El perro cantor de Nueva Guinea: el más misterioso de los cánidos

Querida hija:

El interior de la gran isla de Nueva Guinea alberga algunas de las últimas áreas inexploradas y desconocidas por el hombre blanco, un reservorio de una extraordinaria biodiversidad animal que cada año nos ofrece nuevas especies para la ciencia. Las Tierras Altas de esta increíble isla albergan un cánido enigmático, que antaño se consideraba como un simple perro asilvestrado, uno de tantos, pero que la ciencia moderna empieza a ver como una extraordinaria reliquia de lo que debieron ser los perros en un estado de "pre-domesticación", hace decenas de miles de años, lo que los convierte en una joya...muy escasa. Hasta donde yo sé, la historia del perro cantor de Nueva Guinea no ha sido contada todavía en español. Tú serás la primera en conocerla en profundidad.

Perros cantores de Tierras Altas en la mina de Grasberg, Papúa Occidental. Foto: Anang Dianto

¿Quién es el perro cantor de Nueva Guinea?

En el año 1606 una expedición española comandada por Pedro Fernández de Quirós y Luis Vaez de Torres exploraba el sur de Nueva Guinea. Su cronista, el capitán y cartógrafo Diego de Prado y Tovar (el primer europeo que divisó Australia, en esa misma expedición por cierto) consignó en su relato:

"Encontramos unos pequeños perros tontos que ni ladraban ni aullaban, y ni siquiera chillaban aun cuando se les golpeaba con palos"

Se trata de la primera referencia escrita de unos extraños perros que vivían en aquella remota y desconocida isla. Pero estamos en la Era de los Descubrimientos, donde invenciones y exageraciones estaban a la orden del día. Por eso hubo que esperar al siglo XIX, cuando las potencias europeas colonizan Nueva Guinea (en 1883-1884) para que la ciencia europea corroborase, o no, el relato del capitán Prado.

El 26 de octubre de 1897, el Gobernador de la Nueva Guinea británica, Sir William MacGregor (1846 - 1919) observó la presencia de "perros salvajes" a 2.100 metros de altitud en Mount Scratchley, en lo alto de la espina dorsal montañosa que recorre la isla, en la península sureste que cierra Nueva Guinea por ese lado. Intuyendo la importancia zoológica del hallazgo, envía la piel y los huesos de uno de aquellos perros a la vecina colonia australiana de Queensland para su estudio. Allí se lo tomaron con calma y no sería hasta 1911 cuando el zoólogo australiano Charles Walter De Vis (1829 - 1915) publica su estudio "Un perro salvaje de la Nueva Guinea británica" en los Anales del Museo de Queensland.

Mapa de Nueva Guinea en la época en la que fue descubierto el perro cantor

De Vis intuyó inmediatamente que este perro daría mucho juego:

"...no es un verdadero perro salvaje, en otras palabras, que sus antepasados no eran salvajes, pero si decidimos que este perro es meramente salvaje, de una raza doméstica en estado salvaje, como suelen hacer los perros, ¿cómo explicaremos su hábitat en Mount Scratchley?"

Es decir, De Vis intuía que este perro salvaje neoguineano algo tenía que ver con los perros domésticos. Pero le intrigaba mucho su hábitat en los altos, fríos, húmedos y solitarios páramos alpinos de Nueva Guinea, donde uno no espera ni de lejos la presencia de perros, ni domésticos ni asilvestrados. El misterio estaba servido: ¿quién era este perro y qué hacía allí?

Antes de proseguir con el relato histórico, es el momento de explicarte cómo es el perro cantor. Externamente, en efecto, parece inequívocamente un perro doméstico asilvestrado y llama mucho la atención su extraordinario parecido con el dingo australiano (volveré sobre esto más adelante) si bien más pequeño y con las patas más cortas. Sin embargo, aunque domina el color canela-naranja claro corriente también en el dingo, en el perro cantor también existen pelajes con fuerte presencia del blanco y asimismo "morfos" negros. Precisamente el ejemplar cazado por MacGregor y descrito por De Vis era de pelaje negro.

¿Por qué se le da el nombre de "perro cantor"? en efecto, como describía el Capitán Prado, este perro no ladra sino que emite unas curiosas vocalizaciones que no se parecen tampoco a aullidos sino más bien a un "canto" modulado que estaría a medio camino entre el canto de una ballena y el "yodel" típico de los Alpes suizos. Algo extraordinario que no aparece en ningún otro cánido, ni doméstico ni salvaje.

