La dehesa ibérica y la fauna: 4.000 años tocan a su fin.
Querida hija:
La dehesa ibérica ha sido, durante milenios, un modelo de convivencia entre producción agropecuaria y conservación de la Naturaleza, entre los intereses humanos y la vida salvaje. Este paisaje cultural propio de la Península Ibérica ha generado riqueza económica y biodiversidad a partes iguales. Pero desde hace décadas, negros nubarrones se ciernen sobre este tipo de explotación, y el secular equilibrio que mantenía se ha roto. ¿Qué futuro le espera a la dehesa y a su fauna silvestre?
Cerdos ibéricos en una dehesa |
¿Qué es una dehesa?
Voy a estructurar esta crónica en tres partes. En la primera, te explicaré qué es una dehesa y qué la caracteriza. En segundo lugar te hablaré de la fauna propia de este paisaje, para terminar con los problemas que se van acumulando en el presente y el futuro de las mismas.
Una dehesa es un sistema agro-silvo-pastoral, o sea, un modelo de explotación agropecuaria que se caracteriza por albergar tres elementos en su seno:
El primero, un bosque aclarado compuesto mayoritariamente por encinas (Quercus rotundifolia) y alcornoques (Q. suber). Este bosque aclarado presenta un característico aspecto sabanoide.
El segundo, un estrato inferior de pastos y matorrales
El tercero, ganado doméstico que se alimenta del pasto anteriormente mencionado
Es importante que comprendas que una dehesa verdadera debe contar con los tres elementos. Si no es así, estaríamos hablando de otro tipo de explotaciones, genéricamente denominadas montes adehesados. También es muy importante que tengas claro que la dehesa ibérica es un paisaje cultural en sus dos sentidos: un paisaje "cultivado", en el sentido de ser creación humana. En efecto, la dehesa ibérica es un paisaje que no existe en estado salvaje. Y también es un paisaje cultural en el sentido de haber generado una gran carga de cultura antropológica y rural.
Paisaje de dehesa |
Como toda explotación agropecuaria, la dehesa ibérica se dirige a la obtención de un beneficio económico mediante la explotación de los productos derivados de los árboles (bellotas, madera, corcho...), el mantenimiento del ganado para su posterior comercialización, y también la actividad cinegética, de la que te hablaré al final de esta crónica.
Las dehesas se encuentran en el cuadrante Suroeste de la Península Ibérica. La distribución en hectáreas sería la siguiente:
Extremadura: 1.237.000
Andalucía: 946.000
Castilla - La Mancha: 751.000
Castilla y León: 467.000
Madrid: 113.000
El núcleo del territorio ibérico ocupado por dehesas lo conforman las regiones española de Extremadura y la portuguesa del Alentejo.
Distribución de las dehesas en la Península Ibérica |
Las dehesas se encuentran en terrenos caracterizados por suelos pobres, inadecuados para una explotación puramente agrícolas, con suelos ácidos. Por tanto, el ser humano buscó la manera de ponerlos en explotación dándole un uso ganadero y silvícola. Los pocos cultivos que se verifican en una dehesa suelen estar relacionados mayoritariamente con la alimentación del ganado doméstico.
La palabra "dehesa" deriva del castellano medieval defesa, es decir "defensa", haciendo referencia a un terreno acotado (defendido) para la crianza del ganado. La primera referencia escrita de esta palabra aparece en el año 924, si bien el concepto jurídico de la misma en el sentido de lugar vigilado y acotado aparece en la legislación visigoda bajo el nombre pratum defensum. Durante mucho tiempo se pensó que el origen de las dehesas ibéricas estaría en los latifundios romanos que se instalaron en la región. Pero investigaciones más recientes ponen de manifiesto que su origen es más antiguo.
En efecto, investigaciones palinológicas (estudios de pólenes antiguos) llevadas a cabo en los yacimientos neolíticos de Los Berruecos (Malpartida de Cáceres) y Cerro de la Horca (Plasenzuela), ambos en la provincia de Cáceres, han descubierto que hace 7.000 años, durante el Neolítico Antiguo, la vegetación de la zona permanecía relativamente inalterada, con bosques originarios de encinas y enebros, y un nutrido sustrato arbustivo de aceches (olivos silvestres). Pero durante el Neolítico Medio (hace 4.600 años), se pone de manifiesto una degradación de la mata de acebuches y del encinas, y aparecen pastos de inequívoco origen antrópico.
