Gloria y miseria de la Ilustración: la fauna de la Expedición Malaspina.

Querida hija:

Mucho se ha escrito sobre la Expedición Malaspina (1789 - 1794), el mayor esfuerzo científico realizado en España hasta ese momento, y que puso al Imperio Español a la par que sus rivales Inglaterra y Francia en el descubrimiento científico del mundo. Pero esta expedición no fue, en realidad, conocida del gran público más que a partir de 1989, al conmemorarse su Bicentenario. Desde entonces ha habido exposiciones, libros, congresos, etc...haciendo hincapié sobre todo en sus aspectos históricos y políticos. Mas, como siempre sucede en estos casos, la zoología de la expedición fue la "pariente pobre" de la conmemoración, incluso tras la botánica. Con esta crónica me propongo remediarlo.

Relación del Viaje, dibujos de fauna recolectada y sello de correos con la corbeta Atrevida

Introducción histórica: el descubrimiento científico de América.

Cuando te hablé de las épicas expediciones de La Pérouse y su búsqueda, y también sobre el descubrimiento de la fauna de Rusia, lo primero que te expliqué es que este tipo de expediciones tuvieron una intencionalidad política tanto como científica. Se trataba de emular a las demás naciones y también de buscar ventajas comerciales y políticas al establecerse (o impedir que otros se establecieran) en según qué territorios. La Expedición Malaspina no fue una excepción a esta regla. Pero para que lo entiendas, deberás viajar en el tiempo hasta uno de los peores momentos de nuestro país.

Año del Señor de 1700.

España y su Imperio se hallan en el marasmo y al borde de la desintegración tras cien años de reyes ineptos, incapaces, corruptos y afectados por la endogamia genética. El último Rey de la Casa de Austria muere sin descendencia y, como siempre sucede en España, cuando falta el Rey solucionamos nuestros problemas mediante una guerra civil. Tras la Guerra de Sucesión (1705 - 1714), que no fue más que una guerra civil con complicaciones internacionales, se afirma en el Trono español una nueva Dinastía: la Casa de Borbón. 

Los Borbones vienen de Francia. Vienen de Europa y traen a España ideas europeas. Tienen que sacar a España del desastre y ponerla a la par de las principales potencias europeas. No repararon en gastos, ni en ideas, ni en ambiciones. Una fiebre reformista se apoderó del país, que fue sacudido hasta sus mismos cimientos.

Carlos III, por Anton Raphael Mengs. Museo Del Prado, Madrid

En seguida, la nueva dinastía cayó en la cuenta de una cosa, que a los Austrias les costó mucho entender: un Imperio ultramarino y de carácter global como era el español necesitaba de una Armada moderna y poderosa para poder mantenerlo unido, comunicado y defendido. Felipe V y Fernando VI tomaron una decisión estratégica: dotar a España de una Armada poderosa y eficiente. Para ello, entre otras cosas, se creó la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, pronto complementada con el Observatorio Astronómico de San Fernando, que se convertiría en una de las instituciones científicas más prestigiosas de su tiempo.

Bajo la batuta de Vicente Tofiño, el cerebro científico y gurú tecnológico del Observatorio, se apostó por formar una nueva casta de oficiales navales, que dominasen la Astronomía y las Matemáticas. Se dotó al Observatorio de los instrumentos más modernos y del programa de estudios más exigente. Se envió a los alumnos a estudiar al extranjero y aplicar aquí los conocimientos adquiridos. 

España miraba a su Imperio. Una vastedad de tierras heredadas de los Austrias, que era en realidad un gran desconocido. El nuevo régimen se lanzó a conocer su Imperio. A estudiarlo, analizarlo, calcularlo, sopesarlo...las expediciones científicas se sucedieron a América y a Filipinas. Entre 1735 y 1746 Jorge Juan y Antonio de Ulloa miden el arco de meridiano terrestre en América, con el francés La Condamine. En 1750 Iturriaga examina los límites con Brasil en el Orinoco, y lleva con él a Pehr Löfling, discípulo de Linneo, para conocer la flora de la selva esmeralda. La dinastía borbónica sacudía el árbol americano, y éste dejaba caer sus frutos.

