En los abismos. La fauna abisal oceánica.

Querida hija:

Imagina un lugar eternamente a oscuras, con temperaturas gélidas, sometido a grandísimas presiones hidrostáticas y, además, escaso en alimentos. ¿Se podría vivir allí? Una vez más, se demuestra la validez de aquella famosa frase de la película "Parque Jurásico": "la vida se abre camino". La vida animal nos sorprende una vez más porque ese lugar existe, en la denominada Zona Abisal de los océanos de nuestro planeta, pero también hay vida en ese inhóspito lugar. Voy a hablarte hoy de esa vida que mora en los abismos, y qué características tiene.

Rapes abisales encontrados por la expedición alemana del Valdivia, 1898-99

La región abisal. El límite de la vida.

Si analizamos las características de las profundidades oceánicas, encontramos diferencias físicas en aguas de diferentes profundidades, y estas diferencias definen qué tipo de vida pueden albergar. Los especialistas, por consiguiente, han definido varias áreas en las que se dividen las aguas oceánicas en función de su profundidad. Así, se habla de una zona Epipelágica hasta los 200 m de profundidad, una zona Mesopelágica hasta los 1.000 m, una zona Batipelágica hasta los 4.000 m, una zona Abisopelágica (o Abisal) hasta los 6.000 m, y una zona Hadopelágica (o Hadal) hasta los 11.000 m (la máxima profundidad oceánica en la Fosa de las Marianas, en el Pacífico Occidental).

Diagrama de las zonas oceánicas profundas

La región abisal ocupa nada menos que el 75% del volumen de los océanos, pero es la región más inhóspita para la vida por las siguientes características físicas:

-Es una región afótica, es decir, no le llega nada de luz solar. Es un reino de oscuridad absoluta donde no puede existir fotosíntesis. No hay plantas ni algas verdes.
-Experimenta elevadísimas presiones hidrostáticas (es decir, hay tanta agua por encima que su peso por unidad de superficie es tremendo): se calcula que la presión hidrostática aumenta 1 atmósfera por cada 10 metros de profundidad. Por tanto, en la región abisal se experimentan presiones de más de 1.000 atmósferas, más que suficientes para aplastarte como si fueras una cáscara de huevo.
-La temperatura de las aguas es gélida: entre 2 y 3 ºC, o sea, apenas por encima del punto de congelación.
-La concentración de oxígeno a tales profundidades es escasa

Podemos, pues, hablar de un ecosistema extremo aparentemente hostil a la vida. Y, sin embargo, hay vida, tanto de invertebrados como de vertebrados. Y su descubrimiento fue una sorpresa para los científicos.

Cómo se descubrió la fauna abisal

A comienzos del siglo XIX había un consenso general en la comunidad científica sobre el hecho de que no podía existir vida a elevadas profundidades oceánicas. Edward Forbes (1815 - 1854) estableció en 1843 que: "no puede haber vida animal por debajo de los 500 m de profundidad". Era la llamada Teoría Azoica. Sin embargo, esta teoría fue pronto refutada: en 1860, Wallich encuentra ofiuros (que son parientes de las estrellas de mar) a una profundidad de 2.300 m en el Atlántico Norte. Ese mismo año se extrajo un cable submarino del Mediterráneo que estaba a 2.000 m de profundidad, para efectuar reparaciones, y se encontró multidud de organismos adheridos a él. Quedaba claro que se abría ante la Ciencia un nuevo campo de investigación: la última esfera biótica de nuestro planeta.

Entre 1872 y 1876 se produce un hito científico: la primera expedición oceanográfica moderna con la expedición del Challenger, que dio la vuelta al mundo con el propósito de estudiar la profundidad de los océanos bajo la dirección científica de Wyville Thompson, de la Universidad de Edimburgo. La expedición Challenger regresó con una riquísima colección de organismos oceánicos de todos los mares del mundo y de profundidades de hasta 5.490 metros.

