Océanos de fuego. Dromedarios en Australia.

Querida hija: 

Cuando hablamos de camellos o dromedarios pensamos automáticamente en los países desérticos del Norte de África, Arabia y Siria. Pensamos en los altivos beduinos árabes inmortalizados por la inolvidable película Lawrence de Arabia montando sus enjaezados animales. Este verdadero navío del desierto es un animal insustituible para los pueblos que viven en esa región del Planeta, exactamente igual a lo que supone el reno para los pueblos árticos o el yak para los pueblos de la Meseta tibetana. 

Los dromedarios asilvestrados se han convertido en un problema en Australia

Sin embargo, cuando se realiza un recuento sobre los dromedarios que hay en el mundo, salta la sorpresa: Australia es el país del mundo con más dromedarios. Sí, Australia. El país de los canguros, los ornitorrincos y las playas lujuriantes rodeadas de corales y tiburones ávidos de darse un buen banquete de turista despistado. Pero en Australia los dromedarios son una plaga que causa muchos problemas. Cómo llegaron los dromedarios en Australia y cómo se convirtieron en una invasión será el tema de la crónica de hoy. Vamos allá. 

Camellos y dromedarios 

Los Camélidos son una familia definida dentro de los Artiodáctilos (herbívoros de pezuñas pares). Su origen hay que buscarlo en Norteamérica, donde durante el Pleistoceno alcanzaron formas incluso gigantes, como el género Camelops. Desde Norteamérica los camélidos pasaron a Sudamérica una vez formado el Istmo de Panamá, donde evolucionaron los actuales camélidos americanos: la llama, el guanaco y la vicuña. También pasaron a Eurasia a través del Puente de Bering, y dando origen a los camélidos del Viejo Mundo: el camello Camelus ferus y el dromedario Camelus dromedarius

Origen y migración de los Camélidos

El camello, también llamado camello bactriano, vive actualmente en Asia Central. Sólo quedan unos 950 ejemplares auténticamente salvajes, siendo la inmensa mayoría animales domésticos. A partir del camello bactriano se originó el dromedario en las regiones desérticas de Asia Occidental, desde donde se expandió también hacia África, si bien allí no prosperó y acabó extinguiéndose. El dromedario es un animal más esbelto que el camello, y dispone de una sóla joroba contra las dos del camello. 

El dromedario es uno de los mayores mamíferos de Eurasia: tiene una altura al hombro de entre 1,8 y 2 metros, y un peso de entre 400 y 600 kilos. La joroba puede llegar a los 20 cm de altura desde el lomo. Es un animal diurno que vive en manadas de hasta veinte ejemplares, liderados por un macho dominante, aunque en determinados lugares pueden congregarse manadas reunidas de varios centenares. Es un animal que destaca por su gran olfato, y su forma de desplazamiento es idéntica a la de las jirafas: mueven al mismo tiempo las dos extremidades de cada costado, por turnos. Es un herbívoro más ramoneador que pastador, alimentándose de hierbas secas y vegetación del desierto. 

Lo que más destaca del dromedario (así como del camello) es su extraordinaria adaptación a los medios más áridos. Toda su anatomía y fisiología está diseñada para sobrevivir allá donde nadie más podría. Puede cerrar las narinas a voluntad, para evitar que le entre la arena de las tormentas de arena. Sus ojos quedan entonces protegidos por unas gruesas cejas y grandes pestañas que impiden que los abrasivos granos de arena entren en los ojos. Puede reducir su transpiración y su riñón minimiza la pérdida de agua en la excreción de la orina, y tolera una pérdida de agua de hasta el 30%, un porcentaje que mataría a la mayoría de especies animales terrestres. 

Dromedario fotografiado en Silverton, Nueva Gales del Sur

Precisamente al minimizar tanto su pérdida de agua, el dromedario no necesita beber más que pasados de diez a quince días. Pero cuando necesita beber, bebe de verdad: entre diez y veinte litros por minuto. Para terminar este magnífico catálogo de adaptaciones está su famosa joroba, un almacén de grasa que el animal consume, transformándola en agua y energía, en periodos de penuria alimenticia. El dromedario tiene una gestación de quince meses, al término de los cuales la hembra pare un único ternero, que permanecerá con su madre entre uno y dos años. 

