Los moas: la gigantesca ave roja de las Antípodas

Querida hija:

Nueva Zelanda tiene una larga y triste historia de especies animales endémicas exterminadas por el ser humano. Y, de éstas, ninguna ha atrapado la imaginación del humano moderno que el moa, el gigantesco equivalente neocelandés al avestruz o al emú. A los humanos nos fascinan los animales gigantes pero luego hacemos todo lo posible, por acción u omisión, para exterminarlos o encerrarlos en reservas para que no "molesten". En realidad, hubo varias especies de moas, de todos los tamaños. En esta crónica quiero que los conozcas pero sobre todo, que conozcas su asombroso e importante papel ecológico, vital para el archipiélago neocelandés. Y veremos qué consecuencias ecológicas tuvo su exterminio.

Maoríes acechando un moa gigante. Ilustración: Zdenek Burian

Introducción

En el año 1838 Joel Polack, un comerciante británico que se había establecido en Hokianga (costa este de la Isla Norte de Nueva Zelanda) escribió que había recibido por parte de los maoríes locales unos huesos fosilizados procedentes de las cercanías. Según su opinión, estos huesos se parecían mucho a huesos de avestruz o emú, y que los maoríes le habían transmitido la tradición de que en el pasado hubo aves gigantes en aquellas tierras, y que la caza por parte de sus antepasados los había exterminado, si bien ellos mismos creían que aún sobrevivían estas aves gigantes en algún lugar de la Isla Sur.

Nueva Zelanda había sido descubierta para la Geografía universal en 1642 por parte de Abel Tasman pero fue James Cook el primero en circunnavegar ambas islas en 1769 determinando que se trataba de un archipiélago. Durante largo tiempo el Gobierno británico no mostró interés por aquellas remotas islas que los aborígenes maoríes denominaban Aotearoa, "la tierra de la larga nube blanca". Pero a partir de 1800 aquellas islas empiezan a ser frecuentadas por balleneros y foqueros, que no tardaron en ser seguidos por comerciantes y misioneros anglicanos que se establecían por su cuenta y riesgo sin ningún tipo de control ni permiso por parte del Gobierno británico que estaba colonizando la vecina Australia.

Sir Richard Owen posando con un esqueleto de moa

Precisamente en el mismo año en el que Polack examinaba los primeros fósiles conocidos de aquellas desconocidas aves gigantes, los misioneros anglicanos William Williams y Williams Colenso registran por primera vez la palabra moa, que usaban los maoríes para referirse a las aves de corral pero que también se usaba para designar aquellas aves exterminadas. Debido al tiempo que había transcurrido desde aquellos sucesos, la palabra se hallaba en desuso. Por eso Colenso supuso que aquellas aves desaparecidas debieron parecerse a algo como gallinas o pavos gigantes. No sería hasta 1912 cuando el jefe maorí Urupeni Puhara indicara que el nombre por el que se conocía en maorí a aquellas aves era te kura ("el ave roja").

Pero volvamos a 1839. Aquel año John Harris, otro comerciante de Poverty Bay (Isla Norte) recibe otro fragmento de hueso fosilizado de moa por parte de un maorí. Harris era un entusiasta de la Historia Natural y se lo envía a un tío suyo cirujano que vivía en Sydney, quien a su vez se lo remite a Richard Owen, el principal gurú británico de la Historia Natural, que trabajaba en aquel entonces en el Real Colegio de Cirujanos del Londres dickensiano. Owen estudió el fragmento durante cuatro años y finalmente dictaminó que se trataba del fémur de un gran ave extinta similar al avestruz, y que bautizó con el género Dinornis y la especie novaezelandiae (1843).