Documentos de la Expedición de La Condamine al Reino de Quito. Biblioteca Histórica de la UCM, Madrid

Todo este esfuerzo modernizador culminó con el reinado de Carlos III (1759 - 1788). Fue el más grande de los monarcas españoles, ejemplo perfecto del déspota ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. El sueño de Felipe V de lograr una gran Armada se consigue entonces. Los barcos de la Armada recorren el mundo investigando, cartografiando y paseando el pabellón de una nación que se había puesto en pie. 

Entre 1772 y 1775 Haedo y Boenechea llegan a Tahití y se maravillan ante los moai de Isla de Pascua. A partir de 1772, los barcos españoles alcanzan las heladas soledades de Alaska y los lujuriantes bosques de la Costa Noroeste de América: Pérez, Bodega y Quadra, Valdés y Alcalá Galiano traen a Madrid tocados tlingit y mapas secretos que investigan el legendario Paso del Noroeste.

Los botánicos españoles se convierten en gloria del género humano: Ruiz y Pavón en Perú y Chile, Celestino Mutis en Nueva Granada, Sessé y Mociño en Nueva España...el Jardín Botánico de Madrid rebosaba de cajas y más cajas de especímenes de plantas extrañas, bonitas y desconocidas. La lista sería interminable. Con la adquisición de Luisiana en 1762 y la conquista de Nutka en 1789, el Imperio Español de América alcanzaría la mayor extensión de su Historia: desde Alaska hasta las soledades patagónicas.

Pero faltaba algo. James Cook y La Pérouse y sus discípulos habían realizado legendarios viajes alrededor del mundo. Y España necesitaba emularlos para subirse al concierto de las naciones más avanzadas de su tiempo. ¿Pero quién lo haría? ¿cómo se haría?

La respuesta la dio un oscuro oficial italiano que se hallaba acantonado en Cádiz. Alejandro Malaspina. Junto con su compañero José de Bustamante envían el 10 de septiembre de 1788 una carta al Ministro de Marina, Antonio Valdés. Ante los atónitos ojos del Ministro, le proponen nada menos que organizar un "viaje político y científico" alrededor del mundo para estudiar el estado actual de las posesiones del Imperio Español bajo todos los puntos de vista: científico, político, comercial, económico...un arma única para que el Gobierno tomase decisiones.

Retrato de Alejandro Malaspina. Pintor desconocido

Valdés remite la propuesta al mismísimo Rey Carlos III quien, con su clarividencia habitual, da su autorización el 14 de octubre: deja a Malaspina y a Bustamante libertad absoluta para organizar la expedición y escoger a su tripulación. 

Sólo dos meses después de autorizar la propuesta, Carlos III exhala su último suspiro y le sucede su hijo Carlos IV. Este hecho, sin que Malaspina lo supiera, iba a condicionar por completo el futuro de la más ambiciosa expedición científica que España haya hecho.

La Expedición Malaspina.

Alejandro Malaspina había nacido en 1754 en el Gran Ducado de Toscana en el seno de una familia aristocrática, que esperaba de él que siguiera la carrera eclesiástica. Pero el joven Malaspina les salió rana y en 1774 se enrola en la Armada española, donde empieza desde guardiamarina. Se encuentra con esa Marina ilustrada de la que te he hablado, y se le selecciona para seguir uno de los cursos avanzados de Matemáticas y Astronomía en el Observatorio.

Entre 1770 y 1788 realiza tres viajes a Filipinas por diversos motivos en la fragata Astrea. El más importante de ellos es el último, que comienza en 1786 y en el que da la vuelta al mundo: Cádiz - Lima - Manila y vuelta a Cádiz por el Cabo de Buena Esperanza. Regresa a Cádiz en mayo de 1788. No deja de reflexionar sobre lo que había visto. La verdad es que le quita el sueño. Había visto la vastedad del Imperio Español, su riqueza natural y humana. Y vio que este Imperio, a pesar del reformismo borbónico, estaba lejos de estar bien gobernado.