Todas estas cualidades de sobriedad y adaptación al medio desértico pronto despertaron el interés de los humanos, que domesticaron camellos y dromedarios hasta el punto de que no quedan dromedarios salvajes desde hace dos mil años. Se cree que su domesticación se llevó a cabo en algún lugar de la Península Arábiga hace 4.000 años. Desde allí se extendió al Norte de África pero los actuales dromedarios del Este de África vienen de ejemplares domesticados en el Cuerno de África. Los dromedarios africanos se encuentran en estos dos focos: África sahariana hasta el Sahel y el Cuerno de África. En Asia, se encuentran desde Arabia y Siria hasta India y Pakistán. 

También hay dromedarios en las Islas Canarias, donde fueron introducidos ya desde los primeros intentos de colonización privados a comienzos del siglo XV. Al igual que en el resto de su área de distribución, fueron usados como medio de transporte y trabajos agrícolas. Actualmente su uso es turístico. En el resto de su área de distribución se aprovecha, además, su leche, su carne y su pelo. 

En algunos países también se crían dromedarios especialmente entrenados para carreras. Y, con todo, la única población de dromedarios “salvajes” ( en realidad, asilvestrados) se encuentra hoy día en el corazón rojo de Australia. Vamos a ver por qué. 

Australia. El continente de las plagas 

Como ya te expliqué en su momento, la fauna mamífera de Australia es singular. Está compuesta de marsupiales, ya que a los mamíferos placentarios no les dio tiempo a alcanzar este continente cuando se separó de Gondwana. Hace unos 70.000 años llegaron los primeros humanos a Australia: los aborígenes. Estos trajeron perros que se asilvestraron, los dingos, mostrando ya la tendencia que se iba a generalizar con la llegada de los europeos, a partir de 1788. 

En efecto, los británicos que fundaron las colonias australianas se encontraron con una fauna completamente diferente a todo lo que ellos habían conocido en Europa y Norteamérica. No comprendían esa fauna. Les hacía sentirse en otro planeta. Y, si algo ha caracterizado a los británicos cuando han fundado colonias en otros continentes, ha sido su gusto por sentirse como en su añorada Inglaterra. 

Los conejos han sido la plaga australiana más famosa

Por eso empezaron a importar animales que ellos conocían en Inglaterra: ardillas para recrearse en los parques, conejos, ciervos, gamos y zorros para cazarlos tal como hacían en su Madre Patria, amén de toda clase de ganado doméstico que no existía en la entonces llamada Nueva Holanda. Muchos de estos animales se asilvestraron y fundaron poblaciones. La fauna australiana nativa se encontraba inerme ante depredadores desconocidos que pronto se cebaron en los indefensos marsupiales y aves australianos. Por su parte, los grandes herbívoros arrasaron un suelo pobremente cubierto con una vegetación que no había coevolucionado con ellos, provocándose una grave desertización añadida a la propia aridez del interior del Continente. El conejo se convirtió en un gravísimo problema para el propio ganado doméstico que los europeos habían aclimatado: millones de conejos agujereaban el terreno con sus madrigueras, y las ovejas, vacas y caballos se rompían las patas en ellos. 

¿El resultado? 36 especies de insectos, 9 de moluscos y 12 especies de peces de agua dulce (como la carpa o la trucha arcoíris) se han convertido en verdaderas invasiones. Además, 17 especies de aves como el gorrión europeo, la paloma, el mirlo o el pavo real. Pero ha sido entre los mamíferos donde el fenómeno de las especies invasoras ha alcanzado su culmen: 20 especies como el banteng, el búfalo acuático, la cabra, el ciervo rojo, el caballo, el burro, el conejo, la liebre, el gato, la rata, el jabalí, el zorro, el gamo, o ciervos asiáticos como el chital o el rusa han cambiado para siempre el panorama de un continente que, de no tener mamíferos placentarios, ahora rebosa de ellos. 

Y, siempre que el ser humano interviene en la Naturaleza, las consecuencias no se hacen esperar. Son decenas las especies de aves y marsupiales nativos que se han extinguido ya. En primer lugar por la destrucción de su hábitat para la expansión agrícola y ganadera de los europeos. Y, cuando las poblaciones de algunos animales autóctonos quedaban ya irremediablemente diezmadas, la fauna invasora a menudo era la que daba el golpe de gracia, ultimando la extinción. Para muestra, te ofreceré dos botones: 

El estornino de la isla de Norfolk Aplonis fusca tuvo que soportar la competencia de aves europeas introducidas y la depredación de sus huevos por las ratas. En 1923 se dio por extinguido. 

