El elefante marino: la foca gigante.

Querida hija: 

No sólo es la mayor foca del mundo, sino probablemente la mayor que haya existido jamás. Y es curioso que, en una Humanidad que se lamenta de la extinción de la Megafauna y que suspira por volver a ver mamuts y rinocerontes lanudos, lo único que sale en documentales televisivos sobre el elefante marino son las espectaculares peleas que los machos libran entre sí cada año en la temporada de apareamiento para agenciarse un harén de hembras. ¿De verdad no hay nada más que contar de un mastodonte marino de casi seis metros de longitud y cinco toneladas de peso?. Pues hoy vas a aprenderlo todo sobre la foca gigante: el elefante marino.

El elefante marino es un animal imponente

Quiénes son los elefantes marinos

Lo primero que debes aprender (y que no sabe casi nadie), es que hay dos especies de elefante marino y no sólo una como se desprendería a partir de lo que sale en los documentales:

- El elefante marino del Sur (Mirounga leonina), que vive en aguas subantárticas y es la especie más conocida

- El elefante marino del Norte (M. angustirostris), que vive en el Pacífico nordeste y cría en California. Esta especie es casi desconocida para el gran público situado fuera de su zona de cría.

Más adelante te hablaré más extensamente sobre la distribución de ambas especies y te explicaré cómo es que hay dos especies de elefantes marinos geográficamente separadas cada una en un Hemisferio y aisladas entre sí. Ahora lo que quiero es hablarte de algunos hechos básicos. Te hablaré fundamentalmente del elefante marino del Sur porque lo que te cuente sobre él es básicamente válido para el del Norte salvo algunos detalles como un tamaño algo menor en el norteño (pero no mucho menor) y un color más oscuro también en el norteño.

Arriba: elefante marino del Norte. Abajo: elefante marino del Sur. Ilustración: Pieter Folkens

El elefante marino es, en efecto, una foca ya que pertenece dentro de los Pinnípedos a la familia Phocidae. O sea, las focas de toda la vida. Dentro de esta familia los elefantes marinos se encuadran en la subfamilia Miroungini, que es "hermana" de la subfamilia Lobodontini, donde se encuadra la foca leopardo (de la que te hablé en una reciente crónica), la foca cangrejera o la foca de Weddell, todas ellas focas del Hemisferio Sur y distribución antártica.

Este imponente animal recibe su nombre por el hocico bulboso en forma de trompa que ostentan los machos. Si bien en las hembras esta trompa no es tan conspicua, es indudable que tienen una nariz más prolongada que en otras focas. Se trata de la especie de mamífero con mayor dimorfismo sexual: los machos son unas "malas bestias" que alcanzan longitudes máximas de 6 metros, aunque lo normal es un promedio de 5 metros (entre 4,3 y 4,8 en el caso del elefante marino del Norte), y un peso de 4.000 kg. Las hembras, por su parte, tienen una longitud mucho menor, en torno de los 3 metros y los 900-1.000 kg de peso. Se trata del mayor mamífero marino no cetáceo.

Comparativa entre el tamaño del elefante marino y del ser humano

Los machos están dotados de caninos superiores e inferiores que usan en sus luchas contra otros machos, y para ello son capaces de erguir la parte anterior de su cuerpo apoyándose en las aletas delanteras hasta alcanzar unos imponentes 3 metros de altura. Estamos ante un prodigio de la naturaleza: ver un elefante marino macho desafiar así a otro macho emitiendo un ronco rugido y mirándolo con cara de pocos amigos es un espectáculo inolvidable.

Bien. Ya sabes ubicar taxonómicamente al elefante marino y qué aspecto tiene. El segundo gran hecho que debes conocer es que los elefantes marinos pasan el 80% de su vida en alta mar sin tocar tierra. ¿Y qué hacen allí?, pues básicamente comer. ¿Y qué comen?. Los elefantes marinos son consumidores de peces y cefalópodos. En el caso del elefante marino del Norte, existe una diferencia entre machos y hembras puesto que los machos se alimentan en la plataforma continental hasta las Islas Aleutianas, mientras que las hembras se adentran en alta mar, y llegan hasta las Islas Hawai. Se ha comprobado que se alimentan de merluza del Pacífico (Merluccius productus), quimeras (que son Selacios), pequeños tiburones y rayas y calamares de la especie Octopoteuthis deletron, que ha sido encontrado en el 58% de los estómagos analizados en la costa de California.

