50 años del Parque Nacional "Tablas de Daimiel". El "Mar de Aral" español.

Querida hija:

Este año se cumplieron los 50 años de la declaración de las Tablas de Daimiel como Parque Nacional. Desgraciadamente ya era tarde y hoy asistimos a su muerte con sólo un 0,5% de su superficie con agua y vemos con impotencia cómo el resto se ha convertido en un polvoriento desierto. Yo fui de los últimos que pudo contemplarlo con agua pero incluso entonces este agua procedía de trasvases: el enfermo estaba vivo sólo con transfusiones. Como siempre, nuestra sed de dinero y nuestro modo de vida demencial han terminado con uno de los ecosistemas más valiosos y singulares de la Península Ibérica. ¿Aprenderemos alguna vez la lección? Esta es la crónica de un crimen contra el Universo.

Las Tablas de Daimiel, secas. Tal vez para siempre


¿Qué eran las Tablas de Daimiel?

En La Mancha se denominan "tablas" a un ecosistema formado por una llanura inundada por el desbordamiento de un río, favorecida por la escasa pendiente del terreno (semiendorreísmo). Las Tablas de Daimiel fueron el mayor y más importante de los humedales de este tipo. Imagínate por un momento la seca, ocre y deforestada llanura manchega abrasada por el calor del verano y con fuertes heladas en invierno. Y aparece un oasis como Las Tablas de Daimiel. Un sueño que se convirtió en pesadilla.

Esquema del humedal de Las Tablas de Daimiel


Las Tablas de Daimiel, situadas cerca del municipio del mismo nombre en el lado nororiental de la provincia de Ciudad Real estaban formadas por la inundación provocada por la confluencia de dos ríos en una llanura sin apenas pendiente: uno estable y de agua dulce, el Guadiana, y otro estacional de agua salobre, el Gigüela. A este doble aporte hídrico había que añadir un tercero: la descarga del famoso Acuífero 23, un verdadero lago subterráneo bajo La Mancha cuyo nivel freático cortaba las curvas del nivel del terreno justo aquí, y descargaba en el humedal a través de varios puntos (el más famoso de los cuales eran los Ojos del Guadiana), y que alcanzaba su máximo de encharcamiento en la primavera y el mínimo durante el verano, pero sin llegar a secarse nunca.

Por tanto, teníamos aquí un portento ecológico y geológico, que no sólo se convirtió en lugar de cría y/o de paso de multitud de especies de aves acuáticas sino que también ofrecía al ser humano de la comarca un derroche de riquezas para vivir.

¿Qué fauna vivía en Las Tablas?

Como suele suceder en este tipo de humedales, la fauna protagonista eran sobre todo las aves acuáticas, que acudían aquí a criar o bien como escala en sus pasos migratorios. Así, encontrábamos aquí anátidas como el ánade real (Anas platyrhynchos), el pato cuchara (Spatula clypeata), la cerceta común (Anas crecca), el pato colorado (Netta rufina) o el ánade friso (Mareca strepera). 

Pato colorado


También estaba bien representado el grupo de aves limícolas con especies como la cigüeñuela (Himantopus himantopus), la avoceta (Recurvirostra avosetta), la avefría (Vanellus vanellus), el correlimos chico (Calidris minuta) o la aguja colinegra (Limosa limosa). Las garzas estaban representadas fundamentalmente por la garza imperial (Ardea purpurea), el martinete (Nycticorax nycticorax), la garceta común (Egretta garzetta), la garcilla cangrejera (Ardeola ralloides) o el avetorillo (Ixobrychus minutus).

Los pájaros de carrizal estaban representados por el pájaro moscón (Remiz pendulinus), el bigotudo (Panurus biarmicus) o el martín pescador (Alcedo atthis). Las rapaces estaban bien representadas aquí empezando por la más abundante y visible, el aguilucho lagunero (Circus aeroginosus) pero también su competidora el águila pescadora (Pandion haliaetus) y procedentes de las cercanas estepas cerealistas el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), el elanio azul (Elanus caeruleus) y también una buena representación de nuestras rapaces nocturnas más habituales.

