El misterio del zebro: estado de la cuestión.

Querida hija:

Te confieso que siempre fui reticente a tratar el tema del zebro pues estuve convencido de que se trataba de un animal fantástico, más propio del campo de la criptozoología que de la zoología seria. Pero con el tiempo fui leyendo informaciones al respecto, y me convencí de la existencia del zebro cuando, finalmente, tras siglos de especulaciones, la Ciencia empezó a ocuparse de este misterioso animal. Por consiguiente, en esta crónica me gustaría hablarte de lo que hoy se sabe sobre este elusivo equino y tomaré partido entre las hipótesis que se manejan sobre su identificación. 

Aspecto hipotético del zebro

Introducción: el "misterio" del zebro.

Se conoce como zebro, cebro o encebro (con muchas más variaciones lingüísticas) a un équido silvestre que, según distintas fuentes escritas, habitó en la Península Ibérica hasta bien entrado el siglo XVI cuando fue exterminado por la sobrecaza a la que estaba sometido. El problema consiste en que nunca ha sido identificado taxonómicamente o, en otras palabras, no se sabe qué especie fue.

Infografía: La Nueva España

El tema ha sido muy exhaustivamente tratado en muchos blogs de Internet, y en realidad no quiero aquí repetirte lo que otros ya han explicado muy bien. Lo que quiero hacer aquí es, más bien, hacerte un resumen de los puntos principales que necesitas saber para entender el "misterio" del zebro y someterlos a crítica, además de aventurar mi propio punto de vista razonado sobre las hipótesis de identificación que hoy se manejan.

Fundamentalmente he seguido aquí la excelente información proporcionada por dos blogs, cuya lectura y consulta te recomiendo:

-En primer lugar, mi admirado "Tierra Sylvana", que muestra muy buena información pero desactualizado (desgraciadamente, es un blog cerrado hace ya algunos años), y que "patina" al apostar que el zebro es el asno salvaje europeo Equus hydruntinus (ya te hablaré más adelante de él).

-En segundo lugar, el Blog Malaspinablog.blogspot.com (también cerrado), que ofrece información más actualizada que Tierra Sylvana pero que no acaba de dar el paso de decantarse por ninguna de las hipótesis de identificación que se manejan y se muestra un tanto desconcertado ante tanta información "mareante".

Además de estos dos magníficos posts sobre el zebro, he consultado artículos recientes que se han escrito desde los puntos de vista histórico, filológico, molecular y biogeográfico y con estos mimbres voy a presentarte el estado de la cuestión mucho más actualizado.

El zebro ha sido durante muchos años objeto de estudio de filólogos e historiadores, que incidían en el estudio y crítica de las fuentes escritas que nos hablan de su existencia, mientras que la Ciencia de la zoología desdeñó su estudio al no existir ninguna prueba "física" de su existencia. En efecto, no se conservan restos óseos ni fósiles del mismo, ni pieles ni nada. Por eso, tras dar la Ciencia la espalda a este animal, su interés se desplazó a multitud de aficionados a los misterios, que terminaron por "empujar" el asunto del zebro hacia la criptozoología, y que aventuraban teorías indemostrables sobre su identidad oculta y alimentando un círculo vicioso que lo mantenía alejado de la Ciencia.

La obra del Padre Martín Sarmiento, en el siglo XVIII, redescubre el zebro y empieza a embrollar el tema

Así, en 1897 Mariano Graells, uno de los principales gurús de la Zoología española "zanjaba" el asunto indicando que en España sólo se habían encontrado restos paleontológicos de "Equus primigenius" y otros caballos extintos, en un contexto en el que se defendía que el zebro ibérico era algún tipo de cebra africana.