El descubrimiento causó sensación en la época. En palabras del mismísimo Owen:

"Hasta donde puedo confiar en mi capacidad para interpretar un fragmento de hueso, estoy dispuesto a arriesgar mi reputación al afirmar que ha existido, si es que no sigue existiendo hoy día, en Nueva Zelanda, un ave de tipo avestruz muy cercana en tamaño, si no igual, al avestruz"

Súbitamente el interés del Gobierno británico en Nueva Zelanda cambió. Entre 1836 y 1838 los franceses empezaron a enredar políticamente en Tahití a través de sus misioneros, respaldados por la Armada, y ante ese interés francés en Polinesia, los británicos "mueven ficha" y, con el pretexto de poner orden en la zahúrda de hooligans británicos que se habían ido estableciendo en Nueva Zelanda sin permiso ni control, engañan a los jefes maoríes para que les "cedan" su soberanía en el Tratado de Waitangi en 1840, iniciando una ocupación británica que dura hasta el día de hoy.

Pie preservado de moa de tierras altas. Natural History Museum

A partir de ese momento y durante todo el siglo XIX y XX, aparecerán abundantes fósiles de moa por todo el archipiélago y que serán estudiados por los científicos. En 1844, el propio Owen describe una segunda especie de moa gigante: Dinornis robustus. A través de todos estos fósiles los paleontólogos han conseguido formarse una idea sólida de lo que eran estas aves.

¿Qué sabemos hoy sobre los moas?

Owen tenía razón: los moas pertenecen al grupo de las aves paleognatas, y están emparentadas con el avestruz, los ñandúes, el emú, los casuarios, los kiwis y los tinamúes sudamericanos. Además, junto con el ave elefante de Madagascar (Aepyornis), son las únicas aves de este grupo que han sido exterminadas por el ser humano, en tiempos históricos. Los moas están asignados a tres familias que te especificaré más abajo, dentro del Orden Dinornithiformes.

Los moas ofrecían varios tamaños corporales

Como recordarás cuando te hablé en una crónica anterior de este grupo de aves, sus antepasados se originaron en el Hemisferio Norte durante el Cretácico, con los Dinosaurios vivitos y coleando. Posteriormente este grupo se expandiría a través de América hacia el sur, hacia las tierras gondwánicas donde sus descendientes hoy siguen viviendo. Hace entre 82 y 60 millones de años, un fragmento continental se separó de Gondwana: Zealandia, que luego daría origen al actual archipiélago neocelandés.

Durante mucho tiempo sólo se conocieron fósiles de moa que databan del Pleistoceno inicial, es decir, mucho tiempo después de que Nueva Zelanda se convirtiera en un archipiélago por lo que los científicos estaban convencidos de que los antepasados del moa fueron aves voladoras que no pudieron llegar por ningún otro medio al archipiélago, y luego perdieron allí las alas al adaptarse a un ambiente en el que no había mamíferos terrestres y, por tanto, volar no era tan necesario para escapar de depredadores.

Esqueleto de Anomalopteryx

Sin embargo, el descubrimiento, más reciente, de fósiles de moa en el yacimiento de St. Bathans que datan de hace entre 19 y 12 millones de años (o sea, el Mioceno), han cambiado completamente esta visión, toda vez que los moas (incluso los que provenían de este yacimiento) son las únicas aves del grupo de las paleognatas que han perdido por completo cualquier vestigio de extremidades anteriores, por lo que si ya en el Mioceno tenían esta particularidad, eso quería decir que los moas llegaron mucho antes a Nueva Zelanda.

Durante el Oligoceno, hace entre 25 y 22 millones de años, Zealandia sufrió una importante transgresión marina que dejó emergida sólo el 18% de su territorio, que grosso modo corresponde a la actual Isla Sur. La única explicación sobre el origen de los moas es que ya estuvieran presentes en Zealandia cuando se separó de Gondwana. En el aislamiento geográfico del continente, más el resurgimiento de la Isla Norte y el levantamiento de los Alpes del Sur crearon el mosaico de nuevos ecosistemas que fueron el motor de la diversificación de especies de moas, desde el tamaño de un pavo grande y unos 17-20 kg de peso hasta los moas gigantes de 3 metros de altura y 250 kg de peso.

Actualmente se conocen nueve especies de moas, todas ellas procedentes de la última radiación adaptativa que se produjo hace entre 9 y 8 millones de años. Son las siguientes:

Familia Dinornithidae, o "moas gigantes"

- Moa gigante de la Isla Norte (Dinornis novaezelandiae), que vivía en tierras bajas de la Isla Norte, donde ocupaba áreas de pastos, matorrales, dunas y bosques.