La expedición del Challenger está considerada como la primera expedición oceanográfica moderna

Con la mejora de la tecnología, los animales abisales eran colectados cada vez a mayores profundidades: esponjas silíceas a 7.600 por la expedición Albatross en 1899, porcelanastéridos a 6.035 por Alberto de Mónaco en 1901, 8.000 metros alcanzados por la Expedición Sueca del Mar Profundo en 1948, o los 10.000 metros alcanzados por la expedición danesa del Galatea en 1951.

Pero el paso definitivo para el mejor conocimiento de la fauna abisal fue la invención y perfeccionamiento de los vehículos submarinos tripulados como la batisfera (800 metros en 1934) o el batiscafo Trieste que, a partir de 1959, empieza a batir récords de profundidad hasta llegar en 1960 a los 10.916 metros de profundidad en la Fosa de las Marianas.

En 1977, el sumergible Alvin realiza, en la dorsal de las Galápagos, en el Pacífico Oriental, uno de los mayores descubrimientos oceanográficos de todos los tiempos: la existencia de chimeneas hidrotermales en los fondos marinos correspondientes a los límites entre placas tectónicas: a través de ellas, el interior del planeta insufla al Océano elementos químicos y nutrientes que son aprovechados por muchas especies que viven junto a ellas beneficiándose, además, de las cálidas temperaturas que comunican a su entorno.

El batiscafo Trieste

Cada año se descubren nuevas especies abisales de todos los Filos zoológicos. No cabe duda que estamos ante una de las vanguardias de la exploración de nuestro planeta. Ahora, hija mía, voy a intentar hacerte entender qué vida existe a tales profundidades y cómo se adaptan a las duras condiciones ambientales.

Consideraciones generales sobre la fauna abisal.

Lo primero que debes tener claro es a qué nos referimos cuando hablamos de "fauna abisal". A efectos de zoología, la fauna Abisal no es la fauna que vive exclusivamente en la Zona Abisal, sino que también vive en la mayoría de la Zona Batipelágica, porque en ésta última se dan también características similares a la abisal.

Por otro lado, no debes confundir la fauna abisal con la fauna que, simplemente, es capaz de alcanzar profundidades abisales pero digamos que no viven de forma permanente allí, o que son capaces de vivir en un amplio rango de profundidades. En mi opinión, el término "abisal" aplicado a la fauna debería reservarse a aquellas especies que presentan adaptaciones específicas a las regiones abisales, y que no pueden vivir fuera de ellas. Las características generales que definen a la fauna abisal son:

- Adaptación del organismo a las elevadas presiones hidrostáticas. En el caso de los Invertebrados porosos, como pueden ser las Esponjas, este problema se resuelve fácilmente puesto que su cuerpo permite el libre paso del agua a través de él. Pero para los vertebrados es más complicado. Los vertebrados abisales equilibran su presión con la del medio circundante porque sus fluidos internos están a la misma presión que el exterior. Por otro lado, muchas especies presentan formas aplanadas en sentido ventral, lo que favorece que se sitúen paralelamente a la dirección vertical de la fuerza de la presión. Otras adaptaciones tendentes a resistir estas tremendas presiones son: esqueletos flexibles y cuerpos de consistencia gelatinosa, blanda o pegajosa. Esta adaptación es tal, que los investigadores tienen problemas en recolectar determinados especímenes que, al ser sacados a la presión atmosférica superficial, estallan y no pueden ser conservados.

-Adaptación a la oscuridad absoluta. El fenómeno de la bioluminiscencia está ampliamente presente en la fauna abisal (si bien no todas las especies son bioluminiscentes). Mediante ciertos órganos llamados fotóforos, las especies bioluminiscentes tienden trampas luminosas para capturar sus presas, o también lo utilizan para ser vistos por sus posibles parejas reproductoras. Otras especies, sin embargo, reaccionan ante la oscuridad total atrofiando sus ojos. Está muy extendida la falta de coloración (albinismo) o directamente son organismos transparentes.