Finalmente la cosa empezó a cambiar a partir de 1990 cuando los avances en arqueozoología permitieron un mejor conocimiento de los équidos fósiles y subfósiles de la Península Ibérica y su relación con las culturas humanas de nuestro país. Paralelamente, los avances en Genética Molecular nos han permitido entender mucho mejor la relación filogenética y taxonómica de los distintos equinos silvestres actuales y fósiles, y esto nos ha proporcionado un cuadro científico mucho más fiable y sólido para examinar el problema del zebro con otra luz.

Si lees toda la información disponible sobre el misterio del zebro, al final sentirás un poco de mareo. Muchísima información, muy ecléctica, con muchos ángulos y aparentemente datos abundantes muy inconexos entre sí. Todo lo cual puede hacerte pensar que estás ante un problema abstruso e incomprensible. Pero tú sabes que soy el sherlockiano de la familia, y mi admirado Holmes solía decir que un problema con muchas pistas es más fácil de resolver que uno con pocas. Y creo que así lo ha entendido la Ciencia de hoy en cuanto se ha puesto manos a la obra con el tema. Con los datos que la Ciencia está recopilando, hoy día es más fácil resolver la identidad del zebro.

La mayoría de los trabajos sobre el zebro empiezan con un sesudo análisis lingüístico del término "zebro" para dilucidar su origen y su significado, y luego entran a estudiar las fuentes que hablan de él. Yo lo haré al revés que todos los demás. Empezaré por hablarte sobre los équidos silvestres en general, y sobre los que vivieron en la Península Ibérica en particular. Podremos así, de buenas a primeras, señalar a las únicas especies candidatas a ser el zebro, y a partir de ellas podremos hacer una crítica histórica y lingüística que nos traerá la solución casi espontáneamente.

Los équidos ibéricos.

Los équidos (familia Equidae) son mamíferos perisodáctilos hipomorfos (los otros perisodáctilos son los rinocerontes y los tapires), y actualmente están constituidos por los caballos, las cebras y los asnos. Actualmente, sólo existen caballos domésticos puesto que todos los caballos silvestres se han extinguido. Los caballos de Przwalskii (Equus ferus przwalskii) que comúnmente se consideran caballos silvestres, en realidad son descendientes de caballos domésticos que se asilvestraron muy pronto: hace unos 3.000 años, y ocupan el mismo nicho ecológico que el extinto caballo salvaje eurasiático (Equus ferus). Todos los caballos, tanto silvestres como domésticos y tanto actuales como fósiles forman parte de los equinos caballoides.

A juzgar por las representaciones rupestres, el caballo silvestre eurasiático podía presentar estas capas (Dibujo: DFoidl)

El otro grupo de équidos se llama estenónidos, y está formado por las cebras africanas, que sólo se encuentran en estado silvestre y los asnos, que se encuentran tanto en estado silvestre (asnos salvajes africanos y asiáticos) como doméstico (asno doméstico/burro). Existen también animales domésticos obtenidos artificialmente por el cruce entre caballos y asnos: la mula y el burdégano.

Los équidos tienen una larga historia evolutiva desde el periodo Mioceno, pero de entre todos los équidos fósiles vamos a centrarnos ahora en los que se han encontrado en yacimientos paleontológicos de la Península Ibérica durante el Pleistoceno Final y el Holoceno, es decir, aquellos que fueron contemporáneos del Homo sapiens moderno.

La Paleontología nos enseña que la Península Ibérica fue rica en équidos fósiles y se han documentado las siguientes especies: Equus stenonis, E. altidens, E. major, E. suessenbornensis E. ferus mosbachensis, taxones que se extinguieron todos ellos antes de la última glaciación y no dejaron descendencia taxonómica en ninguno de los équidos actuales. Por lo que hay que descartarlos como posibles candidatos a ser el famoso zebro.

