La noche de los gigantes (I): la Megafauna norteamericana

Querida hija: 

¿Recuerdas las divertidas películas de la serie “Ice Age”? En ellas, aparecían diversos personajes representados por animales que vivieron durante la Edad de Hielo. Así, teníamos a Manny el mamut, Sid el perezoso, o Diego el tigre de dientes de sable. También se veían rinocerontes, bisontes, etc. entre otros varios. Gran parte de estos animales se incluyen entre lo que se ha dado en llamar “Megafauna Pleistocena”. Al igual que sucede con el ser humano, para entender el presente debemos conocer el pasado. Y esto aplica también para los animales. 

El Pleistoceno fue el penúltimo periodo geológico (actualmente nos encontramos en el llamado periodo Holoceno, que comenzó hace 11.700 años), y empezó hace 2,5 millones de años. Se conoce como Megafauna, un conjunto de especies sobre todo de mamíferos, pero también en menor medida aves, que alcanzaron tamaños considerables: diríamos tallas grandes o incluso gigantes. Se dio la circunstancia de que gran parte de esta megafauna vivió durante las Edades de Hielo que se sucedieron durante dicho periodo, y fueron contemporáneos de la especie humana, que los conoció y representó en el arte rupestre paleolítico. Fue un fenómeno mundial: existió megafauna en todos y cada uno de los continentes, y se produjo su extinción casi simultáneamente en todo el mundo en una estrecha horquilla de tiempo hace entre 13.000 y 10.000 años. 

La excepción fue África. En el continente africano, la megafauna no se extinguió, y por eso podemos ver hoy los grandiosos elefantes, los orgullosos rinocerontes, los altivos búfalos, los desconfiados hipopótamos y las tímidas jirafas, así como uno de los mayores felinos del mundo, como es el león. El por qué la megafauna sobrevivió en África (y, en menor medida, en Asia meridional) y no en el resto del mundo nos enfrenta con el problema de las razones de su extinción. Me gustaría, aquí, explicarte cuál fue la megafauna más importante en cada continente, en una serie de entradas del blog (que no serán consecutivas, para no fatigarte con el mismo tema), y como en este blog no nos gusta simplemente enumerar especies, sino interpretarlas, trataré en la última entrada de contarte las principales teorías sobre su extinción, y me mojaré decantándome por una de ellas, o formular la mía propia, ya lo veremos. 

Empezaremos por Norteamérica. Y dado que la Megafauna convivió con las Edades de Hielo, o Glaciaciones, fenómeno climático que determinó en todos sus aspectos el desarrollo de esta fauna, antes debería darte algunas nociones básicas sobre lo que fueron las glaciaciones. 

Reconstrucción de un paisaje del Medio Oeste americano durante la última glaciación

No es objeto de este blog hablarte del origen de las glaciaciones, pero sí te diré que la teoría más aceptada en la actualidad se encuentra en ciertas variaciones cíclicas de la órbita terrestre, llamadas Ciclos de Milankovitch. Comúnmente se piensa que las edades de hielo fueron épocas, más o menos largas, en las que el mundo estaba cubierto de nieve y hielos perpetuos. La realidad es más compleja. En realidad, los hielos sólo cubrieron ciertas partes del Hemisferio Norte, si bien el enfriamiento del planeta sí afectó a todo el mundo. En Norteamérica, la temperatura media fue unos 7ºC inferior a la temperatura media actual. Las glaciaciones estaban separadas por periodos más cálidos llamados “Interglaciares”, que podían llegar a ser incluso más cálidos que nuestra época actual, tan alarmada por el calentamiento de la atmósfera. 

Así, una localidad dada podía pasar de un clima subtropical a un clima rigurosamente ártico en el relativamente corto espacio de 100.000 años (corto en la escala geológica). Cuando los hielos avanzaban, todas las zonas de vegetación retrocedían. Cuando los hielos se retiraban hacia el Norte, todo el sistema climático y de vegetación, basculaba hacia el Norte a su vez. Estas continuas variaciones supusieron, para la fauna, un verdadero test de resistencia, un examen de supervivencia del cual se originó prácticamente toda la fauna actual del Hemisferio Norte. Una fauna dura, adaptable, flexible, capaz de sobrevivir con relativamente poco, y muy generalista. 