La cría de ganado es uno de los objetos principales de la dehesa |
Queda claro que, durante esa época, se produjo una intervención humana en los medios arbóreos y arbustivos, introduciendo el fuego como elemento deforestador para abrir claros para el ganado. Se crea así un "bosque-parque" en el cual la mayor radiación solar obtenida al aclarar el bosque favorece el desarrollo de pastos que, de otro modo, no crecerían bajo la sombra de los árboles. Por tanto, puede mantener una cierta cantidad de ganado.
La biodiversidad: el mejor subproducto de la dehesa.
Puede sonar raro dicho así, pero es verdad. Si bien el ser humano ha diseñado la dehesa para sacar una rentabilidad de sus árboles y sus pastos, la biodiversidad aparece como un beneficio secundario, no buscado, pero que no ha provocado conflictos a lo largo de la Historia. El humano y el animal silvestre han convivido en la dehesa secularmente.
¿Por qué es así?. A diferencia de lo que ha sucedido en otras regiones, donde la agricultura ha extirpado los bosques autóctonos por completo, en la dehesa esto no ha llegado a suceder. Es verdad que la vegetación original de la región no existe como tal, pero no ha desaparecido sino que ha sido transformada para satisfacer las necesidades humanas. Por eso, al no desaparecer del todo la vegetación original, e integrarse armoniosamente en un sistema productivo, la dehesa ha actuado como un refugio para una fauna de carácter ibero-mediterráneo que, de otro modo, sólo podría haber sobrevivido precariamente en las áreas montañosas.
Así, en 1999 se llevó a cabo un estudio sobre la fauna silvestre presente en las dehesas de la provincia de Salamanca. Se contabilizaron 153 especies de Vertebrados:
12 de Peces
14 de Anfibios
22 de Reptiles
18 de Aves cinegéticas
57 de Aves no cinegéticas
5 de Mamíferos cinegéticos
25 de Mamíferos no cinegéticos
Además de 1 Crustáceo, 4 Lepidópteros, 21 Himenópteros, 30 Dípteros, 8 Coleópteros florícolas y 29 Coleópteros coprófagos.
En un cuadrante peninsular donde la insolación es fuerte, los Reptiles y los Anfibios son comunes: entre otros se encuentran presentes la rana de San Antonio (Hyla arborea), la rana verde común (Rana perezi), el sapillo pintojo (Discoglossus galganoi), o el tritón ibérico (Triturus boscai). Entre los reptiles destaco la presencia de las culebras de escalera (Elaphe scalaris) y bastarda (Malpolon monspessulanus), los eslizones ibérico (Chalcides bedriagai) y tridáctilo (C. striatus), o el mayor lagarto de la Península, el lagarto ocelado (Timon lepidus).
El sustrato de pastos y matorrales de la dehesa proporciona refugio perfecto y alimento para multitud de micromamíferos, como el ratón de campo (Apodemus sylvaticus), la musaraña común (Crocidura russula), la musaraña ibérica (Sorex granarius), el ratón moruno (Mus spretus), o el topillo de Cabrera (Microtus cabrerae).
Esta abundancia tanto de reptiles como de micromamíferos, común a las cálidas regiones mediterráneas proporciona a su vez una firme base alimentaria para una gran cantidad de aves rapaces: el águila calzada (Hieraaetus pennatus), el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), el buitre negro ( Aegypius monachus), el alcotán (Falco subbuteo), el búho real (Bubo bubo), el cárabo común (Strix aluco), el elanio azul (Elanus caeruleus), o los milanos real (Milvus milvus) y negro (Milvus migrans).
Entre las aves no rapaces, hay gran variedad: Paseriformes, Ciconiformes, Anseriformes...como por ejemplo el cuco (Cuculus canorus), la collalba gris (Oenanthe oenanthe), la cigüeña negra (Ciconia nigra), la carraca común (Coracias garrulus), la alondra común (Alauda arvensis) o el alcaraván (Burhinus oedicnemus), amén de constituir el gran refugio ibérico invernal para las espectaculares grullas comunes (Grus grus).