Páramos alpinos cerca del Puncak Jaya, hábitat de los perros cantores

El otro aspecto extraordinario de este notable perro es su hábitat en páramos alpinos de la espina dorsal montañosa de Nueva Guinea entre los 2.500 y los 4.700 metros de altitud. Sólo existe otro cánido silvestre que vive en tierras altas: el lobo etíope (Canis simensis), en las Tierras Altas etíopes. Cierto es que los cánidos se adaptan mal a la selva tropical (sólo dos se han adaptado a ella, el zorro vinagre y el perro de orejas cortas en la Amazonia) y no sería extraño que el perro cantor buscara en los páramos alpinos esos espacios abiertos que necesitan los cánidos pero también existe la teoría de que estos perros estuvieron extendidos por toda la isla, y que fue el establecimiento de la agricultura en las tierras bajas de Nueva Guinea hace 9.000 años lo que lo habría "expulsado" y confinado a las inhóspitas tierras altas donde el aislamiento geográfico y genético habría forjado sus especiales características.

Retomemos nuestro relato histórico.

Tras el estudio de De Vis, la Ciencia pareció ignorar al perro cantor. El difícil acceso de su hábitat, su creciente consideración como un "simple" perro asilvestrado y la Segunda Guerra Mundial, que afectó directamente a Nueva Guinea, hicieron que los estudiosos se limitaran a hacer recuento de sus avistamientos, sin profundizar mucho más. Pero a mediados del siglo XX la cosa iba a cambiar radicalmente.

Reaparición, desaparición y resurrección del perro cantor.

Tras la guerra, Australia recibió la administración de la antigua Nueva Guinea británica mientras los holandeses retenían la mitad occidental de la isla, que sería ocupada por la fuerza en 1963 por la Indonesia de Sukarno, quien sustituiría a Holanda como potencia colonial en lo que ellos denominarían Irian Jaya. Serían científicos australianos quienes retomarían el estudio de la fauna de una Nueva Guinea donde todavía existían muchas regiones donde el hombre blanco no había puesto aún el pie.

En 1954 recolectores del Museo Australiano vuelven a observar perros cantores a 2.400 metros de altitud pero fracasan en su captura. Sería en 1956 cuando el oficial de distrito J.P. Sinclair y el asistente médico Albert Speer patrullaban por el Valle Levani, nunca antes visitado, en el incontrolado territorio de Huri-Duna (Provincia Meridional) y logran hacerse con dos perros cantores vivos, proporcionados por nativos que los habían capturado y los envían a la estación faunística de Nondugi, que fue financiada por Sir Edward Hallstrom (1886 - 1970), un importante millonario y filántropo australiano y uno de los protectores del Zoo de Taronga, en Sydney, adonde fueron enviados ambos perros en 1957. Allí vivirían hasta su muerte: el macho en 1964 y la hembra en 1967.

Los dos perros cantores llevados en 1956 al zoo de Taronga, Sydney

Esta pareja de perros cantores de Taronga es muy importante porque fueron los dos primeros fundadores de la población en cautividad de perros cantores de cuyo estudio emanó la mayoría del conocimiento que tenemos sobre estos misteriosos perros. Pero hay más. En 1957 estos ejemplares fueron estudiados por el zoólogo australiano Ellis Troughton (1893 - 1974), quien propone para ellos una nueva especie: Canis hallstromi, en honor del filántropo, en el artículo: Un nuevo perro nativo en las Tierras Altas de Papúa. Ya te dije que la cosa se animaría, si bien la mayoría de especialistas siguieron considerando al perro cantor como un perro doméstico asilvestrado.

No sería hasta 1976 cuando se capturan otros cinco perros cantores que aumentaron la población en cautividad con sus descendientes. Se hizo con ellos el explorador alemán Wolfgang Nelke, quien condujo una expedición antropológica alemana al remoto Valle Eipomek, en Irian Jaya, la parte de Papúa ocupada por Indonesia. Al parecer, fueron ejemplares capturados por nativos y luego criados por ellos y que fueron luego entregados al alemán, si bien los "dueños" nativos de los animales aseguraron que originariamente los capturaron en estado salvaje.

Desde entonces aparentemente se pierde la pista de los perros cantores y cesan los avistamientos y capturas a excepción de un ejemplar capturado en estado silvestre y enviado al Santuario de Vida Silvestre de Baiyer River en una fecha desconocida. Tenemos, pues ocho perros cantores capturados en estado silvestre, que son los fundadores de la población criada en cautividad dispersa hoy por varios países y que ha sido fuente de conocimiento sobre este perro, con todas las limitaciones que eso supone. Por lo que respecta a la población silvestre, la mayoría de especialistas la dieron por extinguida.

Siempre que una especie de mamífero relativamente grande se da por extinta, aparecen luego siempre "avistamientos" sin confirmar. Y el perro cantor no fue una excepción. Empezaron los avistamientos de segunda y tercera mano, las fotos borrosas, las huellas e indicios que no acababan de concretarse tanto por parte de aborígenes como por parte de occidentales, lo que añadía más misterio y enigma sobre este cánido.

