Tres mujeres naturalistas en un mundo de hombres.

Querida hija:

Felizmente vivimos tiempos de reconocimiento del genio femenino. Esto no era así hace sólo unas pocas décadas, cuando las mujeres legalmente eran poco menos que un cero a la izquierda. Sencillamente no contaban para nada y para nadie. El mundo del estudio de los seres vivos no era una excepción, completamente monopolizado por los hombres. Ellos subían al Himalaya o recorrían el Serengeti para estudiar su fauna silvestre mientras las mujeres quedaban encerradas en casa. Por eso es notable que aquellos tiempos antiguos hubiera mujeres que encontraron la manera de contribuir al estudio de la Vida. Hoy te propongo tres mujeres notables y heroicas que rompieron moldes y sean tus referentes.

Mary Anning fue pionera de la Paleontología


Introducción: la mujer en el estudio de la Vida

Si te das una vuelta por cualquier Facultad universitaria de Biología o Ciencias Ambientales verás una mayoría de alumnado femenino. Esto es algo extraordinario si lo relacionamos con un pasado no tan remoto, cuando los hombres monopolizaban cualquier formación universitaria y proyectos de investigación y estudio de la vida silvestre. Pero como te he explicado en muchas ocasiones, el naturalista no tiene por qué ser un licenciado universitario, basta con que uno sea un aficionado y tenga ganas de conocer lo que es la fauna silvestre.

Tal vez esa sigue siendo la asignatura pendiente de la mujer hoy día: no acaba de encontrar su lugar en el mundo de los naturalistas aficionados. Los "pajareros" son, en su abrumadora mayoría, señores de edad provecta, y no digamos nada en relación con los aficionados a detectar y observar grupos zoológicos más difíciles como Mamíferos o Reptiles. Mientras la mujer ha conquistado felizmente el mundo universitario relacionado con el estudio de la Vida, el mundo aficionado se le resiste.

Por eso quiero que conozcas tres mujeres notables por lo que hicieron y por la época en la que lo hicieron. Para que te sirvan de modelo e inspiración, y que tengas claro que lo que decidas hacer, o dejar de hacer, en la vida debe basarse en tus deseos y no en tu condición femenina.

Mary Anning (1799 - 1847) está considerada como la primera paleontóloga en sentido moderno. No me refiero a la primera mujer paleontóloga, sino la primera persona de cualquier sexo que aplicó a la paleontología un sentido científico y sistemático. Y, además, se hizo famosa por ello. Mira en qué época vivió.

Mary Kingsley (1862 - 1900) era una solterona victoriana (ni más ni menos) que vivió encerrada en su casa cuidando de sus padres y su hermano durante 31 de los 38 años que llegó a cumplir. Pero durante los últimos siete años de su vida viajó por el "África tenebrosa" sola, animada por el propósito de conocer la antropología de los nativos africanos y conocer su fauna. Y también se hizo famosa por ello. En plena época de represión moral y sexual victoriana.

Marjorie Courtenay - Latimer (1907 - 2004) era una mujer curiosa sobre el mundo que le rodeaba. Su magnética personalidad le permitió introducirse en el mundo académico relacionado con la vida marina, y logró identificar y describir un fósil viviente: el celacanto. Todo ello sin poseer ninguna formación Universitaria. Pero ella, al menos, vivió lo suficiente para conocer la "liberación de la mujer" y ver cómo las mujeres ocupaban en la sociedad occidental el lugar que les corresponde.

Mary Anning. La primera paleontóloga

Mary Anning lo tenía todo en contra cuando nació en 1799 en Lyme Regis (Dorset, Inglaterra), el mismo año en el que Napoleón Bonaparte se convirtió en Primer Cónsul de la Francia Revolucionaria, ahí enfrente mismo de donde nació Mary. Mary era mujer. Mary era pobre (su padre era un humilde ebanista). Mary pertenecía a una familia disidente ya que no profesaban el anglicanismo oficial en su país, sino que pertenecía a una confesión congregacionalista. Era carne de cañón, discriminación y pobreza.