La Atrevida fondeada frente al Chimborazo. Museo Naval, Madrid

Malaspina estaba convencido de que las posesiones anglosajonas y neerlandesas que había visto estaban mejor gobernadas y eran más prósperas que las posesiones españolas, y que sólo se podría poner remedio a este estado de cosas estudiando en profundidad nuestro Imperio para poder sacar lo mejor del mismo y gobernarlo de una manera más eficiente. Por eso, cuando aún no se había sacudido el salitre del océano, lió de mala manera a Bustamante concibiendo el viaje que propusieron al Ministro de Marina.

Se construyó para ellos dos corbetas, especialmente diseñadas para transportar en ellas equipo científico y ejemplares zoológicos y botánicos: la Descubierta (que mandaría Malaspina) y la Atrevida (que mandaría Bustamante). Los nombres no se eligieron por casualidad. Eran la traducción directa de los Resolution y Discovery de Cook. Toda una declaración de intenciones.

No se reparó en gastos para dotar a la Expedición del más moderno instrumental y los mejores científicos. El naturalista jefe sería Antonio Pineda, un naturalista "de raza" que había nacido en Guatemala, hijo del Oidor de la Audiencia, y que regresaría a España con su familia con seis años de edad. Pineda se encargaría de la zoología y la geología, mientras que la botánica estaría a cargo del francés Louis Née y el bohemio Thaddeus Haenke. Como novedad, se dotó a la expedición de pintores y dibujantes, que dejarían todo un patrimonio de un mundo que ya no existe. Incluidos muchos de los animales recolectados durante la expedición, que me han servido de guía para identificar al menos unos pocos ejemplos que son los que te ofreceré en esta crónica.

Derrotero de la Expedición Malaspina. Iván Hernández Cazorla

La Expedición se hace a la vela desde Cádiz el 30 de julio de 1789, y su recorrido fue, básicamente, el siguiente:

- 1789: llegan a Montevideo, visitan Buenos Aires, Puerto Deseado (Patagonia), las Islas Malvinas y doblan el Cabo de Hornos.

- 1790: llegan a la isla de Chiloé (Chile), y desde allí recorrerán metódicamente todos los puertos del Pacífico de América del Sur: Valparaíso, Concepción, Arica, Callao, Guayaquil, y subiendo hacia Panamá y Realejo (Nicaragua)

- 1791: en abril recalan en Acapulco, donde Antonio Pineda realiza uno de los principales viajes zoológicos de la expedición, pues recorre toda el área central de México. Reciben instrucciones de Carlos IV para investigar la existencia de un Paso del Noroeste en América, y pasan el resto del año subiendo a Alaska, donde recalan en la Ensenada Príncipe Guillermo, calculan la altura del Monte San Elías, tocan Puerto Mulgrave y bajan hacia Nutka, que sitúan astronómicamente y cartografían, y Monterrey en California. En diciembre regresan a Acapulco para iniciar la siguiente fase de la Expedición.

- 1792: las dos corbetas atraviesan el Pacífico recalando en las Marianas, Guam y en marzo de 1792, en Manila, desde donde recorrerán y cartografiarán las islas y sus principales aguas. El genio cartográfico de la expedición fue Felipe Bauzá, quien realizó un esfuerzo titánico, Desgraciadamente en Filipinas fallece Antonio Pineda, de agotamiento por su increíble trabajo, que ya no podrá ser retomado por ningún otro miembro de la expedición. Las corbetas arrumban hacia el Sur, por encima de Nueva Guinea y junto a las Nuevas Hébridas.

Vista de la bahía y puerto de Acapulco. Museo Naval, Madrid

- 1793: en febrero, recalan y cartografían la Bahía Dusky, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, donde una isla lleva el nombre del cartógrafo Bauzá, y en marzo llegan a Port Jackson (hoy Sydney, Australia), donde los británicos brindan a Malaspina una extraordinaria ayuda y acogida. Pero las noticias que le llegan de Europa no son buenas: España está en guerra con la Convención francesa y conviene truncar el plan de dar la vuelta al mundo. Hay que volver por donde se vino, y las corbetas, tras visitar las islas Vavao, en Tonga, arrumban hacia El Callao para preparar su viaje de retorno a España.