Lady Foot, la perra que siguió a McIntyre dejando sus huellas junto a la suya

Pero tres fotografías de perros cantores tomadas en estado silvestre empiezan a hacer cambiar de opinión a la comunidad científica. La primera tomada en 1989 por el zoólogo australiano Tim Flannery y publicada en su libro Mamíferos de Nueva Guinea, la segunda tomada en 2005 por el zoólogo estadounidense Kristofer Helgen cuando estudiaba la fauna de las Tierras Altas de Kajiende, junto al Lago Tawa (significativamente, Helgen indica que es un perro C. familiaris, no reconociendo la especie C. hallstromi), y la tercera fue hecha en 2012 por el director de una empresa de aventuras en la naturaleza, Tom Hewitt, mientras conducía un trekking por las remotas Star Mountains, esta vez en el lado indonesio de la isla.

Había, pues, fundadas razones para aceptar que seguían existiendo perros cantores salvajes en las Tierras Altas de Nueva Guinea. La parte australiana de Nueva Guinea finalmente accede a la independencia en 1975, y tras los avistamientos de comienzos del siglo XXI aparecen especialistas papúes de la Universidad de Papúa y una Fundación local que empiezan a planear expediciones para localizar definitivamente y estudiar a los últimos perros cantores, y hacerlo en estado silvestre. Los resultados tardaron en llegar. Pero llegaron.

En septiembre de 2016, el zoólogo estadounidense James McIntyre se encontraba en un ecotour en la Nueva Guinea Indonesia cuando fue invitado a unirse a un grupo de expedicionarios de la Universidad de Papua que se disponían a buscar perros cantores en los páramos cercanos al Puncak Jaya, la mayor cumbre de Oceanía con sus 4.884 metros de altitud. El tiempo allí era húmedo, frío y brumoso. Iba descalzo porque se había quitado las botas para vadear un arroyo, y al bajar el camino embarrado por el que habían subido poco antes, se fijó que junto a una huella de su pie había huellas de un cánido que los había estado siguiendo. McIntyre supo que sólo podía tratarse de un perro cantor por lo remoto y deshabitado de la zona.

Perro cantor fototrampeado en la expedición de 2016

Inmediatamente instalan él y sus colegas de la Universidad de Papúa una serie de cámaras trampa que en los dos días siguientes capturó 140 fotos de un grupo de 15 perros cantores que se movía a 4.500 metros de altitud entre el pie del Puncak Jaya (Parque Nacional Lorenz) y la mina de oro y cobre de Grasberg, la mayor del mundo de oro, que por ser inaccesible para humanos excepto los trabajadores, que accedían por teleférico durante el día y abandonaban la zona por la tarde, constituyó un inesperado refugio para estos perros, que pudieron ser estudiados en estado silvestre por primera vez en su historia.

Fue el propietario de la mina de Grasberg, la empresa estadounidense Freeport McMoran, quien financió una expedición en 2018 para recolectar excrementos y poder realizar con ellos análisis genéticos. Estos fueron publicados en 2020, y fueron un bombazo: el ADN extraído de estos excrementos fue comparado con el de los perros cantores en cautividad y que descendían de los ocho perros fundadores que antes te dije: coincidía en un 70%. Eran auténticos perros cantores de las Tierras Altas. Habían resucitado oficialmente.

Perro cantor en la escombrera de la Mina de Grasberg. Foto: New Guinea Highland Wild Dog Foundation 

Pero sigue en pie una grave pregunta: ¿qué son los perros cantores? ¿una especie nueva de cánido silvestre? ¿un perro doméstico asilvestrado?

Origen y naturaleza del perro cantor

Antes de entrar en materia primero debes entender cómo es la relación entre los nativos papúes con los perros y entre los perros papúes entre sí. Para empezar tienes que distinguir entre los "perros de aldea" y los perros salvajes de las Tierras Altas. Los papúes tienen palabras distintas para referirse a unos y otros. Los perros de aldea son perros de variopinto aspecto, cuyo origen incluye perros que han sido llevados a Nueva Guinea por ocupantes y visitantes, en todas las épocas. Merodean por las aldeas y parecen "perros callejeros" puesto que llevan un estilo de vida semi-feral. Son perros de todos y de nadie, no pertenecen a un dueño concreto aunque suele haber una persona que da de comer a un perro determinado. Pero no hay "perros domésticos" tal como los conocemos en Occidente.

