Viaje, desaparición y búsqueda de La Pérouse (y III). La fauna de la Expedición D'Urville.

Querida hija:

Finalmente, el misterio sobre la desaparición de La Pérouse se resolvió cuando nadie lo esperaba ya, pasados treinta años de su desaparición. Le tocó verificar los rumores a Dumont D'Urville en la última expedición que tendría entre sus objetivos averiguar el destino de La Pérouse, entre 1826 y 1829). Con una pareja de naturalistas meticulosos y más que competentes, ésta sería, de las tres expediciones, la que ofrecería los más abundantes resultados zoológicos, y que contribuyó fuertemente al conocimiento de la fauna del Archipiélago Indomalayo de una forma decisiva. Vamos a terminar aquí esta trilogía. Te hablaré de algunos de los animales más interesantes que estudiaron, y qué pasó finalmente con La Pérouse.

Sepias. Atlas du Zoologie du voyage de la corvette L'Astrolabe

Introducción. Nuevos tiempos.

Francia, al igual que Europa, se recuperaba lentamente del vendaval napoleónico que había sacudido el continente hasta 1815. Ahora imperaba en el mundo la Pax Britannica, puesto que Gran Bretaña surgió definitivamente como la gran potencia hegemónica en el mundo. Por su parte, a Francia le interesaba volver a pasear su pabellón por los mares del mundo y recuperar el tiempo perdido en guerras y revoluciones. A partir de 1817 vuelven a organizarse expediciones científicas como en los viejos tiempos de Luis XVI, centrándose sobre todo en Australia y en el archipiélago Indomalayo-Melanesia, que eran las zonas del Pacífico donde había más margen de investigación.

Jules Sébastien Dumont D'Urville (1790 - 1842)

Así, entre 1817 y 1820 Louis Claude Freycinet viaja con la Uranie, donde embarca a una pareja de naturalistas que será la protagonista de los estudios faunísticos de esta época: el zoólogo y cirujano Jean René Constant Quoy y su ayudante, el segundo cirujano y también zoólogo Joseph Paul Gaimard. Quédate con estos nombres pues serán los personajes más destacados en nuestro relato.

Entre 1823 y 1825, será la Coquille de Louis Isidore Duperrey la que tome el relevo en sus investigaciones en la región. El segundo de a bordo será el teniente de navío Jules Sébastien Cesar Dumont D'Urville. A su regreso a Francia, D'Urville, que ardía en deseos de mandar su propio buque, propone a las autoridades un nuevo viaje pero esta vez focalizándose en una zona muy mal conocida aún: el archipiélago de la Louisiade, las costas de Nueva Guinea y la Isla de Nueva Bretaña. Los responsables de la Marina añaden a esta propuesta un reconocimiento de Nueva Zelanda, Tonga y Fiji, y finalmente se asigna a Dumont D'Urville el mando de la Coquille, donde había sido el segundo en el mando. Para las observaciones de fauna, se vuelve a contar con los dos naturalistas de la Uranie, Quoy y Gaimard. Es el año 1826.

Cuando la Coquille está a punto de zarpar, sucede lo inesperado: desde el otro lado del mundo llegan noticias de que un capitán inglés ha encontrado los restos de la Expedición La Pérouse. Después de tres décadas, los rumores sobre su destino no habían parado y por eso Dumont D'Urville era escéptico. Pero era su deber confirmar estas noticias. Por eso, se rebautiza la Coquille como el Astrolabe, en un homenaje a La Pérouse, y finalmente el 26 de abril de 1826 zarpa de Tolón.

El Astrolabe encuentra al Astrolabe. El viaje.

Tras la ruta habitual del Atlántico y el Índico, el 7 de Octubre de 1826 el barco fondea en la costa sudoccidental de Australia, donde los naturalistas estudian la cotorra capirroja o perico capelo (Purpureicephalus spurius), uno de los Psitaciformes más bellos del Continente Austral. Los machos son una sinfonía de color, totalmente comparables a los coloridos loros sudamericanos. Además, son los que cuentan con el "capelo" rojo que da nombre a la especie. Es endémico del ángulo SO de Australia, donde ocupa hábitats de bosque dominado por Corymbia calophylla, cuyas semillas come junto con las de eucaliptos y otras plantas.

Perico capelo

A pesar de la protección de la que gozan las Psitácidas en Australia, han sido tratados como plaga porque a veces se alimentan también de cultivos de frutales, por lo que han sido perseguidos y disparados, pero su población va en aumento por el abandono rural y por su facilidad de adaptarse a hábitats degradados.