Asno silvestre europeo y su comparación con un humano

La cosa cambia con el caballo silvestre eurasiático E. ferus, que logró extenderse desde la Península Ibérica hasta Alaska hace 15.000 años, y que tras refugiarse en las Penínsulas mediterráneas y áreas de Centroeuropa, logró superar el Último Máximo Glacial. Este caballo era adaptable y plástico, y se diversificó en varias subespecies. Se supone que los caballos silvestres ibéricos pertenecían a la subespecie  E. f. lusitanicus. Este caballo es el que aparece en las representaciones de fauna rupestre del paleolítico europeo.

Pero la paleontología es taxativa: el caballo salvaje eurasiático se extinguió tras la última Glaciación. En la Península Ibérica seguramente nunca llegó a ser demasiado abundante y se considera que, como mucho, pudo llegar al Holoceno Inicial o, si queremos ser prudentes y asépticos, diremos que la Paleontología no tiene evidencias de ello. Los especialistas consideran que todos los caballos encontrados en yacimientos ibéricos de la Edad del Bronce (Hacia el III Milenio A.C.) eran ya caballos domésticos. Por consiguiente, el zebro no pudo ser ningún tipo, variedad ni subespecie de caballo salvaje.

Antiguas representaciones de Equus hydruntinus

Nos queda otro équido silvestre que vivió en la Península Ibérica en el periodo que nos interesa: el asno salvaje europeo E. hydruntinus. Este asno aparece en Europa por primera vez en el Pleistoceno Medio hace 350.000 años, y se extendió desde la Península Ibérica hasta Turquía e Irán, e incluso parece ser que también se han encontrado restos suyos en algunos lugares del Norte de África. Durante largo tiempo se discutió la identidad de este asno, considerándose como una subespecie del asno salvaje asiático E. hemionus. Pero los modernos estudios moleculares y los avances en Paleontología han establecido de forma inequívoca la identidad del hidruntino como una especie independiente y europea por derecho propio.

Al igual que sucedió con el caballo salvaje, el asno salvaje europeo también se extinguió hacia el Holoceno Inicial. Pero la cosa se empezó a poner emocionante cuando se anunciaron restos de E. hydruntinus asignados a la Edad del Hierro (hacia el I Milenio A. C.). Sin embargo el asunto se desinfló cuando se demostró que estos restos habían sido mal asignados, y pertenecían en realidad a caballos y asnos domésticos. Por tanto, el asno salvaje europeo no pudo ser tampoco el zebro. Incluso si de verdad el hidruntino vivió durante la Edad del Hierro, como verás más adelante los primeros testimonios escritos sobre la existencia de "caballos salvajes" en la Península Ibérica fueron muy posteriores a su extinción.

A pesar de las muchas teorías habidas y por haber, lo cierto es que la Paleontología sólo ha podido demostrar la existencia de dos équidos silvestres en la Península Ibérica en el Holoceno: el caballo salvaje eurasiático y el asno salvaje europeo. Y ambos se extinguieron muchísimo antes de que alguien hablase del zebro. Ni asnos asiáticos ni cebras africanas se han documentado en la Península Ibérica en el Holoceno (ni tampoco en el Pleistoceno). 

Representaciones rupestres de equinos del Paleolítico

En Ciencia sólo podemos teorizar a partir de los hechos probados. Por consiguiente, con base en los hechos probados de que disponemos, ya podemos sacar una primera conclusión sobre el zebro:

El zebro no fue ningún équido silvestre sino un équido doméstico o asilvestrado

Bien, hija mía. Con un análisis preliminar sobre los équidos silvestres ibéricos ya hemos descartado candidatos, y la cosa ya no parece tan misteriosa: no existió en la Península ninguna especie desconocida de equino silvestre. El partido se juega ahora entre caballos o asnos domésticos, lo cual le quita glamour pero no interés. Es la hora de la lingüística y la Historia. Es el segundo paso de nuestro análisis forense.

La hora de las fuentes escritas.

