivos científicos: astronomía, botánica, zoología, meteorología, geología, geografía, antropología…pero también tenían objetivos políticos. 

El Endeavour, de James Cook

En efecto. Las potencias europeas se asomaban al Pacífico y asentaban allí sus reales. España era la pionera, gobernando sobre casi toda la costa pacífica americana y, durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, estableciéndose en California y Nutka y explorando la costa Noroeste de América donde, a su vez, se intentaba limitar la expansión rusa, que explotaba comercialmente pieles en Alaska, y que a su vez miraba hacia el Sur. España también controlaba la única ruta comercial internacional que pasaba a través del Pacífico: la ruta Acapulco – Manila que unía comercialmente la Nueva España con las Islas Filipinas, la otra gran base española en el Pacífico. 

Derrotero del viaje de Alejandro Malaspina (1789 - 1794)

Inglaterra y Francia buscaban asentar bases en el Pacífico para contrarrestar la ventajosa posición de españoles y rusos. A raíz de los viajes de James Cook (1768 – 1779), modélicos en todo y por todo, en 1788 Inglaterra fundaría finalmente una colonia en Nueva Gales del Sur, Australia, que sería el punto de partida de su futura expansión en el Pacífico. Por su parte, Francia, la más rezagada en la región, tardaría más en obtener bases en el Pacífico pero finalmente lograría asentarse en Nueva Caledonia y en la Polinesia. 

Los grandes viajes marítimos ilustrados eran, pues, objeto de una cuidadosa política de prestigio nacional. Se trataba de vigilar los establecimientos de las potencias rivales al mismo tiempo que se demostraba lo avanzado de su ciencia, estudiando todos los aspectos posibles de aquel paradisíaco mundo que, en pocas décadas, iba a desaparecer para siempre. 

La ambiciosa apuesta francesa: el viaje de La Pérouse. 

Francia había entrado en la carrera por la exploración del Pacífico con la vuelta al mundo de Louis Antoine de Bougainville, seguido por los viajes de Surville, Marion du Fresne y Kerguelen. Pero para Luis XVI, el “rey geógrafo”, por su afición a los viajes de exploración, no era suficiente. Los tres viajes de James Cook habían dejado el listón tan alto que, para Francia, eterna rival de Inglaterra, era una cuestión de honor nacional el organizar una expedición que, al menos, pudiera igualar al ilustre marino británico. Para llevarlo a cabo se eligió a François de Galaup, Conde de La Pérouse, un brillante marino veterano de las guerras de los Siete Años y de la Independencia de los EEUU. 

Luis XVI dando instrucciones a La Pérouse. André Monsiau. Palacio de Versalles (1817)

No se reparó en gastos. Se escogió dos urcas para transporte de mercancías y fueron reformadas para el viaje: la Boussole y el Astrolabe. El programa científico fue preparado por las más renombradas Academias francesas, y el elenco de científicos embarcados dice mucho de la ambición de este viaje: 

En la Boussole: Lepaute d’Agelet (astrónomo), Lamanon (físico, mineralogista y meteorólogo), El Padre Mongés (físico y mineralogista, además de capellán), Duché de Vaney (dibujante), Prévost el Joven(dibujante botánico), Collignon (botánico) y Guery (relojero). 

En el Astrolabe: Monge (astrónomo), La Martinière (físico y botánico), Dufresne (naturalista), El Padre Receveur (naturalista y capellán) y Prévost tío (dibujante botánico). 

Jean François Galaup, conde de La Pérouse

La labor de los naturalistas en aquéllos viajes era, sobre todo, recolectar ejemplares para su estudio y descripción. Los especímenes botánicos eran conservados mediante el clásico método de prensado, mientras que los animales de pequeño tamaño eran conservados en alcohol. Por evidentes razones de espacio a bordo, esto no podía hacerse con los animales más grandes, que eran minuciosamente dibujados. Por eso, los estrechos gabinetes de los naturalistas a bordo eran cuchitriles atestados de todo tipo de instrumental y especímenes. Debía ser una locura estar allí encerrados durante las largas travesías oceánicas. 

