No sólo kiwis. Los insectos de Nueva Zelanda.

Querida hija:

Antes de que los humanos llenaran Nueva Zelanda de todo tipo de mamíferos exóticos procedentes de todo el mundo, la fauna de este archipiélago sólo tenía aves, insectos, y unos pocos reptiles y anfibios. Eso daba a los insectos un papel ecológico más notable que en otras latitudes, y junto con los condicionantes geográficos y ecológicos del remoto y aislado archipiélago, se forjó una entomofauna llena de particularidades. No sólo hay kiwis y tuataras en Nueva Zelanda. Vamos a conocer sus insectos.

El weta gigante es uno de los símbolos de la fauna de Nueva Zelanda. Foto. Mike Locke


Origen y condicionantes ecológicos

Al igual que sucede con el resto de fauna originaria neocelandesa, el nivel de endemismo de los insectos neocelandeses es muy elevado y está por encima del 90%. Sin embargo este endemismo se manifiesta sobre todo a nivel de especies ya que taxonómicamente sólo hay seis familias endémicas de Nueva Zelanda:

- Mnesarcheidae, Lepidoptera. Son polillas diurnas
- Mystacinobiidae, Diptera. Con una única especie: la "mosca murciélago" (Mystacinobia zelandica), una mosca parásita del murciélago menor de cola corta (Mystacina tuberculata), asimismo endémico de Nueva Zelanda. Esta mosca perdió las alas por su forma de vida parásita y que fue descrita en 1958.
- Agapythidae, Coleoptera. Con una única especie: Agapytho foveicollis
- Chalcodryidae, Coleoptera. Con seis especies
- Metaxynidae, Coleoptera. Una única especie,  Metaxina ornata, endémico de la Isla Sur y asociado al moho presente en las hayas australes
- Ciclaxyridae, Coleoptera. Con un único género, Cyclaxyra, y dos especies también asociadas con mohos, algo muy frecuente en la entomofauna de Nueva Zelanda y que también es una de sus particularidades.

Esto no es del todo extraño ya que la práctica totalidad de los insectos de Nueva Zelanda son de origen Gondwánico, bien por vicariancia cuando Nueva Zelanda se desgajó de Gondwana o bien vía dispersión desde otras tierras gondwánicas más o menos cercanas. La entomofauna neocelandesa es particularmente cercana a la de Nueva Caledonia, que fue otra tierra continental gondwánica, y se cree que pudo existir una cadena de islas en algún momento que jalonaban el camino entre ambos archipiélagos, por donde pudo haber intercambio de insectos entre ellos.

a) Zelandochlus, mosquito áptero de los glaciares. b) weta gigante Deinacrida rugosa. c) Chalcodrya, escarabajo del moho. d) Micrarchus, insecto alpino

La insularidad y el gran aislamiento del archipiélago neocelandés ha hecho que su entomofauna experimente interesantes procesos evolutivos tales como radiaciones adaptativas, o adaptaciones especiales a medios ecológicos que no aparecen, o son menos comunes, en tierras vecinas ecológicamente como Australia, Nueva Caledonia, Polinesia o Chile, por nombrar tierras gondwánicas con insectos relacionados con los de Nueva Zelanda.

Así, aparecen fenómenos como el gigantismo en algunas especies, estrategia tendente a evitar la depredación por parte de los pájaros, únicos depredadores de los insectos hasta la introducción de mamíferos terrestres por los humanos. También desaparecen las alas por esa misma razón de ausencia de depredadores terrestres en muchos ecosistemas: en Nueva Zelanda la tasa de pérdida de alas en insectos que sí las conservan en Australia por ejemplo es notable, y aparece en muchos Órdenes diferentes.