A partir de este momento la Paleontología guarda silencio y toma protagonismo el examen de las fuentes escritas, que son las únicas que nos hablan de la existencia del zebro. En resumen, tenemos tres tipos de fuentes escritas: fuentes clásicas grecolatinas, fuentes medievales tanto cristianas como musulmanas y fuentes "modernas"(renacentistas y de la Ilustración).

Como te dije en la Introducción, voy a ahorrarte aquí información que puedes encontrar de forma excelente en otros Blogs o trabajos e iré directamente a los datos que me parecen más relevantes. He seguido aquí el magnífico y erudito trabajo de Joaquín Pascual-Barea, de la Universidad de Cádiz: "Equiferus Hispanus o zebro ibérico: el caballo salvaje de la Península Ibérica desde la Antigüedad a Época Moderna", de 2017.

Estrabón fue de los primeros en señalar la existencia de "caballos salvajes" en la Península Ibérica

De entre todas las fuentes disponibles las que a mí me parecen más relevantes para desbrozar el grano de la paja son las grecolatinas. No sólo son las más antiguas sino que tienen una cosa que no tienen las demás: la precisión del latín y del griego, auténticas lenguas indoeuropeas de civilización y de cultura (junto con el sánscrito, el armenio, el antiguo germánico y el antiguo eslavo), y cuya precisión no ha sido igualada por las lenguas romances que se derivaron del latín, ni el griego moderno con respecto del griego clásico. Es decir, "al pan, pan, y al vino, vino", con pocos márgenes para interpretaciones. Estas fuentes son las siguientes:

-En primer lugar, Estrabón, quien a comienzos de nuestra Era dice claramente en su Geografía, 3, 4, 15 que: "Iberia producía muchos caballos salvajes", en griego: Φέρει δ’ἡ Ἰβηρία δορκάδας πολλὰς καὶ ἵππους ἀγρίους

O sea: íppous agríous: caballos salvajes.

-En segundo lugar, Marco Terencio Varrón quien, en el año 37 a. C. escribió en su obra Rerum rusticarum, 2, 1, 5 sobre la existencia de "caballos salvajes" en Hispania:

"sic ex animalibus cum propter eandem utilitatem, quae possent, silvestria deprenderent ac concluderent et mansuescerent. [...] Etiam nunc in locis multis genera pecudum ferarum sunt aliquot, ab ovibus, ut in Phrygia, ubi greges videntur complures, in Samothrace caprarum, quas Latine rotas appellant. Sunt enim in Italia circum Fiscellum et Tetricam montes multae. De subus nemini ignotum, nisi qui apros non putat sues vocari. Boves perferi etiam nunc sunt multi in Dardanica et Maedica et Thracia, asini feri in Phrygia et Lycaonia, equi feri in Hispaniae citerioris regionibus aliquot."

("hay caballos salvajes en algunas regiones de Hispania Citerior")

En este pasaje, Varrón también hace uso de la expresión "caballos salvajes": equi feri. A diferencia de Estrabón, quien escribió seguramente de segunda mano con informaciones que le llegaron, Varrón estuvo en Hispania y, o bien contemplo esos caballos salvajes en la zona de Murcia/Alicante donde él estuvo o recabó informaciones de primera mano al respecto.

Equinos representados en la obra de Plinio: Medicínale ex animalibus; caballo salvaje, caballo, onagro y asno

Por tanto, podemos asegurar sin temor a equivocarnos que el zebro era un caballo, y no un asno, toda vez que el griego y el latín tenían palabras específicas para estos animales: asinus en latín y onos en griego.

Seguramente aquí me harás una objeción: ¿por qué cojo sólo las fuentes que coinciden con mi opinión, en lugar de examinarlas todas?. Bueno, del examen de las fuentes medievales se puede uno dar cuenta de que la precisión en el lenguaje se pierde. Aparece la palabra "zebro" pero no tiene un significado concreto, y esta palabra pasa a definir tanto caballo, como asno, o ciervo, o gamo o incluso ¡buey, vaca o cabra!