Bigotudo


Por supuesto, también aquí había mamíferos, empezando por la nutria (Lutra lutra) y continuando por el zorro rojo (Vulpes vulpes), el jabalí (Sus scrofa), el tejón (Meles meles) o la comadreja (Mustela nivalis).

En cuanto a la fauna más propiamente acuática, existían aquí dos especies de galápagos: el galápago leproso (Mauremys leprosa) y el galápago europeo (Emys orbicularis). Pero fue la ictiofauna de este humedal la que primero sufrió los ataques de los humanos. Originariamente había peces como la carpa (Cyprinus carpio), el barbo comizo (Luciobarbus comizo), que al vivir en la parte central del curso del Guadiana se encontraba todo el año en el humedal ya que no se secaba nunca, la colmilleja (Cobitis paludica), el calandino (Squalius alburnoides) o el cacho (S. pyrenaicus).

Cacho


Esta ictiofauna autóctona fue casi exterminada o al menos, expulsada por los peces exóticos que introdujeron los pescadores por un lado (lucio, lucioperca, siluro...) como los "teóricos" de la lucha contra el paludismo (gambusia) y también fue introducido aquí como en todas partes el cangrejo de río americano (Procambarus clarkii). De todos modos, la desecación de Las Tablas ha expulsado a toda la ictiofauna a los cursos de agua limítrofes. En el Parque Nacional no queda ya ningún ser vivo que pueda nadar.

¿Cómo se llegó a esta situación? Voy a contarte la historia completa de la destrucción de las Tablas de Daimiel.

Un crimen contra el Universo: la destrucción de un humedal

Hablar de la historia de las Tablas de Daimiel es hablar de la Dehesa de Zacatena, una finca que englobaba lo que es hoy el humedal. Esta dehesa era explotada por la Orden de Calatrava tras la reconquista de estas tierras y tenía unas 8.000 hectáreas de superficie de las cuales 2.000 estaban inundadas. Los calatravos obtenían de esta finca pingües beneficios ya que alquilaban sus ricos pastos a los rebaños de ovejas merinas que pasaban aquí el invierno, y también operaban una serie de molinos harineros que aprovechaban las aguas del Guadiana.

Mapa de ubicación de Las Tablas de Daimiel


A partir de los Reyes Católicos los activos de las Órdenes militares pasan a ser propiedad de la Corona, y la Dehesa de Zacatena no fue una excepción. En su periodo de máximo esplendor, a mediados del siglo XVIII, 22.000 ovejas merinas invernaban allí y también la Real Yeguada de Aranjuez tenía el privilegio de pacer allí en años de sequía.

No obstante la riqueza económica que generaba esta dehesa, cuya explotación económica no perjudicaba al humedal, desde 1751 empieza a abrirse paso en España la idea de que los humedales son terrenos inútiles e insalubres que hay que desecar para poner en cultivo sus tierras e incrementar así la riqueza "del pueblo". Durante la segunda mitad del siglo XVIII y todo el siglo XIX se sucederán los proyectos para desecar el humedal pero felizmente ninguno se llevó a cabo más allá de intervenciones puntuales de limitado alcance.

Pero la Corona, siempre necesitada de dinero, decide vender la Dehesa de Zacatena (con sus Tablas de Daimiel) el 30 de diciembre de 1763 a un propietario privado, Pedro Sáenz de Santamaría, un "nuevo rico" que ha amasado una fortuna en América con su casa comercial e invierte en tierras y ganados merinos trashumantes (que era el "pelotazo" de la época). Con todo, Sáenz de Santamaría mantendrá la unidad de la finca y la seguirá explotando racionalmente. Sus herederos no serán capaces de continuar con ello y venden de nuevo la finca en 1788.