Aparece también toda una radiación adaptativa de insectos en ambientes alpinos, tan importantes en Nueva Zelanda y todavía no se conocen bien las adaptaciones fisiológicas que permiten a estos insectos alpinos resistir el frío y la nieve, e incluso hay insectos que directamente viven en los glaciares neocelandeses. Algo verdaderamente notable. Otro ecosistema que ha experimentado una radiación adaptativa son las aguas dulces continentales, ya que en Nueva Zelanda los insectos que viven en agua dulce están sobrerrepresentados con respecto a lo que sucede en otras tierras, y eso significa que han existido tendencias evolutivas específicamente dirigidas a adaptarse a vivir en este medio.

Moscas murciélago de Nueva Zelanda

Por último, y no menos importante, en el archipiélago neocelandés existe una enorme multitud de islas e islotes costeros pero también oceánicos (te hablé de ellos en la crónica sobre las islas subantárticas), pues bien, estas islas han desarrollado interesantes colonias de insectos insulares endémicos de estas islas y archipiélagos.

Como ves, en Nueva Zelanda se aúnan ciertas características ecológicas, geográficas y biogeográficas que han forjado caminos evolutivos absolutamente singulares para muchos grupos de insectos que en otros lugares del mundo no han experimentado. Paso ahora a darte algunos ejemplos notables de estos insectos.

Algunos ejemplos notables

Y empezamos con el gorgojo jirafa de Nueva Zelanda (Lasiorhynchus barbicornis), que es el coleóptero más largo de Nueva Zelanda con una longitud máxima de 9 cm, lo que ya de por sí lo convierte en un insecto gigante. Pertenece a una subfamilia endémica de Nueva Zelanda, Brentinae. Al parecer, los machos usan su largo “morro” (hay dimorfismo sexual) para luchar entre sí por las hembras. Curiosamente fue descrito en 1775 a partir de los ejemplares recolectados por Joseph Banks en el primer viaje de James Cook, en 1769, y formó parte pues de esa primera colección de insectos neocelandeses contemplados por ojos europeos y estudiados por su ciencia. Su hábitat preferido son los bosques nativos de las tierras bajas de la Isla Norte aunque también se hallan presentes en una pequeña zona de la Isla Sur.

Gorgojo jirafa macho

Sin embargo, si el gorgojo jirafa es el más largo de los escarabajos neocelandeses, el más pesado de todos ellos en conjunto es el escarabajo Huhu (Prionoplus reticularis), cuyas larvas, denominadas tataka en maorí, eran consumidas tradicionalmente por los maoríes ya que son comestibles. Estas larvas se alimentan de madera muerta en bosques de coníferas o podocarpáceas. El escarabajo adulto alcanza una longitud máxima de 5 cm.

Escarabajo Huhu. Foto: Phil Bendle

En Nueva Zelanda también hay representación de los escarabajos lucánidos, comúnmente denominados “ciervos volantes”. Concretamente Nueva Zelanda presenta el género endémico Geodorcus, caracterizado por una cabeza globosa, masiva y grande y por pinzas poderosas y fuertes aunque más pequeñas que los lucánidos de otras latitudes. Se reconocen diez especies de estos escarabajos, que en Nueva Zelanda tienen la particularidad de ser no voladores como ya te expliqué que aquí le pasa a muchos insectos. Su longitud oscila entre los 2 y los 4 ,5 cm y están estrictamente protegidos.

En nuestras latitudes estamos familiarizados con las frigáneas (Trichoptera), conocidas porque sus larvas, acuáticas y que viven en agua dulce, usan unas sedas que recubren su cuerpo para construirse una “armadura” a base de materiales que encuentran en el fondo. Pues bien, en Nueva Zelanda aparece la mayor parte de poblaciones del único género de frigáneas adaptado a vivir en agua marina, concretamente Philanisus, que han evolucionado para vivir en las aguas intermareales tanto en las costas de Nueva Zelanda como en las Islas Chatham. Integran precisamente la familia Chathamiidae.

Geodorcus helmsi

En cuanto a los ambientes alpinos neocelandeses, donde abundan mariposas, saltamontes y cigarras (muchos de ellos ápteros, o sea, sin alas), puedo destacarte como ejemplo el mayor saltamontes de Nueva Zelanda, Sigaus villosus, representante de un género endémico del archipiélago y que sólo vive en las montañas centrales de la Isla Sur y se encuentra en afloramientos rocosos hasta los 2.100 metros de altitud. Los mismos hábitats son ocupados por las llamadas “cigarras maoríes”, género Maoricicada, con catorce especies también conocidas como “cigarras negras” o “cigarras negras de montaña”.