- 1794: el 21 de septiembre los barcos llegan a Cádiz. La gran hazaña se ha consumado y no se perdió ni un solo hombre por escorbuto. Pero el amargo final aún no había llegado.

La fauna de la Expedición Malaspina.

Por razones del triste final de la expedición, que te contaré más adelante, te puedo ir diciendo que los resultados zoológicos de la expedición apenas sólo están empezando a estudiarse hoy día. Buena parte de los especímenes zoológicos que se enviaron a España acabaron perdiéndose o estropeándose, y sobre todo son las magníficas láminas y grabados de los pintores de la expedición: Tomás de Suría, José Cardero y José Guio las que nos traído hasta hoy las imágenes de muchos de los animales que fueron recolectados y estudiados por Antonio Pineda.

Antonio Pineda

Hablarte de todos ellos sería imposible: tendría que escribir un libro, pero sí he escogido algunos ejemplos que me han parecido interesantes para que tengas una idea de qué fauna se encontró Pineda. Tal vez el tramo de las investigaciones zoológicas de la expedición Malaspina fue el tramo mexicano, y por eso gran parte de la información que tenemos proviene de la fauna mexicana. Vamos allá.

Ya te dije que Pineda era un naturalista de raza. Infatigable y curioso, no podía esperar a tocar tierra para empezar sus investigaciones. Ya en pleno Atlántico se descubre con horror que la galleta (pan duro del que se alimentaba la marinería en alta mar) estaba infestada de gusanos. Pineda se pone a estudiarlos, y llega a la conclusión de que pertenecen a una polilla del género Tennia. También se recolectará y estudiará una de las medusas más conocidas y peligrosas: la carabela portuguesa (Physalia physalis), que en aquél entonces se nombraba con el género que Linneo le había impuesto: Holothuria.

Las aves

De Sudamérica te destaco dos aves. En primer lugar, el turpial amarillo (Icterus nigrogularis), con un bellísimo plumaje amarillo y negro. Es un ictérido, que es una familia de paseriformes exclusivamente americana. El turpial amarillo se distribuye actualmente por el extremo Norte de Sudamérica desde Colombia hasta más allá de Surinam en una cierta variedad de hábitats.

De la zona de Guayaquil colectaron al tinamú ondulado (Crypturellus undulatus), probablemente sería la subespecie C. u. yapura, que es la que se encuentra en Ecuador. Los tinamúes son Ratites, ya te hablé de ellas, son aves primitivas no voladoras en su mayoría y en el caso particular de los tinamúes, probablemente están en el camino evolutivo de perder sus alas ya que son aves terrestres que prácticamente no hacen uso del vuelo. En América se les conoce como "perdices" y forman su propio Orden taxonómico; Tinamiformes.

Tinamú ondulado (identificado como "perdiz de Guayaquil")

De la zona de México voy a destacarte tres. El bienteveo común (Pitangus sulphuratus) es un magnífico representante de otra familia de paseriformes endémica de América: los tiránidos. Concretamente el bienteveo que Pineda colectó en Acapulco es una especie de amplia distribución neotropical, desde México hasta el norte de Argentina, si bien en México sólo se distribuye por las tierras bajas sin penetrar en el Altiplano. Su alimentación es insectívora complementada con frutos, y se distribuye en amplia variedad de hábitats, incluso urbanos.

Bienteveo de Acapulco

La región occidental de Norteamérica es rica en pájaros carpinteros, que integran el Orden Piciformes. También en el área de Acapulco Pineda colectó un ejemplar que, en el grabado de José Cardero aparece como "pico borracho de Acapulco". Se trata del carpintero enmascarado (Melanerpes chrysogenys), que además es endémico de México distribuyéndose en la costa del Pacífico desde Sinaloa hasta Colima y penetrando en el extremo occidental del Eje Volcánico. Su hábitat son bosques tropicales y subtropicales secos de tierras bajas y se le reconocen dos subespecies.