- Moa gigante de la Isla Sur (D. robustus), vivía en idénticos hábitats de la Isla Sur y la Isla Stewart.

Ambos moas gigantes eran los mayores de todos, siendo el de la Isla Sur el más grande, con una altura total erguido de 3,6 m, si bien la postura corporal de los moas en general era más parecida a la de los kiwis actuales, que avanzan con el lomo en horizontal y la cabeza hacia adelante pero en pinturas rupestres donde aparecen representaciones de moas, se aprecia que podían ponerse erguidas es de suponer que para alcanzar alimento.

Familia Emeidae

- Moa de matorral (Anomalopteryx didiformis). Con 30 kg de peso, vivía en bosques de coníferas y hayas australes en la Isla Norte y pequeña parte de la Isla Sur.

- Moa oriental (Emeus crassus). Presentaba una altura de un ser humano, entre 1,5 y 1,8 m. Vivía en hábitats variados de la Isla Sur.

- Moa de pico ancho (Euryapteryx curtus). Debía parecerse a un pavo enorme, y vivía tanto en las Islas Norte y Sur como en la Isla Stewart.

- Moa de pies pesados (Pachyornis elephantophus), era también de los grandes con una altura de 1,8 m y un peso de 145 kg. Exclusivo del lado oriental de la Isla Sur, se le reconoce una variante norteña y una sureña.

- Moa de Mantell (P. geranoides), habitante de las tierras bajas de la Isla Norte.

- Moa crestado (P. australis). Con un peso de 75 kg, habitaba en bosques subalpinos montanos de la Isla Sur.

Familia Megalapterygidae

- Moa de tierras altas (Megalapteryx didimus). Con un metro de alto y unos 40 kg de peso, era habitante de ambientes alpinos y subalpinos de la Isla Sur, hasta los 2.000 m de altitud.

Los seis géneros del Orden Dinornithiformes

En un archipiélago donde no había mamíferos terrestres, los moas ocuparon el nicho ecológico de los grandes y medianos herbívoros de otras latitudes. Por eso fueron abundantes y se diversificaron en tamaños ya que las diferentes especies se iban especializando en su nicho ecológico: su alimentación variaba según las especies: hierba (pasto), brotes, hojas, semillas etc. Por tanto, nos encontramos especies pastadoras, especies ramoneadoras y especies generalistas que podían alimentarse de diferentes materias vegetales. Todo esto lo sabemos porque se han conservado mollejas fósiles y coprolitos (excrementos fósiles) de donde se ha podido estudiar muy bien su dieta.

Evidentemente, los moas no eran las únicas aves neocelandesas que adoptaron el papel ecológico de los herbívoros pero sí fueron las más abundantes, diversificadas e importantes. Como animales herbívoros, desempeñaron un papel fundamental en la "gestión" y moldeado de las comunidades vegetales así como un papel como dispersoras de semillas. De hecho, los botánicos han podido estudiar muchas estrategias evolutivas "anti-moa" que presentan muchas plantas neocelandesas, lo que indica un proceso de co-evolución.

Águila de Haast atacando moas. Cuadro de Tat Cheurg

Por supuesto, todo herbívoro necesita depredadores que controlen su población y eviten que la vegetación se esquilma. Como Nueva Zelanda era la "tierra de las aves", ese papel depredador también lo desempeñaban aves rapaces como los búhos whekau (Sceloglaux albifacies) y ruru (Ninox novaeseelandiae),  el halcón maorí (Falco novaeseelandiae), el aguilucho lagunero del Pacífico (Circus approximans), el aguilucho de Eyles (C. teauteensis), que era la segunda rapaz más grande del archipiélago sólo detrás de la gigantesca águila de Haast (Harpagornis moorei), y que seguramente estaba especializada en capturar a los moas gigantes y de mayor tamaño.

Pues bien, éstos eran los moas y ya has visto cómo formaban parte de un equilibrio natural inalterado durante millones de años. ¿Por qué ya no hay moas?. Toca contarte su triste final.