Por supuesto, los grandes mamíferos se hallan también representados en las dehesas, gran parte de ellos de interés cinegético: el ciervo rojo ibérico (Cervus elaphus hispanicus), el gamo (Dama dama), el corzo (Capreolus capreolus), el lince ibérico (Lynx pardina), el zorro rojo (Vulpes vulpes), y mesocarnívoros como el tejón (Meles meles), la gineta (Genetta genetta), o el meloncillo (Herpestes ichneumon).
Toda esta fauna ha convivido sin problemas con las explotaciones ganadera y silvícola de las dehesas, poniendo un valor añadido a las mismas. Pero...¡ay de mí!, este equilibrio se está resquebrajando y rompiendo a marchas forzadas. Te voy a explicar el por qué.
La crisis de la dehesa
Como te he explicado al comienzo de esta crónica, la dehesa es una explotación de la que su propietario extrae productos silvícolas como la madera, las bellotas o el corcho y productos del ganado que se cría en sus pastos, fundamentalmente ganado ovino, porcino y, en menor medida, vacuno. En este marco productivo, la actividad cinegética fue tradicionalmente un complemento que se practicaba en los terrenos de la dehesa más agrestes y menos adecuados para la presencia del ganado. Así, la venta de los productos de la caza así como su propio autoconsumo dentro de la dehesa suponían una ayuda perfecta que redondeaba el valor económico de la dehesa.
La crisis de la dehesa comienza a mediados del siglo XX. En primer lugar, las necesidades de la industrialización del país empiezan a atraer a la mano de obra que vivía en y de las dehesas bajo el espejismo de sueldos más altos y una vida mejor en las ciudades. Se produce así el éxodo rural que deja a muchas dehesas sin mano de obra para explotarlas. Al escasear la mano de obra, el factor trabajo se encarece y la mayoría de propietarios opta por sustituir este factor trabajo por maquinaria, pesticidas y fertilizantes. La vida de los jornaleros se hace más precaria cada vez, al hacerse más discontinuo aún su modo de vida. En estos momentos, los municipios que tienen dehesas tienen una tasa de paro mayor y una densidad de población menor que los municipios que no tienen dehesas.
La generalización de la ganadería intensiva de carácter industrial terminó, además, de tirar los precios de los productos ganaderos. La ganadería extensiva tradicional de las dehesas no puede competir en igualdad de condiciones y los ingresos de la ganadería caen.
Por otro lado, los productos industriales empiezan a invadir las dehesas, y sus propietarios se van endeudando cada vez más. Se produce así un fenómeno nuevo que señala la decadencia de lo que fueron las dehesas de toda la vida: la capitalización.
El gran capital de origen exterior hace su entrada en las dehesas: inversores de diversa laya y pelaje empiezan a comprar fincas en difícil situación, muchas veces para blanquear dinero procedente de actividades ilícitas o dudosas o para establecer segundas residencias de políticos o grandes empresarios que viven en las ciudades y que aparecen por la finca sólo esporádicamente. Muchas dehesas, así, se "turistizan", perdiendo todo interés productivo al estilo antiguo.
Muchos propietarios empobrecidos así como los "nuevos ricos" que compran y compran dehesas (muchas veces a través de empresas interpuestas), encuentran un nuevo-viejo modo para "rentabilizar" las depauperadas dehesas: la caza "deportiva".
Como te he explicado antes, la caza siempre fue una actividad secundaria y complementaria en las dehesas. Pero ahora esta actividad gana mucho peso e incluso en muchas fincas se convierte en la actividad principal. Pero ahora ya no se trata de consumir lo que se ha cazado o de vender los productos de la caza. Ahora se trata de vender derechos de caza a personajes adinerados, a los que les da igual llevarse el jabalí o cocinar las codornices. Y, en la medida en que la caza "deportiva" va ganando más y más peso en las dehesas, aparecen sus indeseados subproductos: los vallados cinegéticos, los conflictos de paso y acceso que antes no existían, el bastardeo de las poblaciones autóctonas de conejos o perdices mediante la tramposa introducción de animales criados en granjas cinegéticas y, sobre todo, el envenenamiento y exterminio de cualquier carnívoro que tenga la osadía de comerse la caza "del señorito".