Carpintero enmascarado (identificado como "pico borracho de Acapulco")

Una de las garzas más espectaculares del mundo, y que Pineda tuvo la fortuna de contemplar, es la garza tigre (Tigrisoma mexicanum), que debe su nombre al aspecto atigrado de su plumaje. Se distribuye por las zonas bajas (costeras) de México y Centroamérica, y se la encuentra en humedales del interior de dicha área.

Garza tigre (identificada como "garza tigre de Acapulco y de las costas del Mar del Sur")

En la Costa Noroeste de Norteamérica voy a destacarte tres especies de aves: el carpintero escapulario (Colaptes auratus) es otro representante de esos pícidos de la costa oeste norteamericana de los que en Acapulco tuvieron noticia los expedicionarios. El carpintero escapulario recibe su nombre de su inconfundible pechera negra. Tiene una amplia distribución por todo el Neártico: cría en la parte de Canadá y Alaska, vive todo el año en todo el actual territorio de los EEUU y también en partes de México y el Caribe. Seguramente Pineda vio la subespecie costera C. a. collaris, que se encuentra en la costa entre Columbia Británica y el Noroeste de México.

Carpintero escapulario (identificado como "picus")

Seguramente en tierras más montañosas y del interior de aquella región, Pineda localizó un ejemplar de lagópodo común (Lagopus lagopus), galliforme propia de las altas latitudes. Concretamente el lagópodo común vive en toda la región holártica (tanto en Eurasia como en Norteamérica). Es posible que Pineda viera la subespecie L. l. alexandrae.

Lagópodo común (identificado como "Tetrao lagopus americano")

Merece la pena detenerse un poco en la perdiz de California (Callipepla californica), un clásico de las expediciones marítimas al Pacífico (también fue contemplada por La Pérouse en 1786), que los expedicionarios observaron en Monterrey, California. Esta especie vive desde la Península de Baja California hasta las mesetas interiores del Oeste americano, y en el área de Monterrey se encuentra la subespecie C. c. orecta. 

Perdiz de California (identificada como "Tetrao regio-montanus de Monterrey")

Los expedicionarios observaron esta perdiz a finales de 1791, y la especie fue formalmente descrita por George Shaw en 1798, pero éste se basó en el espécimen traído por la expedición Vancouver, que recaló en California dos años más tarde que Malaspina. Vemos aquí uno de los problemas que trajo el final de la expedición: muchos especímenes quedaron sin estudiar, y así se perdió la oportunidad de que la Expedición Malaspina contase en su haber con descripciones pioneras de especies, como podía haber sido el caso de la perdiz de California. De hecho, Pineda llegó a adjudicarle un nombre científico no oficial, el que aparece en la ilustración: Tetrao regio-montanus.

Rascón no volador de Vavao, probablemente extinguido en la actualidad

Termino este resumen de las aves recolectadas por la Expedición con dos aves apenas esbozadas por los dibujantes en las Islas Vavao (Tonga), y que no llegaron a ser representadas en láminas completas como las anteriores. Se trata, indudablemente, de una gallineta y de un rascón. Consultando las aves Ralliformes actualmente presentes en las Vavao, se llega a la conclusión de que tienen que ser el calamón común (Porphyrio porphyrio) y el rascón probablemente corresponde a una especie no voladora extinguida del género Gallirallus. Un testimonio de una especie de la que nada se sabe hoy. Pero también existen representaciones de otras dos especies aún existentes en Vavao: el tilopo coronipúrpura (Ptilinopus porphyraceus), que es una paloma, y el lori de Samoa (Vini australis), que es una psitaciforme, que si bien vive en otros archipiélagos vecinos, fue exterminado de Vavau hacia 1870.

Lori de Samoa

La fauna terrestre

Como ya te dije antes, fue la excursión mexicana de Antonio Pineda y sus colegas botánicos la mejor documentada de la Expedición, por lo que extraeré de aquí algunos ejemplos de la fauna investigada por este sobresaliente naturalista. La excursión duró 7 meses, y el recorrido fue: Acapulco - Chilpancingo - Taxco - Cuernavaca y Ciudad de México. Desde la capital novohispana, se dirigieron hacia Zempoala, Pachuca, Guanajuato , San Miguel el Grande (hoy de Allende) y Querétaro. Desde allí inician el regreso a Acapulco a través de Puebla, Atlixco y Chilapa.