El nuevo propietario, Antonio Sierra, no será capaz de mantener la finca unida y entre 1806 y 1834 acaba siendo troceada y vendida a diferentes propietarios. Es la época de las desamortizaciones y la nueva clase burguesa capitalista está hambrienta de dinero. Los nuevos propietarios empiezan por talar el encinar que constituía el "cinturón de seguridad" de la finca, para hacer rápidos beneficios con la venta de la madera. Los pastos subsiguientes son puestos en cultivo inmediatamente, y por primera vez en la historia de las Tablas de Daimiel el olivar, la vid y el olivo cercan el humedal. Unas tierras que jamás habían sido cultivadas. En este contexto hace su aparición otro actor decisivo para el futuro de las Tablas de Daimiel: los cazadores.

Vista aérea de las Tablas de Daimiel en mayo de 2013


Si bien el humedal manchego siempre conoció la explotación cinegética (sobre todo la caza de anátidas), no es hasta mediados del siglo XIX cuando aparece la caza comercial más o menos como hoy la conocemos. En el año 1848 Juan de la Mata, I Duque de Sevillano, compra una finca en Zacatena al Duque de Osuna. En los años siguientes ampliará su finca con gran parte de lo que hoy es el Parque Nacional. En 1860, además, llega el ferrocarril a Daimiel y, con él, empiezan a llegar a la zona aventureros, emprendedores y buscavidas. Uno de ellos es un cazador valenciano, Francisco Martí de Veses, que descubre las inmensas posibilidades cinegéticas de Las Tablas y se asocia con los Sevillano para fundar la primera sociedad de cazadores de la zona. 

Veses viajará frecuentemente a Madrid donde hará una magnífica labor de "marketing" entre la realeza y la aristocracia madrileña para publicitar el magnífico coto de caza de Daimiel. Tendrá un gran éxito y pronto hasta el mismísimo Rey Alfonso XII cazará en las Tablas. Por el momento, los intereses cinegéticos logran paralizar todos los proyectos de desecación del humedal, que vuelve a ser propugnado en 1897.

Paralelamente a la explotación cinegética del humedal, la gente local de la comarca también encontraba medios de vida en él: había pescadores que vendían el fruto de su pesca a los habitantes de la comarca, Esta pesca se realizaba desde barcas de fondo plano y usando redes, y también usaban trampas llamadas "garlitos" para capturar cangrejos de río. Todavía se conserva alguna de las antiguas casas de los pescadores de piedra y tapial, y tejado de carrizo.

Los últimos pescadores de las Tablas de Daimiel


También se explotaban las fibras vegetales del humedal: la masiega que se usaba como combustible y la enea que se usaba para fabricar utensilios. En suma, el humedal daba de comer a mucha gente y a cambio el ser humano lo mantenía y lo conservaba. Todos felices.

El trágico final

Tenemos que esperar hasta la llegada del franquismo para asistir al comienzo del fin de este magnífico humedal. En las Tablas de Daimiel se enfrentan dos intereses contrapuestos pero ambos protegidos por el régimen. Por un lado está el sector cinegético, como has visto bien establecido desde 1860 y muy protegido por el régimen franquista porque es el pasatiempo de la aristocracia (uno de los pilares sociales que apoyan a Franco) pero también de jerarcas franquistas empezando por el mismísimo Franco. A este sector le interesa que el humedal siga intacto.

Por otro lado están los intereses agrarios muy protegidos por el sector falangista del régimen, y que abraza entusiásticamente la teoría decimonónica de que los humedales hay que desecarlos para poner en cultivo sus tierras. Tienen el ojo puesto en las Tablas de Daimiel y en 1956 logran que se apruebe la Ley de Desecación de los márgenes del Gigüela, Záncara y Guadiana. Y, en efecto, en 1965 se empiezan los trabajos de desecación del humedal. Las excavadoras acceden y empiezan a destripar la tierra para hacer canales de desagüe.

El 17 de octubre de 1965, Franco vino a cazar a Las Tablas.


Los cazadores no se quedan quietos y maniobran cerca del gobierno de Franco para detener el proyecto. Logran que se declare las Tablas de Daimiel Reserva Nacional de Caza en 1966, lo que no deja de ser un coto de caza gestionado por el Estado. Sin embargo los "colonos", muy apoyados desde la Diputación Provincial y el Sindicato del Campo, redoblan las labores de desecación en 1970 y 1971. Una vez más los cazadores ponen el grito en el cielo. Franco tiene que tomar una decisión.