Ejemplo de bioluminiscencia abisal

-Adaptación a la falta de alimento. Los abismos oceánicos son un mundo carnívoro. Al no haber fotosíntesis, las plantas ni el fitoplancton pueden vivir. Por tanto, los organismos abisales son, o bien detritívoros (los detritus "llueven" desde los estratos oceánicos superiores), o son carroñeros (se alimentan de cadáveres de ballenas, tiburones u otros organismos), o son depredadores. Por ello, y ante la escasez de comida, están extendidas adaptaciones como los dientes largos para capturar fácilmente a las presas y no dejarlas escapar, bocas hipertrofiadas y estómagos extensibles y gigantescos para poder engullir presas mayores incluso que el depredador.

-Adaptación a las bajas temperaturas. Los organismos abisales suelen ser animales con un metabolismo muy lento.

Te voy a poner ahora algunos ejemplos de esta interesante fauna abisal.

Invertebrados abisales

Los invertebrados abisales suelen ser organismos que viven en el fondo marino (libres o fijados al sustrato), que suele ser normalmente arenoso. Muchos de ellos viven asociados a las chimeneas hidrotermales, que son una fuente directa de nutrientes químicos y minerales que pueden ser directamente absorbidos por ellos. Puedo destacarte aquí esponjas del género Euplectella, o regadera de Filipinas, caracterizadas por disponer de un esqueleto siliceo compuesto por agujas y filamentos entrelazados entre sí, lo que les dan un aspecto como de vidrio hilado. Estas esponjas aguantan presiones que aplastarían un coche. En los fondos oceánicos del Índico africano se encuentra una esponja del género Monurraphis que se fija al fondo mediante una única y larga aguja que se clava profundamente en el suelo.

Esponja Euplectella

Cuando en 1977 se descubrieron las chimeneas hidrotermales, también se descubrió el gusano de tubo gigante Riftia pachyptila, un Anélido que se aloja en el interior de un tubo quitinoso en cuyo extremo extiende sus branquias plumosas. Este gusano, que mide entre 1,5 y 2,7 metros, digiere los minerales y los nutrientes que salen de las chimeneas con ayuda de bacterias simbiontes.

Gusano de tubo gigante

¿Recuerdas cuando te hablé del redescubrimiento de Neopilina, el molusco monoplacóforo que se daba por fósil?. Pues bien, la gran mayoría de los Monoplacóforos hoy conocidos viven a profundidades abisales, mayormente en las fosas oceánicas del Océano Pacífico.

Los Crustáceos están bien representados en los fondos abisales debido a sus características carroñeras y parásitas. Entre los primeros estarían los cangrejos y entre los segundos, los Copépodos y los Anfípodos, como el recientemente descubierto (2018) Rhachotropis saskia, un anfípodo muy pequeño, de sólo unos milímetros, encontrado nada menos que a un máximo de 8.100 metros de profundidad en la Fosa de las Kuriles-Kamchatka.

Rhachotropis saskia

Para cerrar este pequeño capítulo de invertebrados abisales, me gustaría destacarte el descubrimiento en 1998 de los calamares abisales del género Magnapinna, caracterizados por unas grandes aletas, y unos tentáculos desproporcionadamente largos en relación al cuerpo, y de los que se han observado apenas unos diez ejemplares. Para ellos se ha creado la familia Magnapinnidae.


Calamar magnapínnido

Peces abisales: los verdaderos "monstruos marinos".

Los peces víbora son, seguramente, los ejemplos más típicos de lo que son peces abisales: bocas y dientes desproporcionadamente grandes, cuerpo blando y semi-transparente. Pertenecen al género Chauliodus y tienen nueve especies, dentro del Orden Stomiiformes, que alberga a gran parte de estos peces abisales. Los peces víbora tienen una longitud de entre 30 y 60 cm, y viven en profundidades entre 1.000 y 4.000 metros, en la zona Batipelágica. Estos peces carnívoros parece que llevan a cabo migraciones verticales, desplazándose durante la noche a aguas menos profundas.