Estatua en honor a Mary Anning erigida en Lyme Regis


Para completar ingresos, el padre de Mary recogía fósiles en la playa de Lyme Regis para vendérselos a los viajeros que acudían cada vez en mayor número a esa pintoresca costa de Dorset. Los acantilados jurásicos de la zona eran fácilmente deleznables cuando había galernas, y la pequeña Mary con su hermano Joseph aprendió de su padre cuándo, dónde y qué recolectar. La época era propicia: la geología era la Ciencia de moda, el estudio de animales extinguidos a partir de fósiles era una avanzada novedad y los fósiles se vendían como churros puesto que muchos aristócratas los compraban por esnobismo aunque les importara un bledo lo que eran y lo que significaban.

En 1810 Joseph encuentra la cabeza de un ictiosaurio, y en 1811 Mary encuentra el esqueleto completo. La genialidad de Mary estribó en superar su mera condición de mera excavadora y vendedora de fósiles. Huérfana desde los once años, sabía únicamente leer y escribir, pero usó estos básicos conocimientos para contactar con los principales geólogos de su época, como William Buckland, Georges Cuvier o Henry de la Beche, acompañándoles en sus excursiones por Lyme Regis en busca de fósiles. Incluso aprendió francés para leer los trabajos de Cuvier sobre huesos fósiles. También entabló relaciones comerciales con grandes coleccionistas como Thomas Birch, a quien vendió en 1818 un esqueleto de ictiosaurio, y Birch le ayudó económicamente en un momento difícil.

Carta y dibujo de Mary Anning anunciando el descubrimiento de Plesiosaurus dolichoiderus en 1823


En suma, Mary se implicó en su trabajo, lo contempló como un negocio y aprendió todo lo que había que saber sobre fósiles aplicando esos conocimientos a los hallazgos que hacía, que eran cada vez más importantes como su primer esqueleto de un plesiosaurio en 1820 y otro más completo en 1830. En 1828 encuentra con Joseph los restos del primer pterodáctilo de Gran Bretaña.

En 1826 se compra una casa con espacio suficiente para montar allí su "Almacén de huesos" para la venta. Una empresa en toda regla. Su fama ya era total a nivel local y empezaba a ser conocida en toda Inglaterra. Naturalistas norteamericanos recurrieron a ella para obtener fósiles para el Museo de Historia Natural de Nueva York y en 1844 la visitó el mismísimo rey Federico Augusto II de Sajonia para comprar fósiles. Los fósiles encontrados por Mary fueron la base de la famosa acuarela Dunia Antiquior, pintada por el geólogo Henry de la Beche en uno de los primeros ejemplos de paleoarte: representaba una serie de reptiles en un lago jurásico, como ictiosaurios, plesiosaurios, cocodrilos, pterosaurios, etc. El original se encuentra en el Museo Nacional de Cardiff.

Acuarela Duria Antiquior, de Henry de la Beche, 1830, basada en los descubrimientos de Mary Anning


Con sólo encontrar un fósil, Mary ya sabía a qué grupo zoológico pertenecía, lo montaba para su venta y lo documentaba cuidadosamente con todo tipo de dibujos, discutiendo sus hallazgos con los hombres de la ciencia oficial, quienes reconocían oficiosamente su autoridad en la materia pero nunca dieron el paso lógico de admitirla en el mundo académico como una igual a ellos. Por ejemplo, en 1839 escribió un artículo en el Magazine of Natural History para discutir que un reciente fósil de un diente de tiburón constituía un nuevo género, porque ella ya había encontrado dientes similares en el pasado. Fue su único escrito publicado.

Mary tuvo que pasar por el aro en un aspecto: dejar su fe congregacional y adoptar el anglicanismo, un paso casi obligado si quería que su negocio prosperara. En 1835 una serie de malas inversiones casi la arruinaron pero el Gobierno británico, a instancias de sus contactos geólogos, le concede una pensión anual de 25 libras, que al menos le dieron una cierta seguridad en sus últimos años. Mary falleció en 1847 de cáncer de mama. Sólo tenía 47 años. Jamás se casó y en su trabajo de búsqueda de fósiles sólo le acompañaba su perro y su hermano.

La Sociedad Geológica de Londres le dedicó un panegírico tras su fallecimiento pero jamás la admitió como miembro. Ninguna mujer entraría en dicha Sociedad hasta 1904.

Mary Kingsley, la solterona victoriana que caminó entre caníbales

A diferencia de Mary Anning, Mary Kingsley nació en una familia burguesa acomodada. Pero eso no le valió de mucho a la pequeña Mary, nacida en Londres en 1862, ya que no recibió ningún tipo de educación. No la necesitaba para lo que se esperaba de ella: o casarse con algún petimetre o cuidar a sus ancianos padres cuando no pudieran valerse por sí mismos. Este fue el destino de Mary.