Tras la escala en Port Jackson (hoy Sydney), capital de la naciente y creciente colonia inglesa de Nueva Gales del Sur, Dumont D'Urville explora la Isla Norte de Nueva Zelanda en enero de 1827 para tomar datos e informaciones dirigidas a una posible colonización francesa del archipiélago (los ingleses aún no lo habían ocupado). Allí, Quoy y Gaimard descubren el único delfín endémico de Nueva Zelanda: el delfín Héctor (Cephalorhynchus hectori), que es el más pequeño de los delfines conocidos, con una longitud de entre 1,2 y 1,6 metros y un peso de entre 40 y 60 kg. Más concretamente, los naturalistas describen una subespecie, el delfín maui (C. h. maui), que vive exclusivamente a lo largo de la costa occidental de la Isla Norte, en aguas de profundidades menores a 20 metros.

Delfín Héctor o de Nueva Zelanda

Desgraciadamente, la otra ave que Quoy y Gaimard estudian en la Isla Norte ya está extinta. Se trata de la codorniz de Nueva Zelanda (Coturnix novaezelandiae). Descubierta por Banks en su viaje con Cook, Quoy y Gaimard consiguen capturar el primer espécimen para la ciencia europea. Pero cuando los ingleses invaden Nueva Zelanda, introducen las ratas, los gatos y los cerdos que hacen presa fácil en estas codornices. Por si fuera poco, los colonos también las cazan. Así, entre 1867 y 1868 se caza el último ejemplar, y la especie se da por extinguida en 1870. Menos de cien años después de su descubrimiento.

Codorniz de Nueva Zelanda

La tercera especie más interesante que la pareja de naturalistas estudia en Nueva Zelanda es el chorlito de Nueva Zelanda (Charadrius obscurus), que presenta dos subespecies, una para cada isla grande del archipiélago. Es un ave limícola, que vive en bancos de arena, estuarios y playas. Hacia 1990 estuvo al borde de la extinción, con 1.300 ejemplares en la Isla Norte y sólo 75 en la Isla Sur. Las medidas de protección que se implementaron con posterioridad han aumentado su población alejándola, de momento, del desastre: en 2005 había 1.700 en la Isla Norte y 250 en la Isla Sur.

Chorlito de Nueva Zelanda

El Astrolabe se adentra entonces en el corazón de la Polinesia y, en abril de 1827, llegan a las Islas Tonga. No fue una escala agradable: los conflictivos marineros reclutados en los bajos fondos de Tolón empiezan a desertar en ese paraíso tropical, pero los nativos tonganos atacan también a la tripulación, si bien los naturalistas pueden documentar al roseto de Tonga (Pteropus tonganus), un Megaquiróptero o zorro volador que, además de en Tonga, vive en Samoa, Islas Cook, Fiji, Nueva Caledonia, Vanuatu y Nueva Guinea. Quoy y Gaimard fueron sus descubridores. Nocturno, anida en nutridas colonias en lo alto de los árboles. Al tratarse de murciélagos frugívoros, ejercen tanto de dispersores de semillas como de polinizadores. Se da la circunstancia de que en Tonga son considerados animales sagrados y son propiedad del Rey, por lo que el Reino de Tonga es un verdadero paraíso para ellos, pues no se les molesta ni se les caza.

Roseto de Tonga. Atlas du Zoologie du voyage de la corvette L'Astrolabe

En Tonga, Dumont D'Urville hace averiguaciones sobre La Pérouse. Hablan con una princesa llamada Faka Kava, de unos 50 o 60 años de edad, que recuerda haber visto en Tonga unos buques con la misma enseña blanca que llevaban los de D'Entrecasteaux antes que éste, y que se quedaron allí diez días, partiendo luego con rumbo oeste. Por tanto, queda claro por fin que, tras abandonar Botany Bay, La Pérouse pudo llegar a Tonga. Su desaparición, por tanto, tuvo que tener lugar más hacia el oeste.

Por tanto, la expedición se dirige a Fiji y las Islas Lealtad, junto a Nueva Caledonia. Y, de allí, a Nueva Irlanda en julio de 1827. En estos archipiélagos melanesios y en la vecina Nueva Guinea, amén de observar cocodrilos marinos de seis metros de longitud, los naturalistas realizan interesantes hallazgos entomológicos. Descubren una subespecie de mariposa Ornithoptera priamus, que denominan urvillianus en honor al comandante de la expedición. Esta bella mariposa vive en las Molucas centro-meridionales, en las Bismarck, las Salomón, Nueva Guinea y el NE de Australia. Y se han descrito nada menos que 99 subespecies.