El exterminio de los moas

Nueva Zelanda fue la última de las grandes tierras emergidas en ser colonizada por el ser humano. Los pueblos maoríes llegan a Nueva Zelanda en algún momento entre los años 1280 y 1350, en plena Edad Media europea, en el contexto de la gran expansión polinesia. En cuanto pusieron el pie en la nueva tierra, dos cosas hicieron los maoríes:

La primera, introducir los dos primeros mamíferos terrestres que jamás conoció Nueva Zelanda: la rata polinesia o kiore (Rattus exulans), y el perro polinesio, o kuri (Canis lupus familiaris), una raza de perro doméstico que ya no existe, al ser exterminado por los colonos británicos que lo consideraban una amenaza para su ganado, pues vivía en un estado asilvestrado. Las ratas empezaron a comerse los huevos de los moas (y de otras aves, claro), y los perros también cazaban moas pequeños.

Último ejemplar conocido de perro maorí, disecado. Museo Te Papa Tongarewa, Wellington

La segunda, cazar moas. Evidentemente los moas de todas las especies (con una abundancia estimada entre los 50.000 y 100.000 individuos) debieron ser consideradas muy pronto como una importante fuente de proteínas para los maoríes, que los cazaban habitualmente, además de recolectar sus huevos. Los moas, que no conocían ni a los humanos ni a sus perros debieron comportarse amigablemente ante ellos, exactamente igual que sucedería con el dodo en Isla Mauricio, y debió ser facilísimo para los maoríes cazarlos.

El problema que presentaban los moas era que, reproductivamente hablando, eran "estrategas de la K", esto es, animales de madurez sexual tardía, pocos descendientes en cada nidada y con prolongados cuidados parentales además de una larga esperanza de vida. Esto quiere decir que, ante un evento súbito de cacerías a mansalva, los moas no eran capaces de reemplazar los individuos muertos con la suficiente velocidad para reemplazar poblaciones. Su declive debió ser muy rápido y los científicos que han estudiado este tema han llegado a la conclusión de que los moas fueron exterminados en un plazo de doscientos años. Es decir, que los últimos moas debieron ser cazados en algún momento entre 1500 y 1600. A la llegada de los europeos a las islas, hacía mucho que los moas ya se habían "ido".

Este proceso se produjo en toda la Polinesia. Sólo en Nueva Zelanda, los maoríes exterminaron 3 especies de ranas, una de reptil y 30 de aves, entre las que aparte de los moas puedo destacarte un curioso ganso de la Isla Sur (Cnemiornis calcitrans), que era el ave terrestre herbívora más grande de Nueva Zelanda después de los moas, con su peso de 18 kg. Posteriormente los europeos realizarían sus propios exterminios en la fauna restante neocelandesa. Claro está, al exterminarse los moas, también se exterminaron sus principales depredadores como el águila de Haast y el aguilucho de Eyles, mientras que otras rapaces serían exterminadas por los europeos.

El ganso de la Isla Sur fue otra de las aves exterminadas por los maoríes

Sólo ahora los ecólogos están empezando a entender el papel ecológico que tenían los moas, y qué consecuencias tuvo su exterminio. Es cierto que se han encontrado evidencias de cierto tipo de bosque en Otago central que desapareció al desaparecer los moas, pero también es cierto que parte de la función herbívora que desempeñaban los moas la desempeñan hoy los mamíferos herbívoros introducidos por los europeos como las ovejas, los ciervos, los gamos, etc.

Lo que NO quiere decir que debamos aceptar eternamente la presencia de mamíferos que jamás existieron en Nueva Zelanda. Si tenemos que introducir artificialmente animales en Nueva Zelanda, al menos preservemos su carácter de "islas de las aves": introduzcamos emúes, casuarios y tinamúes (que harán el mismo papel ecológico que hacían los moas), y extirpemos ciervos, corzos, cabras montesas, gamos, thares himalayos, y tantos otros que los cazadores han introducido allí para pegarles tiros como si estuvieran en Inglaterra.

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Comentarios

  1. Esupenda y excelsa crónic Eugenio. De que reptiles y anfibios exterminados hablamos?

    Un abrazo!

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