Derrota del viaje de La Pérouse (1785 - 1788)

Aparte de los objetivos científicos, La Pérouse llevaba estrictas instrucciones para valorar los establecimientos españoles y portugueses en la región. 

El viaje. Los resultados zoológicos 

Los barcos parten de Brest el 1 de agosto de 1785, y enfilan el Atlántico sur llegando a la Isla de Santa Catalina (Brasil), tras las clásicas escalas en Madeira y Tenerife. Allí, los naturalistas toman buena nota de la industria ballenera local, propiedad de la Corona, y que surtía a Portugal con un número aproximado de 400 ballenas y cachalotes anualmente. Tras doblar el Cabo de Hornos, el 23 de Febrero llegan al puerto chileno de Concepción, y luego al de Talcahuano. Allí, La Pérouse escribirá en su diario acerca de la enorme riqueza del Reino de Chile, que podría alimentar a toda Europa él solo. Sin embargo, observa cómo la falta de libertad de comercio que impera en el Imperio Español impide que se desarrolle su potencialidad: el único comercio era un escuálido barco anual hacia Lima, con unas pocas mercaderías. Esta es una constante que todos los navegantes indican tratándose del Imperio Español, y fue uno de los principales factores que acabaría desencadenando la independencia de las colonias americanas. 

Tras tocar en la Isla de Pascua en abril de 1786 y en las Hawai en mayo de ese mismo año, La Pérouse pone proa hacia la Costa Noroeste de América, que era uno de los objetivos principales del viaje. Como te dije antes, esta era una “zona caliente” donde chocaban los intereses de varias potencias de la época, y era de vital importancia conocer su geografía y sus gentes. 

Tras descubrir la gran belleza del Monte San Elías, en Alaska, encuentran un fiordo muy a propósito para fondear: lo llamarán Port aux Français, hoy Lituya Bay, en el Glacier Bay National Park, en Alaska. Allí, los naturalistas notan la gran abundancia de truchas y salmones. Es verano de 1786, y la migración anual de salmónidos se encuentra en pleno esplendor. Esta migración es un hecho clave para la biodiversidad de la región, pues los osos pardos y también los lobos se alimentan masivamente de salmones. Los osos, concretamente, aumentan tremendamente sus reservas de grasa de cara al invierno gracias a tan deliciosa dieta. 

La Pérouse en Port-aux-Français, Alaska.

Pero también había fletanes, y para los indígenas de la zona la pesca era tan abundante que regalaban pescado a los franceses en tal cantidad que éstos no podían comer más. 

Para seguir la relación del viaje y algunos de sus resultados zoológicos he seguido el Voyage de La Pérouse autour du monde y el Atlas du voyage de La Pérouse que lo acompaña, publicados en 1797, con sus maravillosas láminas grabadas por los dibujantes. Allí, aparece un grabado de un ave rotulada como: Mirle au Port aux Français. ¿Qué especie de pájaro es este?. 

"Mirlo" de Port-aux-Français

No es fácil identificar una especie actual a partir de un grabado del siglo XVIII. Por consiguiente, no puedo estar 100% seguro, pero apostaría por el zorzal pinto (Ixoreus naevius), un túrdido que vive en la Costa Noroeste de América, desde Alaska hasta California. Es un ave migratoria que debía estar allí en la época de la presencia de La Pérouse, al ser verano. Este zorzal vive en los bosques húmedos maduros de coníferas que se dan en la región, verdaderas selvas templadas boreales. Este zorzal tiene cuatro subespecies, y la que debieron ver los naturalistas de la expedición era la subespecie nominal. 

Zorzal pinto

Otra pista que me hace pensar que ese “mirlo” del Port aux Français es el zorzal pinto, es que esta especie fue descrita en 1788 por Gmelin en la 12º edición del Systema Naturae, que el naturalista alemán organizó, una vez fallecido Linneo. Esta edición fue ampliamente enriquecida por las aportaciones de los naturalistas que surcaban el Pacífico, entre ellos (en el capítulo introductor), La Pérouse. Gmelin lo describió inicialmente bajo el género Turdus, y fue la única especie de mirlo que aparece en dicha edición, que proviene de la Costa Noroeste de América. Estoy seguro que Gmelin lo describió a partir de los datos de la expedición La Pérouse. 