Retrato de Mary Kingsley


Pero su padre puso en Mary una semilla que acabaría germinando a su debido tiempo. George Kingsley era médico de la aristocracia y trabajaba concretamente para George Herbert, XIII Conde de Pembroke, con quien iba de viaje a arriesgadas expediciones de caza por esos mundos. El doctor Kingsley pronto se interesó por la antropología y aprovechaba sus viajes para observar las costumbres de muchos pueblos aborígenes y anotar sus observaciones. Cuando regresaba a Londres, la pequeña Mary escuchaba embobada los relatos que su padre le hacía.

El doctor también puso a disposición de Mary una vasta biblioteca de Antropología, Geografía y todo tipo de temas. Mientras las chicas de la edad de Mary suspiraban por las novelas de Jane Austen, Mary devoraba libros de viajes y soñaba con ir a África algún día. Aunque, en aquella Inglaterra victoriana, lo mismo le daba soñar con ir a Marte. Un imposible.

Su madre siempre tuvo una salud frágil y muy pronto tuvo que cuidar de ella y de su hermano menor mientras su padre estaba de viaje. Su adolescencia, juventud y primera madurez las pasó encerrada en las cuatro paredes de su casa cuidando de su familia. Los años pasaban y su severo aspecto victoriano no ayudaba a que se casara. Se quedaría solterona y sin ninguna perspectiva de futuro, sobre todo cuando su padre, a su vez, se hizo viejo y tuvo que cuidar también de él.

Pero el destino es algo muy extraño. Cuando Mary cumplió sus 30 años (para la Inglaterra victoriana eso era ser una vieja solterona) murieron sus padres: su padre en febrero de 1892 y su madre en abril. Cobró su parte de la herencia familiar y por primera vez en su vida se vio libre y dueña de su vida. Podía hacer lo que quería, puesto que su hermano podía valerse por sí mismo. Lo primero que hizo Mary con su libertad fue pasar unas vacaciones en las Islas Canarias. Allí, en los puertos canarios, respiró el ambiente de los barcos que iban y venían a África. Mary tomó una decisión que haría que sus conocidos londinenses la tomaran por loca: cumpliría su sueño de ir a África. Con dos ovarios.

Mary Kingsley en la canoa en la que exploraba el Ogooué, Gabón, 1895


No se lo pensó mucho ni preparó mucho equipaje. Lo único que tuvo cuidado en hacer fue un curso de enfermería para tratar las posibles incidencias médicas que pudiera padecer. En julio de 1893 embarca en Liverpool en el carguero Lagos, que paraba en las principales factorías comerciales europeas del África occidental: Sierra Leona, Golfo de Guinea, Calabar, Camerún, Angola y Gabón. En diciembre de 1893 estaba de vuelta en Londres con el veneno africano inoculado en su ADN para siempre.

Mary caminaba por la selva sola. Ligera de equipaje y vestida con sus enaguas hasta los tobillos y un vestido negro que la cubría por completo. Aprendió a comerciar para introducirse en las tribus que quería observar y estudiar, porque ella quería completar la obra de su padre. Pero también recolectó especímenes de insectos (especialmente escarabajos) y peces en los ríos que visitaba. Sabría sacar partido de todo ello. Nada detuvo a la valiente victoriana. Tras 30 años consumiéndose en las cuatro paredes de su casa, tenía claro que ahora iba a vivir a tope, y no se iba a echar atrás por los mosquitos, la humedad, la selva y los "salvajes caníbales". Nunca tuvo el menor problema ni con los "salvajes" africanos ni con los envilecidos y alcoholizados factores comerciales europeos en aquel infierno. Su forma de pensar era rompedora: los misioneros lo único que hacían era destruir las culturas nativas y ella quería documentarlas antes de que desaparecieran.

Cuando regresa a Londres, ni corta ni perezosa se dirige al Museo de Historia Natural para ofrecer los especímenes zoológicos que había recogido en África. Allí, impresiona al zoólogo Albert Günther (1830 - 1914) quien acepta la colaboración de Mary, e incluso logrará que el Museo equipe y financie el segundo viaje de Mary, quien tiene clarísimo que quiere "repetir". Acto seguido va a la Editorial MacMillan para publicar el relato de su notable viaje. La editorial verá inmediatamente el potencial y, en efecto, Travels in West Africa se publica en 1897 y se convierte en un best seller lleno de la flema y retranca británica que forjó un imperio.