Desarrollo de la trompa del elefante marino macho. Fuente: Simona Sanvito/Filippo Galimberti: Having a big nose; Structure, ontogeny and function of elephant seal proboscis. Canadian Journal of Zoology, 2007

Por su parte, el elefante marino del Sur se alimenta en aguas subantárticas de la Convergencia Antártica que, como ya te expliqué en alguna otra ocasión, se trata de la zona más rica en pesca del Océano Glacial Antártico, donde come cefalópodos como Psychroteuthis glacialis, Alluroteuthis antarcticus, Onykia ingens, y otras especies, además de alimentarse de moluscos y peces linterna (Electrona y Gymnoscopelus), peces del hielo (nototénidos: Lepidonotothen, Pleuragramma, Trematodus...), crustáceos e incluso algas.

Para alimentarse, el elefante marino puede sumergirse a profundidades prodigiosas: es el mamífero no cetáceo que alcanza las mayores profundidades de buceo: una media de 1.550 metros de profundidad, con un récord registrado de 2.388 metros para un elefante marino del Sur y de 1.735 m para un elefante marino del Norte, aunque lo más normal es sumergirse entre 300 y 600 m. Pueden aguantar 100 minutos sin respirar. Están completamente adaptados a estas inmersiones en profundas aguas heladas merced a su gruesa capa de grasa subcutánea y muchas adaptaciones respiratorias y circulatorias que han adquirido por convergencia evolutiva con los Cetáceos.

Su periodo reproductivo es el aspecto de la biología de los elefantes marinos que más ha sido publicitado. Como sucede con otras especies de pinnípedos que viven en el mar durante todo el año, cuando llega la temporada de cría primero llegan los machos a las colonias de cría, que suelen ser islas oceánicas o costeras, o playas continentales remotas y protegidas. Entonces los machos exhiben sus espectaculares luchas para hacerse con un territorio y con un harén de hembras que llegan poco después. Puede pasar que un "macho alfa" tolere a un "beta" con un curioso "acuerdo": el beta vigila y avisa al alfa de la presencia de otros machos que podrían disputarle su hegemonía, a cambio de que el beta pueda cubrir alguna hembra del harén del alfa, digamos, cuando éste "no mira".

Las peleas de los machos de elefante marino pueden ser sangrientas. Foto: Ari Friedlaender

En el caso del elefante marino del Sur, la temporada de apareamientos se verifica en la primavera austral: de septiembre a noviembre, pero "curiosamente" en el caso del elefante marino del Norte esta temporada no coincide con la primavera boreal sino con el invierno: entre diciembre y marzo. Esto tiene una explicación, que te daré a su debido momento.

Al igual que sucede con otros pinnípedos, lo primero que hacen las hembras al llegar a la colonia de cría es dar a luz una única cría que ha llevado en su interior durante los últimos 11 meses, esto es, concebida en la temporada anterior. Inmediatamente la alimentará con la leche más grasa y energética del mundo animal, lo que hace que el pequeño gane peso y grasa con gran rapidez. La lactancia dura unos 23 días y los machos alcanzan la madurez sexual a los seis años.

Existe otro momento del ciclo de vida del elefante marino en el cual debe estar en tierra: la muda. Aquí existe una importante diferencia entre ambas especies: mientras que el elefante marino del Sur muda el pelo justo tras la temporada de cría, entre diciembre y enero; en el caso del elefante marino del Norte la cría y la muda (entre abril y agosto) están más netamente separadas por lo que suele decirse que el elefante marino del Norte visita tierra semestralmente, y no anualmente como en el caso de su primo del Sur.

Origen y distribución geográfica

La opinión tradicional entre los científicos era que los elefantes marinos estaban estrechamente emparentados con las focas monje y que compartían con éstas un origen en el Atlántico Norte y una posterior expansión hacia el Pacífico aprovechando que no existía aún el Istmo de Panamá. Una vez colonizada la costa oeste de Norteamérica, habrían continuado su expansión hacia el Sur donde colonizarían el Océano Antártico. Cuando se cierra el Istmo de Panamá, cambian las corrientes marinas y quedan aisladas genéticamente las dos especies de elefantes marinos.

Zonas de cría del elefante marino del Norte

Esta teoría hay que desecharla gracias a recientes hallazgos en Nueva Zelanda. A comienzos del siglo XX se encontró una mandíbula fósil de pinnípedo en Waipunga (Isla Norte). Originariamente se había identificado como perteneciente a una especie de foca fósil, pero se ha vuelto a examinar usando las modernas técnicas y se ha encontrado que en realidad pertenece a un Miroungino del Plioceno final. Al analizarlo se vio que los mirounginos en realidad no están emparentados con las focas monje sino más bien con las cangrejeras (Lobodontini), con lo que se concluye que los elefantes marinos debieron originarse directamente en el Hemisferio Sur, y aprovecharon la distribución que había entonces de las corrientes para subir por el Pacífico y colonizar la zona rica en pesca del Pacífico nororiental.