El marino francés hace también referencia a las nutrias marinas (Enhydra lutris), cuyas pieles eran ya explotadas comercialmente entonces. Los indios les venderán una importante cantidad de pieles, que luego venderán en Macao, repartiendo los beneficios entre los marineros. Ya te hablé sobre la importancia comercial y los avatares de la nutria marina cuando te hablé de la fauna de la Conquista del Oeste. Donde hay nutrias marinas, hay erizos de mar. Aquí puedes ver una lámina del Atlas donde aparecen algunos tipos de erizos de mar recolectados en Alaska por la expedición. 

Erizos de mar recolectados en la Costa Noroeste de América

Además, también aparece en esta otra lámina, rotulada Insectes, un nudibranquio llamado Glaucus thompsoni, que vive en el Pacífico Norte. Es ese gusanillo con cuatro patas plumosas que aparece en la parte inferior derecha. Los nudibranquios son Moluscos Gasterópodos de variadas y bellísimas formas. 

Invertebrados marinos colectados en el NO de América

Pero el 13 de julio sucedió la primera de las tragedias que asolarían la expedición. Un pontón y dos botes que se hallaban realizando tareas de sonda en el fiordo, fueron atrapados por la fuerte corriente que impera en esta estrecha bahía, y estrellándose contra los rompientes dejaron seis oficiales y quince marineros ahogados. El 30 de julio, apesadumbrados, abandonan Alaska rumbo a la California recién anexionada al Imperio Español, y cuyo estudio era otro de los objetivos políticos de la expedición. El 14 de septiembre de 1786 fondeaban en Monterrey, capital oficiosa de la nueva provincia. 

Una de las primeras cosas que La Pérouse hace notar es la gran abundancia de pelícanos que hay en la costa. Se trata de la subespecie californiana del pelícano pardo (Pelecanus occidentalis californicus), que vive en las costas de California y el Oeste de México. Se alimenta de pescado en las aguas costeras muy cercanas, pues rara vez se aleja demasiado de la costa. Un pelícano adulto ingiere una cantidad diaria de 1,7 kg de pescado. Nidifica en colonias y se estima que esta subespecie dispone hoy de unas 5.000 parejas reproductoras. 

Pelícano pardo de California

Dos aves más aparecen entre los grabados de Prévost en el Atlas. La primera es la codorniz de California (Callipepla californica), una galliforme de la familia Odontoploridae. Con su característico penacho negro que adorna la frente de los machos, esta especie vive en la Costa Oeste de los EEUU, en Baja California y penetra en el interior por las Cuencas del Snake y de la Columbia Británica. Se reconocen siete subespecies. Se trata de un ave sociable que vive en pequeños grupos, en áreas abiertas y de matorrales. Su puesta es numerosa: unos doce huevos. 

Grabado de la codorniz de California

Si bien los naturalistas de la Boussole y del Astrolabe observaron la codorniz en 1786, la especie fue descrita oficialmente por el naturalista británico Shaw, en 1798, a partir de ejemplares traídos por la expedición Vancouver. En 1930 fue declarada Ave estatal de California. 

Codorniz de California

La otra ave californiana que aparece entre los grabados de Prévost aparece rotulada como: Promerops de la Californie Nord. A ver cómo identificamos esta especie. Como recordarás, los Promerópidos son unas aves endémicas de África del Sur, emparentadas con los Melifágidos de los que te hablé. Indudablemente existe un cierto parecido sobre todo en el pico, pero es imposible que haya promerópidos en California. Seguramente los promerópidos eran ya conocidos en la época, pues la escala en la colonia holandesa de El Cabo era habitual en los largos viajes oceánicos. Y en El Cabo hay promerópidos. 

"Promerops" de California Norte

Pero si bien los naturalistas de La Pérouse lo asignaron a Promerops, en realidad no tiene nada que ver. A mi modo de ver, existen dos especies de Mimidae que viven en California y que podrían corresponder a esta especie. Se trata de los llamados en castellano “cuitlacoches”. Dos especies podrían corresponder: el cuitlacoche de Leconte (Toxostoma lecontei) o el cuitlacoche de California (T. redivivus). Se trata de aves de pico relativamente largo y curvado, que se alimentan de insectos , frutos, semillas y granos. 