¿Cómo se tradujo esta teoría en la realidad de Norteamérica? El último periodo Interglaciar allí se conoce como Sangamoniense. Aproximadamente empieza hace unos 130.000 años. Hace 125.000 años se alcanza el máximo cálido de este Interglaciar y es, en efecto, más cálido que nuestra época. Hasta tal punto que los bosques boreales se extienden hacia zonas en donde hoy impera la severa tundra ártica como por ejemplo la Isla de San Pablo, en Alaska, o el Archipiélago Canadiense. Pero a partir de ese momento el enfriamiento se hace agudo, y se desencadena la última glaciación norteamericana, llamada Wisconsin. Esta alcanza su Máximo Glaciar hace entre 22.000 y 18.000 años. 

Dos casquetes de hielo se forman y se extienden inexorablemente por Norteamérica. El Casquete de la Cordillera se origina en las Rocosas canadienses y avanza hacia el norte, sur y este. El más grande, el Casquete Laurentiano, avanza desde Groenlandia para cubrir la mayor parte de Canadá, uniéndose al de la Cordillera formando un estrecho pasillo que probablemente nunca llegó a cerrarse del todo. El casquete de hielo llegó, al sur, hasta lo que son hoy los Grandes Lagos (un recuerdo de aquella glaciación), y lo que hoy es Manhattan. El espesor del casquete glaciar Laurentiano alcanza, en su máximo, entre 3.000 y 4.000 metros. El peso de tal masa de hielo es tan colosal que, una vez retirado el hielo, Canadá ha experimentado un efecto rebote, subiendo de nivel unos 300 metros, proceso que aún no ha terminado. 

El Último Máximo Glaciar en Norteamérica

¿Cómo era Norteamérica durante ese máximo glaciar? Curiosamente, lo que hoy son Alaska y el Yukón estaban libres de hielos, porque la sequedad de su clima no permitía la formación de nieve y, por tanto, de hielo. Estaban unidos a Siberia por el Puente de Beringia, que desaparecería con el aumento de nivel del mar provocado por el deshielo, formando el actual Estrecho de Bering. Allí imperaba un tipo de vegetación llamado Estepa del Mamut, de la cual hablaremos más extensamente cuando tratemos de la megafauna euroasiática. 

Más al sur, como hemos visto, se encontraba el vasto casquete de hielo que cubría la práctica totalidad de lo que hoy es el territorio canadiense. Justo al sur, en una estrecha franja pegada al casquete glaciar, había una tundra ártica, seguida hacia el sur por un cinturón de bosque boreal, seguramente no demasiado tupido y, en la zona del Golfo de México y el Sureste de los EEUU, el bosque mixto deciduo. El territorio de lo que hoy son los EEUU era más húmedo que en la actualidad, debido a que las borrascas del Pacífico, al no poder vencer las altar presiones del formidable casquete glaciar, se movieron hacia el Sur, dejando abundantes precipitaciones en lo que hoy es el reseco Oeste americano. 

Finalmente, hace 14.000 años las condiciones climáticas se hicieron lo suficientemente cálidas como para que los hielos empezaran a retirarse. Se puede considerar que hace unos 10.000 años se completó la práctica totalidad de la retirada glaciar en Norteamérica. Aunque, en realidad, aún no ha terminado: el casquete glaciar aún subsiste en Groenlandia y en ciertas partes de la adyacente Isla de Ellesmere. Es de esperar que, en los milenios que siguen, el casquete polar desaparecerá también de Groenlandia, dándose por finalizada la retirada del hielo. 

En este escenario, una nueva especie animal cruza a pie el Puente de Beringia: el ser humano. Originarios de Siberia, las hordas humanas van penetrando el nuevo continente, en plena retirada del hielo. Pero con inusitada rapidez. Los especialistas en el poblamiento de América polemizan mucho, debido en parte a la escasez de restos arqueológicos, pero la cronología actualmente disponible indica que todo el continente norteamericano fue colonizado por los humanos en sólo 300 años: hace aproximadamente entre 11.300 y 10.900 años. Y no sólo se encontraron con los hielos en retirada, sino con una fauna asombrosa, cuyos más notables ejemplos te voy a resumir aquí (sólo una pequeña muestra de esa fantástica megafauna). 

Armadillos gigantes 
A comienzos del Pleistoceno, Norteamérica y Sudamérica se unen geográficamente al emerger el istmo de Panamá. Se produce entonces el mayor intercambio faunístico de la Historia: muchas especies norteamericanas emigran hacia el sur, y muchas especies sudamericanas emigran al Norte. Entre ellas están los armadillos, que se diversificarion en muchas especies, algunas de talla gigante, como el Glyptotherium, que vivió hace entre 4,1 millones de años y 12.000 años. Se han descrito cinco especies, que vivieron desde Florida y Carolina del Sur hasta Arizona. Podían alcanzar una tonelada de peso, 2,7 metros de longitud y 1,3 metros en lo alto de su caparazón. Vivía en zonas pantanosas, ribereñas, costeras y semi-boscosas. 