No es casualidad, hija mía, que la crisis de la dehesa coincide en el tiempo con los "años de plomo" de las Juntas de Extinción de alimañas, los años de la estricnina, de los cepos y los lazos. Los años en los que especies que convivieron sin problemas con el ganado de las dehesas como el lince ibérico o el lobo ibérico son exterminados sin piedad. Sí, así es...el lobo y el lince ibéricos desaparecen del cuadrante SO de la Península durante los años 70 y 80. Durante 4.000 años los lobos y los linces han vivido junto a ovejas, cabras y cerdos sin mayores problemas. Y es precisamente cuando la actividad tradicional de las dehesas decae, y la caza gana peso como nueva forma de generar ingresos para sus propietarios, justo entonces cuando se lanzan las campañas de exterminio...legales primero, e ilegales después.
Por lo tanto, hemos pasado de una armonía entre ganado, pastos, árboles y fauna silvestre a una situación, la actual, en la que la caza ha exterminado a los grandes y medianos carnívoros de las fincas, y ha contaminado genéticamente algunas especies autóctonas al mezclarse con importaciones alóctonas para ser cazadas.
¿Es ése el futuro de las dehesas?
No, no y mil veces no. La dehesa fue el resultado de la evolución de la sociedad humana desde el Paleolítico cazador y recolector al Neolítico agricultor y ganadero. Si el cambio de la sociedad humana ha impuesto ahora un cambio de uso de las dehesas, no es porque la mayoría de la sociedad desee la caza, sino porque es la única salida que ven sus propietarios para sacarles rentabilidad. La sociedad va hoy por otros derroteros: prohibición de circos con animales, reconocimiento de "derechos" para la fauna silvestre...la caza de animales salvajes sólo por propósito "deportivo", sólo porque se considera que la fauna es "propiedad" del gestor de la finca tiene el tiempo contado.
Tarde o temprano se abrirá paso la idea de que es absurdo que el ser humano disponga de la vida de otros animales silvestres compañeros nuestros de planeta. No, no nos pertenecen. No tenemos ningún título de propiedad sobre ellos.
Y, por tanto, no tenemos derecho a matarlos si no es para poner un plato de comida en la mesa de una familia que tiene hambre.
Puede sonar raro dicho así, pero es verdad. Si bien el ser humano ha diseñado la dehesa para sacar una rentabilidad de sus árboles y sus pastos, la biodiversidad aparece como un beneficio secundario, no buscado, pero que no ha provocado conflictos a lo largo de la Historia. El humano y el animal silvestre han convivido en la dehesa secularmente.
Fauna típica de la dehesa |
¿Por qué es así?. A diferencia de lo que ha sucedido en otras regiones, donde la agricultura ha extirpado los bosques autóctonos por completo, en la dehesa esto no ha llegado a suceder. Es verdad que la vegetación original de la región no existe como tal, pero no ha desaparecido sino que ha sido transformada para satisfacer las necesidades humanas. Por eso, al no desaparecer del todo la vegetación original, e integrarse armoniosamente en un sistema productivo, la dehesa ha actuado como un refugio para una fauna de carácter ibero-mediterráneo que, de otro modo, sólo podría haber sobrevivido precariamente en las áreas montañosas.
Así, en 1999 se llevó a cabo un estudio sobre la fauna silvestre presente en las dehesas de la provincia de Salamanca. Se contabilizaron 153 especies de Vertebrados:
12 de Peces
14 de Anfibios
22 de Reptiles
18 de Aves cinegéticas
57 de Aves no cinegéticas
5 de Mamíferos cinegéticos
25 de Mamíferos no cinegéticos
Además de 1 Crustáceo, 4 Lepidópteros, 21 Himenópteros, 30 Dípteros, 8 Coleópteros florícolas y 29 Coleópteros coprófagos.
En un cuadrante peninsular donde la insolación es fuerte, los Reptiles y los Anfibios son comunes: entre otros se encuentran presentes la rana de San Antonio (Hyla arborea), la rana verde común (Rana perezi), el sapillo pintojo (Discoglossus galganoi), o el tritón ibérico (Triturus boscai). Entre los reptiles destaco la presencia de las culebras de escalera (Elaphe scalaris) y bastarda (Malpolon monspessulanus), los eslizones ibérico (Chalcides bedriagai) y tridáctilo (C. striatus), o el mayor lagarto de la Península, el lagarto ocelado (Timon lepidus).