Durante el Medievo, la altísima cultura urbana grecolatina se pierde, el nivel baja muchísimo y con el desmembramiento del latín y la aparición de lenguas romances que luego van a experimentar influencias de otras lenguas desaparece esa precisión del lenguaje. Por eso me parecen fundamentales las dos fuentes grecolatinas que te he indicado. Pero, claro, seguramente te preguntarás por qué sabemos que una palabra tan imprecisa como "zebro" designa a ese equino silvestre tan esquivo. 

Cuaga, cebra extinta sudafricana. Se ha llegado a identificar el zebro con cebras africanas

Pues porque existen dos fuentes, una medieval y una renacentista, que sí nos dan una descripción completa del zebro, usando esta palabra. Y como estas descripciones nos hablan de un animal compatible con los "caballos" de los que nos hablaban Estrabón y Varrón, entonces por ahí las pistas van encajando y podemos separar las verdaderas pistas de las falsas. Vamos a examinarlas.

En 1260, el filósofo florentino Brunetto Latini en su Libro del Tesoro, describe las zevere di Spagna ("cebras de España"): "mayores que los ciervos, con raya de mulo hasta la cola, orejas muy largas, pies débiles, muy veloces corriendo y de carne exquisita". Y no los confunde con los Onagros (asnos) a quienes dedica un capítulo aparte.

Aprovecho para explicarte qué es la "raya de mulo": una línea oscura que aparece a lo largo de toda la espalda de algunas variedades de caballo. Latini también describe el modo que usaban los cazadores para matar este animal ya que no lo podían alcanzar por su velocidad: usaban fuego para acorralarlos y empujarlos hacia algún estanque de agua cercano, donde ya eran presa fácil.

En segundo lugar, tenemos el testimonio de Martín de Cantos, que describe en 1576 los últimos zebros de la zona de Chinchilla, Albacete, haciendo referencia a su extinción hacia 1540:

"criase en esta tierra muchos benados, corços, gatos monteses y algunas vezes se hayan puercos y cabras monteses. una espeçie de salvagina ovo en nuestro tienpo en esta tierra que no la a avido en toda España sino aqui que fueron enzebras que abia muchas y tantas que destruian los panes y senbrados. son a manera de yeguas çenizosas de color de pelo de rata, un poco mohinas, relinchavan como yeguas, corrian tanto que no avia cavallo que las alcançase, y para aventarlas de los panes los señores dellos se ponian en paradas con caballos y galgos, que otros perros no las podian alcançar, y desta manera las aventaban, que matar no podian por su ligereza."

Raya de mulo en un caballo actual

-Pero, papá, me estás liando. ¿No me habías dicho que el zebro no era ningún caballo silvestre?. ¿Por qué ese romano y ese griego hablaban de "caballos salvajes"?

La respuesta no es difícil. ¿Te acuerdas cuando te hablé de los caballos cantábricos?. Son caballos que se crían en estado semisalvaje pero si preguntas en toda la zona cantábrica te dirán que son "caballos salvajes", e incluso muchas personas aseguran que son descendientes directos de los caballos salvajes paleolíticos. Es normal que cuando un caballo se ha asilvestrado desde hace muchísimo tiempo, se pierda el recuerdo de cuando eran domésticos y por su forma de vida se les considera salvajes.

Y aquí llegamos al meollo de la solución al misterio del zebro. Ya sabemos que se trataba de un caballo doméstico, pero asilvestrado. Y no sólo eso. Un caballo asilvestrado desde hacía tanto tiempo que las fuentes grecolatinas disponibles, las más antiguas, lo consideran "caballo salvaje".

Es momento de hablar sobre lo que las fuentes nos dicen acerca del modo de vida del zebro, y tratar de dilucidar el origen de estos caballos asilvestrados que se convertirían en el zebro.