Pez víbora Chauliodus macouni

Los rapes abisales, también llamados demonios marinos, peces pescadores o peces anzuelo pertenecen al Orden Lophiiformes, la mayoría de cuyas 162 especies son abisales. Son muy conocidos por "pescar" a sus presas usando una caña de pescar que sale de su frente, y que tiene un cebo bioluminiscente. Cuando la infortunada presa se acerca, demasiado curiosa, inmediatamente es succionada por la gigantesca boca de estos peces. Si bien suelen vivir en torno a los 2.000/3.000 metros de profundidad, se han registrado también a profundidades de 5.000 metros.

Rapes abisales

Pero lo más interesante de estos rapes es su reproducción: el macho (muchísimo menor que la gran hembra) es realmente un parásito de la hembra: se aferra a ella, fusionando sus sistemas circulatorios y sus tejidos, de tal forma que el macho no puede sobrevivir por sí mismo. La relación entre ellas es simbiótica, pues la hembra proporciona alimentación al macho, y éste proporciona continuamente esperma para su fecundación. En los casos más extremos, el macho llega a "fundirse" por completo en el cuerpo de la hembra.

Verdaderamente extraños son los Saccopharyngiformes: un orden recientemente definido (2018) y separado de los Anguiliformes, con los que estarían relacionados. Su cuerpo, en efecto, es anguiliforme pero su cabeza se hipertrofia con enormes mandíbulas y un saco faríngeo que les permite ingerir presas mayores que ellos en tamaño. Cuatro familias se definen en este Orden, y algunas de sus especies son bioluminiscentes. El ejemplo típico sería el pez pelícano.

Pez pelícano

Dentro de los Gadiformes, la familia Macrouridae es también notable representante de la ictiofauna abisal: son los llamados "colas de rata", peces de gran cabeza blindada pero cuyo cuerpo se adelgaza rápidamente y se alarga en forma de cola de hasta 30 cm. de longitud. Viven en todos los mares del mundo, hasta profundidades de 2.000 metros.

Pez cola de rata

El pez de colmillos largos (Anoplogaster cornuta), de la familia Anoplogastridae del orden Bercyformes, es el pez que, en relación con su tamaño (18 cm de longitud) dispone de los dientes más largos. Vive en aguas tropicales y templadas, hasta una profundidad de 5.000 metros.

Pez de colmillos largos

El pez engullidor negro (Chiasmodon niger) es un buen ejemplo de pez con un estómago extensible, lo que le permite digerir peces más grandes que él, en otra estrategia morfológica diferente. Vive en aguas tropicales y subtropicales hasta 2.750 metros de profundidad. Dispone de caninos en sus mandíbulas, y al igual que las serpientes, puede abrir y acomodar sus mandíbulas lo necesario para tragar presas más grandes que él. Su aspecto es inconfundible porque su gran estómago aparece como un saco muy grande "colgando" por debajo de su cuerpo.

Engullidor negro

Espero que estos pocos ejemplos de fauna abisal te hayan servido para hacerte una buena idea de las estrategias adaptativas que han desarrollado para vivir en esta inhóspita zona oceánica. Antes de despedirme, me gustaría aclararte una cosa. En la mayoría de documentación disponible sobre la fauna abisal, suelen contabilizarse también las diferentes especies de calamares gigantes. Estos cefalópodos, los más grandes del mundo, pertenecientes a varios géneros y que pueden alcanzar longitudes de hasta 12 - 16 metros, no los he considerado aquí porque no tengo muy claro si pueden considerarse especies puramente abisales. Si bien pueden alcanzar grandes profundidades oceánicas, en mi opinión no presentan especiales adaptaciones a las características de las regiones abisales como para considerarlos como pura fauna abisal.

MÚSICA RECOMENDADA:

Alan Silvestri: The Abyss



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