Por su parte, el canguro rabipelado occidental Onychogalea lunata se extinguió definitivamente en 1956. Parece ser que el zorro rojo (importación europea) tuvo mucho que ver en este suceso. 

Canguro rabipelado occidental

Por tanto, hija mía, la fauna invasora no es ninguna tontería. Y el dromedario fue una más de estas especies inicialmente introducidas para uso doméstico y que luego se asilvestraron. 

Historia del dromedario en Australia 

Desde comienzos del siglo XIX, voces autorizadas venían recomendando el uso de dromedarios en Australia debido al carácter desértico y semidesértico del grueso del continente. Usando dromedarios para transporte y trabajos agrícolas se podría abrir el interior de Australia a la colonización de un contingente de población europea que se apretujaba en las escasas zonas fértiles y húmedas de la costa. 

Finalmente la recomendación se pone en marcha y el 12 de octubre de 1840 el barco Apolline llega a Port Adelaide con el primer cargamento de dromedarios, procedentes de las Islas Canarias. Bueno, en realidad sólo llegó vivo un único dromedario que sería bautizado con el nombre de Harry. En 1846 Harry participó en la expedición al interior de la colonia de Australia Meridional hacia el Lago Torrens, dirigida por John A. Horrow. El final de la expedición fue ciertamente tragicómico, ya que Horrow se disponía a efectuar un disparo montado sobre el desdichado dromedario, con tan mala suerte que un encabritamiento súbito de Harry provocó que Horrow se disparase en la mandíbula. El pobre explorador falleció de sus heridas días más tarde, no sin antes ordenar que Harry fuera sacrificado. John Horrow pasó a la historia de Australia con el sobrenombre dado por sus guasones compatriotas, de “el hombre que fue disparado por su camello”. 

La primera gran importación de dromedarios en Australia vino motivada por la gran expedición de Burke y Willis en 1860. El plan era cruzar Australia de Sur a Norte desde Melbourne hasta el Golfo de Carpentaria, por el interior árido de la Gran Cordillera Divisoria, organizada por el Gobierno colonial de Victoria. A este efecto se importaron 24 dromedarios procedentes de India, a los que se sumarían otros dos procedentes de otra importación verificada en 1859. Estos dromedarios llegaron a Melbourne procedentes de Karachi (hoy Pakistán) a bordo del Chinsurah, el 9 de junio de 1860, y alojados a expensas de los contribuyentes en los establos del Parlamento de Victoria. 

Expedición de Burke y Willis

Si bien la expedición de Burke y Willis terminó mal (ésa es otra historia), los dromedarios demostraron su valía, y a partir de 1860 fueron llegando a Australia camelleros contratados desde India para hacerse cargo de sus cuidados y guiado. En Australia popularmente se les conocería como “afganos” (“Ghans”), a pesar de que sólo una parte de ellos eran, en efecto, pastunes de Afganistán. El grueso de los camelleros eran procedentes de Beluchistán, Sindh y el Punjab. Muchos de estos “afganos” acabarían estableciendo sus propios negocios de importación de dromedarios y, para 1890, dominaban completamente el mercado. Se calcula que entre 1870 y 1900 se importaron en Australia unos 15.000 dromedarios. 

Transporte tirado por dromedarios en Australia Meridional

A partir de 1866 se importan sementales y se inicia la cría de dromedarios en Australia, también desde instancias oficiales como la Granja Estatal de Australia Occidental en Londonderry, 1894. Los dromedarios participaron en las expediciones del interior australiano de Warburton y Gosse en 1873, Giles (1875 – 1876), Lindsay (1885-1886), Elder (1891-1892), Calvert (1896 – 1897) y Madigan en 1939, y como animales de carga en la construcción de líneas telegráficas e infraestructuras hidráulicas. 