Ranita de San Antonio |
Eslizón ibérico |
El sustrato de pastos y matorrales de la dehesa proporciona refugio perfecto y alimento para multitud de micromamíferos, como el ratón de campo (Apodemus sylvaticus), la musaraña común (Crocidura russula), la musaraña ibérica (Sorex granarius), el ratón moruno (Mus spretus), o el topillo de Cabrera (Microtus cabrerae).
Musaraña ibérica |
Esta abundancia tanto de reptiles como de micromamíferos, común a las cálidas regiones mediterráneas proporciona a su vez una firme base alimentaria para una gran cantidad de aves rapaces: el águila calzada (Hieraaetus pennatus), el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), el buitre negro ( Aegypius monachus), el alcotán (Falco subbuteo), el búho real (Bubo bubo), el cárabo común (Strix aluco), el elanio azul (Elanus caeruleus), o los milanos real (Milvus milvus) y negro (Milvus migrans).
Águila imperial ibérica |
Milano negro |
Entre las aves no rapaces, hay gran variedad: Paseriformes, Ciconiformes, Anseriformes...como por ejemplo el cuco (Cuculus canorus), la collalba gris (Oenanthe oenanthe), la cigüeña negra (Ciconia nigra), la carraca común (Coracias garrulus), la alondra común (Alauda arvensis) o el alcaraván (Burhinus oedicnemus), amén de constituir el gran refugio ibérico invernal para las espectaculares grullas comunes (Grus grus).
Cigüeña negra |
Collalba gris |
Por supuesto, los grandes mamíferos se hallan también representados en las dehesas, gran parte de ellos de interés cinegético: el ciervo rojo ibérico (Cervus elaphus hispanicus), el gamo (Dama dama), el corzo (Capreolus capreolus), el lince ibérico (Lynx pardina), el zorro rojo (Vulpes vulpes), y mesocarnívoros como el tejón (Meles meles), la gineta (Genetta genetta), o el meloncillo (Herpestes ichneumon).
Ciervo rojo en una dehesa |
Lince ibérico |
Toda esta fauna ha convivido sin problemas con las explotaciones ganadera y silvícola de las dehesas, poniendo un valor añadido a las mismas. Pero...¡ay de mí!, este equilibrio se está resquebrajando y rompiendo a marchas forzadas. Te voy a explicar el por qué.
La crisis de la dehesa
Como te he explicado al comienzo de esta crónica, la dehesa es una explotación de la que su propietario extrae productos silvícolas como la madera, las bellotas o el corcho y productos del ganado que se cría en sus pastos, fundamentalmente ganado ovino, porcino y, en menor medida, vacuno. En este marco productivo, la actividad cinegética fue tradicionalmente un complemento que se practicaba en los terrenos de la dehesa más agrestes y menos adecuados para la presencia del ganado. Así, la venta de los productos de la caza así como su propio autoconsumo dentro de la dehesa suponían una ayuda perfecta que redondeaba el valor económico de la dehesa.
La crisis de la dehesa comienza a mediados del siglo XX. En primer lugar, las necesidades de la industrialización del país empiezan a atraer a la mano de obra que vivía en y de las dehesas bajo el espejismo de sueldos más altos y una vida mejor en las ciudades. Se produce así el éxodo rural que deja a muchas dehesas sin mano de obra para explotarlas. Al escasear la mano de obra, el factor trabajo se encarece y la mayoría de propietarios opta por sustituir este factor trabajo por maquinaria, pesticidas y fertilizantes. La vida de los jornaleros se hace más precaria cada vez, al hacerse más discontinuo aún su modo de vida. En estos momentos, los municipios que tienen dehesas tienen una tasa de paro mayor y una densidad de población menor que los municipios que no tienen dehesas.
La ganadería intensiva ha competido con ventaja con las producciones ganaderas de la dehesa |
La generalización de la ganadería intensiva de carácter industrial terminó, además, de tirar los precios de los productos ganaderos. La ganadería extensiva tradicional de las dehesas no puede competir en igualdad de condiciones y los ingresos de la ganadería caen.
Por otro lado, los productos industriales empiezan a invadir las dehesas, y sus propietarios se van endeudando cada vez más. Se produce así un fenómeno nuevo que señala la decadencia de lo que fueron las dehesas de toda la vida: la capitalización.