Zonas de cría del elefante marino del Sur

Se cree que esta colonización es reciente y data del Pleistoceno medio, y eso explicaría el hecho de que los elefantes marinos del norte (los californianos) tengan su época de cría todavía coincidiendo con la primavera/verano austral, como sus congéneres antárticos. Y como resulta que el invierno boreal californiano es bastante benigno, pues seguramente no hay presiones selectivas para que "cambien" su época de cría. Vamos a ver más en detalle la distribución de ambas especies:

Elefante marino del Sur: contrariamente a lo que pudiera parecer, los elefantes marinos del Sur no suelen "pisar" el continente antártico sino que usan para su periodo de cría las islas subantárticas, y quedan distribuidos en tres poblaciones:

- Población del Atlántico Sur - es la mayor de sus poblaciones, con 400.000 individuos, 113.000 de los cuales crían en Georgia del Sur. También crían en las Malvinas, Shetland del Sur, Orcadas del Sur, Gough y Bouvet. 

- Población del Índico Sur - unos 200.000 individuos concentrados sobre todo en Kerguelen, su mayor colonia de cría en este océano con 150.000 individuos. Otros lugares de cría en el Índico: islas Crozet, Heard, Príncipe Eduardo y Marion.

- Población del Pacífico Sur - la más pequeña con unos 76.000 individuos y la única que parece estar en regresión. Sus principales colonias de cría se sitúan en las islas Campbell, Antípodas y, sobre todo, Macquarie, donde cría la casi totalidad de la población del Pacífico Sur.

Elefante marino del Sur

Existe una población continental que cría en la Península Valdés, Argentina, y en Tierra del Fuego. A veces se la considera como una "cuarta población" y otros autores la incluyen en la población del Atlántico Sur.

Elefante marino del Norte: esta especie cría en una serie de islas costeras a lo largo de la costa de California, y también en algunas playas continentales resguardadas y protegidas:

- Baja California, México - Islas Natividad, San Benito, Cedros, Guadalupe y San Martín

- California, EEUU - Islas del Canal, Año Nuevo, Farallón y los siguientes puntos de la costa: Costa Nacional Point Reyes, Cabo San Martín, Gorda y San Simeón.

No obstante, durante los últimos tiempos parece que los elefantes marinos del Norte van fundando nuevas colonias de cría cada vez más al norte, y en estos momentos se contabilizan Castle Rock, en California del Norte, Shell Island en Oregón y la que hasta ahora es su colonia más norteña, Race Rocks en la punta sur de Vancouver, Canadá.

Elefante marino del Norte. Foto: Tim Hauf

A los elefantes marinos les pasa lo que te conté en su momento con la foca leopardo: a veces, individuos divagantes se avistan en zonas del mundo completamente fuera de su área de distribución. Así, elefantes marinos del Norte se han avistado en las Islas Marianas, y hay dos registros en Japón: en Nijima (1989) y Tateyama (2001). El primer registro para el Mar del Japón se verificó en 2017 en Tsuruoka. Ha habido intentos de establecer colonias en las Islas del Comendador, en el Mar de Bering, pero los bien establecidos osos marinos (Callorhinus ursinus) de esas islas no lo han permitido.

En cuanto a los elefantes marinos del Sur, destacaría ejemplares avistados en la Península de Omán (1990), en Brasil varias veces cada año hasta los 4º de latitud N, en el Archipiélago de Las Perlas, Panamá (2018), en 2017 en el Golfo de Guayaquil, Ecuador, entre otros lugares inusuales. Incluso se han encontrado restos de un elefante marino del Sur de hace 1.260 años, o sea, en pleno Holoceno, en el río Wabash, en Lafayette, Indiana, EEUU. ¡remontó el Mississippi y se metió en lo profundo de la América interior!

El elefante marino y el ser humano

La Edad de Oro del comercio ballenero coincidió con el descubrimiento y colonización de California, que hacia 1800 empezó a ser visitada por balleneros y foqueros. Hasta ese momento, los aborígenes de las islas californianas de vez en cuando cazaban algún elefante marino pero era un aprovechamiento más bien esporádico. Fue el ballenero estadounidense Charles Scammon el primero en intuir que esas focas gigantes podían ser fuente del codiciado aceite que buscaban en las ballenas. Y su intuición resultó correcta, realizando una primera recolecta de 350 barriles de aceite de elefantes marinos en su viaje a California de entre 1850 y 1852.