En 1901 toca a su fin la era de los camelleros afganos cuando la nueva Federación Australiana promulga la política de “Australia blanca”, por la que se restringía la inmigración únicamente a europeos, política que ha estado vigente en Australia hasta 1967. Pero también la propia era de los dromedarios como medio de transporte llega a su fin en las décadas de 1920 y 1930 cuando se generalizan los ferrocarriles y los medios de transporte motorizados. En ese momento los dromedarios dejan de ser útiles y, aunque muchos de ellos fueron sacrificados, la mayoría de los dromedarios fueron abandonados a su suerte, donde se asilvestraron. 

Los dromedarios no pudieron resistir la competencia de los vehículos motorizados

El rojo corazón de Australia se extendía ante ellos. 

La plaga. 

A partir de ese momento los dromedarios se multiplican como una plaga bíblica en un ambiente desértico hecho a su medida, y sin ningún depredador capaz de controlar su población. Al principio en Australia no se monitorizaba su población. Bastantes problemas tenían ya los australianos con la Guerra del Pacífico y el acecho del Imperio Japonés a sus puertas como para contar dromedarios. 

Con todo, en 1940 se realiza una primera estimación, que arroja entre 30.000 y 40.000 dromedarios cimarrones, cifra que hoy no se acepta por ser muy especulativa y sobreestimativa. En 1969 se realiza la primera estima científica, con una cifra de 15.000 a 20.000. La tasa de natalidad de los dromedarios silvestres les permite casi doblar su población cada 8 – 10 años y su número no paró de aumentar: 43.000 en 1988, 300.000 en 2001, 730.000 en 2006 y alcanzando el millón de dromedarios en 2008. 

Distribución y densidades de dromedarios en Australia

Los dromedarios silvestres se caracterizan por su gran movilidad (territorios de campeo de hasta 7.000 km2), y por usar todos los hábitats disponibles en el árido interior australiano, que son seis: 

Lagos y marismas saladas 
Matorral abierto 
Matorral denso 
Llanura abierta 
Llanura arenosa/dunas con vegetación dispersa 
Llanura arenosa/dunas con vegetación densa. 

Todos estos hábitats son usados por los dromedarios estacionalmente, excepto el matorral abierto, que es usado durante todo el año. Los dromedarios consumen el 83% de las especies vegetales disponibles en su territorio. Actualmente ocupan un área de 3,3 millones de km2 entre los Estados de Australia Occidental, Australia Meridional, Queensland y el Territorio del Norte. Los puntos donde hay una mayor densidad de dromedarios (entre 1 y 2 individuos/km2) se encuentran en el punto de confluencia entre Australia Occidental, Meridional y el Territorio del Norte, no lejos de los Montes Olga y Uluru, y en el Desierto de Simpson, en el ángulo SE del Territorio del Norte. 

Los dromedarios asilvestrados causan daños ecológicos, al devorar plantas autóctonas y hacer la competencia a los herbívoros autóctonos, y especialmente sus daños a los “refugios de sequía”: lugares donde siempre hay humedad permanente aun durante las más duras sequías. Cuando las sequías ceden, desde estos refugios multitud de animales pueden volver a recolonizar los territorios. Los dromedarios, cuando abrevan en pozos, charcas, riachos, etc…acaban convirtiéndolos en barrizales. Se ha demostrado que la turbidez del agua que provocan es muy perjudicial para los invertebrados que moran en esas aguas. 

Dromedario muerto tras tiroteo con el propietario de un pozo

No pocas veces llegan a secar pozos enteros: en el año 2012 se realizó un seguimiento de dos charcas naturales en Urruru (Territorio del Norte) y Tjilpuka. En octubre de 2012 Urrurru tenía 989.000 litros de agua de capacidad. Al final de enero de 2013 estaba completamente seco. Descartando el porcentaje debido a la evaporación natural, se calculó que “alguien” se había bebido 893.000 litros en Urrurru y 412.000 en Tjilpuka. Mediante fototrampeo se demostró que habían sido los dromedarios. En los momentos más calurosos del año, los canguros rojos beben a un ritmo de 100 ml/día; los caballos 100 litros/día y los dromedarios 200 litros/día, si bien los canguros beben más frecuentemente que los dromedarios. 45 dromedarios bebían diariamente en Urrurru y 23 en Tjilpuka. El agotamiento de pozos y charcas en el interior árido de Australia es un daño muy grave. Cuando los dromedarios mueren en pozos, sus cadáveres contaminan e inutilizan estas valiosas fuentes de agua. 