En lo que quedaba del antiguo complejo lagunar de México, Pineda dibuja y disecciona el ajolote (Ambystoma mexicanum), el extraordinario anfibio úrdelo endémico de estas lagunas y que es notable por mantener en estado adulto los caracteres de su estadio embrionario, en este caso las branquias externas propias de los estadios inmaduros de las salamandras. Se sabe que fue Humboldt el primero en llevar ejemplares de ajolote a Europa, pero no parece haber dudas de que los dibujos realizados por los pintores de Malaspina fueron las primeras imágenes del ajolote que llegaron a nuestro continente. La incautación final de los materiales zoológicos de la expedición impidieron, una vez más, que se profundizase en el estudio de esta especie, que finalmente sería formalmente descrita por Shaw en 1798.

El ajolote, tal como lo vio Pineda y lo pintó José Guio

El bisturí de Pineda también diseccionó la iguana verde (Iguana iguana) y estudió interesantes lagartos identificados hoy con los géneros Aspidoscelis y Anolis. Como no podía ser menos en el segundo país más diverso en Reptiles del mundo, Pineda también estudió serpientes venenosas como el cantil (Agkistrodon bilineatus), y una serpiente de cascabel (en un país rico en ellas) que nombró como Crotalus espulchensis que los especialistas de hoy no han podido identificar con seguridad más allá del género.

En cuanto a los mamíferos, los pintores de Malaspina retrataron al mapache (Procyon lotor), a su pariente el coatí de nariz blanca (Nasua narica), que es la especie de coatí presente en México y que curiosamente el pintor Suría, al representarlo, denomina "tejón de Acapulco", un "venado bermejo" que, examinando las especies de cérvidos presentes en México, sólo puede ser el ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus), único que vive en el área que visitaron los naturalistas en México. Pineda también disección y dibujó una hembra de armadillo, que sólo puede ser el armadillo de nueve bandas (Dasypus novemcinctus).

Coatí

Otra referencia interesante que hace Pineda es el coyote (Canis latrans) que los excursionistas observan en el llano de Iguala, justo a medio camino entre Acapulco y Ciudad de México. Y digo que es una referencia interesante porque Pineda se adelanta trece años a la observación de coyotes por Lewis y Clark en su Expedición por las Grandes Praderas de los EEUU, y que llevaría a la descripción formal de la especie por Thomas Say en 1823. Por supuesto, Pineda no dejó de observar al tlacuache, la zarigüeya local, y realizar los estudios correspondientes.

En fin, por no alargar más esta relación, te diré que Pineda también prestó atención a los peces. Al parecer, la región que fue más pródiga en colección y dibujo de ejemplares fue precisamente la costa pacífica americana entre Panamá y Acapulco. De entre los ejemplares colectados y estudiados, te destacaré dos: el pez ballesta de costados naranjas (Sufflamen verres), que vive en la costa pacífica desde México a Ecuador, incluidas las Islas Galápagos, y el pez aguja de Panamá (Tylosurus acus), cuya subespecie melanotus debió ser la colectada por los naturalistas, al encontrarse precisamente en aguas de Panamá, Costa Rica e Islas Revillagigedo.

Pez aguja de Panamá

El amargo final de la Expedición.

La España que Malaspina había dejado en 1789 no era la misma que la que se encontró en 1794. 14 días antes de la partida de la Descubierta y la Atrevida se había producido en Francia el asalto a la Bastilla, y el terremoto revolucionario estaba sacudiendo Europa. Las mentes abiertas se cerraron de repente, y el Gobierno español se volvió suspicaz contra las "ideas nuevas" que antes aplaudía. La situación se había agravado por la vuelta a los viejos vicios políticos de los Austrias: el Rey Carlos IV rompió la tradición de los fuertes reyes anteriores y era débil y perezoso.

Pronto cayó en manos de un privado ambicioso: Manuel Godoy, que detentaba el cargo no oficial de "primer ministro" y que no era más que un valido corrompido que sólo quería el Poder costara lo que costase. Noventa años de reformismo borbónico se fueron al garete de un plumazo. Durante el primer año del regreso de Malaspina, éste fue ascendido militarmente y se dedicó a redactar su informe para presentarlo al Rey.