Esqueleto conservado de Glyptotherium

Perezosos gigantes 
Al igual que los armadillos, los perezosos son inmigrantes sureños. Los perezosos gigantes que se desarrollaron constituyen varias de las más notables especies de la megafauna. En Norteamérica encontramos Megalonyx, ampliamente distribuido, hasta llegar a Alaska y el Yukon. Tenía 3 metros de altura y una tonelada de peso. Megalonyx jeffersoni está documentado hace entre 150.000 y 11.000 años. También en Norteamérica vivían Eremotherium, en el Sudeste, que alcanzó los cinco metros de altura, o Paramylodon, con sus tres metros de altura. Vivían en bosques aclarados, tipo sabana, alimentándose de vegetales y tubérculos o raíces que seguramente desenterraban con sus poderosísimas garras. 

Perezoso gigante Megalonyx

Mamut 
Son, tal vez, los animales más característicos de la Edad de Hielo, con sus inmensos colmillos ampliamente curvados hacia arriba. Hubo en Norteamérica dos especies de mamuts. El mamut americano Mammuthus columbi y el mamut lanudo Mammuthus primigenius. Ambos mamuts forman un clado genético, y su pariente vivo más cercano es el elefante asiático. Ambas especies evolucionan en Asia y penetran en Norteamérica a través del Puente de Beringia. El mamut americano está documentado en Canadá y Alaska, mientras que el mamut lanudo está documentado en lo que hoy son los EEUU. Estos últimos siguieron a los hielos en su retirada hacia el Norte, pues estaban muy ligados al ecosistema de tundra/estepa fría. Fue la especie de la megafauna que más tiempo duró. Si bien el mamut americano se extinguió hace unos 10.900 años, los últimos mamuts lanudos desaparecieron en la Isla de St. Paul hace 3.750 años, y en la siberiana Isla de Wrangell hace 1.600 años. Si bien en el continente no pudieron superar la fatídica barrera de los 10.000 años. El mamut americano alcanzaba los cuatro metros de altura en la cruz, y las diez toneladas de peso. 

Esqueleto de Mamut americano

Tigres dientes de sable 
Aquí tienes, hija, los más formidables depredadores de la época, así como los más perfectos de todos los tiempos. Si bien en castellano solemos llamarlos “tigres”, en realidad nada tienen que ver con los verdaderos tigres. En inglés, se les llama sabre-toothed cats, “gatos de dientes de sable”. Constituyen un conjunto de especies, todas ellas adscritas al Orden Félidos, caracterizados por un cuerpo compacto y musculoso, de gran fortaleza, muy distinto al grácil cuerpo de los félidos actuales. Sobre todo, armados con un par de caninos superiores de longitud tal, que no cabían en la boca cerrada y tenían la boca modificada para que asomasen ampliamente al exterior. Su datación en Norteamérica prácticamente coincide con la duración del Pleistoceno. Destacan los géneros Smilodon, Homotherium y Machairodus. Posiblemente eran habitantes de bosques y zonas de matorral. Su tamaño y fortaleza era similar a los leones actuales. Los últimos restos de Smilodon encontrados en EEUU datan de hace 13.000 años. 

Reconstrucción de Smilodon fatalis un prodigioso depredador

Aunque no forma parte del grupo de los “dientes de sable”, destaca otro félido, de género Miracinonyx, considerado el “guepardo americano”. Si bien está más relacionado con el actual puma que con el verdadero guepardo, este felino, activo hace entre los 2,6 millones de años y 12.000 años, parece dotado para la caza a la carrera. Uno de los supervivientes de la extinción de la megafauna, el antílope americano, posiblemente desarrolló su prodigiosa velocidad en carrera para huir de este depredador, o algún otro muy similar a él. 

Una hipotética escena de guepardo americano patrullando la Pradera

Oso gigante americano 
El género Arctodus, documentado hace entre 1,8 millones de años y 11.600 años, y del cual se conocen dos especies, es considerado el mayor mamífero carnívoro terrestre de todos los tiempos. Estaba ampliamente distribuido desde Alaska hasta California y México. Medía 3,4 metros de altura hasta la cruz, y alcanzaba los 900 kg de peso. Del análisis de sus restos y los ecosistemas donde vivía, los especialistas han deducido que, al igual que los osos actuales, se alimentaba tanto de vegetales como de animales, si bien el peso de la alimentación carnívora podría tener algo más de peso que en los osos actuales. 