Ornithoptera priamus

Antes de dirigirse a Amboina, para repostar, el Astrolabe realiza una interesante parada en las Islas Aru, situadas frente a la Costa Occidental de Nueva Guinea. Estas islas son un microcosmos representativo de lo que son las Islas de Wallacea: son restos emergidos de un antiguo super-continente que unía Australia y Nueva Guinea, y que el aumento del nivel del mar al fundirse los glaciares del Pleistoceno, inundó dejando los actuales Mares de Banda y Arafura. Estas islas de Wallacea tienen una interesante fauna marsupial, cuyos representantes son aquí los mamíferos dominantes.

Así, Quoy y Gaimard estudian dos marsupiales en Aru. El primero es un canguro llamado tilogalo de Aru o pademelon oscuro (Thylogale brunnii), exclusivos de las Islas Aru y Kai, y en el sector sur de Nueva Guinea. Vive en ambientes sabanoides, zonas de matorral seco y bosques secos tropicales y subtropicales. El otro es el bandicut espinoso (Echymipera kalubu). Como recordarás cuando te hablé sobre los Marsupiales, los bandicuts (Peramelidae) son los equivalentes marsupiales de los conejos. El bandicut espinoso vive en Nueva Guinea e islas adyacentes como las Aru, y recibe su nombre de los pelos espinosos que tiene intercalados en su pelaje, en un interesante parecido con los tenrecs de Madagascar y las ratas espinosas de Centro y Sudamérica.

Pademelon oscuro

Bandicut espinoso

También observan un hecho curioso. Quoy y Gaimard, en sus investigaciones sobre invertebrados marinos, recolectan varias holoturias, también llamadas cohombros o pepinos de mar, y que son Equinodermos como los erizos o las estrellas de mar. Dentro de algunas de ellas vivían uno o dos peces de un grupo denominado "peces perla". Estos peces viven dentro del ano de las holoturias. ¿Por qué?. Algunas especies usan este "refugio" como técnica de defensa y ocultación, pero otras especies se comportan como parásitos, devorando las gónadas de las holoturias desde dentro...

Además de los marsupiales, los naturalistas admiran y documentan una de las aves del paraíso más famosas: el Ave del Paraíso Gran Esmeralda (Paradisea apoda). El nombre específico en latín significa "sin pies", y esto es debido porque los primeros ejemplares que llegaron a Europa (pieles preparadas) tenían las patas cortadas. Vive en el SO de Nueva Guinea y en las Islas Aru. Es la mayor ave de su género, con 43 cm de longitud.

Ave del paraíso gran esmeralda

El Astrolabe permanece en Amboina en septiembre-octubre de 1827 y, desde allí, para entre diciembre de 1827 y enero de 1828 en Hobart, Tasmania, donde por fin puede confirmar las noticias sobre el destino de La Pérouse. El misterio, por fin, se esclarece.

¿Qué le pasó a La Pérouse?

Resultaba que un capitán inglés llamado Peter Dillon hacía muy poco había descubierto restos de la expedición La Pérouse en la isla de Vanikoro, entre Nueva Caledonia y las Salomón. ¿Cómo se llegó a esto?

Dillon se movía entre Fiji y Melanesia, en una época en la que los primeros europeos se establecían por su cuenta y riesgo en algunas islas de Oceanía. En 1813 había evacuado a un prusiano llamado Martin Bushart de un violento Fiji y lo trasladó a Tucopia, en el Archipiélago de Santa Cruz. Cuando volvió a verle en 1826, reparó en algunos objetos que los indígenas llevaban, como por ejemplo una vaina de plata. Bushart le informa de que, cuando llegaron a Tucopia, observaron varios objetos que sólo podían proceder de un barco europeo. Los indígenas le informan que los trajeron de la isla de Vanikoro.

Destino de la Expedición de La Pérouse

Un compañero de Bushart, llamado Joe, seis años atrás visitó Vanikoro y encontró allí dos ancianos blancos, únicos supervivientes del naufragio de los barcos de La Pérouse. Ante la imposibilidad de ir a Vanikoro por el mal tiempo, Dillon va a Calcuta a solicitar ayuda a las autoridades británicas, que le proporcionan un barco para intentar rescatar a los supervivientes. Sabiendo que por la zona se encontraba la expedición de Dumont D'Urville, que intentó contactar, el 28 de agosto de 1827 Dillon llega a Vanikoro, pero ya no quedan supervivientes. Interroga a los indígenas más viejos, quienes le cuentan que dos grandes barcos naufragaron debido a un temporal, que la mayoría de la tripulación pereció en él, y que los supervivientes construyeron un bote con el que salieron de la isla, y no se volvió a saber de ellos. Confirman que en la isla quedaron dos supervivientes, uno falleció y el otro desapareció con unos indígenas.