Grupo de dromedarios invadiendo una fuente

Un segundo grupo de daños son económicos. Cuando una manada de dromedarios tiene sed, se convierte en una verdadera turbamulta que todo lo arrasa en busca de agua: pozos, tuberías, cuartos de bombeo, aseos públicos, abrevaderos, vallas…muchas de estas infraestructuras pertenecen a comunidades aborígenes pobres, a las que les cuesta muchísimo dinero y esfuerzo repararlas de nuevo. En ocasiones se han producido tiroteos cuando los propietarios de los pozos disparan a los dromedarios que quieren arrasarlos. 

Daños causados en una comunidad aborigen

Existe también un daño social, pues los dromedarios causan daños en sitios culturalmente significativos para los pueblos aborígenes: lugares religiosos o ceremoniales, puntos de agua, lugares (incluso árboles) donde viven los espíritus de personas muertas, etc. 

Finalmente las autoridades australianas tomaron la dolorosa decisión de reducir el número de dromedarios hasta una densidad tolerable, ya que se asume que es imposible exterminarlos a todos. En 2009 se puso en marcha el Australian Feral Camel Management Project, que es un consorcio del Gobierno Federal, autoridades estatales y comunidades aborígenes ya que el 40% de los dromedarios salvajes se encuentran en tierras aborígenes. En 2010 los dromedarios fueron declarados “Plaga de Significación Nacional”. 

Pozo destrozado por una turbamulta de dromedarios

Entre otras muchas medidas, las más polémicas fueron las referentes al exterminio directo mediante disparos desde vehículos en tierra y desde el aire, usando helicópteros. En 2012 se llevó a cabo la mayor operación aérea contra dromedarios al Suroeste del Territorio del Norte: se usaron tres helicópteros R44 y dos R22. En una extensión de 45.000 km2 y durante 12 días, se abatieron 11.560 dromedarios. 

Las matanzas desde helicópteros han sido las medidas más polémicas

No todos los dromedarios se sacrifican. También se acorralan y se reúnen en manadas para ser explotadas por la incipiente industria camellera australiana, la más crítica con las medidas de exterminio de estos animales. Esta industria exporta carne y animales vivos sobre todo a los países árabes, donde se aprecia mucho el dromedario silvestre australiano, incluso para carreras. También se usa la carne de dromedario para la fabricación de comida para mascotas. En 2015 se fundó en Queensland la primera empresa australiana dedicada a la elaboración de productos lácteos de dromedario a escala industrial, ya que lecherías artesanales existían con anterioridad. 

Una parte de los dromedarios asilvestrados se emplean en granjas

Con todas estas medidas, en 2016 se calculaba que la población de dromedarios australianos quedó reducida a 300.000 ejemplares. 

Como ves, hija mía, nada sale gratis en la Naturaleza. Durante cientos de años el ser humano ha quitado y añadido especies a su antojo debido al desconocimiento de cómo funcionan los ecosistemas y el papel de depredadores y presas. Pero ya estamos en 2018. Ya conocemos lo que sucede cuando se alteran o adulteran las comunidades animales y vegetales. Y, por doloroso que parezca, el exterminio es necesario en aquellas especies que causan daños graves a los ecosistemas donde han sido transplantados. 

En lo que llevamos de siglo, ya se han exterminado los renos introducidos en Georgia del Sur, los muflones y ovejas introducidos en la isla de Kerguelen, y también las ratas en varias islas del Pacífico. En Australia tienen mucho por hacer. La situación es tan grave que la última tendencia conservacionista en el Quinto Continente es trasladar especies autóctonas en peligro de extinción desde el continente a islas costeras que están libres de fauna invasora para realizar allí la recuperación de las especies afectadas, esperando tiempos mejores cuando también el continente esté libre de invasores.

Comentarios

  1. Buen articulo y espero que en un futuro australia haya exterminado a una buena parte de las especies introducidas,y por cierto ¿sabes del polemico caso de los hipopotamos de escobar? que estan cambiando las aguas donde fueron introducidos y compitiendo con los manatis nativos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Errores comunes: los pingüinos no existen

Los loros, graciosos pero...vulnerables

Tarántulas. Dame veneno...