El zebro, vida y origen

Hay otra objeción que podrías hacerme. Si parece tan claro que el zebro era un caballo, ¿por qué no llamarlo por su nombre?. Verás. El ser humano suele distinguir entre la especie silvestre y la especie doméstica, por ejemplo se distingue entre jabalí y cerdo y entre muflón y oveja a pesar de ser la misma especie. Si, como verás más adelante, el zebro desciende de caballos domesticados en tiempos antiquísimos, los que conocieron al zebro debieron ver diferencias evidentes entre los caballos domésticos que tenían en su establo y los caballos asilvestrados, y de ahí acuñar o adoptar un nombre específico para ellos.

Por otro lado, hoy día se sigue nombrando a muchos caballos asilvestrados o cimarrones con nombres específicos: mustangs en los EEUU, brumbies en Australia o namibs en Namibia, por ejemplo. Aquí les tocó en suerte el nombre zebro. Cosas de la vida.

Caballos mustang americanos

Volviendo al aspecto físico del zebro, vas a oír hablar mucho de las famosas "cebraduras" que supuestamente el zebro tenía en las patas. Serían estas unas bandas oscuras que el animal tendría en las patas, al estilo de las cebras. Se supone (o al menos así nos lo ha transmitido el cronista Antonio Pigafetta) que los marineros portugueses que en el siglo XV vieron por primera vez las cebras africanas, las bautizaron así porque les recordaba al zebro de su país. Se trata de una pista falsa. Ninguna de las descripciones que sobre el zebro nos ha llegado nos habla de tales cebraduras.

La trola viene de dos sitios. El primero, que algunas representaciones rupestres paleolíticas de caballos silvestres nos muestra dichas cebraduras, que habrían sido heredadas por sus descendientes zebros. El segundo, de la capa cenicienta con raya de mulo en la espalda que tenía el zebro según las descripciones más fiables. Hoy día se sabe que esta capa está asociada al llamado gen dun que provoca una dilución de los colores. Sobre una capa negra, este gen provoca un color de capa llamado "ratonero", que lleva frecuentemente asociado la raya de mulo en la espalda y cebraduras en la parte baja de las patas.

Mustang con cebraduras en las patas. Foto: LHR Images

Es decir, que los que dicen que el zebro llevaba cebraduras lo dicen porque supuestamente "debería tenerlas", pero ese dato no ha podido demostrarse. Por tanto, ponlo en cuarentena. Por cierto, en efecto tanto la raya de mulo como las cebraduras aparecen hoy día en caballos domésticos de distintos linajes.

Muchos topónimos ibéricos (155 para ser exactos) se han atribuido a la presencia de zebros en el territorio, siendo el más famoso de ellos O Cebreiro, en Galicia. Mediante el estudio de la distribución de estos topónimos se ha deducido el área de distribución del zebro en la Península Ibérica, que sería todo Portugal y la región central de España, desde Extremadura hasta Murcia y desde León hasta Sierra Morena. Siempre basándonos en la abundancia y situación de estos topónimos se supone que el zebro era más abundante cuanto más al Oeste nos encontramos (Galicia y Portugal), y su hábitat se encontraría entre los 200 y 1.000 metros de altitud, es decir, en tierras bajas normalmente cubiertas de bosque aclarado. 

Área de distribución del zebro (La Nueva España)


No parece que el zebro haya sido un animal de espacios abiertos más que cuando era empujado por la presión humana hacia zonas cada vez más deforestadas. Porque has de saber que el zebro era cazado por su carne y su cuero, llamado túrdiga, que se usaba para hacer calzado. Se ha comprobado que el patrón de su exterminio siguió aproximadamente una dirección Noroeste a Sudeste, y la última vez que fue citado sería en las estepas de Chinchilla, Albacete, hacia 1540.

