Pequeños guerreros: los lagartos autóctonos de las islas españolas
Querida hija:
En esta ocasión me gustaría hablarte de una de esas joyas de la fauna ibérica que suelen pasar desapercibidas debido principalmente a su pequeño tamaño y a la escasa importancia que el ser humano suele darles. Me refiero a un grupo de especies de lagartos y lagartijas endémicos de las Islas Baleares y las Islas Canarias. Un endemismo es una especie animal o vegetal que sólo se encuentra en un lugar geográfico y no en otro. De ahí su importancia. Estos humildes reptiles van a enseñarnos dos cosas. En primer lugar, nos mostrarán cómo el aislamiento geográfico es uno de los más poderosos medios de generación de nuevas especies animales. Y, en segundo lugar, nos hablarán de cómo se relacionan entre sí las especies de un continente con las de las Islas. Vamos a conocerlos.
En las Islas Baleares existen dos especies autóctonas de lagartijas. La lagartija balear Podarcis liffordi y la lagartija de las Pitiusas Podarcis pityusensis. Ambas especies forman un grupo genético, estrechamente emparentadas entre sí, y cuyo pariente más próximo es la lagartija italiana Podarcis sicula, distribuida por el Mediterráneo francés, italiano y balcánico occidental.
Lagartija balear |
Como verás, se trata de un único género: Podarcis, de distribución circunmediterránea, que tiene especies también en el territorio continental ibérico. En algún momento hace más de cinco millones de años, una lagartija antepasada llegó a las Islas Baleares, logrando colonizar todas las islas e islotes del archipiélago. Luego, según demuestran los estudios genéticos, ambas especies se diferenciaron hace 4,95 millones de años, coincidiendo con la separación de las Pitiusas (Ibiza y Formentera) y Mallorca/Menorca, que siempre tuvieron faunas y floras diferenciadas entre ambos grupos de islas.
Lagartija pitusa |
No sólo el aislamiento en ambos grupos de islas provocó el origen de dos especies distintas de Podarcis en las Baleares, sino que se produjeron multitud de situaciones de aislamiento geográfico en la multitud de islotes también habitados por estas lagartijas, y en las calas y acantilados inaccesibles que lograron colonizar. Por eso, la lagartija balear tiene descritas nada menos que veinticinco subespecies, y la lagartija pitiusa veintiocho. Más aún. En el caso de la lagartija pitiusa, los estudios genéticos revelan la existencia de dos grupos genéticos diferenciados entre las poblaciones de Ibiza e islotes adyacentes por un lado, y Formentera e islotes del canal que separa ambas islas por otro. Esto quiere decir que, en un futuro lejano, la lagartija pitiusa se escindirá en dos especies diferentes.
Ejemplo de variabilidad genética de la lagartija balear |
El hábitat que ocupan estas lagartijas es el roquedal de acantilados e islotes, y también algo de matorral mediterráneo y pinar. En ambas especies la alimentación es la misma: fundamentalmente insectos, y también plantas (brotes, néctar…)
Las Islas Bledas, ejemplo del tipo de hábitat de las lagartijas baleares |
Como siempre pasa en las delicadas faunas insulares, el ser humano ha sido un factor nefasto para estos reptiles. Debido a la introducción de animales foráneos como gatos o martas, la lagartija balear desapareció tanto de las islas de Mallorca como de Menorca hace aproximadamente 2.000 años. Actualmente sólo habita en los islotes adyacentes a ambas islas. La población del islote de Ses Rates desapareció en 1935 cuando el islote fue dinamitado para mejorar la navegación del Puerto de Mahón, en Menorca.