Travels in West Africa es el libro más famoso de Mary Kingsley


Pero mientras su libro se preparaba para su edición, en junio de 1895 regresa a África en un viaje que durará hasta noviembre de ese mismo año. Visitará las mismas regiones que en el primer viaje pero se centrará especialmente en Gabón (además de escalar el Monte Camerún): explorará la cuenca del Ogooué y convivirá con los fang, que tienen fama de caníbales. Continuará recolectando ejemplares zoológicos para el Museo (18 especies de plantas y 65 de peces), y su amigo Günther describirá tres especies de peces que nombrará en honor a Mary:

Ctenopoma kingsleyae (Anabantiformes, Anabantidae), que vive en las cuencas del Senegal, Volta, Niger y Congo

Ctenopoma kingsleyae


Brycinus kingsleyae (Characiformes, Alestiidae), distribuido en todas las cuencas desde el Sanaga en Camerún hasta el Chiloango en Angola, incluyendo el Congo.

Brycinus kingsleyae


Paramormyrops kingsleyae (Osteoglossiformes, Mormyridae), endémico de las cuencas de Baja Guinea, con citas también en el Congo.

Paramormyrops kingsleyae


Mary disfrutó de las mieles de la fama y popularidad entre 1895 y 1899 (publica su segundo libro, más académico), cuando estalla la Guerra de los Boers en Sudáfrica y se alista como enfermera voluntaria. Allí esta generosa mujer contrae el tifus, que se la lleva a la tumba en Ciudad de El Cabo el 3 de junio de 1900. Según sus propios deseos su ataúd fue enterrado en el mar, con todos los honores. Solo tenía 38 años, pero con sus siete últimos demostró de qué era capaz una mujer victoriana resuelta a cambiar su estrella.

Marjorie Courtenay - Latimer y el celacanto

Tampoco fue muy prometedora la infancia de Marjorie. Nacida en East London, Sudáfrica, e hija de un sencillo jefe de estación, padeció un infancia enfermiza y delicada. Pero pronto se vio atraída por el mundo de la naturaleza y se convirtió en naturalista aficionada. A los once años se juró que se convertiría en una experta en aves. Pero la vida no le permitió estudiar nada relacionado con el mundo de la naturaleza y estudió enfermería.

No obstante, cuando vio una vacante en el Museo de East London (que básicamente es un museo de Historia Natural) no se lo pensó y optó a ella a pesar de no tener titulación que la acreditase. Sin embargo, en la entrevista de trabajo impresionó por su conocimiento de la naturaleza sudafricana y ganó el empleo en agosto de 1931. Trabajaría toda su vida en este museo. Y, al igual que nuestras otras dos heroínas jamás se casó.

Postal conmemorativa del descubrimiento del celacanto


Desplegó en el museo una labor incansable localizando y adquiriendo toda clase de especímenes. También entabló relaciones con los pescadores locales para que la avisaran si capturaban algún pez inusual. El 22 de diciembre de 1938 Marjorie recibió una de esas llamadas, por parte del patrón Hendrik Goosens. Cuando vio lo que había capturado, quedó embelesada por un enorme pez de metro y medio de longitud. "El pez más bonito que había visto". Sin pensárselo dos veces, cogió el pez, tomó un taxi y lo llevó al museo.

Como no había medios de preservar el espécimen, pidió la colaboración de la morgue local pero no quisieron ayudarla. Tuvo que recurrir a toda prisa a un taxidermista para eviscerarlo y disecarlo. Para estudiar el extraño espécimen recurrió al profesor James Leonard Smith, ictiólogo que enseñaba en la cercana Universidad de Rhodes, en Grahamstown. Cuando el profesor vio el pez el 16 de febrero de 1939, no lo dudó. Era un celacanto, un primitivo pez del que no se tenía noticia desde hacía sesenta y seis millones de años. Sólo se conocía en estado fósil. Se trataba, pues, de una "especie Lázaro", que "resucitó" tras darse por extinguida.