El gran capital de origen exterior hace su entrada en las dehesas: inversores de diversa laya y pelaje empiezan a comprar fincas en difícil situación, muchas veces para blanquear dinero procedente de actividades ilícitas o dudosas o para establecer segundas residencias de políticos o grandes empresarios que viven en las ciudades y que aparecen por la finca sólo esporádicamente. Muchas dehesas, así, se "turistizan", perdiendo todo interés productivo al estilo antiguo.
Muchos propietarios empobrecidos así como los "nuevos ricos" que compran y compran dehesas (muchas veces a través de empresas interpuestas), encuentran un nuevo-viejo modo para "rentabilizar" las depauperadas dehesas: la caza "deportiva".
Como te he explicado antes, la caza siempre fue una actividad secundaria y complementaria en las dehesas. Pero ahora esta actividad gana mucho peso e incluso en muchas fincas se convierte en la actividad principal. Pero ahora ya no se trata de consumir lo que se ha cazado o de vender los productos de la caza. Ahora se trata de vender derechos de caza a personajes adinerados, a los que les da igual llevarse el jabalí o cocinar las codornices. Y, en la medida en que la caza "deportiva" va ganando más y más peso en las dehesas, aparecen sus indeseados subproductos: los vallados cinegéticos, los conflictos de paso y acceso que antes no existían, el bastardeo de las poblaciones autóctonas de conejos o perdices mediante la tramposa introducción de animales criados en granjas cinegéticas y, sobre todo, el envenenamiento y exterminio de cualquier carnívoro que tenga la osadía de comerse la caza "del señorito".
¿Es la caza el futuro de la dehesa ibérica? |
No es casualidad, hija mía, que la crisis de la dehesa coincide en el tiempo con los "años de plomo" de las Juntas de Extinción de alimañas, los años de la estricnina, de los cepos y los lazos. Los años en los que especies que convivieron sin problemas con el ganado de las dehesas como el lince ibérico o el lobo ibérico son exterminados sin piedad. Sí, así es...el lobo y el lince ibéricos desaparecen del cuadrante SO de la Península durante los años 70 y 80. Durante 4.000 años los lobos y los linces han vivido junto a ovejas, cabras y cerdos sin mayores problemas. Y es precisamente cuando la actividad tradicional de las dehesas decae, y la caza gana peso como nueva forma de generar ingresos para sus propietarios, justo entonces cuando se lanzan las campañas de exterminio...legales primero, e ilegales después.
Por lo tanto, hemos pasado de una armonía entre ganado, pastos, árboles y fauna silvestre a una situación, la actual, en la que la caza ha exterminado a los grandes y medianos carnívoros de las fincas, y ha contaminado genéticamente algunas especies autóctonas al mezclarse con importaciones alóctonas para ser cazadas.
Tejón envenenado. El envenenamiento de carnívoros es un subproducto de la caza. |
¿Es ése el futuro de las dehesas?
No, no y mil veces no. La dehesa fue el resultado de la evolución de la sociedad humana desde el Paleolítico cazador y recolector al Neolítico agricultor y ganadero. Si el cambio de la sociedad humana ha impuesto ahora un cambio de uso de las dehesas, no es porque la mayoría de la sociedad desee la caza, sino porque es la única salida que ven sus propietarios para sacarles rentabilidad. La sociedad va hoy por otros derroteros: prohibición de circos con animales, reconocimiento de "derechos" para la fauna silvestre...la caza de animales salvajes sólo por propósito "deportivo", sólo porque se considera que la fauna es "propiedad" del gestor de la finca tiene el tiempo contado.
Tarde o temprano se abrirá paso la idea de que es absurdo que el ser humano disponga de la vida de otros animales silvestres compañeros nuestros de planeta. No, no nos pertenecen. No tenemos ningún título de propiedad sobre ellos.
Y, por tanto, no tenemos derecho a matarlos si no es para poner un plato de comida en la mesa de una familia que tiene hambre.
Resumiendo, la intensificación de la ganadería está desvirtuando la ganadería extensiva donde resulta impensable mantener el ganado sin los consabidos camiones de pienso. No existe regeneración del encinar y se ha pasado a una dependencia extremadamente irresponsable y peligrosa de los recursos no renovables con los que se mantiene la agricultura industrial.
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