Perros de aldea

De hecho, algunos perros de aldea se parecen muchísimo a los perros cantores. Esto es porque los nativos capturan cachorros salvajes, los crían y luego se cruzan con perros de aldea. Existe importante introgresión genética de perros cantores en los perros de aldea pero no al revés (luego verás por qué). Debes entender que los papúes no conocen el concepto de "perro de compañía" ni realizan cría selectiva de razas. Pero en cada aldea se lleva una cuenta rigurosa de cuál es el origen y genética de cada perro de aldea...si es hijo de padres silvestres, o de perros de aldea...con quién se cruzó y con quién no. Los nativos usan estos perros como auxiliares de caza y cuando mueren se quedan con sus dientes, muy apreciados como adorno. Si el perro muerto fue un excelente cazador, se le confiere un título y trato de "humano honorífico" nada menos.

Antes te dije que el ADN de los perros cantores redescubiertos en 2016 coincidían sólo en un 70% con los perros cantores criados en cautividad. ¿Por qué no el 100% si se trataban del mismo perro? pues por dos razones. La primera es la baja diversidad genética de la población cautiva en comparación con la salvaje dado que descienden sólo de ocho fundadores. Y la segunda es que los fundadores de la población cautiva fueron entregados por los nativos a los occidentales, y no fueron capturados por éstos directamente del estado silvestre con lo que no sabemos si eran 100% silvestres o si tenían algún otro origen genético.

Filogenia del perro cantor con respecto del dingo y otras razas de perros domésticos

Sin embargo, los estudios moleculares modernos son concluyentes e inequívocos: los perros cantores de Nueva Guinea son perros, un linaje hermano del dingo australiano, con quien comparten origen común, y sus parientes más cercanos son perros antiguos del sur de China y de Japón. Su origen está en el Sureste asiático y fueron llevados a Nueva Guinea hace unos 8.500 años por un pueblo desconocido procedente de Asia sudoriental y que también llevaba a los ancestros del dingo australiano.

Entonces, ¿tenían razón los que decían que el perro cantor era sólo un perro doméstico asilvestrado? No tan deprisa.

Cierto es que forzosamente los perros cantores fueron introducidos en Nueva Guinea por el ser humano navegando y que no pudieron llegar nadando ellos solos. Esta es la razón por la que se supone que los perros cantores ya estaban domesticados al llegar a la isla. Pero no es menos cierto que existen importantes diferencias fisiológicas y de comportamiento entre los perros cantores y los perros de aldea, que pueden considerarse como semi-domésticos como poco. Para empezar, las hembras del perro cantor entran en un celo anual, algo insólito en perros domésticos. Si la hembra no es cubierta, puede presentar otro estro.

En segundo lugar, el perro cantor no soporta la presencia de los perros de aldea: los ataca y expulsa, contrariamente a lo que esperaríamos entre perros domésticos y asilvestrados, que socializan entre sí. Por último, es sabido que los perros asilvestrados son elementos nocivos que no consiguen un equilibrio ecológico con las presas, a las que diezman y exterminan a menudo, o que dependen de fuentes indirectas de alimento humano. Los perros cantores silvestres, por el contrario, están perfectamente integrados en las cadenas tróficas del páramo alpino donde tras desplazar al tilacino (como hizo también el dingo en Australia) pasó a convertirse en el depredador dominante que, ante la ausencia de grandes herbívoros, se alimentan de vertebrados medianos como el canguro arborícola Dendrolagus mbaiso, tres especies de cuscús (género Phalanger), el sedoso, el de tierra y el de montaña, possums de cola de anillo y roedores montañeses. 

En suma, los perros cantores silvestres forman una población auto-sostenible y en equilibrio ecológico con su entorno, algo muy alejado de los perros domésticos cuando se asilvestran. Son perros pero, a la vez, no lo son. Son como "perros no perros". ¿Cómo se explica esto?

Infografía sobre el perro cantor de Nueva Guinea

Los especialistas empiezan a sospechar que el cánido que los humanos introdujeron en Nueva Guinea hace 9.000 años no era doméstico sino domado. Esto es, el perro cantor sería una reliquia de un linaje de cánidos en proceso de "pre-domesticación". Y eso sí encajaría. Los nativos papúes siguen capturando cachorros de perros salvajes para criarlos como ayuda de caza sin realizar cría selectiva. Nunca lo han hecho. Seguramente ése fue el comienzo de la domesticación del perro: se capturaban lobeznos y se criaban para redirigir sus instintos de caza en beneficio de la comunidad humana, pero en ese estadio no se realizaba una cría selectiva para potenciar unos rasgos e inhibir otros, lo que sería la verdadera domesticación con desarrollo de razas.

Si esto se confirma, el valor científico del perro cantor sería incalculable porque permitiría estudiar ese estadio de "proto-domesticación", que en teoría también presenta el dingo, pero éste está seriamente amenazado por la hibridación con perros domésticos mientras que el perro cantor rechaza hibridarse, lo que puede salvar esta extraordinaria línea genética.

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