Osos fósiles: 1. Oso gigante americano. 2. Oso de las cavernas. 3. Oso gato chino

Bisonte gigante 
El bisonte gigante, Bison latifrons, es el representante de una estirpe de bovinos que se originaron en Asia, estrechamente relacionados con el actual yak, se introdujeron en Norteamérica como tantas otras especies, siguiendo el Puente de Beringia, y evolucionaron ya en territorio norteamericano dando como resultado una cadena de especies que desembocaría en el actual bisonte americano Bison bison. Se extinguió posiblemente antes del último máximo glaciar hace entre 30.000 y 20.000 años. Tenía una altura en la cruz de dos metros y medio (imagínatelo: ¡un toro más alto que Pau Gasol!) y dos mil kilos de peso. Y, sobre todo, un par de cuernos cuya separación entre puntas llegaba a los 2 metros y 13 centímetros. 

Fantástica cornamenta del bisonte gigante

Camello americano 
Los camélidos tienen una historia similar a los caballos. Se originaron en Norteamérica, donde evolucionaron y se diversificaron en varias especies. Posteriormente se extendieron desde allí hasta Sudamérica, donde aún viven sus descendientes, y Eurasia, donde también sobreviven dos especies, pero desaparecieron de su patria originaria. Había camélidos de todo tipo, desde el tamaño de una gacela hasta el de una jirafa. Camelops hesternus tenía unos 2,2 metros de altura hasta el hombro, como el camello bactriano actual. Se extinguió hace unos 11.000 años. 

Camellos americanos junto antílopes americanos en la nevada pradera glacial

Cóndor gigante 
Aunque el fenómeno de la megafauna fue mayoritariamente asunto de mamíferos, aquí traigo un ejemplo de mega-ave, que también las hubo. Aiolornis incredibilis está considerada como la mayor ave voladora de Norteamérica, con veintitrés kilos de peso y nada menos que cinco metros de envergadura alar. Pertenece a un grupo de aves denominadas Teratornis parecidas en papel ecológico a los actuales cóndores americanos. 

El cóndor gigante. Una de las mayores aves voladoras pleistocenas

Como epílogo, hija, me gustaría decirte que sólo te he presentado unos pocos ejemplos de lo que fue la fauna norteamericana de la Edad de Hielo. Hoy día es difícil hacernos a la idea de lo rica que era aquélla fauna. Aparte de lo que ya he comentado, había también castores gigantes, capibaras aún mayores que las actuales, caballos, antílopes, pecaríes, tapires…y sólo considerando a las especies de porte medio-grande. 

Parafraseando el monólogo de Rutger Hauer en Blade Runner, toda esa fauna se ha ido, como lágrimas en la lluvia. ¿Todas?, bueno, existen supervivientes a aquélla debacle. El toro almizclero (que, en realidad, es una cabra gigante), Ovibos moschatus, es un ejemplar de aquélla megafauna que sobrevivió, en las soledades árticas de Groenlandia y Canadá. En realidad, sigue viviendo en lo que queda de aquélla última Glaciación Wisconsin. Si lo ves, te darás cuenta de que es una bestia paleolítica, que ha sobrevivido no se sabe cómo. Se originó en Europa hace un millón de años, y a través de Siberia y Beringia, penetró en Norteamérica hace entre 200.000 y 90.000 años, es decir, en el Sangamoniense. Y ahí sigue. 

El buey almizclero. Último superviviente de la megafauna norteamericana

Otro superviviente de aquélla época inolvidable es el ya citado antílope americano Antilocapra americana que, en realidad, no es un antílope, estando más relacionado genéticamente con las jirafas y okapis africanos. Es curiosa la historia de este animal. Actualmente no tiene ningún depredador, puesto que sólo esporádicamente algún coyote o águila puede capturar algún ternero. Es el más rápido de los herbívoros: puede sostener una velocidad de 65 km/h, con picos de 98 km/h. Esa prodigiosa carrera tuvo que desarrollarse necesariamente para huir de depredadores que hoy han desaparecido, como tal vez Miracinonyx. Como consecuencia, el antílope americano se multiplicó prodigiosamente durante el Holoceno, inundando las Praderas con millones y millones de ejemplares, que sólo fueron diezmados con la invasión del hombre blanco, que a punto estuvo de exterminar la especie que sobrevivió a la Edad de Hielo, hasta que se protegió en 1908, habiéndose recuperado desde entonces. 

¿Y el bisonte americano?, es un verdadero coloso que encaja perfectamente en el tipo de la Megafauna. Pero no podemos considerarlo un superviviente de la megafauna. Si bien el género Bison sobrevivió a la Glaciación, la especie actual de bisonte americano es demasiado reciente, puesto que su origen está hace solo 5.000 años.

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