Elefantes marinos en Isla Guadalupe (H. H, Johnston, 1914). Basado en el viaje de Townsend en 1911

Hasta ese momento se desconocía por completo qué abundancia tenía el elefante marino del Norte antes de 1840, y sólo había constancia de algunas cacerías en ciertas islas de Baja California entre 1841 y 1846, pero no sería hasta la cacería de Scammon cuando el elefante marino del Norte fue sometido a una caza despiadada para apoderarse de su aceite, con idénticas propiedades y usos del que se extraía de las ballenas.

Una vez más, los foqueros estadounidenses se lanzaron entusiásticamente a una matanza de elefantes marinos sin haber evaluado previamente la abundancia y la posible viabilidad de una explotación comercial de estos animales. La triste realidad fue que hacia 1866, cuando el elefante marino del Norte se reconoce como especie separada, ya eran muy escasos: entre 1865 y 1880, sólo unos pocos elefantes marinos se reportaron en las islas de Guadalupe y San Benito, en la Baja California mexicana.

El problema era que incluso éstos últimos elefantes marinos del Norte eran masacrados en cuanto eran "descubiertos", de tal forma que hacia 1880 se dio a la especie por "extinguida" (ya sabes, eufemismo por "exterminada".  Sin embargo, aquel año se "redescubre" una colonia superviviente en la Baja California continental justo al sur de Isla Cedros (Bahía San Cristóbal). Increíblemente, en los cuatro años siguientes, seis barcos foqueros que acudieron a la Bahía, exterminaron los 335 ejemplares que allí criaban. La estupidez humana no tiene límites. De modo que en 1884 se dio por extinguida la especie por segunda vez.

Goliath, elefante marino exhibido en el Circo Ringling & Barnum

Pero en mayo de 1892 se vuelve a redescubrir una colonia de cría superviviente, esta vez 9 ejemplares en la Isla Guadalupe, en Baja California. Y vuelta a empezar...pero esta vez fue el Instituto Smithsoniano quien mató a 7 de ellos para sus "colecciones", toda vez que todo el mundo daba a la especie como inviable en cuanto a supervivencia. Así pensaban los Museos en aquél entonces. Y por tercera vez se dio por extinguida (exterminada) a la especie. ¿A la tercera sería la vencida?

A favor del elefante marino del norte jugaron dos circunstancias: primera, que el aceite de elefante marino ya no era comercialmente tan interesante ni tan rentable, y por otro lado un deficiente conocimiento de la biología de la especie: había muchos ejemplares en el océano que seguían acudiendo a colonias de cría: así, la Isla Guadalupe se convirtió en el último refugio donde iban criando en pequeños números, y aunque los científicos seguían matándolos para sus colecciones (4 en 1904, 14 en 1907, o 10 en 1911), pero en 1911 los científicos dejaron vivos 125 ejemplares en Guadalupe, y a partir de este grupo se empezaría a recuperar la especie.

Elefantes marinos de Isla Guadalupe, México

La colonia continuó creciendo y en 1922 el Gobierno mexicano protege la especie y declara la Isla Guadalupe como reserva natural. Y los elefantes marinos irían recolonizando espontáneamente sus antiguos lugares de cría: Islas San Benito en 1918, San Miguel (1925), Los Coronados y Santa Bárbara (1948), San Nicolás (1949), Año Nuevo (1950)...

Si bien los EEUU no prohibieron la caza de mamíferos marinos hasta 1972, sí protegieron las Islas del Canal y otros lugares de la costa californiana, lo que ayudó a los elefantes marinos del Norte a recuperar sus antiguas tierras, hasta los 170.000 ejemplares que hay en la actualidad. Pero esta aparente recuperación de la especie tiene su reverso tenebroso: al descender todos del reducido grupo de supervivientes en Isla Guadalupe, la variabilidad genética del elefante marino del Norte es muy reducida, y esto hace vulnerable a la especie a enfermedades y transtornos.

En cuanto al elefante marino del Sur, tuvo más suerte que su primo del Norte ya que la exploración antártica fue más tardía y allí la caza del elefante marino tuvo menos importancia y volumen, aunque también se practicó. La población total de elefante marino del Sur es de unos 750.000 individuos, y se considera que la especie no se encuentra en peligro.

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