La decisión es salomónica. Las Tablas de Daimiel no se desecarán pero tampoco se permitirá la caza. En 1972 el gobierno encarga al ICONA un estudio de viabilidad para la declaración de un Parque Nacional, que en efecto se crea el 28 de junio de 1973. 

Sin embargo, como ves, el nuevo Parque Nacional nace herido de muerte ya que los intereses agrarios rodean literalmente al humedal, y no van a renunciar de ningún modo a poner en marcha sus proyectos. Cambian entonces de estrategia y empiezan a solicitar subvenciones para expandir los regadíos en cultivos como el maíz o la remolacha. El sinsentido de cultivar cosas que necesitan agua en una tierra seca como La Mancha se mantendrá en el régimen democrático y los cultivos de regadío en una tierra seca continuarán extendiéndose. Si en 1974 había en regadío 30.000 hectáreas en la comarca de Daimiel, pasarán a 125.000 en su máximo histórico. En menos de 20 años se perforan 15.000 pozos, buena parte de ellos ilegales. Y eso no sale gratis.

El nivel del Acuífero 23 (de donde inevitablemente se saca el agua) acaba colapsando y en los años 80 el nivel freático cae 40 metros. Los Ojos del Guadiana dejan de manar en 1982. Desde entonces el humedal no ha dejado de secarse. Sólo una parte del Trasvase Tajo - Segura y el bombeo subterráneo lo mantenían artificialmente vivo ya que en 1993 las Tablas estaban ya hidrológicamente desconectadas de su entorno natural.

Las Tablas de Daimiel, antes y ahora.


En 2009 la turba reseca que queda al descubierto al desaparecer el agua arde espontáneamente y durante un año incendios subterráneos arrasan el parque. Sólo una excepcional temporada de lluvias en 2010 extingue los incendios y una breve bonanza hídrica se mantuvo hasta 2015. En aquella época yo visité el Parque Nacional, cuando era un enfermo con transfusiones.

Las recurrentes sequías agravadas por el calentamiento global y la incesante explotación del acuífero han acabado por matar este increíble humedal. A día de hoy sólo están encharcadas ocho de las 1.750 hectáreas inundables. Nuestro "Mar de Aral" particular se ha consumado.

¿Mereció la pena? ¿al menos la extensión brutal de los regadíos sirvió para sacar de la miseria a los manchegos y lanzarles a la prosperidad?. Yo te voy a dar datos del Instituto Nacional de Estadística y juzga tú misma. El pico máximo de población de la provincia de Ciudad Real se alcanza en 1960, cuando el humedal estaba en su máximo esplendor y cuando el regadío en la provincia era anecdótico. Desde entonces la población de la provincia no ha dejado de reducirse, perdiendo el 50% hacia 1970. Si bien desde entonces la población se ha recuperado algo, aún está muy lejos del máximo de 1960.

¿50 años? nada que celebrar.

MÚSICA RECOMENDADA: Cecilia - Grandes Éxitos


Recuerda que está disponible mi libro en papel: DARWIN ERA UN AFICIONADO: EL REINO ANIMAL CONTADO A UN ADOLESCENTE. Puedes adquirirlo aquí

¿Eres un apasionado de la fauna y quieres aportar algo significativo a su divulgación? Conviértete en un patrocinador de mi blog en Patreon y disfruta de una experiencia única y valiosa. Obtén acceso exclusivo a contenido adicional y conviértete en un miembro activo de mi comunidad divulgativa. ¡Diferénciate y apoya la divulgación de la fauna! Patreon.com/cronicasdefauna


Comentarios

  1. No ha logrado aguantar, somos lo peor cómo simples "parásitos" los únicos que somos capaces de matar de quién nos alimenta, todo un parque Nacional, cual será el próximo? Doñana? Eso ya no importa nada, cómo otras tantas cosas.

    ResponderEliminar
  2. Trabajo en autobuses etn y pude visitar el parque, me gusto bastante.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Errores comunes: los pingüinos no existen

Tarántulas. Dame veneno...

La gallina doméstica: características, origen y domesticación