Manuel Godoy, por Antonio Carnicero. Real Academia de Bellas Artes De San Fernando, Madrid

Lo presenta en septiembre de 1795, y lo que escribe en él no gusta nada a Godoy. Malaspina propugnaba nada menos que la concesión de autonomía a las colonias americanas y su articulación en una especie de confederación bajo la autoridad de la Corona. Además, Malaspina era un hombre popular y querido universalmente, y su nombre sonaba insistentemente como "ministrable". Era suficiente para Godoy, que no quería ni oír hablar de rivales políticos ni de "ideas revolucionarias".

Sibilino, urdió una trampa para hacer parecer que Malaspina participaba en una conspiración para derribarle, y le acusó de alta traición y sedición. Fue detenido el 23 de noviembre de 1795, y condenado el 20 de abril de 1796 a diez años de prisión en la Fortaleza de San Antón, en La Coruña. Todos los materiales y documentos de la expedición fueron incautados y almacenados bajo siete llaves. Cinco años de modélico viaje científico no habían servido para nada. España volvía a sus vicios seculares.

Fortaleza de San Antón, La Coruña

Sólo se salvaron los mapas (por razones obvias) y las colecciones botánicas. Pero las colecciones zoológicas se dispersaron y muchos especímenes se perdieron. Seguramente lo que hoy ha llegado hasta nosotros sólo sea una parte de lo que se hizo originariamente. Finalmente, y se dice que por presiones de Napoleón, Malaspina fue puesto en libertad en 1802 y expulsado a Italia con la condición de no regresar jamás a España. Murió en sus tierras italianas en 1810.

Casi cien años pasaron antes de que se reivindicase a Malaspina y su viaje. Sería en 1885 cuando Pedro de Novo y Colsón publicó un extracto del Diario de Viaje de Malaspina (el Diario completo se había publicado en el extranjero, concretamente por el Almirantazgo ruso entre 1824 y 1827, puesto que en 1806 el Embajador ruso en Madrid se había podido hacer con una copia. Para que se publicase en Madrid el Diario completo habría que esperar ¡hasta 1984!.

El Bicentenario de la Expedición Malaspina reivindicó esta gran hazaña científica

Porque la Expedición Malaspina no se dio a conocer al gran público hasta su Bicentenario en 1989, que al menos se celebró por todo lo alto. Y sólo a partir de entonces los especialistas han podido empezar a estudiar su ingente documentación y a publicarla poco a poco. Porque España le dio portazo a la Ciencia en 1794, y no volvería a abrírsela hasta la Edad de Plata de nuestra cultura entre 1902 y 1936, cuando parecía que de nuevo España quería subirse al tren de la Ciencia. Tras la Guerra Civil, otro cerrojazo. Y hoy día España trata de nuevo de recuperar las Ciencias como método fundamental para crear riqueza real.

Una tarea nada fácil, pues la Pseudo-ciencia sigue infectando la sociedad española desde el público general hasta los más altos despachos de todos los Gobiernos.

¿Lo conseguiremos esta vez?

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Comentarios

  1. Ojalá así sea.
    Gracias por ilustrarnos chica este relato.
    Una gran odisea la de esta expedición y que lastima que este país no sepa valorar como debe a la ciencia y sigamos enfrascados en luchas intestinas para conseguir favores personales, corruptelas y mantener poltronas. Que poco hemos cambiado. Vergüenza da.

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  2. "como siempre sucede en España, cuando falta el Rey solucionamos nuestros problemas mediante una guerra civil". Para nada. Por centrarnos en el más reciente siglo pasado, hubo sin rey 8 años de República parlamentaria y 36 de dictadura fascista. Con un golpe de Estado fallido derivado en guerra civil de por medio, pero con casi la mitad del siglo sin rey. No, no existe tal "ley" en nuestro país: la monarquía no asegura ni paz ni guerra. Ni en ningún otro.

    Sobre el tema central del artículo, el de la biosfera, chapeau!

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