Dillon regresa a Calcuta en octubre portando varios objetos procedentes de la expedición desaparecida. Carlos X, en París, le otorgará una pensión vitalicia y le nombrará Caballero de la Legión de Honor.

Cenotafio erigido en Vanikoro por Dumont D'Urville en memoria de La Pérouse

Por tanto, del 21 de febrero al 13 de marzo de 1828, el Astrolabe de D'Urville fondea en Vanikoro para investigar. Localizan, a su vez, objetos pertenecientes a la expedición y, antes de irse, construyen un monumento a la memoria de La Pérouse. En París, a su regreso, mostrarán los objetos a Barthelémy de Lesseps, que como recordarás, fue aquel osado joven que llevó colecciones de La Pérouse desde Kamchatka a París, y por tanto, se salvó del naufragio. Lesseps, ya maduro, reconoce los objetos como pertenecientes a la expedición.

El clima insalubre de Vanikoro convierte al Astrolabe en una enfermería navegante, y la tripulación no acabará de recuperarse nunca. A pesar de subir hasta Guam y, de allí, hasta Amboina el 30 de Junio, la situación sanitaria de la expedición no acaba de mejorar y D'Urville decide dar por terminado el viaje, y regresar a París.

Pero no sin embarcar antes ejemplares de babirusa, de la cual no había ninguno en el Museo de Historia Natural de París. El Gobernador holandés de las Molucas promete proporcionárselas, pero con la condición de desplazarse a la Isla Célebes, donde pueden embarcarlas. La babirusa (Babyroussa babyrusa) es un cerdo salvaje endémico de Célebes, famoso por sus largos y curvados colmillos que llegan a perforar el hocico de los machos, en su crecimiento, y curvarse de tal modo que en algunos casos se clava en la frente del infortunado animal. Por eso, su nombre significa "cerdo-ciervo". No es demasiado grande: 1 metro de alto por 80 cm de largo y 100 kg de peso. Actualmente hay unos 4.000 individuos. Es, junto con el anoa o búfalo enano, el único artiodáctilo nativo de esta isla.

Babirusa

El 24 de febrero de 1829, el Astrolabe regresa a Marsella.

EPÍLOGO. QUÉ PASÓ DESPUÉS.

Ahora venía el trabajo duro. Quoy y Gaimard estudian las ingentes colecciones zoológicas que se traen del viaje, y luego viene la labor de escribir monografías que serán presentadas ante Academias y Sociedades de Historia Natural. Los resultados zoológicos de la Expedición D'Urville serán asombrosos: entre 1830 y 1835 aparecerán cinco tomos de la Zoologie y un maravilloso Atlas donde se representaron muchos de los especímenes recolectados. Aparte, se editaron también tres tomos de Entomología entre 1832 y 1835 y un precioso Atlas sólo de Moluscos y Zoófitos.

Atlas du Zoologie du voyage de la corvette L'Astrolabe. Moluscos

Atlas de Zoologie du voyage de la corvette L'Astrolabe. Peces

Dumont D'Urville pasó seis años preparando y editando su Voyage de la corvette L'Astrolabe, y, entre 1837 y 1840 volverá a servir a Francia capitaneando una expedición a los mares antárticos, una vez más con el Astrolabe y su compañero la Zelée.

¿Y qué pasó con La Pérouse?

Pocos meses después de la partida de D'Urville de Vanikoro, la corbeta Bayonnaise al mando de Tromelin llega para comprobar que sigue en pie el cenotafio erigido por D'Urville a la memoria de La Pérouse, y realizan el homenaje oficial al marino desaparecido.

Homenaje de la Bayonnaise ante el cenotafio de La Pérouse

A partir de 1883, coleccionistas privados empiezan a frecuentar Vanikoro para recuperar objetos de los barcos perdidos. En 1958, a iniciativa de las autoridades francesas de Nuevas Hébridas, se realizan prospecciones oficiales en Vanikoro, y en 1964 se identifican oficialmente los restos del Astrolabe. Francia seguirá patrocinando trabajos arqueológicos durante el final del siglo XX y comienzos de XXI, y se identifican también los restos de la Boussole.

Hoy día, los objetos recuperados de ambos buques se exponen en el Museo de la Marina, en París, en el Museo de La Pérouse en Albi y en el Museo Marítimo de Numéa (Nueva Caledonia).

MÚSICA RECOMENDADA:

Klaus Badelt: La máquina del tiempo 


Comentarios

  1. Muy buen blog. Te invito a visitar el mio https://putocornudo.blogspot.com/.Saludos amigos!

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