En las Islas Canarias sucedió una historia similar con el género Gallotia. Las Canarias surgieron del océano como consecuencia de procesos volcánicos hace unos veinte millones de años y nunca estuvieron unidas al continente africano. No obstante, debido a corrientes marinas y aéreas, diversas especies animales y vegetales acabaron colonizando el archipiélago. Hace entre 8 y 12 millones de años, una lagartija ancestral colonizó las islas de Lanzarote y Fuerteventura, las primeras en formarse y a la vez las más cercanas a la costa sahariana. Aquí, en el aislamiento geográfico insular evolucionó hasta dar origen al género Gallotia que se diversificaría aún más al ir colonizando el resto de las islas:
Lagarto atlántico Gallotia atlántica
Lagarto gigante de La Palma G. auaritae
Lagarto gigante de La Gomera G. bravoana
Lagarto de Lehrs G. caesaris
Lagarto tizón G. galloti
Lagarto canario moteado G. intermedia
Lagarto gigante de El Hierro G. simonyi
Lagarto gigante de Gran Canaria G. stehlini
Ocho especies de un género que sólo se encuentra en las Islas Canarias, y que forma grupo genético con Psammodromus, que se distribuye en el Mediterráneo occidental. Fue, pues, un antepasado de estos géneros quien topó con el archipiélago, diversificándose según las islas o grupos de islas. Los estudios genéticos revelan que se produjo un primer grupo base con la primera colonización de las islas (Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria), que dio origen a G. atlántica y G. stehlini. Posteriormente, y a partir de este primer grupo, se realiza la colonización de las Islas Occidentales, formándose un segundo grupo genéticamente diferenciado del primero:
G. simonyi: Hierro
G. bravoana: Gomera
G. auaritae: La Palma
G. intermedia: Tenerife
G. caesaris: Hierro/Gomera
G. galloti: Tenerife/La Palma
A semejanza de las lagartijas baleares, tienen una dieta a base de insectos y también plantas. A diferencia de aquéllas, disponen de una variedad de hábitats algo mayor, y tal vez esto haya influido en el surgimiento de variedades gigantes (lagartos gigantes de El Hierro, Gran Canaria y La Palma y La Gomera, fenómeno que suele darse en faunas insulares sometidas a aislamiento.
Lagarto atlántico en el Parque Nacional de Timanfaya |
Al igual que sucede en las Baleares, la actividad humana y, sobre todo, la introducción de especies foráneas han sido la principal amenaza para este conjunto de notables lagartos canarios. Por eso mismo, algunas especies han restringido su área hasta lugares verdaderamente inaccesibles. También se han dado por extinguidas algunas especies, que luego fueron redescubiertas, convirtiéndose así en Especies Lázaro. Veamos algunos ejemplos.
Lagarto gigante de El Hierro |
El lagarto gigante de El Hierro llegó a vivir únicamente en el Roque Chico de Salmor, un pequeño islote pegado a la costa herreña. Como pasó con el alca gigante, al hacerse raro, los coleccionistas se movieron para obtener los últimos ejemplares (qué estupidez, por Dios), provocando la extinción en la década de 1930. En 1974 un herpetólogo aficionado alemán redescubre la especie, y se inicia un programa de cría en cautividad a partir del cual se reintroduce la especie en el Roque Chico de Salmor (aunque la subespecie extinta originalmente ya no volverá nunca) y en otras zonas de difícil acceso de la Isla, como la Fuga de Gorreta.
Los Roques de Salmor, uno de los últimos refugios del lagarto gigante de El Hierro |
En cuanto al lagarto gigante de La Gomera, también se le dio por extinguido debido a su extremada rareza, pero felizmente fue redescubierto en 1999. Vive actualmente en un único acantilado de 600 metros de altura, el Risco de la Mérica.
El lagarto gigante de La Palma, por su lado, sólo era conocido por restos óseos sub-fósiles. Y aunque había personas que afirmaban haberlo avistado, la identificación de la especie siempre era dudosa. Finalmente fue redescubierto en 2007, cuando una persona pudo fotografiarlo en un camino rural. No obstante, sigue siendo un lagarto extremadamente difícil de observar.
Las islas han sido consideradas muy acertadamente como "laboratorios de la evolución". Su aislamiento geográfico ha tenido como consecuencia el origen de muchísimas nuevas especies. De ahí la importancia de las faunas insulares y también su fragilidad. ¿Es el aislamiento geográfico la única manera de generar nuevas especies? es un factor poderoso pero no es el único. Es posible el fenómeno de la especiación sin que medie el aislamiento geográfico. Basta con que se produzca el aislamiento reproductivo de una o varias poblaciones dadas. Y esto es otra historia que trataremos seguro en otra entrada de este blog.
Como colofón, me gustaría llamarte la atención sobre la importancia de los micro-hábitats. Como has podido ver en el caso de los lagartos insulares españoles, basta un pequeño islote, o un acantilado inaccesible, para albergar una especie o subespecie única en el mundo de una determinada especie. Si algo o alguien introduce un elemento extraño en ese pequeño trozo de terreno…adiós. Conozcamos y valoremos todos nuestros hábitats.
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