Smith describió la especie como Latimeria chalumnae, el género en honor de Marjorie y la especie en honor al río Chalumna, frente a cuya desembocadura fue pescado el extraordinario pez.

Desde entonces se han distinguido dos especies: el celacanto del Índico Occidental, el que fue descubierto por Marjorie, y que se ha localizado en la costa índica sudafricana, de Mozambique, Kenia, Comores y Tanzania, en total se conocen 84 ejemplares entre 1938 y 1975. La segunda especie fue descubierta en 1999 en Manado, Célebes, y que se bautizó como celacanto indonesio (L. menadoensis), que se ha encontrado en las aguas entre Célebes y Papúa. Marjorie vivió para ver todo esto. Y al parecer hay otras especies de celacantos que aún no están oficialmente descritas.

Mapa distribución de las especies de celacantos descritas y por describir


A diferencia de Mary Anning y Mary Kingsley, Marjorie Courtenay sí vio cómo su labor se reconocía: en 1971 logró su ansiado doctorado en la Universidad de Rhodes y en 1998 fue invitada de honor cuando el Gobierno sudafricano acuñó una medalla de oro para conmemorar el descubrimiento del celacanto.

Cuando Marjorie falleció, el 17 de mayo de 2004, el Primer Ministro de la Provincia de El Cabo Oriental pronunció un discurso panegírico en su honor, en el que dijo que Marjorie Courtenay - Latimer era "una de las madres de nuestra nación". Un bello homenaje para quien también realizó importantes contribuciones al avance de la museología sudafricana.

Dibujo original hecho por Marjorie Courtenay - Latimer del celacanto y que envió al profesor Smith. Universidad de Grahamstown


Una reflexión final.

Valientes y visionarias mujeres, como has visto. Sabían lo que querían y cómo conseguirlo. Pero me llama la atención el que en una época en la que las mujeres contaban poco o nada, y en la que la ley iba en contra de ellas, nadie impidió a Mary Anning, a Mary Kingsley ni a Marjorie Courtenay que hicieran lo que deseaban hacer. Nadie les puso una bayoneta en el pecho para obligarlas a volver a meterse en casa.

Yo me pregunto si esas mujeres hoy hubieran podido ser posibles. Imagina en 2023 una niña pobre suministrando fósiles a un Museo y codeándose con profesores universitarios de Geología. Absurdo, ¿verdad? O imagina un ama de casa analfabeta yéndose a África sola y recolectando ejemplares que luego ofrece al Museo de Ciencias Naturales, y más aún, que el Museo le financia el segundo viaje. Ciencia ficción. O sencillamente que cualquier mujer sin tulación alguna pueda ser contratada en cualquier museo en puestos técnicos. No. Hoy día estas mujeres no serían posibles.

Entonces, ¿hemos avanzado o retrocedido?

Lo que sucede es que el mundo académico se ha especializado. Es bueno que se haya restringido el manejo de fósiles y especímenes a los especialistas ya que éstos velan por el mantenimiento de estándares conservacionistas que antes a nadie preocupaban.

Pero sigo pensando que en este mundo híper-especializado se sigue derrochando el talento del naturalista aficionado, sea éste hombre o mujer. En un mundo tan necesitado de conocimiento y divulgación, la Academia y el establishment debería flexibilizar la participación del aficionado solvente en este apasionante mundo. Toneladas de increíble talento están ahí fuera, esperando a ser utilizado. Las señoritas Anning, Kingsley y Courtenay-Latimer son un recordatorio perpetuo de ello.

MÚSICA RECOMENDADA: Dustin O'Halloran / Volker Bertelmann - Ammonite

Recuerda que está disponible mi libro en papel: DARWIN ERA UN AFICIONADO: EL REINO ANIMAL CONTADO A UN ADOLESCENTE. Puedes adquirirlo aquí

¿Eres un apasionado de la fauna y quieres aportar algo significativo a su divulgación? Conviértete en un patrocinador de mi blog en Patreon y disfruta de una experiencia única y valiosa. Obtén acceso exclusivo a contenido adicional y conviértete en un miembro activo de mi comunidad divulgativa. ¡Diferénciate y apoya la divulgación de la fauna! Patreon.com/cronicasdefauna






Comentarios

Entradas populares de este blog

Errores comunes: los pingüinos no existen

Tarántulas. Dame veneno...

La gallina doméstica: características, origen y domesticación