Cuitlacoche de Leconte

Con esto termina la parte más intensamente estudiada y prospectada en cuanto a la fauna se refiere. La Pérouse tenía instrucciones de estudiar muy profundamente toda la costa norteamericana del Pacífico, y así se hizo. El 24 de septiembre los dos barcos se lanzan a atravesar el Pacífico pasando por las Islas Marianas, rumbo a Macao, donde venderían las pieles que adquirieron en Alaska. Acto seguido, enfilan hacia Manila y permaneciendo en las Filipinas algún tiempo. Allí, los naturalistas lograron hacerse con ejemplares de la curiosa y bellísima paloma apuñalada filipina. Este curioso nombre proviene de una escandalosa mancha de color entre rojo y púrpura que aparece en medio del pecho blanco como si, en efecto, la paloma sangrase por una herida. 

Paloma apuñalada de Luzón

La paloma apuñalada filipina constituye un complejo de cinco especies, cada una de ellas endémica de una isla filipina: 

Gallicolumba luzonica, endémica de Luzón y que, probablemente, fue la especie recolectada. 

G. crinigera, de Mindanao 

G. platenae , de Mindoro 

G. keayi, de Negros 

G menagei, de Tawi Tawi, muy amenazada y escasa. 

Existen otras dos especies del mismo género, en Nueva Guinea y en Célebes, pero se distinguen fácilmente de las palomas filipinas porque la mancha en el pecho es de color amarillento. Una superespecie o complejo de especies, es un grupo de especies tan estrechamente unidas entre sí, que sólo un estudio genético puede diferenciarlas. 

Es el lunes de Pascua de 1787 y La Pérouse abandona Manila para subir por la Costa asiática rumbo a Kamchatka, pasando por Taiwan, la isla coreana de Jeju, el Mar del Japón y las Kuriles. Reconoce la geografía de esta zona, que denomina “Tartaria”, y los naturalistas reconocen al grévol Tetrastes bonasia, una gallinácea propia de las regiones eurosiberianas que debió resultarles familiar, dado que vive en Francia también. 

Grévol

En Kamchatka, al igual que hicieron en Macao, desembarcan documentos y especímenes para Europa. El intérprete de ruso de la expedición, Barthelémy de Lesseps, hará un épico viaje de un año atravesando la helada Siberia y llegando a París, donde informará a Luis XVI en persona. Y menos mal que La Pérouse fue previsor al ir desembarcando material en algunas escalas, porque gracias a eso conocemos los pormenores de la expedición. 

Saliendo de Petropavlovsk, los dos barcos atraviesan de nuevo el Pacífico, y el 9 de diciembre de 1787 llegan a Samoa, donde se producirá la segunda tragedia del viaje. En Tutuila, donde el segundo de a bordo, Fleuriot de Langle, había desembarcado para hacer aguada, se ven atacados por los indígenas, con el aterrador resultado de doce expedicionarios muertos, entre ellos Fleuriot de Langle. Por tanto, levan anclas a la mayor rapidez y enfilan hacia Botany Bay, Australia, adonde llegan el 26 de enero de 1788, justo en el mismo momento en el que los británicos establecen su primera colonia en Port Jackson. 

Los ingleses atienden estupendamente a La Pérouse. Allí, éste desembarca los documentos de la última parte del viaje, para que en un barco inglés, se entreguen al embajador francés en Londres, y puedan llegar a Francia. El plan del resto del viaje era visitar Nueva Caledonia, las islas Santa Cruz, Salomón y Luisiade para volver hacia Australia occidental y, a través del Océano Índico, regresar a Francia. Para cumplir este objetivo, el 10 de marzo de 1788, La Pérouse zarpa de Botany Bay. 

Nunca regresará. Empezaba el misterio. 

CONTINUARÁ…

MÚSICA RECOMENDADA:

Vangelis: The Bounty

Comentarios

  1. Nosotros escribimos sobre marinos extranjeros y otros lo hacen sobre los nuestros, hace poco leí un libro muy interesante sobre Narváez, escrito por un canadiense.

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