La explicación más probable de este proceso de exterminio del zebro estaría en el avance de la Reconquista: según los cristianos se afianzaban en un territorio y lo repoblaban, entonces empezaba la caza hasta el exterminio de un animal que nunca debió ser muy abundante. Al parecer, los musulmanes no ejercitaban la caza del zebro porque su religión no les animaba a la caza mayor.

Y bien, ¿qué podemos deducir sobre el origen del zebro?. Ya sabemos que se trataba de un caballo asilvestrado, descendiente de caballos domésticos. Pero, ¿de qué caballos domésticos pudo descender? Ten en cuenta que la Ciencia ha demostrado hace poco que la Península Ibérica constituyó un foco independiente de domesticación del caballo, unos 3.000 años antes de Cristo.

Caballo Sorraia

Nuestros vecinos portugueses lo tenían muy claro y tuvo allí mucha fuerza una teoría que decía que los zebros en realidad no se habían extinguido, sino que son los actuales caballos de raza Sorraia. Si te fijas en estos caballos, verás que tienen ese pelaje ratonero que se atribuye al zebro, y con su línea de mulo y todo (pero sin cebraduras), con lo que coincide en aspecto muy bien. Esta raza, muy antigua, estuvo al borde de extinguirse y fue redescubierta en 1920 cuando se encontró una manada aislada de unos 30 ejemplares. Este caballo portugués, junto con nuestro caballo de Retuertas y algún otro, constituyen las razas equinas ibéricas más antiguas, y desde luego las más antiguas de Europa. ¿Podrían ser "primas" del zebro?

A ver. En la Península Ibérica hay dos grandes grupos de razas caballares autóctonas de gran antigüedad. por un lado estarían los ponis cantábricos de los que ya te hablé: el galaico, el garrano, el asturcón, el losino, el monchino y el pottoka. Estos caballos montaraces, que hoy viven en estado silvestre (aunque tienen dueño) descienden de ponis que trajeron los celtas a la Península antes de nuestra Era. Estos caballos no pueden ser el origen del zebro porque su tipología es distinta. Los ponis cantábricos son pequeños, compactos, robustos y aptos para el trabajo duro, mientras que el zebro era un caballo grácil, de mayor tamaño que cualquier poni y muy apto para la carrera veloz.

Caballo asturcón

Nos queda entonces el otro grupo, el llamado de los caballos hispánicos o ibéricos del que formarían parte el Sorraia y el Retuertas. El problema es que los modernos estudios moleculares han determinado que el haplotipo más característico de las razas caballares ibéricas, el D1, se originó en la Edad Media, o sea, que no descienden de los caballos salvajes que se domesticaron originariamente en la Península Ibérica. Y ya sabemos por las fuentes grecolatinas que mucho antes de eso ya existían en la Península los "caballos salvajes" (que sabemos se refieren a caballos asilvestrados).

Es más, el estudio molecular de las actuales razas equinas nos arroja la evidencia de que ese grupo inicial de caballos domesticados en la Península Ibérica no ha llegado hasta nosotros y no ha dejado huella genética: se trata de un linaje, o linajes, extinguidos de los cuales no desciende ninguna de las razas actuales de caballos domésticos.

Por consiguiente, y tras descartar todo lo posible lo que queda, por improbable que sea, debe ser la verdad.

¿Y qué verdad nos queda?

El zebro fue el último descendiente de caballos domesticados en la Península Ibérica 3.000 años antes de nuestra Era, y que se asilvestraron.

Evidentemente, no soy la única persona que se le ha ocurrido esta posibilidad pero puedo decirte que, de la documentación que he consultado, los únicos que se han decantado por ella (aunque un tanto indirectamente) son Carlos Nores et. al. en: The Iberian zebro: what kind of a beast was it?

Lo que nos hace deplorar mucho más su exterminio porque, de existir hoy día, el zebro nos mostraría un acervo genético de una línea de domesticación equina que hoy ya no existe.

MÚSICA RECOMENDADA: Hans Zimmer - Spirit the Stallion of Cimarron

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