Finalmente, para terminar con este apresurado resumen de algunos ejemplos notables de insectos neocelandeses, quiero mencionarte algún ejemplo del grupo de endemismos de las pequeñas islas e islotes del archipiélago como el escarabajo Phanodesta brounii, de la Isla Poor Knights situada frente a la costa este del Northland de la Isla Norte, o el curculiónido Thotmus halli , conocido únicamente por el ejemplar tipo recolectado en la Isla Pitt, del archipiélago de las Chatham y que se cree hoy extinto

Maoricicada iolanthe

Esta es sólo una fugaz visión del verdadero universo que son los insectos de Nueva Zelanda, pero ya es el momento de hablarte más específicamente de los insectos que son un símbolo de esta magnífica entomofauna y también simbólicos de toda su fauna completa: los wetas.

Los weta, tan neocelandeses como el rugby

Los weta son básicamente grillos terrestres (o sea, Ortópteros)  ápteros, sin alas ni capacidad de vuelo. Pertenecen a dos familias gondwánicas denominadas Anostostomatidae y Rhaphidophoridae, que son carnívoros y carroñeros pero las especies más grandes son herbívoras y se alimentan de hojas de árboles en general. Quiero hablarte precisamente de éstos, los weta gigantes, once especies pertenecientes al género Deinocrida , que significa precisamente “grillos terribles” en griego, pero de terribles sólo tienen su aspecto ya que son inofensivos y herbívoros que pasan el día ocultos en la hojarasca de los bosques y por la noche se activan, suben a los árboles y allí se alimentan de hojas.

Wetapunga

De hecho, este grupo de grillos resume algunas de las principales adaptaciones que han hecho singular a buena parte de sus insectos. Al no existir roedores endémicos de Nueva Zelanda, los weta han evolucionado para ocupar su papel ecológico: perdieron las alas, se especializaron en alimentación vegetariana y para evitar la predación por las aves aumentaron de tamaño y de peso. El mayor de todos estos weta gigantes, el wetapunga (Deinacrida heteracantha) está considerado como el insecto más pesado del mundo ya que llega a los 70 g de peso con una longitud máxima de 7,5 cm.

Desgraciadamente los problemas para los weta gigantes en general, y el wetapunga en particular fue la introducción de ratas y otros mamíferos en un archipiélago que nunca tuvo mamíferos terrestres autóctonos. En seguida se convirtieron en un plato apetitoso especialmente para las ratas, y especies como el wetapunga, que históricamente estuvo extendido por todos los bosques de la Isla Norte, al final quedaron reducidos a pequeñas islas “offshore” como en el caso del wetapunga, en la Isla Little Barrier o Te Hauturu en maorí, situada frente a la costa nororiental de la Isla Norte.

Infografía sobre los weta

Desde allí, el Gobierno neocelandés ha iniciado un programa de cría en cautividad y reintroducción en otras islas que por ahora están libres de fauna introducida o al menos donde ésta ha sido exterminada, para asegurar la supervivencia de esta especie, como Project Islands o las Islas Ipipiri. La primera traslocación de wetapunga data de septiembre de 1977 desde la Isla Mana a la Isla Maud. Programas similares se están llevando a cabo para otras especies de weta gigantes como el weta gigante del Estrecho de Cook (D. rugosa), el weta gigante de Mahoenui (nueva especie), el weta gigante de la isla Poor Knights (D. fallai), o el weta de colmillos de Isla Middle (Motuweta isolata), un curioso grillo con “colmillos” que usan para las luchas entre machos.

Esta historia de los weta gigantes ejemplifica cuáles son los graves problemas que amenazan a esta entomofauna única: la introducción de especie foráneas y la propia destrucción del hábitat.

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